Nicolás estaba histérico, caminaba de una punta a la otra de la casa como un animal encerrado. Desde que Carla huyó a noche no pudo calmarse. Recorrió las calles una y otra vez con su auto tratando de ubicarla caminando entre la gente. Visitó todos los bares de la ciudad con la esperanza de verla bebiendo y bailando con otro hombre, preparado para molerlo a golpes, pero no la encontró.La llamó miles de veces y no fue capaz de levantar el teléfono. -¿Dónde estás?- Dijo con frustración y en voz alta. Había mandado a sus mejores hombres a encontrarla, esparcidos por toda la ciudad. Pero hasta ahora no lo habían llamado con una respuesta positiva. -¿Tengo que hacer todo yo? ¡Malditos inútiles!- golpeó la pared con fuerza, abriendo sus viejas heridas. Marcó el número de su empleado más confiable. -¿Y?- preguntó con impaciencia cuando lo atendió- No me importa, busca una y otra vez. ¡Hagan su maldito trabajo!- Le gritó al teléfono- ¡AHHRG!- Gruñó con fuerza, lanzó su celular lejos
Sentí mis piernas flaquear, rápidamente Nicolás me sostuvo con su mano en mi espalda, apoyándola con firmeza, el toque de su piel rústica en mi espalda desnuda me dio la protección que necesitaba. Aprecié el viento caliente de su cercanía en mi rostro, estaba tan cerca que la distancia se cortaría en cualquier momento. ¿Cómo pasé de odiarlo hace un momento a desear que me besara? no sé qué hechizo me tiene atada a él de esta forma, pero ahora realmente no me importa, ya me siento dentro del juego. -Carla…Susurró mi nombre. En sus labios sonaba como los dioses, con ese ronroneo vigoroso que me hacía estremecer. “Bésame bésame bésame” Dije en mi mente una y otra vez. La mano en mi nuca se alejó y me desesperé por la ausencia. Yo aún permanecía con los ojos cerrados expectante, y no podía saber si se estaba alejando, quizás se arrepintió. Pero mis dudas se esfumaron cuando su mano ahora acariciaba tímidamente mi mentón y con un leve movimiento de su índice lo elevó un poco. “La
Nicolás empezó a sentir que su cuerpo respondía ante lo que veían sus ojos, su esposa en la cama, rozando sus sábanas contra su pequeño y maravilloso cuerpo. Nunca se había sentido tan excitado por una mujer como ahora, y ni siquiera lo estaba haciendo a propósito, ella no había notado que estaba en la puerta observándola como un depredador a su inofensiva y distraída presa, y eso lo enardecía aún más. ¿Qué pasaría si las cosas fueran más allá? Ni siquiera se habían besado y su cuerpo ya estaba muy alto. Nicolás hizo algo que nunca antes, en sus 27 años de vida había hecho, no escuchar a su cuerpo y cerrar la puerta con suavidad, rogando que Carla no se diera cuenta de que estuvo ahí. Se apoyó en la pared del pasillo, aun sosteniendo la bandeja con sus manos temblorosas. El joven mafioso respiraba agitado. -Vamos, bájate.- Miró su entrepierna, suplicando calmarse un poco. No podía entrar así, debía mostrarse calmo e indiferente. Esa mujer no lo podía tener a sus pies de esa maner
Nicolás corrió y abrió la puerta de su habitación de una patada, que seguramente rompió el picaporte, se tiró hacia adelante, preparado para pelear con quien sea que estuviera agrediendo a su esposa. -¡Aléjense de…!- Enmudeció a mitad de la frase.No había nadie por ningún lado, buscó rápidamente detrás de las gruesas cortinas, por la ventana, quizás habían saltado, en el armario. Nada.Confundido, se giró hacia Carla, quien todavía estaba recostada en la cama, con los ojos cerrados con fuerza y retorciéndose entre las sábanas, tratando de zafarse de algo invisible. -Carla…- dijo suavemente, con miedo a asustarla. Ella no contestó, seguía balbuceando cosas inentendibles y sollozando por lo bajo- Carla, despierta, no hay nadie. - insistió comenzando a desesperarse por no saber cómo actuar contra un enemigo imaginario. Caminó hasta al lado de la cama y lentamente acercó su mano hacia el brazo de la joven. Fue una mala idea, porque apenas tocó la piel hirviendo de fiebre de la mucha
-¿Nicolás?- dije apenas desperté de golpe de lo que sentí fue un largo sueño. Me estiré en la cama y miré alrededor, estaba en su cuarto, aún podía sentir su aroma en las sábanas, vívido y mucho más intenso que a noche. Me abracé a la almohada que estaba al lado mío y deseé seguir durmiendo mucho tiempo más. Me sentía mucho mejor y con la mente más clara.¿Qué había pasado a noche?, no recordaba casi nada, creo que la última imagen que tengo es estar comiendo en la cama algo que me cocinó Nicolás.¿Y luego de eso?Imágenes de hombres malvados me invadieron. Parecían ser los del bar, pero también mi ex esposo, todos ellos riéndose de mí, alrededor mío. No tenía salida, estaba atrapada. Pero luego aparecía Nicolás y me sacaba de ahí. ¿Había sido un sueño? claro que sí, no creo haber salido de este cuarto por la noche. Pero se sintió tan vívido, su mano cálida y el agarre firme sosteniendo la mía, su cuerpo contra el mío abrazándome de forma posesiva.Definitivamente volé en fiebre a noc
- ¿Quiere que use su tarjeta? - Hablé en voz alta mientras salía echando humo hacia la calle- Pues voy a usar su tarjeta entonces- Me subí a un taxi. No pienso hacer el mínimo esfuerzo en nada. De todas formas, él pagaría por todo. Sonreí maliciosa. “No estaría mal comer algo antes de ir de compras” me dijo mi vocecita traviesa. Así que le indiqué al chofer que me condujera hasta el restaurante más caro de la zona y me dejó en un lindo restaurante estilo francés. Pedí más de lo que pude comer y me retiré dejando una jugosa propina a la amable mesera. Una vez que salí satisfecha, comencé a contemplar las prendas que se exhiben en las vidrieras de los locales de lujo. La mayoría eran piezas muy estiradas para mi gusto, al estilo de Lily, no me veía usando faldas de tubo coloridas, chaquetas y pantalones pinzados, todo se veía horrible e incómodo. Luego de caminar más de 40 minutos y de ver miles y miles de locales, estaba comenzando a resignarme. “Supongo que tendré que comprar es
No tendría que haberle dicho nada, pude haber insistido en mi coartada de que nada me gustó de las tiendas y quedar como una niña caprichosa. Pero no, nuevamente me hizo admitir la verdad sin titubeos. ¿Y cómo no hacerlo? Esa insistencia suya y esos ojos penetrantes que parecían leer mi alma siempre me hacían gritar la verdad. Ahora estábamos en el auto, yendo a una velocidad excesiva hacia la avenida. -Nicolás, estás yendo muy rápido- Le informé, pero él no me contestó. Se mantuvo con la mirada al frente en la ruta con las cejas apretadas en el entrecejo, con una expresión de ira y apretando con fuerza el volante haciendo explotar las venas de sus manos. No me atreví a insistir. Los kilómetros iban en ascenso así que me abroché el cinturón de seguridad y me aferré al asiento rogando que no nos estrellemos. Llegamos a la entrada de la tienda de lujo y no fui capaz de bajar del auto, aun negándome a que esto esté pasando de verdad. Vi como mi esposo bajaba pisando fuerte rodeando e
Entré al automóvil con las palabras en la garganta. ¡Le hubiese dicho de todo si no fuera porque sería un escándalo! Luego de unos minutos finalmente Nicolás entró. El aire dentro del coche se sentía pesado y no lo pude soportar más:-¿Cuál es tu problema?- Solté sin pensarlo-No sé a qué te refieres, vine aquí a recuperar tu honor- Respondió tranquilamente.-¿Honor?- Me reí- ¿en qué siglo piensas que vivimos?-Dilo como quieras, pero esa mujer ya no va a molestarte más- DecretóMantuve la mirada fija en su expresión tranquila, como si hacer eso fuera moneda corriente en su día a día.-¿Por qué la gente te tiene miedo?--No sé de qué hablas.-Se acomodó nervioso en el asiento- ¿Nos vamos? Tenemos algo pendiente hoy a la nocheNicolás arrancó el auto, pero yo no me callé.-¿Por qué la gente te mira con miedo?, ¿Por qué temen hablar y mirarte a los ojos?-No lo sé.- Dijo sin dejar de mirar al frente.-Por favor Nicolás, a mí no me mientas. ¿Qué le hiciste a esa chica?Sentí como el auto