Sara se paseaba nerviosa por la cocina de su casa, ese día sería la visita de la tía Tahiya y de Jazmín para conocer los niños. El almuerzo familiar quedó pautado para el sábado siguiente, que coincidía con la llegada de Noor, la madre de Rashad, que había viajado a Arabia Saudí para atender algunos asuntos. Para el almuerzo familiar, la señora Said sería la encargada de cocinar un típico almuerzo árabe, con la ayuda de dos mujeres más que fueron contratadas para apoyarla en la elaboración y servicio de la comida. Serían unas cuarenta personas, todas pertenecientes a la familia Abdallah. Pero era la visita que esperaban en ese momento la que tenía nerviosa a Sara. Por enésima vez verificó que todo estuviese en orden en la casa y que la comida estuviese en su punto. Con las mujeres también llegaría Khaliq, el jeque y hermano mayor de Rashad.Asad y Salma jugaban con la consola de videojuegos en la sala de estar, el ruido era insoportable por lo que Sara se acercó a bajar un poco el vol
Llegaron al hospital más calmados, el chofer tomó una vía que los alejaba del lugar hasta que perdió a los paparazis que los seguían, por lo que tardaron el doble del tiempo en llegar.―Papá. ¿Por qué esos reporteros nos persiguen nosotros no somos futbolista famosos ni estrellas de cine? ―preguntó Asad con seriedad, no le gustó nada que se enfocaran en Salma, la habían asustado.―Nuestra familia tiene dinero y por eso nos miran, lamentablemente a las personas le gustan los cotilleos y enterarse de la vida de los demás, piensan que nuestra vida es muy interesante…Asad lo miró pendiente de cada una de sus palabras y Salma lo observaba con sus grandes ojos café llenos de nerviosismo, estaba recostada a Sara que también lo miraba esperado como le explicaría a su hijo la situación. Se dijo a sí misma que no lo ayudaría a menos que la metida de pata afuera bestial. Rashad se vio acosado por tres pares de ojos y pensó en todos los escándalos que protagonizó en el pasado, se preguntó hasta
Esa noche salieron a comer para celebrar que los niños estaban de alta. Rashad los llevó a cenar temprano a uno de los restaurantes de lujo que estaban en su hotel. Tenía una mesa privada que solo era utilizada por él o por familiares y amigos; y que tenía una impresionante vista del río Támesis. El puente de Londres emocionó a los niños y él se ofreció a llevarlos de paseo durante el verano. Llegaron al lugar por el estacionamiento VIP y subieron al piso del restaurante por su ascensor privado. Al abrirse las puertas se encontró con el gerente los esperaba para darle la bienvenida.―Señor Abdallah es un placer tenerlo de nuevo con nosotros.―El placer es mío, Charles, permíteme presentarte a mi esposa Sara y a mi hijo Asad y a mi sobrina Salma.―Es un placer conocerla señora Abdallah ―respondió con cortesía antes de dirigirse a los niños con una sonrisa ―señor Asad, señorita Salma encantado de conocerlos.―Gracias, señor. Sara se sentía un poco extraña de ser llamada de nuevo seño
Al día siguiente se marcharon del hotel después del almuerzo, la emoción de la salida y todo el ejercicio que hicieron correteando por el hotel dejó a los niños cansados, por lo que la noche siguiente se acostaron temprano. Mientras cenaban, Rashad decidió que era el momento de tocar el tema de lo ocurrido con Sara después del divorcio, estaba cansado de no obtener respuesta, de que ella siempre esquivara sus preguntas. Sin embargo, prefirió comenzar la charla con un rodeo para no ponerla a la defensiva, como siempre ocurría cuando él sacaba el tema.―¿Fátima sigue practicando la medicina de forma privada? ―preguntó Rashad.―Sí, aunque ahora lo hace desde España. Iba a ser encarcelada por ofrecer anticonceptivos a sus pacientes, alguien la descubrió y denunció, tuvo que salir huyendo poco tiempo después de que yo llegara aquí. Pero en ese momento también trabajaba para la fundación de Jazmín que ayuda a mujeres en riesgo, las traían a Europa a ellas y a sus hijos para hacer una nueva
Rashad no durmió esa noche, la rabia y los remordimientos le impedían conciliar el sueño. Quería volar a su país para darle una paliza al padre de Sara por tratarla de esa manera y a sus hermanos por permitirlo. Si no hubiese sido por Omar y Fátima es probable que Sara hubiese muerto en la cárcel y Asad estuviera en un orfanato, o quizás habría muerto por falta de atención médica. También estaba furioso consigo mismo por haberla dejado, nunca imaginó que ella hubiese sufrido tanto. Su suegro siempre le pintó otro panorama, uno donde ella era una princesa consentida por él y por sus otros hijos. Que le hacía un favor en cedérsela en matrimonio porque ella era la más preciada de sus joyas.No podía hacer nada por cambiar el sufrimiento del pasado, pero sí podía asegurarse de que nunca más Sara estuviese en una situación de indefensión, hablaría con su abogado para buscar la vía legal que asegurase su futuro.Después de la cena, le dijo a Sara que saldría a caminar un rato, subió a su ha
El día del almuerzo familiar había llegado y Rashad esperaba impaciente a que Samir llegara del aeropuerto con su madre. La noche anterior su hermano se había ofrecido a recogerla porque quería contarle algo a su mamá. Su hermano menor, era el consentido de Noor, tenían una relación muy especial, a pesar de que Samir era un hombre adulto, médico y casado. Sin embargo, no había celos entre Jade y su suegra porque ambas amaban con locura al apuesto Samir.Sara estaba arriba, terminando de vestirse y pendiente de que los niños estuvieran listos para recibir a la abuela, estaba impaciente por escuchar las noticias que traía su suegra.El timbre sonó, lo que alertó a todos los de la casa de la llegada de Noor. Rashad abrió la puerta y su madre cayó en sus brazos para llenarlo de besos y sonrisas de alegría.—Hijo mío no sabes cuanto te extrañé, estaba muriendo de ganas por verte y contarte las buenas noticias.—Yo también te extrañe, mamá —respondió Rashad riendo, con la satisfacción de sa
«No tenemos que ir» le había dicho Rashad al verla palidecer. «Y en caso de que en algún momento debiéramos ir solo lo haremos cuando Salma sea nuestra hija legalmente de manera que Malek no tenga manera de reclamarla.» Sus palabras no le dieron tranquilidad a Sara, por nada del mundo quería regresar, había sido arrestada y su caso pasado a tribunales, después desapareció, se fue del país por lo que era probable que fuera declarada una fugitiva. Si Rashad se empeñaba en que irían a Arabia Saudí debía hablar con él y explicarle la situación y eso la ponía nerviosa porque mientras más hablaran de lo ocurrido en el pasado más probabilidades había de que descubriera la verdad y todo lo que ella había sacrificado para ocultar su secreto se iría al garete. Tenía que ideal un plan en caso de que las cosas se salieran de control. Su lado racional le dijo que se calmara, porque era muy probable que la adopción definitiva de Salma se llevara un año o más en culminar. Respiró profundo y se conce
De la impresión Rashad se levantó de la bañera y retrocedió hasta tropezar con una estantería, provocando que se cayeran unos adornos. Sara despertó de su sueño sobresaltada, sus ojos se llenaron de vergüenza al ver el rostro de su esposo. Le arrebató la toalla de las manos y cubrió su cuerpo. —¡Vete! —ordenó Sara Él no se movió, solo se la quedó mirando, ella vio como sus ojos cambiaron del horror a la rabia en un instante. No pudo soportarlo. —¡Sal de aquí! —gritó la mujer. Rashad retrocedió ante su grito y salió del baño, avanzó por la habitación hasta llegar a la puerta, allí se detuvo y regresó a la entrada del aseo. No sabía que hacer, lo que sentía en el pecho iba a hacer erupción en cualquier momento. Quería golpear algo, arrasar con la habitación para ver si así dejaba de sentir la opresión que no le dejaba respirar. Pegó su frente a la madera y respiró profundamente varias veces tratando de calmarse. Los sollozos que escuchó detrás de la puerta no ayudaron a calmar su áni