CAPÍTULO 72: ALGO MUCHO PEORNo pude pegar el ojo en toda la noche. Tampoco pude hablar con Ricardo, pues cuando regresé a la casa él ya no estaba en la oficina, lo busqué por todas partes, menos en su habitación. No me atreví a asomarme y quizá encontrar que estaba con ella. Esta mañana las cosas se sienten… frías. Como una calma antes de la tormenta. Espero a Becca en la cocina para tomar desayuno. Ella entra con una sonrisa de oreja a oreja, sé que me está ocultando algo, pero mis propios problemas son demasiado pesados como para pensar en los de ella ahora. No creo que sea algo grave si se ve tan feliz.—Buenos días —saluda con una sonrisa.—Buenos días, ¿estás lista para lo que haremos hoy? —pregunto directamente.—Claro, aunque me siento un poco nerviosa. Espero que mi oficial valide mi rehabilitación aunque no la haya hecho en el centro —dice exhalando un suspiro.Becca tiene que pasar por la aprobación de su oficial de libertad para poder sacar un pasaporte y salir del país.
CAPÍTULO 73: LA MENTIRA SE CAEBecca no pregunta, es algo que adoro de mi amiga. Seguimos al hombre por el pasillo con disimulo, dobla en una esquina, así que aceleramos el paso y lo vemos dirigirse a la salida, pero el sonido de nuestros zapatos lo alerta. Se gira y entonces nos ve. No lo duda, enseguida sale corriendo.—¡Ey! ¡Detente! —le grito.Salimos corriendo detrás de él. Nunca en mi vida había corrido tanto como ahora. El supuesto médico cruza el umbral de la puerta y pega una carrera por la calle, pero ni Becca ni yo estamos dispuestas a dejarlo escapar. Las calles están llenas de gente, lo que dificulta nuestra persecución. Esquivamos a transeúntes y carros estacionados mientras el hombre sigue corriendo, gira a la izquierda en la siguiente esquina. Apenas puedo sentir mis piernas, pero no dejo de correr. Becca, aunque más atrás, no se detiene. El hombre intenta perderse en la multitud de un mercado callejero, empujando a la gente a su paso. Siento una mezcla de adrenalina
CAPÍTULO 74: NO CUENTES CONMIGOHe perdido la cuenta de cuántas veces he llamado a mi padre, pero su celular está apagado. Becca me acompañó al lugar donde según lo que me había dicho, estaba viviendo, pero cuando llegué me di con la sorpresa de que hace meses que lo echaron por no pagar las cuentas.Esto es una pesadilla, la peor de las traiciones que he sufrido desde lo de Leonardo. No puedo creer que mi propio padre me viese la cara de estúpida, y me utilizase de esa forma tan vil y cruel.Sabía que lo perdonaría de inmediato en cuanto dijese que estaba mal, pues sufrí demasiado con la muerte de mi madre y no quería perderlo a pesar de todo. Se aprovechó de mi vulnerabilidad para sacarle dinero a Ricardo a través de mí, pues él sabía muy bien que yo no tenía ni tengo nada. —“El número que usted marcó está fuera de servicio…” —¡Maldit4 sea! —bramo arrojando el celular contra la pared. Se hace trizas en un instante.—¡Isa! ¡Cálmate! —me ruega Becca. Camino de un lado a otro, sien
CAPÍTULO 75: VIAJEEstuve los cinco días restantes intentando encontrar a mi padre. Llamé a sus viejos amigos, gente del trabajo, incluso preguntamos en el centro de rehabilitación, pero tanto él como el conserje que se hizo pasar por médico han desaparecido. No quiero admitirlo, pero, en estos días me he dado cuenta de que Ricardo tiene razón. Sin su ayuda, no habría podido encontrar absolutamente nada. No puedo hallar a mi propio padre, del cual conozco su rostro, nombre y hasta el número de su seguro social. Y aun así, es como si se lo hubiera tragado la tierra.Estos días hemos estado muy distantes. Esa mujer no ha regresado a la casa, pero no soy tan inocente. Otra vez él no está volviendo en las noches, ya no me habla, está distante, callado y pensativo. No sé qué diablos pasa por su cabeza, pero algo es seguro. Si estaba naciendo un sentimiento entre los dos, se ha muerto en cuanto Débora Sotomayor apareció. Esta mañana tomo mi maleta y salgo a la entrada donde el chofer Díaz
CAPÍTULO 76: SOLO UN NOMBRELa atmósfera en la habitación se vuelve aún más tensa. Nadine parece dudar por un momento, pero la firmeza en los ojos del sicario la hace retroceder. Mi corazón late con fuerza mientras espero su respuesta. Esta es mi oportunidad de saber la verdad, de encontrar a mi hijo. No puedo dejar que esta mujer se salga con la suya. Mi mirada no se aparta de Nadine, esperando, exigiendo respuestas.—Y-yo… n-no sé de qué…El sicario le agarra por la nuca sujetándole el cabello. Aparto la mirada. Por más que quiera saber sobre mi hijo, no soy capaz de ver una tortura. —Habla, maldit4 hija de put4, habla o te aseguro que te haré hablar —amenaza él.Becca se acerca a mí, enrosca sus manos en mi brazo, temblando. —¿Quién es él?—Un hombre que trabaja para Ricardo, de hecho una vez entró a tu habitación, cuando estabas en el motelucho ese.—¿Qué? Yo no me acuerdo.—Lo dudo, estabas dormida y desintoxicándote —susurro.Ambas vemos al sujeto, ni siquiera sé como se llama
CAPÍTULO 77: SOLA OTRA VEZAbro los ojos lentamente. La cabeza me da vueltas y por un instante pienso que estoy soñando. Hasta que la realidad me golpea de frente. Escucho el bip de las máquinas del hospital y mientras mi vista se va aclarando, comprendo que no estoy en mi cama sino en una camilla y que el dolor que siento en mi cuerpo no es imaginario. —¡Isa! —exclama Becca, que se encuentra a mi lado. Detrás de ella está Cristhian. No tengo idea de qué hace aquí, no recuerdo que él estuviese en el rancho cuando llegamos. En la piecera de la cama se encuentra Ricardo, quien me mira con el ceño fruncido y no sé si eso significa que está preocupado o que está molesto por haberme desmayado. Viniendo de él, lo creo posible.—¿Qué pasó? —pregunto.—Te desmayaste. Justo llegó Cristhian a la casa y pues, llamamos a emergencias y te trajeron acá.Escucho a mi amiga, pero mis ojos se mantienen fijos en Ricardo. No dice nada, a sabiendas de que su silencio es como una tortura para mí. ¿Se pr
CAPÍTULO 78: RECUERDOS DOLOROSOSNo me contengo, las lágrimas se apoderan de mí impidiéndome respirar con normalidad. Pensé que estaba preparada para escuchar cualquier cosa de Ricardo, pero no esto. Me duele demasiado, ya no tiene caso negarlo, estoy enamorada de un diablo. Y esto no es más que culpa mía por jugar con fuego. Sabía en lo que me estaba metiendo y aun así, me quemé en las llamas de su infierno.La puerta de la habitación se abre abruptamente. Por más que disimulo mis lágrimas, Cristhian y Becca se dan cuenta de la situación. Por la cara que traen los dos, me da la impresión de que supiesen el motivo de mi llanto.—¡Ay, Isa! Lo siento tanto —dice Becca arrojándose a mi lado. Me da un abrazo fuerte. Cristhian no dice nada, pero deja un chocolate caliente a un lado de mi cama.—No pasa nada, no se preocupen. —Intento sonreír, limpio mis lágrimas, pero ellos no quedan convencidos.—Eh… escuchamos lo que te dijo Ricardo —confiesa Cristhian.Me pongo pálida de inmediato, mis
CAPÍTULO 79: RECUERDOS DOLOROSOS PARTE 2Hace 10 años…Unos días después de aquella fiesta de cumpleaños, Ricardo y Débora compartían un desayuno tranquilo en la cocina de su acogedor hogar. Era una mañana soleada, y los rayos de sol se filtraban por las ventanas, iluminando la mesa donde se encontraban. Había un aroma delicioso en el aire; Débora había preparado tortitas, acompañadas de frutas frescas y café.Mientras Ricardo saboreaba una taza de café, observaba a Débora con admiración y un profundo amor. Ella le sonrió, y luego se levantó para ir a la nevera. —Casi olvido darte esto —dijo con un tono juguetón, sacando una pequeña caja envuelta en papel de regalo.Ricardo frunció el ceño, intrigado. —¿Qué es esto?— preguntó, tomando la caja con curiosidad.Débora se sentó de nuevo a su lado, con los ojos brillando de emoción. —Es un pequeño regalo para tu viaje. Quería darte algo que te recordara cuánto te amo y que estaré pensando en ti mientras estés fuera.Ricardo abrió la caj