-No me importa…hazme el amor, ya…no puedo más. Nicolás nunca se había sentido tan nervioso en su vida como en ese momento en el que su mujer le pedía debajo de él que le hiciera el amor. No podía negarse, los ojos marrones y entrecerrados, la respiración agitada, sus hermosos pechos y su cabello revuelto, lo estaban matando. Tomó de ambos lados de la ropa interior de Carla y comenzó a deslizarla suavemente hacia abajo, ella colaboró levantando sus largas y delgadas piernas para facilitarle las cosas. Quitó por completo la pequeña prenda y la arrojó a un lado. Su mujer, que se veía tan vulnerable, lo miró con timidez y abrió sus piernas para darle la bienvenida. Nicolás se colocó en medio nuevamente. -¿Estás segura?- Preguntó nervioso, como si se lo preguntara a él mismo. Jamás se había sentido tan excitado de ver a una mujer en su cama entregada completamente a él, y eso que ha habido tantas que ni recordaba la cantidad. Pero ella, la pequeña mujer de pocas curvas, cabello simple
Luego de nuestra primera vez, vinieron muchas más, pero como ahora vivíamos con el niño, teníamos que ingeniarnosla para hacerlo. Algunas veces en el asiento trasero del auto:Yo estando arriba de él, ambos con ropa, pero siempre llevaba una falda por si acaso, de esa manera era más fácil, me quitaba la ropa interior y listo o a veces no llevaba. -Carla el auto se está moviendo mucho- Gruñó debajo de mí mi esposo- Nos van a descubrir-¡Qué importa! - Grité entre gemidos y sin bajar la intensidad de mis movimientos. Él sonrió maravillado-No te tenía así, Carlita- -Hay muchas cosas que no sabes de mí- ronronee Otras veces lo hacíamos en su oficina:-Señor, su mujer está aquí-¿Mi mujer?-Hola mi amor- entré a su oficina cerrando la puerta con cerrojo-¿Sucedió algo? No esperaba esta visita-No…- exclamé con voz suave y sensual, rodeando su escritorio- Solo te extrañaba muchoLuego deslicé su asiento con rueditas hacia atrás, con él encima y me metía debajo del escritorio. -¿Qué e
No sé cómo pude levantarme del asiento en el consultorio, pero en un momento dejé de escuchar al médico, su voz estaba en la lejanía y yo simplemente caminé hacia la salida en shock. -¿Y?- escuché la voz de mi esposo que se acercaba hacia mí- ¿Qué sucede? ¿Qué te dijo?Entré en razón y lo miré a los ojos, creo que tenía una expresión de terror porque Nicolás se veía muy preocupado. -Carla- Me llamó tomándome del hombro- ¿Estas bien? Miré a mi niño que jugaba en el asiento con su Teddy y sentí una angustia oscura nacer de dentro mío. No, no estaba preparada para volver a sufrir esto. -Eh si…- dijo recobrando el habla- En realidad está todo bien- Pasé de largo y caminé delante de mi familia- Vamos que ya es tarde y mañana hay colegio- dije al aire. Subimos al auto y Nicolás no dijo más nada, aunque sentía su mirada en mí. -¿Y que te dijo específicamente el médico?- preguntó a mitad de camino, cuando supo que yo no hablaría. -Que fue una intoxicación- mentí- Algo que habré comido.
No sé por cuánto tiempo caminé, porque estaba absorta en mis pensamientos y tratando de pensar en cómo haría para sobrevivir con un niño y otro próximo a venir ahora que Nicolás me dejaría en la calle. Cuando me quise dar cuenta estaba en el cementerio, como si mi inconsciente supiera que necesitaba estar ahí, ya era costumbre hablar con él cuando mi vida parecía irse por la borda. Entre dejando que mis pies me llevaran hasta la tumba de mi padre y me arrodille frente a él. -Papá…- dije con la voz quebrada- Creo que la cagué otra vez….- Limpié una lágrima traicionera que cayó por mi rostro. Quité los pastos crecidos y las malas hierbas que estaban pegadas sobre la lápida. Hace tiempo que no lo visitaba y me sentía culpable con ello, antes solía venir cada domingo a dejarle flores, para que no se sintiera solo, o quizás era para yo no sentirme sola. -Prometí que no iba a cometer los mismos errores, realmente intenté ser feliz, pero ¡Soy una tonta! No sé porque pensé que todo se acab
-¿Qué pasa cariño? ¿No quieres ir al colegio hoy?- Mi niño se había aferrado a mi pantalón justo cuando estaba por entrar al colegio. -No quiero que te vayas mami- suplicó escondiendo su rostro. -pero cariño, son solo unas horitas y vuelvo, ¿Pasó algo en la sala? ¿Te sentís mal?- pregunté preocupada. -¿Y si no venís a buscarme? ¿Y si te olvidas de mí? -Ay cariño, como me voy a olvidar de vos- Me agaché a su altura con mi barriga notoria de 5 meses- Eso jamás va a pasar Miró mi panza con tristeza -Es que ahora vas a tener un nuevo bebé- dijo con un puchero. - Y vas a estar todo el día con él. No pude evitar abrazarlo, desde que supo que iba a ser hermano mayor pasó por muchas facetas, pero la de los celos era nueva, sabía que algún día iba a llegar. -Si mi amor, voy a tener un nuevo bebé- Lo tomé de sus pequeños hombros. -Pero voy a seguir siendo tu mami, voy a ser mami de los dos, voy a tener tiempo para jugar con ambos. -Pero Nicolás va a ser papá del bebé, no mío- s
Nicolás no pudo esperar a que sea tarde para volver a su casa, desde que su mujer la llamó y le comentó que el pequeño estaba triste y preocupado por ser desplazado por su nuevo hermanito, no pudo dejar de pensar en ello. Nicolás amaba al pequeño tanto como el que estaba por venir, tenía lugar para ambos en su corazón, no le importaba no ser el padre biológico, desde que supo que quería pasar el resto de su vida con Carla, supo que haría lo imposible y más para que el pequeño lo llamara papá y se olvidara de Pablo, no por celos ni por envidia, sino porque ese hombre no merecía ser recordado. Llegó a su casa y se puso manos a la obra, cocinó lo preferido del pequeño, papas fritas con hamburguesa y Nuggets de pollo, normalmente hubiese preferido cocinarle una cena nutritiva, pero había excepciones, puso el helado del gusto favorito del niño en el freezer para el poste y envolvió el regalo que le había comprado, una figura de acción de su superhéroe favorito. Todo estaba listo para cua
-Que linda pancita- dijo uno de los hombres, burlándose de mí y acariciando mi barriga.Yo me retorcí asqueada cuando sentí el tacto de una mano fría y rasposa que no era la de mi esposo acariciar descaradamente mi vientre como si tuviera el derecho. Me habían atado de pies y manos, sentí el dolor en mis muñecas y en mis tobillos como aquella vez en la sucia fábrica, pero ahora no estaba en condiciones de soportar ese trato, no con una criatura a cuestas. La camioneta se movía a gran velocidad imaginé que huyendo de la policía, comiéndose todas las lomas de burro y los pozos de la calle sin frenar, haciendo que la parte trasera se sacudiera con fuerza y moviera mi cuerpo con brusquedad. No tenía mis manos para poder abrazar mi estómago y protegerlo de los golpes.Sentí como la venda que cubría mis ojos se humedeció por mi llanto silencioso ya que me habían amenazado con que me callara la boca. -¿Tienes la cámara?- Escuché que uno de los secuestradores le decía a otros de ellos-Si,
-Señor, con todo respeto, debería ir a un hospital a hacerse ver- sugirió el empleado de Nicolás que pasó el brazo sano de Nicolás sobre su hombro y lo alejó del accidente. -Gracias por la sugerencia, pero voy a ir cuando mi esposa y mi hijo estén en casa conmigo- exclamó el joven mafioso sosteniendo su brazo izquierdo que sabía que estaba en mal estado, se tragó el dolor y entró al asiento trasero del vehículo. Cerró los ojos y respiró hondo tratando de tragarse el dolor latente- ¿Alguna novedad? ¿Hemos recibido alguna llamada o algo? - Preguntó al chofer. -No señor, no hemos recibido ninguna llamada- dijo igual de preocupado que su jefe. -¡Maldita sea!- gritó y golpeó con su brazo sano el asiento delantero del vehículoEl joven mafioso no entendía por qué no habían llamado todavía los secuestradores, ya deberían haberlo contactado para pedir una suma irrisoria por la vida de su familia, la cual daría sin problemas. -Estén atentos, van a llamar en cualquier momento- ordenó el jo