Capítulo 21- Fiebre

Nicolás empezó a sentir que su cuerpo respondía ante lo que veían sus ojos, su esposa en la cama, rozando sus sábanas contra su pequeño y maravilloso cuerpo. Nunca se había sentido tan excitado por una mujer como ahora, y ni siquiera lo estaba haciendo a propósito, ella no había notado que estaba en la puerta observándola como un depredador a su inofensiva y distraída presa, y eso lo enardecía aún más. ¿Qué pasaría si las cosas fueran más allá? Ni siquiera se habían besado y su cuerpo ya estaba muy alto.

Nicolás hizo algo que nunca antes, en sus 27 años de vida había hecho, no escuchar a su cuerpo y cerrar la puerta con suavidad, rogando que Carla no se diera cuenta de que estuvo ahí.

Se apoyó en la pared del pasillo, aun sosteniendo la bandeja con sus manos temblorosas. El joven mafioso respiraba agitado.

-Vamos, bájate.- Miró su entrepierna, suplicando calmarse un poco. No podía entrar así, debía mostrarse calmo e indiferente. Esa mujer no lo podía tener a sus pies de esa maner
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