Rashad se quedó largo rato parado en el estacionamiento mirando la puerta del hotel, quiso seguir a Sara, pero no pudo, sus palabras lo impactaron. Tenía muchas cosas en las que pensar, todo lo que creía saber de su esposa estaba basado en suposiciones o juicios de valor, porque lo cierto era que nunca la conoció. Ni siquiera hizo el intento de conocerla. Sara hablaba poco y él lo hacía de más, «sobre todo cuando me emborrachaba», pensó con ironía. Siempre creyó que cuando ella se enfurecía y le gritaba era cuando dejaba escapar sus verdaderos sentimientos hacia él, pero ahora, con la madurez de los años y la distancia de la situación, se dio cuenta de que lo único que ella hizo fue tratar de protegerse.Había una pequeña probabilidad de que Sara no supiera cómo comunicarse con él, para Rashad era muy fácil. Creció en una familia muy grande y, aunque su padre le prestó poca atención, él sabía que era el mundo de su madre, tenía hermanos, tíos y primos a montón. Todos crecieron en el
Al día siguiente en la mañana, Rashad recibió una llamada de la trabajadora social que le notificó que ya tenía los documentos según los cuales él y Sara tendrían el cuidado temporal de Salma. Aunque sabía que estaban todo el día en el hospital cuidando de los niños, deberían pasar por el tribunal para hablar con el juez y firmarlos. Llamó a sus primos, los gemelos Salím y Shaina, para que se quedaran con Asad y Salma y a su abogado para que asistiera con ellos, previendo cualquier eventualidad. Sara había estado un poco distante cuando la llamó para darle la noticia, se notaba que aún estaba molesta por la pelea de la noche anterior. Ella no tenía ganas de hablar con él y darle la oportunidad de profundizar en el tema, le había hecho varias preguntas que no quería responder. Partieron del hospital en un silencio incómodo, Rashad conducía el coche. En un semáforo se giró para observarla. Sara trataba de ignorarlo, miraba hacía la ventana como si quisiera estar en cualquier lado menos
Cuando llegaron al hospital Sara y Rashad se dirigieron primero a la habitación de Salma, por recomendación de la trabajadora social la niña desconocía sus planes de llevarla con ellos a su casa para su recuperación. La señora Thompson era de la opinión que no se debía ilusionar a la niña hasta que la petición fuera aprobada por el juez porque si surgía algún inconveniente y no podía ir con ellos Salma se sentiría muy mal.―Buenos días, princesa Salma ―Saludó Rashad entrando en la habitación de la niña con una gran sonrisa.―¿Cómo te sientes hoy, Salma? ―preguntó Sara.―Buenos días. Hoy me siento mejor.Aunque físicamente se veía mejor, sus valores sanguíneos no eran tan buenos como lo de Asad. Sara notó que la niña tenía el ánimo decaído, se notaba que estaba triste por alguna causa.―Sara y yo venimos a preguntarte algo ―indicó Rashad ―Tu respuesta es muy importante y puede cambiarlo todo.Salma lo miró con un poco de expectación.―Salma Mosset ¿Quisieras ir con nosotros y con Asad
En el banquete de bodas solo estuvo presente la familia Abdallah, pero como era una familia muy grande y para mantener la privacidad se reservó todo el lugar para ellos. En el vestíbulo del restaurante los esperaba Noor, la madre de Rashad, al ver a Sara le sonrió con cariño.―Sara, querida, estoy tan contenta de volver a verte, te deseo mucha felicidad en esta nueva etapa de tu vida, te pido, por favor, que me lleves a Rashad por el buen camino.―Gracias, madre ―respondió Sara con una sonrisa, lo que iluminó el rostro de Noor al usar el tratamiento que se le daba a las suegras en su país ―Le aseguró de que haré lo posible porque así sea, pero en caso contrario…¿Tengo permiso para golpearlo? ―preguntó en broma.―Totalmente ―respondió Noor riendo ―Me gustas como piensas.―Mamá… ―dijo Rashad poniendo los ojos en blanco.―También a ti te deseo toda la felicidad del mundo, hijo de mi corazón, pero te juro que si esta vez lo echas a perder…―No lo haré, mamá, esta vez Sara y yo somos adult
Llegó el tan esperado día, los niños se iban a casa. Asad y Salma fueron conducidos en sillas de ruedas hasta la puerta del hospital, pero antes de salir, entre vítores del personal sanitario, cada niño tocó la campana de la victoria para anunciar que habían vencido la enfermedad. Sara y Rashad caminaban detrás de las enfermeras que empujaban las sillas y, por último, para cerrar la comitiva y cargados de equipaje, estaban Salím y Shaina.Desde el momento en que había conocido a Asad y a Salma, Shaina no había querido separarse de ellos. La joven, que también era doctora, estaba estudiando la especialidad de cirugía plástica, pero trabajaba en otro hospital. Sin embargo, cada momento que tenía libre lo dedicaba a su sobrino y a SalmaLlegaron al auto que esperaba en la puerta del hospital, los niños se levantaron de sus sillas de ruedas para entrar al coche, cuando fueron sorprendidos por los flases de las cámaras fotográficas. La prensa amarilla había descubierto la existencia de Asa
Sara pensó que hacía mucho tiempo que no se sentía tan bien, su hijo estaba sano, había ganado una hija y podía cuidar de ambos sin preocupaciones. Por primera vez desde que su vida cambió pudo relajarse, tener algo parecido a una vida normal. Pensó que quizás algún día podría cumplir alguno de sus sueños.—Rashad, ¿Sabes que me gustaría? —preguntó un poco dudosa —volver a estudiar, sacar mi certificado de secundaría y quizás más adelante hacer algunos cursos universitarios. Hace algunos años aprobé parte de la secundaría, pensaba terminarla cuando Asad enfermó.—Me parece una muy buena idea. ¿Hasta dónde llegaste? —preguntó Rashad.—Me faltó la mitad el último año, sé que en este momento es imposible con los niños requiriendo tantos cuidados, pero quizás en un par de años podría…—No lo postergues más, puedes hacerlo ahora, tienes una enfermera que se ocupa de ellos, toma las tardes libres y estudia para que puedas hacer los exámenes a distancia, te puedo buscar una profesora que te
Con autorización de los médicos la familia comenzó a visitar a los niños. Salím y Shaina pasaban mucho tiempo allí desde que llegaron del hospital, por eso estaban presentes cuando recibieron la visita programada de Samir con su esposa, Jade.Jade estaba embarazada y próxima a dar a luz, pero no quería perderse de ver de nuevo a Asad y a Salma, había conocido a los niños la Navidad anterior cuando fue con Samir a obsequiar juguetes a los pequeños que no pudieron pasar esa fecha en casa con su familia.Sara reflexionó en cómo había cambiado su vida al marcharse de Arabia Saudí, allí estaba prohibido celebrar la Navidad, hacerlo implicaba multas severas y hasta la cárcel, todo porque era contraria a su religión. Para ella la Navidad era para los niños y, aunque no la festejaban, siempre dejó a Asad participar de las celebraciones en la escuela y compraba un obsequio para él. A medida que su hijo iba creciendo también incorporó una comida especial el día de Navidad, era difícil vivir con
Sara se paseaba nerviosa por la cocina de su casa, ese día sería la visita de la tía Tahiya y de Jazmín para conocer los niños. El almuerzo familiar quedó pautado para el sábado siguiente, que coincidía con la llegada de Noor, la madre de Rashad, que había viajado a Arabia Saudí para atender algunos asuntos. Para el almuerzo familiar, la señora Said sería la encargada de cocinar un típico almuerzo árabe, con la ayuda de dos mujeres más que fueron contratadas para apoyarla en la elaboración y servicio de la comida. Serían unas cuarenta personas, todas pertenecientes a la familia Abdallah. Pero era la visita que esperaban en ese momento la que tenía nerviosa a Sara. Por enésima vez verificó que todo estuviese en orden en la casa y que la comida estuviese en su punto. Con las mujeres también llegaría Khaliq, el jeque y hermano mayor de Rashad.Asad y Salma jugaban con la consola de videojuegos en la sala de estar, el ruido era insoportable por lo que Sara se acercó a bajar un poco el vol