CAPÍTULO 40: Acorralados

RONAN

Observo a Regina, la mujer de la que nunca me he podido olvidar, la mujer que sigo amando pese a que me quise obligar a odiar, sedarla no era parte de mi plan, pero sabía que algo así sucedería si aparecía Alexei, ¿la razón? Necesitaba que ella descansara y porque no quería interrupciones cuando me enfrentara a mi padre.

Quien no se puso nada contento con mi decisión de casarme con ella, mucho menos con el hecho de que tuviéramos un hijo y por consiguiente, él un nieto con su sangre. Cierro los ojos y me concentro en repetir nuestro encuentro con la verdad.

—Errores, eso es lo que has estado cometiendo últimamente —dice en cuanto entramos a su despacho, no al mío.

Se toma el tiempo para servirse un trago, dejándose caer sobre su silla de cuero, clavando sus ojos sobre mí.

—¿Algo que me quieras decir? —se limita a preguntar.

—Tal vez debería decir lo mismo —me siento delante de él—. Contacto que no solo te atreviste a atacar la fortaleza de los Lombardi y echarme la culpa de
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