Pasamos por la estación de servicio abandonada, donde Pablo había asesinado a la pobre e inocente mujer. Había rastros en el lugar de que la policía había estado allí la noche anterior, aún danzaban en el viento las cintas de precaución amarillas. Pobre mujer, pensé. Seguramente a esta hora ya había pasado su momento en el noticiero de turno y la gente iba a olvidarse de ella con el tiempo. No tenía que ser así, no podía permitir que mi ex esposo se saliera con la suya, tenían que condenarlo por secuestro y por asesinato, y además quería gritarles en la cara a los jueces que yo había advertido muchas veces, cuando lo había denunciado por maltrato, que era un hombre peligroso y que todo esto se pudo haber evitado si tan solo me hubiese escuchado. Acaricié el zapatito de mi niño, ahora reluciente luego de haberlo pulido con la falda de mi vestido. -Sabe…- dije en voz alta, pero sin dejar de mirar el calzado- Ahí mataron a una mujer a noche. -Lo sé- respondió rápidamente el conductor
- ¡Son ellos! - gritó Nicolás señalando el vehículo rojo que estaba a lo lejos en la ruta. Su mejor hombre siguió el dedo de su jefe y aceleró aún más- Que esta vez no se nos escape- exclamó nervioso. -No señor, esta vez no va a suceder- respondió su mejor empleado pisando el acelerador a fondo- Luego tocó un botón en la pantalla del vehículo que conectaba un mensaje a todos los demás automóviles- Señores, hemos encontrado al vehículo rojo, no lo pierdan de vista y encierrenlo. -Papi, ¿Por qué vas tan rápido? - preguntó el niño que estaba sentado en la parte trasera del viejo vehículo.El hombre, que estaba acelerando a la máxima velocidad con peligro de fundir el motor, miraba nervioso al vehículo negro de alta gama que se acercaba cada vez más. - ¿Papi? - volvió a preguntar el niño, comenzando a asustarse-Porque si no, no vamos a llegar a recoger a Teddy- Respondió con los dientes apretados y el cuerpo tenso- Así que agárrate del asiento que vamos a salir de la ruta. –Apretó las
Frené de golpe cuando vi a un costado de la ruta a los vehículos de Nicolás con sus hombres fuera, ¿Ya había terminado todo? ¿Había llegado demasiado tarde?Estacioné el vehículo a un costado y pude ver, detrás del vidrio polarizado, como los hombres miraban el auto con expresión de extrañeza mirándose los unos a los otros. Apenas apagué el auto se acercaron a mí, y el más joven de ellos se asomó por la ventana, aunque no podía verme, y dijo con real enojo:- ¿Qué haces aquí? El jefe te dejó en claro que debías cuidar a la señorita mientras él no estaba, más te vale que tengas una buena excusa para esto- Gritó al vidrio. Yo bajé lentamente la ventana dándole una gran sorpresa al joven, que retrocedió sorprendido al encontrarse con mi cara y no la de uno de sus hombres-Hola- exclamé sonriente. -Señorita Hamilton- dijo atónito- pero ¿qué hace usted aquí? - Miró hacia todos lados- Debería estar en su casa, este lugar no es seguro. - Exclamó alarmado. -No podía quedarme de brazos cruz
-Vamos levántate cobarde- ordenó Pablo, que ahora manejaba la situación. Nicolás gruño por lo bajo, odiando tener que recibir órdenes de ese idiota. El joven mafioso escupió con sangre los zapatos del ex esposo de Carla. -¡Ah! ¿Te crees muy hombre no? - exclamó divertido. Tomó de los largos cabellos negros de Nicolás y levantó su rostro a una altura dolorosa. Aunque el joven mafioso llevaba la desventaja no perdía la dignidad, lo miró desafiante aun sabiendo que estaba perdiendo. -Púdrete basura escuálida y borracha- exclamó Nicolás. -Respuesta incorrecta- Respondió Pablo y le dio un duro golpe en el pómulo prominente de su enemigo, haciendo una herida que comenzó a sangrar- Al final de cuentas eres un humano igual que todos- se burló, luego soltó su cabello haciendo que cayera contra el suelo nuevamente. -Vamos, levántate, no me hagas perder el tiempo, aún tengo que ir a buscar a mi amorcito- rio divertidoNicolás apretó su frente contra las piedras del suelo, tragándose sus ga
Nicolás se tiró en la tierra de rodillas, ignorando el dolor en su muslo. Cayó justo al lado del cuerpo de su mejor hombre que tenía una gran mancha de sangre en su estómago que se extendía más y más a cada segundo. El joven respiraba de forma entrecortada e irregular y mirada hacia todos lados confundido. -Lucas- exclamó Nicolás con la voz quebrada cuando se puso al lado suyo.El hombre dirigió sus pupilas hacia su jefe, parpadeó varias veces antes de darse cuenta de quién era, parecía que estaba luchando por mantenerse despierto. -Señor…- dijo en un hilo de voz- ¿Se acabó?-Si Lucas se terminó, el maldito está bien muerto, gracias a tí y a Carla, son los verdaderos héroes- El hombre sonrió mirando hacia el cielo y tosió con fuerza-Que bien- cerró los ojos y no los volvió a abrir. Nicolás se desesperó por esto, no quería que cayera inconsciente, debía mantenerlo despierto. -¡Debemos llevarlo ya mismo a un hospital!- gritó Nicolás a sus hombres. -Señor…- dijo uno de ellos, mira
-Quiero besarte Nicolás-Carla sentía su corazón ir a mil por hora dentro de su pecho cuando se lo pidió. Nicolás le sonrió de lado con esa sonrisa perfecta que lo caracterizaba, la miró con los ojos negros y brillantes cautivado por el rostro ruborizado de su mujer que tenía una expresión tímida por la petición. Luego desvió la mirada y apretó un botón que estaba en un tablero en la parte trasera de los asientos de adelante, Carla se había preguntado muchas veces para qué eran, pero jamás se había animado a tocarlos. Lo miró con curiosidad y quedó maravillada al ver que el auto podía separar la parte trasera de la delantera con un vidrio polarizado que les daba privacidad. Su esposo sonrió de forma seductora levantando las cejas divertido, Carla liberó una risita cómplice.-Entonces bésame- ordenó su esposo para luego cerrar los ojos esperando que ella lo besara. Carla sintió sus mejillas arder y sus labios temblar de la emoción, finalmente lo iba a besar y nadie se interpondría e
Pasó bastante tiempo antes de que las heridas que Pablo había causado se volvieran cicatrices invisibles en nuestros cuerpos. Yo me pude recuperar más rápido, ya que mis heridas habían sido superficiales. Mis moretones se fueron esfumando lentamente, pero lo que nunca se iría de mí es el dolor traumático de todo eso, nunca olvidaría a la mujer del baño que intentó ayudarme, tampoco a Lucas, ni todo el dolor y el miedo que sufrió mi niño. En cambio, Nicolás tardó más en sanar, ya que tuvo una operación de por medio, la cual insistí en que se hiciera, porque él estaba negado a ir a un hospital. ¡Estaba loco! Prefería quedarse con la bala incrustada que someterse a un tratamiento. Pero finalmente logré convencerlo y hoy en día está recuperándose favorablemente, ya casi no hay rastros de sus heridas. Al principio fue difícil que mi pequeño durmiera de corrido por las noches, a mitad de la madrugada se despertaba llorando por las pesadillas que lo llevaban otra vez a los días del secuest
Nicolás abrió el mensaje de Carla y se levantó alarmado del asiento de la oficina.-¿Todo bien señor?- preguntó uno de sus hombres. -Si- respondió mirando aún el celular- Pero debo volver a casa temprano. ¿Pueden cerrarlo ustedes sin mí?-Claro señor- dijo otro de ellos. Nicolás asintió confiando en su palabra. Desde el secuestro, de esto ya más de un mes, el joven mafioso había bajado sus humos, ya no trataba mal a sus empleados, no les gritaba ni los amenazaba de muerte, había entendido que la mejor forma de tener una relación de confianza con ellos era siendo un poco más amable, eso le había enseñado su amigo que ahora descansaba en paz y también su amada esposa. Nicolás tomó sus cosas y manejó apresurado a la casa. Su esposa había escrito en el mensaje que no sucedía nada malo, aun así, no podía bajar la guardia. Estacionó el auto en la entrada e ingresó a su casa de forma precipitada-¿Carla?- Preguntó al aire, pero nadie le contestó.Eso no era una buena señal.-¿Carla, est