CAPÍTULO 104: SÍ ME IMPORTARicardoNo sé de dónde saco el autocontrol necesario para no moler a golpes al tipo que sostiene las manos de Isabella en este momento. Tuve que volver mucho antes de mi viaje a Japón, aunque había dicho que iría a otro lugar; pero no me importó dejar las cosas a medias. En cuanto me enteré del atentado contra ella, sabía que debía regresar.Me hice un juramento a mí mismo, me prometí que la protegería luego del primer atentado. Pero he fallado miserablemente en eso, no debí irme sabiendo que ella está en peligro y lo peor es que ahora se ha acercado a otro hombre. No me gusta verla con él, no me gusta esta cercanía que estoy detectando en sus ojos.—Ricardo —dice con sorpresa. Automáticamente aleja las manos del tipo.Sé muy bien quién es él. Edward Brown, dueño de una de las empresas de moda más destacables del país y padre adoptivo del hijo de Isabella.—Buenas noches, tú debes ser Ricardo Velazco —saluda el tipo intentando ponerse de pie para estrechar m
CAPÍTULO 105: NO VOY A CAEREl silencio de Ricardo acelera mi corazón de manera involuntaria. Una parte de mí, la más irracional y vulnerable, espera que diga que sí le importa. Que me mire a los ojos, que me diga que lo nuestro aún tiene arreglo, que hay una chispa de sentimiento bajo toda esta maraña de odio y resentimiento. Pero no lo hace. Solo se queda ahí, callado, con los labios apretados y la mirada perdida en algún lugar que no alcanzo a ver. La indiferencia con la que me trata a veces duele más que cualquier rechazo directo.Suspiro, sintiendo una mezcla de alivio y frustración. Estos días que estuvo lejos creí que me habían servido para superar lo que siento por él. Pensé que había logrado desconectarme, que las heridas se estaban cerrando poco a poco. Pero volverlo a ver, tenerlo tan cerca, ha traído de vuelta todo eso que intento reprimir. Ese fuego latente que siempre aparece cuando estamos juntos, aunque lo niegue, aunque lo odie.Y de alguna manera, me sentí como si lo
Becca y yo despertamos temprano. La noche anterior, cuando regresé a mi habitación después de todo el caos con Ricardo y Edward, ella ya estaba dormida, exhausta tras todo lo que había pasado. No quise despertarla, así que solo me acosté al borde de la cama, en silencio, intentando procesar todo lo que sentía. Por la mañana, me levanté de la cama sintiéndome más agotada de lo que esperaba. Becca se despereza a mi lado y me mira con ojos curiosos. Sabe que algo me sigue molestando, y la verdad es que no puedo dejar de pensar en lo que sucedió en la cena de la noche anterior. Cuando le conté los detalles, su incredulidad se reflejó en sus ojos, que se abrieron como platos. —No puedo creer que haya aparecido así —dice finalmente, todavía tratando de procesar la historia—. ¿Cómo supo dónde estabas? —Creo que fue por mi celular —respondo, suspirando. La verdad es que en ese momento no pensé demasiado en eso, pero ahora que lo menciona, todo encaja—. Él fue quien lo reactivó cuando salí d
CAPÍTULO 107: CONFESIÓNNadine Palmer está muerta...La noticia me golpea con una frialdad inesperada. No puedo decir que sienta dolor, pero tampoco es que le deseara esto. Tantos años buscándola, desesperada por una pista que me llevara hasta mi hijo, y ahora... simplemente aparece muerta en las noticias. Me parece surrealista. Una parte de mí no puede creerlo, pero en el fondo, estoy segura de que su fallecimiento no es casualidad.La mirada desconcertada de Ricardo, al salir de su oficina, solo confirma mis sospechas. Lo veo claramente: algo oscuro está pasando.El ascensor emite un sonido suave al abrirse, y un agente del FBI sale de él. Mi corazón da un vuelco, como si el aire de la habitación se hubiese vuelto más denso de repente. Avanza con paso firme y directo hacia mí, sus ojos se clavan en los míos.—Señora Isabella Montenegro de Velazco —comienza—, he venido por usted. Necesitamos que responda a unas cuantas preguntas y requerimos su declaración.Por un instante, siento qu
CAPÍTULO 108: PORQUE QUIERO Y PORQUE PUEDO—Necesito salir de aquí —digo sin aliento.No espero una respuesta, salgo de la habitación tratando de recuperar el aire, pero sin éxito. Ricardo me sigue intentando contenerme.—Isabella, cálmate, no podemos estar seguros de que eso sea cierto, él puede estar mintiendo para librarse.El capitán Fernández nos sigue de cerca.—Lamento decirlo, pero no creo que sea mentira. Hemos estado rastreando la información que descubrimos sobre Leonardo y ciertamente, tanto él como Camila tienen transferencias a la cuenta bancaria de Vicente Montenegro, al igual que muchas llamadas efectuadas en varios periodos de tiempo.Mi cuerpo sigue temblando, la traición de mi padre se vuelve cada vez peor. No solo me robó dinero cuando vio la oportunidad, sino que lleva haciéndolo desde hace mucho más tiempo del que pensé.—Por supuesto que es verdad —confirmo—, él ya me ha traicionado en el pasado, me robó trescientos mil dólares fingiendo tener una enfermedad ter
CAPÍTULO 109: UNA PROPUESTA QUE PODRÍA CAMBIARLO TODODos horas después…Voy en el auto mientras Dan conduce. Ricardo insistió en que él me llevase para evitar otro intento de asesinato, al menos poniendo bombas en el carro. Dan se estaciona en la entrada del parque y con una seña me hace saber que estará cerca.Suspiro. Intenté maquillarme para que Edward no notase las bolsas bajo mis ojos, pero ni todo el maquillaje del mundo ocultará mi tristeza.Alcanzo a verlo en la misma banca de siempre, Rocky tira de mí para ir corriendo a saludar a Nala y por supuesto, a Jake.Ver a mi hijo sí que me trae una gran sonrisa. Él se da cuenta de mi presencia y corre hacia mí.—¡Isabella! —saluda. Su padre se pone de pie y camina hacia mí con la misma sonrisa.—Hola —dice—, te ves muy bien hoy.Su halago me hace sonrojar. Saco de mi bolsillo una barra de chocolate que había comprado antes de venir y se la doy a Jake.—Esto es para ti.—¿De verdad? ¡Gracias! —exclama y de la nada me da un abrazo qu
CAPÍTULO 110: YA NO MÁSMi mano tiembla antes de abrir la puerta de la hacienda. Tengo miedo de encontrarme con la mirada de cordero de mi padre, o peor, que finalmente me muestre su verdadera cara. El corazón me palpita con fuerza, pero finalmente me armo de valor y entro.Como Ricardo lo había prometido, ahí está mi padre, de rodillas ante mí en el medio de la sala. Solo se encuentra Ricardo, aunque percibo a Dan desde las sombras de un muro.—Aquí está la sabandija —dice Ricardo señalándolo.Mi padre está temblando, tiene la cabeza cubierta con una bolsa de tela negra, se ve realmente asustado, pero, por primera vez, no siento ni una pizca de compasión. Aun así, el nudo ya comienza a formarse en mi garganta.Camino hacia él con furia, mi respiración se agita a medida que la distancia se acorta.—Quítale eso —ordeno.Ricardo obedece. En el momento en que mi padre ve la luz frunce los ojos por la encandilada de su mirada.—Por favor, no me hagan daño, les juro que les voy a pagar, es
CAPÍTULO 111: PROMESAVuelvo a la realidad cuando escucho las sirenas de la policía estacionando frente a la casa. Solo entonces me separo de Ricardo. Él no dice nada, y yo tampoco, pero el momento que acabamos de tener fue demasiado intenso como para ignorarlo.Lo miro a los ojos y él hace lo mismo conmigo. Seguimos bastante cerca el uno del otro. Ricardo acaricia mi rostro con suavidad y limpia mis lágrimas.Sin embargo, nuestra conexión se rompe cuando el capitán Fernández llega hasta donde estamos. Carraspea la garganta y nos saluda con cordialidad.—Buenas noches —dice—. Ricardo, me pareció muy interesante que me llamaras para avisarme que, casualmente el padre de Isabella decidió aparecer.—¿Qué le puedo decir, capitán? Se le removió la conciencia —responde con una sutil ironía.—Bueno, nos ha caído como anillo al dedo, porque con la confesión que obtuvimos de Leonardo, el caso está más que sólido. No hay forma de que se libre de la cárcel, ni siquiera con su ejército de abogado