-Quiero besarte Nicolás-Carla sentía su corazón ir a mil por hora dentro de su pecho cuando se lo pidió. Nicolás le sonrió de lado con esa sonrisa perfecta que lo caracterizaba, la miró con los ojos negros y brillantes cautivado por el rostro ruborizado de su mujer que tenía una expresión tímida por la petición. Luego desvió la mirada y apretó un botón que estaba en un tablero en la parte trasera de los asientos de adelante, Carla se había preguntado muchas veces para qué eran, pero jamás se había animado a tocarlos. Lo miró con curiosidad y quedó maravillada al ver que el auto podía separar la parte trasera de la delantera con un vidrio polarizado que les daba privacidad. Su esposo sonrió de forma seductora levantando las cejas divertido, Carla liberó una risita cómplice.-Entonces bésame- ordenó su esposo para luego cerrar los ojos esperando que ella lo besara. Carla sintió sus mejillas arder y sus labios temblar de la emoción, finalmente lo iba a besar y nadie se interpondría e
Pasó bastante tiempo antes de que las heridas que Pablo había causado se volvieran cicatrices invisibles en nuestros cuerpos. Yo me pude recuperar más rápido, ya que mis heridas habían sido superficiales. Mis moretones se fueron esfumando lentamente, pero lo que nunca se iría de mí es el dolor traumático de todo eso, nunca olvidaría a la mujer del baño que intentó ayudarme, tampoco a Lucas, ni todo el dolor y el miedo que sufrió mi niño. En cambio, Nicolás tardó más en sanar, ya que tuvo una operación de por medio, la cual insistí en que se hiciera, porque él estaba negado a ir a un hospital. ¡Estaba loco! Prefería quedarse con la bala incrustada que someterse a un tratamiento. Pero finalmente logré convencerlo y hoy en día está recuperándose favorablemente, ya casi no hay rastros de sus heridas. Al principio fue difícil que mi pequeño durmiera de corrido por las noches, a mitad de la madrugada se despertaba llorando por las pesadillas que lo llevaban otra vez a los días del secuest
Nicolás abrió el mensaje de Carla y se levantó alarmado del asiento de la oficina.-¿Todo bien señor?- preguntó uno de sus hombres. -Si- respondió mirando aún el celular- Pero debo volver a casa temprano. ¿Pueden cerrarlo ustedes sin mí?-Claro señor- dijo otro de ellos. Nicolás asintió confiando en su palabra. Desde el secuestro, de esto ya más de un mes, el joven mafioso había bajado sus humos, ya no trataba mal a sus empleados, no les gritaba ni los amenazaba de muerte, había entendido que la mejor forma de tener una relación de confianza con ellos era siendo un poco más amable, eso le había enseñado su amigo que ahora descansaba en paz y también su amada esposa. Nicolás tomó sus cosas y manejó apresurado a la casa. Su esposa había escrito en el mensaje que no sucedía nada malo, aun así, no podía bajar la guardia. Estacionó el auto en la entrada e ingresó a su casa de forma precipitada-¿Carla?- Preguntó al aire, pero nadie le contestó.Eso no era una buena señal.-¿Carla, est
-No me importa…hazme el amor, ya…no puedo más. Nicolás nunca se había sentido tan nervioso en su vida como en ese momento en el que su mujer le pedía debajo de él que le hiciera el amor. No podía negarse, los ojos marrones y entrecerrados, la respiración agitada, sus hermosos pechos y su cabello revuelto, lo estaban matando. Tomó de ambos lados de la ropa interior de Carla y comenzó a deslizarla suavemente hacia abajo, ella colaboró levantando sus largas y delgadas piernas para facilitarle las cosas. Quitó por completo la pequeña prenda y la arrojó a un lado. Su mujer, que se veía tan vulnerable, lo miró con timidez y abrió sus piernas para darle la bienvenida. Nicolás se colocó en medio nuevamente. -¿Estás segura?- Preguntó nervioso, como si se lo preguntara a él mismo. Jamás se había sentido tan excitado de ver a una mujer en su cama entregada completamente a él, y eso que ha habido tantas que ni recordaba la cantidad. Pero ella, la pequeña mujer de pocas curvas, cabello simple
Luego de nuestra primera vez, vinieron muchas más, pero como ahora vivíamos con el niño, teníamos que ingeniarnosla para hacerlo. Algunas veces en el asiento trasero del auto:Yo estando arriba de él, ambos con ropa, pero siempre llevaba una falda por si acaso, de esa manera era más fácil, me quitaba la ropa interior y listo o a veces no llevaba. -Carla el auto se está moviendo mucho- Gruñó debajo de mí mi esposo- Nos van a descubrir-¡Qué importa! - Grité entre gemidos y sin bajar la intensidad de mis movimientos. Él sonrió maravillado-No te tenía así, Carlita- -Hay muchas cosas que no sabes de mí- ronronee Otras veces lo hacíamos en su oficina:-Señor, su mujer está aquí-¿Mi mujer?-Hola mi amor- entré a su oficina cerrando la puerta con cerrojo-¿Sucedió algo? No esperaba esta visita-No…- exclamé con voz suave y sensual, rodeando su escritorio- Solo te extrañaba muchoLuego deslicé su asiento con rueditas hacia atrás, con él encima y me metía debajo del escritorio. -¿Qué e
No sé cómo pude levantarme del asiento en el consultorio, pero en un momento dejé de escuchar al médico, su voz estaba en la lejanía y yo simplemente caminé hacia la salida en shock. -¿Y?- escuché la voz de mi esposo que se acercaba hacia mí- ¿Qué sucede? ¿Qué te dijo?Entré en razón y lo miré a los ojos, creo que tenía una expresión de terror porque Nicolás se veía muy preocupado. -Carla- Me llamó tomándome del hombro- ¿Estas bien? Miré a mi niño que jugaba en el asiento con su Teddy y sentí una angustia oscura nacer de dentro mío. No, no estaba preparada para volver a sufrir esto. -Eh si…- dijo recobrando el habla- En realidad está todo bien- Pasé de largo y caminé delante de mi familia- Vamos que ya es tarde y mañana hay colegio- dije al aire. Subimos al auto y Nicolás no dijo más nada, aunque sentía su mirada en mí. -¿Y que te dijo específicamente el médico?- preguntó a mitad de camino, cuando supo que yo no hablaría. -Que fue una intoxicación- mentí- Algo que habré comido.
No sé por cuánto tiempo caminé, porque estaba absorta en mis pensamientos y tratando de pensar en cómo haría para sobrevivir con un niño y otro próximo a venir ahora que Nicolás me dejaría en la calle. Cuando me quise dar cuenta estaba en el cementerio, como si mi inconsciente supiera que necesitaba estar ahí, ya era costumbre hablar con él cuando mi vida parecía irse por la borda. Entre dejando que mis pies me llevaran hasta la tumba de mi padre y me arrodille frente a él. -Papá…- dije con la voz quebrada- Creo que la cagué otra vez….- Limpié una lágrima traicionera que cayó por mi rostro. Quité los pastos crecidos y las malas hierbas que estaban pegadas sobre la lápida. Hace tiempo que no lo visitaba y me sentía culpable con ello, antes solía venir cada domingo a dejarle flores, para que no se sintiera solo, o quizás era para yo no sentirme sola. -Prometí que no iba a cometer los mismos errores, realmente intenté ser feliz, pero ¡Soy una tonta! No sé porque pensé que todo se acab
-¿Qué pasa cariño? ¿No quieres ir al colegio hoy?- Mi niño se había aferrado a mi pantalón justo cuando estaba por entrar al colegio. -No quiero que te vayas mami- suplicó escondiendo su rostro. -pero cariño, son solo unas horitas y vuelvo, ¿Pasó algo en la sala? ¿Te sentís mal?- pregunté preocupada. -¿Y si no venís a buscarme? ¿Y si te olvidas de mí? -Ay cariño, como me voy a olvidar de vos- Me agaché a su altura con mi barriga notoria de 5 meses- Eso jamás va a pasar Miró mi panza con tristeza -Es que ahora vas a tener un nuevo bebé- dijo con un puchero. - Y vas a estar todo el día con él. No pude evitar abrazarlo, desde que supo que iba a ser hermano mayor pasó por muchas facetas, pero la de los celos era nueva, sabía que algún día iba a llegar. -Si mi amor, voy a tener un nuevo bebé- Lo tomé de sus pequeños hombros. -Pero voy a seguir siendo tu mami, voy a ser mami de los dos, voy a tener tiempo para jugar con ambos. -Pero Nicolás va a ser papá del bebé, no mío- s