CAPÍTULO 109: UNA PROPUESTA QUE PODRÍA CAMBIARLO TODODos horas después…Voy en el auto mientras Dan conduce. Ricardo insistió en que él me llevase para evitar otro intento de asesinato, al menos poniendo bombas en el carro. Dan se estaciona en la entrada del parque y con una seña me hace saber que estará cerca.Suspiro. Intenté maquillarme para que Edward no notase las bolsas bajo mis ojos, pero ni todo el maquillaje del mundo ocultará mi tristeza.Alcanzo a verlo en la misma banca de siempre, Rocky tira de mí para ir corriendo a saludar a Nala y por supuesto, a Jake.Ver a mi hijo sí que me trae una gran sonrisa. Él se da cuenta de mi presencia y corre hacia mí.—¡Isabella! —saluda. Su padre se pone de pie y camina hacia mí con la misma sonrisa.—Hola —dice—, te ves muy bien hoy.Su halago me hace sonrojar. Saco de mi bolsillo una barra de chocolate que había comprado antes de venir y se la doy a Jake.—Esto es para ti.—¿De verdad? ¡Gracias! —exclama y de la nada me da un abrazo qu
CAPÍTULO 110: YA NO MÁSMi mano tiembla antes de abrir la puerta de la hacienda. Tengo miedo de encontrarme con la mirada de cordero de mi padre, o peor, que finalmente me muestre su verdadera cara. El corazón me palpita con fuerza, pero finalmente me armo de valor y entro.Como Ricardo lo había prometido, ahí está mi padre, de rodillas ante mí en el medio de la sala. Solo se encuentra Ricardo, aunque percibo a Dan desde las sombras de un muro.—Aquí está la sabandija —dice Ricardo señalándolo.Mi padre está temblando, tiene la cabeza cubierta con una bolsa de tela negra, se ve realmente asustado, pero, por primera vez, no siento ni una pizca de compasión. Aun así, el nudo ya comienza a formarse en mi garganta.Camino hacia él con furia, mi respiración se agita a medida que la distancia se acorta.—Quítale eso —ordeno.Ricardo obedece. En el momento en que mi padre ve la luz frunce los ojos por la encandilada de su mirada.—Por favor, no me hagan daño, les juro que les voy a pagar, es
CAPÍTULO 111: PROMESAVuelvo a la realidad cuando escucho las sirenas de la policía estacionando frente a la casa. Solo entonces me separo de Ricardo. Él no dice nada, y yo tampoco, pero el momento que acabamos de tener fue demasiado intenso como para ignorarlo.Lo miro a los ojos y él hace lo mismo conmigo. Seguimos bastante cerca el uno del otro. Ricardo acaricia mi rostro con suavidad y limpia mis lágrimas.Sin embargo, nuestra conexión se rompe cuando el capitán Fernández llega hasta donde estamos. Carraspea la garganta y nos saluda con cordialidad.—Buenas noches —dice—. Ricardo, me pareció muy interesante que me llamaras para avisarme que, casualmente el padre de Isabella decidió aparecer.—¿Qué le puedo decir, capitán? Se le removió la conciencia —responde con una sutil ironía.—Bueno, nos ha caído como anillo al dedo, porque con la confesión que obtuvimos de Leonardo, el caso está más que sólido. No hay forma de que se libre de la cárcel, ni siquiera con su ejército de abogado
CAPÍTULO 112: AHORA ME DOY CUENTARicardoYa no puedo seguir negando lo que siento por ella. Traté de no inmiscuir mis sentimientos en la ecuación. No deseaba querer otra vez, pero la verdad es que ya no puedo luchar más contra esto. Isabella Montenegro me tiene a sus pies y lo peor es que ni siquiera se da cuenta de ello.Me obligo a separarme de sus labios, aunque por dentro me muero de deseo por ella; sé que esta noche no se encuentra bien.Vuelvo a acariciar su mejilla, quiero que me vea a los ojos y se dé cuenta de lo que siento. Se lo diría ahora mismo, pero la conozco. Su cabeza está perdida en pensamientos sobre la traición de la mierd4 de su padre y la preocupación por su hijo. Así que, creo que es mejor esperar un poco.Ahora me arrepiento de todas las cosas que hice. Sé que la traté peor que a un animal, como un objeto de mi propiedad. No voy a justificarme, lo hice porque cargo con una oscuridad demasiado pesada en mi alma, una que ella no merece padecer.Después de lo que
CAPÍTULO 113: CIERRE DE UN CICLORicardoNo tengo ganas de hablar con Débora. Cada momento que ha pasado aquí rondándome ha sido una tortura para mí, recordándome lo traumática que fue nuestra separación.Cuando se apareció hace unos meses sentí que mi corazón daba un vuelco. Justo cuando estaba empezando a ceder con Isabella, cuando me sentía más confundido, ella llegó para desordenar todo en mi vida otra vez.Pero aprendí de mis errores, no soy el mismo estúpido que era hace diez años. Ella llegó jurándome que estaba arrepentida, y, sobre todo, que ese niño que venía con ella era mi hijo.—¿De qué quieres hablar Débora? Pensé que ya todo había quedado claro.—¿En serio vas a tratarme así Rick? —pregunta con una voz aguda y dulce.—Sí. Ahora, dime a qué has venido o no me hagas perder el tiempo, tengo cosas que hacer.—Ricardo, por favor, te lo suplico. Sabes que estoy completamente sola —dice dando un paso hacia mí.—Eso es algo que tú te buscaste cuando te fuiste con él, a mí no me
CAPÍTULO 114: ESTO SE ACABÓLlego demasiado temprano a la estación del FBI para dar mi declaración. Dan me acompaña, como todos los días desde aquel atentado, pero ni siquiera con él ahí me puedo sentir del todo segura. Entro al edificio, nerviosa. Las manos me sudan y por alguna razón siento que soy yo la acusada, aunque no es así.Un oficial amable me recibe y me dice que aguarde en la sala de espera. Me siento ahí intentando relajarme. Me distraigo viendo mi celular, hasta que otro oficial sale de una oficina y mira directo hacia mí.—¿Señora Isabella Montenegro? —pregunta.—Sí, soy yo.—Quiero pedirle una enorme disculpa, el capitán Fernández me pidió que le dijese que no puede entrevistarla ahora. Él quiere tomar su declaración directamente, pero tuvo que salir ¿Puede volver hoy en la tarde?—Ah… sí, claro. No hay problema.—Oh, y me pidió que le dijese que busque un abogado para que la ayude con su exoneración por la encarcelación injusta.—¿Qué? No entiendo.—Con la nueva eviden
CAPÍTULO 115: DECLARACIÓNSalgo de allí hecha un mar de lágrimas. La situación me sobrepasa, siento que no puedo respirar. Acabo de romper con él. Es como si la adicción que me mantenía atrapada en un ciclo de dolor y pasión se hubiese quebrado para siempre, en un punto de no retorno.Sin embargo, no puedo decir que no duela. Duele, duele demasiado. Me ahoga, me asfixia de maneras tan jodidamente tortuosas que nunca imaginé que se sentiría así.Tomo un taxi y le pido que me lleve a mi antiguo departamento. No volví a ese lugar después de que salí de prisión. Él prácticamente me arrastró de allí a su mansión, pero ahora lo que menos quiero es estar en ese rancho.Llego a mi departamento y abro la puerta con lentitud. Todo está intacto, lleno de polvo, igual que como lo dejé la última vez.Mi celular comienza a sonar desesperado. Es él, es Ricardo. Cuelgo la llamada sin darle oportunidad. No quiero escucharlo, pero insiste. Vuelve a llamar y yo aprieto el botón de colgar otra vez.Cuand
CAPÍTULO 116: NECESITO UN CAMBIOToco el timbre de la casa de Edward mientras mis manos tiemblan. Estoy nerviosa, no quiero que él se dé cuenta de lo que me pasa, pero al mismo tiempo, ya no deseo ocultar más lo que siento.Un empleado del servicio me abre la puerta con amabilidad y me indica que pase hasta dentro de la casa. Está vez ni siquiera pude venir con Rocky pues, lo dejé en la mansión. Debo ir a recuperar todas mis cosas, pero se me revuelve el estómago solo de pensar que tengo que volverme a encontrar con él.Cuando entro el comedor está adornado con varios platos deliciosos. Jake juega con Nala un poco más allá, lleva un traje elegante; mientras que Edward se levanta al verme con una sonrisa.—Isabella —saluda—, bienvenida.Jake lo escucha y se levanta corriendo hacia mí, lo recibo con un abrazo que no sabía cuánto necesitaba. Sus pequeños bracitos se ciñen en mi cuello y se siente tan bien que quisiera quedarme así para siempre.—¡Viniste! ¡Hicimos esto para ti! —confiesa