CAPÍTULO 112: AHORA ME DOY CUENTARicardoYa no puedo seguir negando lo que siento por ella. Traté de no inmiscuir mis sentimientos en la ecuación. No deseaba querer otra vez, pero la verdad es que ya no puedo luchar más contra esto. Isabella Montenegro me tiene a sus pies y lo peor es que ni siquiera se da cuenta de ello.Me obligo a separarme de sus labios, aunque por dentro me muero de deseo por ella; sé que esta noche no se encuentra bien.Vuelvo a acariciar su mejilla, quiero que me vea a los ojos y se dé cuenta de lo que siento. Se lo diría ahora mismo, pero la conozco. Su cabeza está perdida en pensamientos sobre la traición de la mierd4 de su padre y la preocupación por su hijo. Así que, creo que es mejor esperar un poco.Ahora me arrepiento de todas las cosas que hice. Sé que la traté peor que a un animal, como un objeto de mi propiedad. No voy a justificarme, lo hice porque cargo con una oscuridad demasiado pesada en mi alma, una que ella no merece padecer.Después de lo que
CAPÍTULO 113: CIERRE DE UN CICLORicardoNo tengo ganas de hablar con Débora. Cada momento que ha pasado aquí rondándome ha sido una tortura para mí, recordándome lo traumática que fue nuestra separación.Cuando se apareció hace unos meses sentí que mi corazón daba un vuelco. Justo cuando estaba empezando a ceder con Isabella, cuando me sentía más confundido, ella llegó para desordenar todo en mi vida otra vez.Pero aprendí de mis errores, no soy el mismo estúpido que era hace diez años. Ella llegó jurándome que estaba arrepentida, y, sobre todo, que ese niño que venía con ella era mi hijo.—¿De qué quieres hablar Débora? Pensé que ya todo había quedado claro.—¿En serio vas a tratarme así Rick? —pregunta con una voz aguda y dulce.—Sí. Ahora, dime a qué has venido o no me hagas perder el tiempo, tengo cosas que hacer.—Ricardo, por favor, te lo suplico. Sabes que estoy completamente sola —dice dando un paso hacia mí.—Eso es algo que tú te buscaste cuando te fuiste con él, a mí no me
CAPÍTULO 114: ESTO SE ACABÓLlego demasiado temprano a la estación del FBI para dar mi declaración. Dan me acompaña, como todos los días desde aquel atentado, pero ni siquiera con él ahí me puedo sentir del todo segura. Entro al edificio, nerviosa. Las manos me sudan y por alguna razón siento que soy yo la acusada, aunque no es así.Un oficial amable me recibe y me dice que aguarde en la sala de espera. Me siento ahí intentando relajarme. Me distraigo viendo mi celular, hasta que otro oficial sale de una oficina y mira directo hacia mí.—¿Señora Isabella Montenegro? —pregunta.—Sí, soy yo.—Quiero pedirle una enorme disculpa, el capitán Fernández me pidió que le dijese que no puede entrevistarla ahora. Él quiere tomar su declaración directamente, pero tuvo que salir ¿Puede volver hoy en la tarde?—Ah… sí, claro. No hay problema.—Oh, y me pidió que le dijese que busque un abogado para que la ayude con su exoneración por la encarcelación injusta.—¿Qué? No entiendo.—Con la nueva eviden
CAPÍTULO 115: DECLARACIÓNSalgo de allí hecha un mar de lágrimas. La situación me sobrepasa, siento que no puedo respirar. Acabo de romper con él. Es como si la adicción que me mantenía atrapada en un ciclo de dolor y pasión se hubiese quebrado para siempre, en un punto de no retorno.Sin embargo, no puedo decir que no duela. Duele, duele demasiado. Me ahoga, me asfixia de maneras tan jodidamente tortuosas que nunca imaginé que se sentiría así.Tomo un taxi y le pido que me lleve a mi antiguo departamento. No volví a ese lugar después de que salí de prisión. Él prácticamente me arrastró de allí a su mansión, pero ahora lo que menos quiero es estar en ese rancho.Llego a mi departamento y abro la puerta con lentitud. Todo está intacto, lleno de polvo, igual que como lo dejé la última vez.Mi celular comienza a sonar desesperado. Es él, es Ricardo. Cuelgo la llamada sin darle oportunidad. No quiero escucharlo, pero insiste. Vuelve a llamar y yo aprieto el botón de colgar otra vez.Cuand
CAPÍTULO 116: NECESITO UN CAMBIOToco el timbre de la casa de Edward mientras mis manos tiemblan. Estoy nerviosa, no quiero que él se dé cuenta de lo que me pasa, pero al mismo tiempo, ya no deseo ocultar más lo que siento.Un empleado del servicio me abre la puerta con amabilidad y me indica que pase hasta dentro de la casa. Está vez ni siquiera pude venir con Rocky pues, lo dejé en la mansión. Debo ir a recuperar todas mis cosas, pero se me revuelve el estómago solo de pensar que tengo que volverme a encontrar con él.Cuando entro el comedor está adornado con varios platos deliciosos. Jake juega con Nala un poco más allá, lleva un traje elegante; mientras que Edward se levanta al verme con una sonrisa.—Isabella —saluda—, bienvenida.Jake lo escucha y se levanta corriendo hacia mí, lo recibo con un abrazo que no sabía cuánto necesitaba. Sus pequeños bracitos se ciñen en mi cuello y se siente tan bien que quisiera quedarme así para siempre.—¡Viniste! ¡Hicimos esto para ti! —confiesa
CAPÍTULO 117: RENUNCIOEdward se queda momentáneamente sin palabras. La sorpresa en su rostro es evidente; no se lo puede creer.—¿De verdad? —pregunta, con una mezcla de incredulidad y esperanza en la voz.—Sí, la realidad es que también me sentí atraída por ti —respondo, y aunque no es una mentira completa, algo en mi interior se retuerce al decirlo—. Creo que podríamos intentar algo y estar juntos para Jake.Su rostro se ilumina con una sonrisa genuina, y puedo ver el alivio y la alegría en sus ojos. Edward siempre ha sido un hombre encantador, y su felicidad en este momento lo hace aún más atractivo. Se atreve a acercarse más a mí, con más confianza debido a mis palabras.—No te arrepentirás, Isabella —dice con suavidad, sus manos toman las mías con ternura—. Te prometo que te haré feliz.Lo dice con tal sinceridad que no puedo evitar sonreír, aunque mi corazón no está completamente en ello. Edward se inclina hacia mí, y antes de darme cuenta, nuestros labios se encuentran en un b
CAPÍTULO 118: INTERVENCIÓNLas puertas del ascensor se cierran y la máscara que había logrado mantener durante los últimos minutos se derrumba. Las lágrimas comienzan a correr por mis mejillas, apenas puedo contener el dolor que me atraviesa el pecho. Lucía me alcanza antes de que se cierren las puertas. Con su instinto protector, me envuelve en un abrazo, sus brazos me sostienen como si fuera un frágil cristal a punto de romperse.—¿Qué tienes, Isa? ¿Qué pasó? —pregunta con preocupación y una voz cálida y maternal.—Lo odio, lo odio con todo mi ser —respondo entre sollozos, aunque en el fondo sé que no es verdad. Odiarlo sería más fácil, pero la realidad es que estoy completamente destrozada porque lo amo. Pero ese amor solo me trae dolor, así que lo reprimo, lo empujo hacia lo más profundo de mi corazón.Lucía no dice nada, solo sigue acariciando mi cabello, permitiéndome desahogar la tristeza que he intentado ocultar. Después de unos minutos, me separo un poco, secándome las lágrim
CAPÍTULO 119: NO TE VAYASLa conversación con mis amigas me hizo sentir mucho mejor. Mi mente se aclaró un poco más, aunque el dolor todavía persiste en mi corazón. Al final Becca y Lucía tuvieron que irse a la empresa, aunque me insistieron en que ellas también renunciarían, pero las convencí para que no lo hicieran. No puedo dejar que arriesguen y arruinen su futuro solo por ser solidarias conmigo.Ahora no sé qué voy a hacer con mi vida, me siento perdida, desorientada. Todavía sigo dudando de si he tomado la decisión correcta y me odio a mí misma por ello. ¿Cómo puedo dudar cuando todas las evidencias me dicen que he escogido bien?Estoy a punto de tomar otro taxi para ir a mi departamento cuando inesperadamente recibo una llamada del licenciado Valverde.—¿Hola?—Isabella, ¿cómo estás? Sé que mi llamada puede parecerte extraña, pero necesito hablar contigo, por favor, ¿puedes venir a la empresa?—Ah… —Su llamada no me parece extraña, en realidad, imaginé que Ricardo haría cualqui