POLÍTICAMENTE DEPRIMIDA

SCARLETT ALLEN

Dormí llorando, o cansada de llorar acabé durmiendo, no lo sé ni me importa. La luz del sol lastimaba mis ojos que amanecieron rojos e hinchados. Quería dejar de sufrir por quien no valió la pena, ¿No era ese el consejo que le di tantas veces a mis amigas a lo largo de mi vida? ¿Dónde habían quedado mis palabras ahora? Técnicamente olvidadas en algún lugar lejano de mi mente.

-No llores, él no vale la pena. No te merece- Le decía siempre a las chicas, ¿Por qué no aplicaba para mí?

Dolía, demasiado. Confié en un hombre entregándole todo lo que pude, lo más puro que tenía, mi mente, mi cuerpo, mi corazón. Le di todo de mi, ¿Qué más hizo falta? Él admitió que fui poco menos que nada, un cuerpo y cara bonita, ¿Qué más aparte de eso?

Él se casaba con una talentosa cantante haciendo que me doliera aún más haber fracasado como una. Yo no había podido capturar al público y aunque quise hacerme creer que fue un sueño frustrado del momento, siempre me dolió no lograrlo. Con los años fui intentando dejar eso en el pasado, pero eventualmente me preguntaba que habría podido hacer para triunfar, que más hizo falta.

Mis padres, así hubiera querido que no se enteraran, supieron de la ruptura y hasta del desengaño que sufrí. Por primera vez me vieron con el corazón roto por un hombre y se aliviaron. No hubo palabras de consuelo, ni un intento de reconfortarme.

-Gracias al cielo te diste cuenta de la clase de basura que era- Fue lo que dijo mi madre sin siquiera darme un abrazo

-Que bueno que los medios no se enteraron, tu nombre habría quedado por el suelo enlodando el apellido respetable de ésta familia. Habrías sido tu la que se habría metido en una pareja, ¿Querías eso?- Cuestionó mi padre con franqueza, tanta que dolía

Me quedé en la cama mirando en mi teléfono sus fotos. En sociales fue anunciado el compromiso de ellos días después. Él sonreía y la tomaba de su cintura. Le había cantado delante de la prensa una estrofa de su nueva canción y ella sonrió aparentemente emocionada después de besarlo en los labios, como tantas veces hice yo.

Miré esa nota tantas veces, reproduje ese fragmento tanto como pude hasta que agoté la batería de mi teléfono. Aunque me dolía e intentaba no pensar más en nada no podía. Quería aplicar las palabras que le decía a mis amigas, sin éxito.

Dejé de llorar después de unas pocas semanas; al menos no lo hacía a cada momento y volví al trabajo. No hablaba demasiado ni tampoco sonreía. En las pasarelas debíamos estar serias y eso era bueno en este momento donde no habría podido fingir una sonrisa ni así la vida se me fuera en ello.

Lía y Judith intentaron todo para animarme, pero yo estaba transitando mi duelo en soledad, ¿Cuánto duraría? No lo sabía, no pensaba en ello. Había decidido no vincularme sentimentalmente con nadie en un gran tiempo. Los hombres mentían y yo no quería que nuevamente me engañaran.

No pude negarme más a estar en las cenas de mi padre ni en los eventos sociales. Podría haber estado casada en este momento, pero él había escogido una cantante y no a mi, también podría haber aceptado un compromiso por despecho pero no caería tan bajo.

Mi madre se vistió de azul y yo ésta vez opté por un vestido negro que aún estaba sin estrenar dentro de mi armario. El vestido celeste cielo que mi madre dejó para mí se quedó sobre la cama. Ella me miró con desaprobación, pero finalmente dijo que lucía hermosa, era lo único importante.

Los invitados llegaban y yo sonreía con tristeza, nadie lo notaba, a nadie le importaba como yo me sintiera.

-Ahora si puedes aceptar el compromiso, al menos no salgo con ninguna cantante- Horacio se acercó a mi intentando herirme más

-Eso sería incorrecto, ¿Por qué haría algo como eso? No soy tan estúpida. Tropecé con una piedra, no lo haré nuevamente y menos con alguien como tú- Quise irme con todo el glamour que me caracterizaba, pero me lo impidió tomándome por el brazo

-Te casarás conmigo, te lo aseguro. Mi padre quiere una alianza con el tuyo y ya sabes que son muy buenos amigos. Serás mi esposa, disfruta tu soltería o lo que queda de ella- Me miró con lascivia lamiendo sus labios en el proceso, haciendo que se me revolviera el estómago. Jamás me casaría con este estúpido, ni así fuera el último habitante de esta tierra

-Sigue soñando idiota- Le dije y con rapidez me alejé antes de que volviera a tomar mi brazo para continuar ésta estupidez

Yo no me vería beneficiada con un matrimonio entre los dos. Casarnos sería un error, hacerlo para ser infeliz el peor de ellos. Mi reputación con el romance secreto que no salió a la luz estaba bien, no había que recurrir a estúpidas y desesperadas maneras de arruinarme. Aceptaría ésta idiotez si no me quedaran alternativas y me aseguraría de no cometer errores, pero Horacio no sería ni esposo ahora ni nunca, de eso estaba segura.

Dándole pequeños sorbos a la copa fue que me mantuve alejada de todos. Evitaba los grupos de varias personas donde las conversaciones siempre eran las mismas. Dejé la copa vacía y me encerré en el baño por largos minutos. Nadie había notado mi escape.

-¿Cómo está la reunión?- Lía enviaba una carita con sueño burlándose de mi

-Seguro está emocionada por ver a todos los "casamenteros"- Judith siguió la broma y solo me enojé más

-Podría cambiar lugar con cualquiera de ustedes. Estar en una fiesta donde hay muchos solteros que me quieren de esposa trofeo junto a sus familias es horrible- Envié un emoticón disgustado y ellas comenzaron a responder

-¿Vamos a Las Vegas? Aquí no eres libre de nada, allí si. Unas noches de diversión serían geniales- Propuso Lía en un intento de sacarme de casa y de esta vida m*****a

-No soy buena compañía en ningún sitio aún. Cuando olvide y me perdone por el estúpido error que cometí juro que las acompaño- Guardé mi teléfono y salí del baño después de haber estado algunos minutos allí

Todos estaban casi en los mismos sitios. Era increíble como estos eventos sociales no servían de nada. La gente se separaba en grupos que evitaban mezclarse entre si. Las viejas enemistades que ya casi no recordaban aún se mantenían. Yo no encajaba en ninguno de los grupos ni me interesaba hacerlo.

-Sabes lo importante que esto es para tu padre, sonríe- Mi madre vino para mirarme con desaprobación y regañarme

No había manera de que yo pudiera sonreír genuinamente aquí. Seguía luchando conmigo misma intentando enterrar los sentimientos por quien pronto sería un hombre casado. Amaba a Mauro, eso no podría olvidarlo en tan poco tiempo. Debería poder faltar a éstas reuniones porque no soy apta para ellas en momentos así.

Cuando la velada terminó solo me sentí cansada para todo excepto para recordar los momentos vividos con Mauro y llorar en silencio por nuestra ruptura. ¿Cuánto tiempo duraba el mal de amores? No lo olvidaría, estaba segura de eso. Él se había grabado en mi alma y en toda mi piel, ¿Cómo podría olvidarlo? Me había enamorado tan rápido, olvidarlo tendría que ser así.

Me encerré en mi misma. Solo cumplía con mis compromisos laborales y respondía mi teléfono si tenía ganas.

Mi contrato con la agencia llegó a su fin y ya tenía otro esperando por mi. Pero dudé, por primera vez no supe que decisión tomar. Firmar debía de ser sencillo, pero necesitaba descansar unos días al menos para ser libre de sentirme destruida. Llorar y recurrir a los trucos de belleza para trabajar no era sano, tampoco agradable.

Solo Lía y Judith sabían la situación. No podía confiar en mis padres porque seguirían llevándome a mil sitios solo porque no tenía nada mejor que hacer.

Yo no tenía conocimiento de los planes de mis amigas, ni de cuánto estaría por cambiar mi vida, pero lo haría... mucho...

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