-Señor, con todo respeto, debería ir a un hospital a hacerse ver- sugirió el empleado de Nicolás que pasó el brazo sano de Nicolás sobre su hombro y lo alejó del accidente. -Gracias por la sugerencia, pero voy a ir cuando mi esposa y mi hijo estén en casa conmigo- exclamó el joven mafioso sosteniendo su brazo izquierdo que sabía que estaba en mal estado, se tragó el dolor y entró al asiento trasero del vehículo. Cerró los ojos y respiró hondo tratando de tragarse el dolor latente- ¿Alguna novedad? ¿Hemos recibido alguna llamada o algo? - Preguntó al chofer. -No señor, no hemos recibido ninguna llamada- dijo igual de preocupado que su jefe. -¡Maldita sea!- gritó y golpeó con su brazo sano el asiento delantero del vehículoEl joven mafioso no entendía por qué no habían llamado todavía los secuestradores, ya deberían haberlo contactado para pedir una suma irrisoria por la vida de su familia, la cual daría sin problemas. -Estén atentos, van a llamar en cualquier momento- ordenó el jo
-¡Vamos arriba bella durmiente!Carla se despertó abruptamente por el gritó en su oído que sonó como una alarma insoportable que le taladraba la cabeza. -¡¿Qué pasó?!- exclamó confundida y aun medio dormida, sintió la boca seca y pastosa, y un extraño dolor punzante en su mejilla. “¿Me quedé dormida?” Pensó a sus adentros, tenía que llevar al niño al colegio, ¿Era tarde? Normalmente Nicolás la despertaba si ella no lo hacía. Algo andaba mal.Movió sus brazos para alcanzar el celular en la mesa de luz y comprobar la hora, pero cayó en la cuenta de que estaba inmovilizada, ¿era una parálisis del sueño? Intentó mover sus piernas, y también estaban tiesas y presionadas contra el colchón. Recobró la sensibilidades de las extremidades y sintió un fuerte dolor muscular. -Bueno días princesa- Un rostro que no era el de su esposo apareció delante de sus ojos, era grotesco y terrorífico, sonriendo con sus dientes amarillos, su piel curtida y tatuajes estilo carcelario. “¿Pero qué?” gritó p
-¡Por favor piedad!- gritó el traficante que era golpeado una y otra vez por un Nicolás que ya no estaba razonando a esa altura, el tiempo iba pasando cruelmente y no tenía ninguna pista nueva de su mujer y su bebé en camino. -¿Dónde está mi esposa?- golpeó la boca de su enemigo con el puño cerrado, rompiendo las paletas del maleante y lastimando su propio nudillos. Pero ya no sentía el dolor, la ira y la desesperación lo mantenía en un trance constante de escenas violentas. -No sé de qué me estás hablando ¡yo porque querría a tu mujer! - gritó el hombre salpicando saliva con sangre sobre el rostro de Nicolás. El joven mafioso cerró los ojos por la salpicadura, lo tomó de la playera y lo acercó más, chocando sus narices. -Sabes muy bien por qué- gruñó-hace un año te arruiné una entrega en el exterior- dijo sacudiendo al hombre. -¡así que fuiste tú!- exclamó el traficante intentando levantarse para pelear contra su enemigo y traidor. -Si- admitió el joven mafioso restándole impor
-¿Está bien? Creo que se pasó señorita. -¡Ella me provocó fue su culpa!-¿Deberíamos llevarla a un hospital?-¿Estás loco? ¿Y qué les va a decir a la policía cuando nos interroguen porque la chiruza está toda cagada a palos?-No lo sé, ¿Dejarla en puerta e irnos? ¿Qué hacemos? Va a perder al bebé-Yo digo que esperemos, no fue tan fuerte, acostala en la cama y tráele unos calmantes. -Si señora-No la ates, pero vigilada, podría estar fingiendo. Carla estaba entre la conciencia y la inconsciencia mientras escuchaba a lo lejos las voces distorsionadas del hombre y de Lily, que discutían qué hacer con ella y su vida. Sintió que la tomaban por las axilas y de las piernas y la levantaban del suelo-¡Ahhh!- gritó de dolor cuando la movieron, el golpe le había generado un sufrimiento insoportable que nacía en el centro de su estómago y se iba expandiendo por toda la barriga. -¡Con cuidado!- gritó la rubia- ¿Quieres que escuchen todos?- protestó nerviosa. Su madre estaba de vacaciones p
Lily se cepillaba su largo cabello con nerviosismo, ya se había maquillado estilo natural y se había puesto un vestido de bambula blanco holgado al cuerpo, unas sandalias de verano y por supuesto, debajo un conjunto sexi por si la cosa se ponía candente. -Señorita- llamó su atención uno de sus hombres que se asomó por la puerta de su cuarto- El señor Hamilton está entrando a la quinta. -Perfecto- retocó el labial color rosa- Que pase a la sala de espera. ¿La sirvienta como esta?-Parece haberse recuperado de lo de anoche, señoritaLily sonrió triunfante mirando por la ventana de su cuarto el auto color negro de su amante entrar al estacionamiento privado. -Todo parece salir de acuerdo al plan- se regocijó la rubia- Asegúrate que la zorra que tiene como esposa se quede callada y no haga algo de lo que se puede llegar a arrepentir. El hombre asintió con una profunda inclinación y salió hacia la habitación donde tenían cautiva a Carla. La joven castaña se había despertado hace tan s
Nicolás hizo un rápido movimiento, hundiendo su codo en el estómago de la rubia, pero sabiendo que el movimiento haría que la mujer deslizara el filo de la navaja por su cuello. Iba a morir, de eso estaba seguro, pero mientras tuviera conciencia salvaría a su mujer. La escuchó gritar su nombre, y eso le dio fuerzas para seguir luchando e ignorando el dolor punzante al costado de su cuello. Lily estaba tirada en el suelo, sosteniendo su estómago y tratando de recuperar el aire, un poco de su propia medicina. El joven mafioso pasó rápidamente por encima de ella y se abalanzó sobre el corpulento hombre antes de que siquiera pudiera agarrar a Carla de escudo, la castaña se arrastró por el suelo, alejándose de la pelea que se estaba dando. -¡Hijo de puta, te voy a cortar las manos!- gritó Nicolás mientras golpeaba al hombre, pero este también lo golpeaba, y su mano era mucho más dura que la suya, además la sangre seguía corriendo del pequeño pero certero corte y el brazo de Nicolás aún
El sonido de un disparo dentro de la habitación dejó a todos los presentes aturdidos. Se había hecho un silencio sepulcral, Nicolás había cerrado con fuerza los ojos, aceptando su derrota, le había fallado a su mujer y a su hijo, y ahora pasaría los días del resto de su vida lamentándose por esto.Escuchó un llanto a unos metros, seguido de una respiración agitada, levantó el rostro con los ojos pesados, quedándose casi inconsciente, si iba a morir en esa fría habitación entonces sería al lado del cuerpo de su mujer, o por lo menos lo último que vería seria el rostro de ella. Pero cuando pudo enfocar la mirada hacia la esquina donde yacía el cuerpo de Carla, se encontró con la mujer estaba abrazada a sí misma y sin ninguna marca aparente de un disparo, miró más allá de su mujer y divisó una gran mancha rojo carmesí que había manchado de forma brutal e irregular el empapelado de la pared, esa sangre no era de su esposa, era de su enemiga, que yacía detrás de Carla con los ojos mirando
Carla vio desde su habitación en la clínica a doctoras y doctores corriendo por el pasillo hacia una misma dirección, se los veían bastante apresurados, parecía una emergencia. Sin poder soportar la curiosidad y la sensación de inquietud en su nuca se bajó lentamente de la cama, con cuidado de no caerse porque aún estaba débil y se asomó por la puerta.-¡Traigan el desfibrilador!- gritaron desde dentro del quirófano que estaba al final del pasillo. -¡Que venga la anestesista!- volvieron a gritar. Una mujer con bata blanca corrió hacia dentro de la sala de cirugías, las puertas se abrieron y por un milisegundo Carla pudo ver el cuerpo de su esposo recostado en la camilla rodeado de cables y de médicos que corrían de un lado al otro.-¡Despejen el área!- gritó un médico con el desfibrilador en la mano, frotó los extremos- Un, dos, tres- los apoyó en el pecho de su esposo haciéndolo saltar con fuerza, pero luego del impacto el cuerpo seguía inmóvil. -¿Hay latidos?- preguntó el médico.