CAPÍTULO 67: UNA NOCHE INTENSAEsta vez Ricardo ni siquiera se molesta en asegurarse de que no haya nadie. Me empuja con fuerza a uno de los cubículos del baño y nos encierra a los dos. Mi pecho sube y baja acelerado, le miro, pero lo desconozco, es como si no fuese él.—Ricardo, ¿qué estás…? —No dice nada. La intensidad fiera en su mirada me deja perpleja y sin palabras. Podría cortar la tensión s3xual que crece entre nosotros con un cuchillo.Sin dilatarlo más, Ricardo se lanza a mis labios, me besa con una pasión desenfrenada que no puede controlar. Me levanta en peso y hace que mis piernas rodeen su cintura mientras apega mi espalda a la pared. El espacio es reducido, pero eso no impide que sus manos recorran mi cuerpo entero. Su boca salvaje y cálida desciende por mi cuello, él baja la parte de arriba de mi vestido y libera mis pechos desnudos. Siento su er3cción presionar contra la tela de mi braga húmeda. Ricardo es brusco, tosco y salvaje. Se desabrocha apenas el pantalón y l
CAPÍTULO 68: QUE NO SE TERMINELa noche se hace eterna y corta al mismo tiempo. Ricardo parece insaciable y me lleva a pasar las mejores horas de plac3r de mi vida. Después de la tercera vez que me hace acabar mis piernas no paran de temblar como gelatina. La cama se ha empapado de mis fluidos y lo mejor de todo es que él me ha tratado diferente. Sigue siendo rudo y posesivo, pero siento en sus caricias algo nuevo y diferente. Incluso he olvidado por qué estaba molesta con él en primer lugar. Si esta es su forma de desfogar la frustración, entonces estoy dispuesta a entregarle mi cuerpo todas las noches. Cierro los ojos y sin darme cuenta me quedo dormida con la sábana cubriendo algunas partes de mi cuerpo. El agotamiento de lo que hemos hecho me deja exhausta, pero aun así, tengo un sueño muy ligero. De pronto siento que algo ha cambiado. El peso de su presencia se levanta de la cama. Abro los ojos y veo a Ricardo de espaldas a mí. Se acomoda su pantalón, pero se queda así, sin ca
CAPÍTULO 69: ME DEFIENDEAcabamos de bañarnos y salimos a su habitación. Estoy tan feliz que no quiero arruinarlo preguntando alguna tontería. Aunque todavía quiero saber cómo se enteró de mí… auto complacimiento en su cuarto.—Ricardo, yo… —comienzo a decir después de haberme puesto ropa—… necesito saber por qué me dijiste eso anoche.—¿Qué cosa, potrilla? —Cuando preguntaste por… por, ya sabes… eso —le digo sonrojada. Ni siquiera puedo decir la palabra.Él se ajusta la correa y avanza hasta mí, me toma de la cintura y sonríe con picardía.—Si no eres específica, no puedo saber de qué hablas.—¿Cómo… cómo supiste que yo… lo que yo hice…?—No sientas pudor conmigo Bella, dilo —ordena acariciando el borde de mi labio inferior.—Que me masturbé aquí —admito, pero cierro los ojos, incapaz de verlo a los ojos. Ricardo acaricia mi mejilla y me hace abrir los ojos.—¿Cuándo vas a entender que yo lo sé todo? —responde. —Por favor, dímelo.—Está bien, pero no te gustará. Hay una cámara en
CAPÍTULO 70: NO TODO PUEDE SER PERFECTO“Iremos los dos”…Esas palabras no dejan de repetirse en mi cabeza. Estoy solo a una semana de encontrar a la mujer que vendió a mi hijo a quién sabe quién o dónde. El miedo de que nunca lo pueda encontrar pesa con fuerza en mi corazón, pero no puedo evitar sentirme esperanzada. Quiero ser positiva e imaginar que lo tendré en mis brazos muy pronto. Muchas veces he pensado en qué habrá sido de su vida. Camila es tan detestable que la creo capaz de enviar a mi hijo al peor sitio posible, sin embargo, una pequeña parte de mí desea que al menos haya tenido compasión con un bebé, y mi hijo esté siendo cuidado por una buena familia.Me pregunto si sabrá su pasado, la verdad de su origen… Imaginar que no me acepte porque cree que lo abandoné me rompe el corazón en mil pedazos, pero trato de alejar los malos escenarios de mi mente, si no, no habría podido soportar tantos años sin saber que fue de su destino.Regreso a casa sin Ricardo, pues tuvo que ir
CAPÍTULO 71: UN FANTASMA DEL PASADOMis pensamientos rápidamente hacen clic al escuchar su nombre. Solo lo oí una vez, pero fue suficiente para grabarlo en mi memoria hasta que, por alguna razón lo guardé en mis recuerdos, hasta ahora.Débora, el nombre de la primera esposa de Ricardo, esa que pareció ser tan trascendental en su vida que ni siquiera quería hablar de ella. Y ahora está ahí, de pie ante los dos, aunque sus ojos casi no han reparado en mí.Ella lo mira con una semi sonrisa, no sabría decir con exactitud lo que su expresión significa, pero sin duda, si ella ha vuelto, no puede ser para nada bueno. No puedo evitar mirarla con envidia de arriba abajo. La mujer es muy guapa. De baja altura, unas tremendas curvas, pechos prominentes y un buen trasero, su rostro es fino, labios carnosos y un cabello negro y ondulado que le cae en cascada a los lados. Sus ojos son azules y… ¡maldi4 sea! Es mucho más hermosa que yo. Observo la reacción de Ricardo, pero no puedo deducir mucho po
CAPÍTULO 72: ALGO MUCHO PEORNo pude pegar el ojo en toda la noche. Tampoco pude hablar con Ricardo, pues cuando regresé a la casa él ya no estaba en la oficina, lo busqué por todas partes, menos en su habitación. No me atreví a asomarme y quizá encontrar que estaba con ella. Esta mañana las cosas se sienten… frías. Como una calma antes de la tormenta. Espero a Becca en la cocina para tomar desayuno. Ella entra con una sonrisa de oreja a oreja, sé que me está ocultando algo, pero mis propios problemas son demasiado pesados como para pensar en los de ella ahora. No creo que sea algo grave si se ve tan feliz.—Buenos días —saluda con una sonrisa.—Buenos días, ¿estás lista para lo que haremos hoy? —pregunto directamente.—Claro, aunque me siento un poco nerviosa. Espero que mi oficial valide mi rehabilitación aunque no la haya hecho en el centro —dice exhalando un suspiro.Becca tiene que pasar por la aprobación de su oficial de libertad para poder sacar un pasaporte y salir del país.
CAPÍTULO 73: LA MENTIRA SE CAEBecca no pregunta, es algo que adoro de mi amiga. Seguimos al hombre por el pasillo con disimulo, dobla en una esquina, así que aceleramos el paso y lo vemos dirigirse a la salida, pero el sonido de nuestros zapatos lo alerta. Se gira y entonces nos ve. No lo duda, enseguida sale corriendo.—¡Ey! ¡Detente! —le grito.Salimos corriendo detrás de él. Nunca en mi vida había corrido tanto como ahora. El supuesto médico cruza el umbral de la puerta y pega una carrera por la calle, pero ni Becca ni yo estamos dispuestas a dejarlo escapar. Las calles están llenas de gente, lo que dificulta nuestra persecución. Esquivamos a transeúntes y carros estacionados mientras el hombre sigue corriendo, gira a la izquierda en la siguiente esquina. Apenas puedo sentir mis piernas, pero no dejo de correr. Becca, aunque más atrás, no se detiene. El hombre intenta perderse en la multitud de un mercado callejero, empujando a la gente a su paso. Siento una mezcla de adrenalina
CAPÍTULO 74: NO CUENTES CONMIGOHe perdido la cuenta de cuántas veces he llamado a mi padre, pero su celular está apagado. Becca me acompañó al lugar donde según lo que me había dicho, estaba viviendo, pero cuando llegué me di con la sorpresa de que hace meses que lo echaron por no pagar las cuentas.Esto es una pesadilla, la peor de las traiciones que he sufrido desde lo de Leonardo. No puedo creer que mi propio padre me viese la cara de estúpida, y me utilizase de esa forma tan vil y cruel.Sabía que lo perdonaría de inmediato en cuanto dijese que estaba mal, pues sufrí demasiado con la muerte de mi madre y no quería perderlo a pesar de todo. Se aprovechó de mi vulnerabilidad para sacarle dinero a Ricardo a través de mí, pues él sabía muy bien que yo no tenía ni tengo nada. —“El número que usted marcó está fuera de servicio…” —¡Maldit4 sea! —bramo arrojando el celular contra la pared. Se hace trizas en un instante.—¡Isa! ¡Cálmate! —me ruega Becca. Camino de un lado a otro, sien