-¡Mami!- gritó el niño cuando vio a su mamá venir caminando hacia él en el comedor. El hombre que estaba en frente del pequeño se volteó hacia donde estaba mirando y vio a Carla caminando en su dirección con una expresión preocupante. -Hola Cariño- sonrió nerviosa y miró al empleado de su esposo- Dile a uno de tus hombres que se quede con él, necesito que vengas conmigo- ordenó por lo bajo y rápidamente, para que su hijo no escuchara. El hombre la miró extrañada, pero asintió sin hacer preguntas frente al menor y le hizo una seña con la mano a otro hombre que vigilaba a lo lejos. -Quédate con el señor- le dijo con cariño a su hijo- Mami tiene que hablar unas cosas y luego viene. El pequeño asintió y el otro hombre se sentó delante. Ambos caminaron por el largo pasillo, Carla iba con una mano sosteniendo su panza, tanto estrés y ejercicio la estaban agotando, necesitaba un reposo, pero sentía que no iba a conseguir uno por mucho tiempo. -¿Sucedió algo señorita?¿el señor Hamilton
La mujer mafiosa tomó el cuerpo de su hija y lo abrazó con fuerza, como nunca antes lo había hecho y por primera vez en muchos años lloró desconsoladamente. Quien sea que haya matado a su única hija quería la guerra, pensó luego de recobrar la compostura y dejar el cuerpo de su hija sobre la cama y cubrirlo con una fina sábana blanca y cerrando sus párpados. -Juro que voy a vengarte hija mía- exclamó mirando el bulto en la cama.Salió del cuarto decidida, y bajó al sótano de la casa, donde guardaba todo lo necesario para matar a alguien, hace años que no lo hacía con sus propias manos, siempre tenía a alguien bajo su mando que con gusto lo hacía por ella, pero esta vez era personal. Tomó un arma, una 9 milímetros, de sus favoritas y guardó en su bolso suficientes balas como para matar a un pelotón. Volvió a subir las escaleras y entró al cuarto de controles, donde tenía las cámaras de toda la casa y se sentó a ver todo lo que había pasado en su ausencia mientras colocaba las balas
-¿Qué vamos a hacer ahora? ¡No tenemos nuestros pasaportes ni documentos!- entró en pánico Carla, al ver que se alejaban rápidamente de la casa incendiada-Tranquila, vamos a encontrar una solución- exclamó igual de nervioso su esposo- Podemos viajar igual en uno privado con un buen soborno- Miró al niño que miraba hacia el vidrio de atrás sollozando por su muñeco- lo que me preocupa es que ella sepa lo que estamos por hacer- dijo en voz baja-No sería capaz de hacernos algo en medio del aeropuerto ¿No?- exclamó la mujer y Nicolás la miró preocupado, como si no supiera qué responder- ¿No?- dijo más asustada aún. -No lo sé mi amor, es capaz de cualquier cosa, matamos a su única hija. Carla asintió estando de acuerdo, y acunó su estómago con miedo-Tranquila- dijo suavemente el joven, apoyando su mano en la panza de su mujer- Vamos a salir de esta. La mujer llegó a gran velocidad a la clínica, estacionando en la parte prohibida-¡Ey! ¡Señora!- gritó un guardia- Esa área es para ambul
El vehículo frenó en el aeropuerto, pero en la parte trasera, en la entrada de aviones privados. Primero bajó el conductor y comprobó junto con su pistola cargada, que no había señales de la mujer a los alrededores. Era la parte menos concurrida, donde la gente común y los turistas no pasaban, era una zona de pocas personas, lo cual empeoraba las cosas, una pista de aterrizaje privada con un solo avión pequeño estaba detrás de ellos y nada más. No había lugar para esconderse, solo tenían que correr hacia el avión que los estaba esperando, parecía tarea fácil pero también eran un blanco fácil. -Pueden descender- informó el hombre a través de la ventana rota, luego de confirmar que la mujer no estuviera en los alrededores. Nicolás asintió, levantó su arma y miró a su mujer, que lo miraba con terror-Salgamos ahora Carla, solo son unos metros, es ahora o nuncaTenían que atravesar la reja de metal, que impedía que el vehículo se acercara más y luego correr. Nicolás bajó primero y miró
Han pasado tres meses de la huida, la familia Hamilton se instaló en una ciudad pequeña de España, no muy cerca del centro, aún tenían miedo de que la mujer hubiese cruzado el océano para seguir con su intento de venganza, por ello desde entonces, han tenido una vida sin muchos lujos y siendo precavidos en todo momento. Odiaban eso, pero sabían que con el tiempo todo iría quedando atrás. A pedido de Carla, Nicolás no ha trabajado desde que bajaron del avión. “Quiero que te quedes conmigo en casa, para ver crecer a tu hijo, no quiero estar sola”Había dicho su mujer angustiada por la sola idea de volver a quedarse sola con los niños y el joven, que ya no se consideraba un mafioso, aceptó sin muchas vueltas, tenía el dinero suficiente para no tener que trabajar por un tiempo, pero cuando el niño naciera iniciaría algo nuevo desde cero, alguna empresa que no estuviera relacionada con la delincuencia, se lo había prometido a su familia, esta vez haría las cosas bien. Estaba acomodando
Todo continuó maravilloso después del nacimiento de Emma, ambos estábamos enamorados de ella, era tan pequeña y frágil, el sentido de protección nos invadió. Hicimos bien en irnos del país antes de que ella naciera, la pequeña crecería en un nuevo mundo, sin las complicaciones del pasado que para ella jamás existieron. No podía decir lo mismo de mi pequeño Nico, quien tendría que vivir y trabajar esos traumas por el resto de su vida. La primera vez que vio a Emma, su hermanita menor, cuando volvimos a casa, él la miró en silencio y con mucha curiosidad. Nosotros nos miramos entre sí con expresión de preocupación. ¿Y si no la quería? ¿Y si sentía celos de ella?Luego de un largo rato examinando su pequeño rostro, sus ojos cerrados, su nariz de botón y su diminuta boquita, miró su manita e instintivamente, cuando el pequeño acercó la suya a la de Emma, la beba tomó un dedo de su hermano mayor y lo agarró con fuerza. Ambos nos miramos con sorpresa, y hasta el pequeño se sorprendió de
Nicolás y Carla le dieron el beso de buenas noches al pequeño, apagaron la luz y inclinaron la puerta. Luego confirmaron que la pequeña Emma estuviera dormida en su cuna en la habitación contigua y fueron de puntitas de pie hacia la habitación matrimonial. Su esposo cerró la puerta de la habitación con cuidado, esperó unos segundos, rogando que los niños no se despertaran y luego suspiró victorioso. -Al fin un momento a solas- sonrió malicioso. Carla le sonrió sonrojada, no era la primera vez que lo hacían, ya eran cientas pero aún así no podía evitar ponerse roja cada vez que su esposo se quitaba la camisa y mostraba su rostro marcado. Ella se acercó y lo acarició con suavidad.-Eres perfecto- exclamó en voz alta, como en un trance. Él rió divertido y tomó las muñecas de Carla-Vamos a la cama mi amor- le susurró y la tomó en brazos, para sorpresa de su esposa. La dejó delicadamente sobre el colchón y se colocó encima besándola primero con delicadeza y luego intensificando el beso
-¿Estás Seguro que no puedes pedirte la tarde para cenar conmigo?- Habló Carla al teléfono-Lo siento cariño, pero tengo muchas cosas que terminar y no voy a llegar, mejor otro día ¿Si?- habló Nicolás del otro lado. Carla se acomodó en su asiento y su expresión cambió a una de desilusión, no era la primera vez que su esposo no podía. -Está bien, no te preocupes, otro día será- respondió lo mejor que pudo. -Gracias por entender mi amor, te amo mucho. Nos vemos a la noche. -Nos vemos a la noche- Carla cortó el teléfono y se tiró encima de su escritorio con frustración. Los meses habían pasado y efectivamente cuando Emma fue un poco más grande contrataron a una niñera, una señora muy amable que amaba a los niños, Emma y el pequeño Nico se fascinaron con ella automáticamente. Carla consiguió, gracias a los nuevos contactos de su esposo, un puesto administrativo en el banco de la ciudad. Ella estaba fascinada de tener nuevamente un trabajo y poder traer dinero a la casa, además de tom