Cuando William entró al comedor, Verónica estaba tomando el desayuno, pero, a penas lo vio, se puso de pie para abandonar la habitación.—Nicki, tenemos que hablar —él quería explicarse, que ella entendiera que no le estaba mintiendo.Pero Verónica levanto una mano para que se detuviera —No tenemos nada de qué hablar, William. No quiero escuchar ni una palabra que salga de tu boca. Suficiente daño me has hecho ya.—Mi intención no es herirte, Nicki, el informe no es falso, el doctor… —Ella volvió a levantar la mano, se negaba a creer que fuera cierto lo que decía.—Antes de salir de mi habitación concerté una cita. Ellos me dirán la verdad. En ti no confío, menos en lo que concierne a mi bebé.—Ese niño también es mío, ¿supones que quiero que te hagas un aborto solo por qué sí?—Lo único que sé es, que no lo querías, no me has demostrado ningún interés en su desarrollo. Disculpa si desconfío —respondió ella casi al borde del llanto. Pero como no quería que la viera llorando, le dio la
Cuando Hope se fue, la duda, como un insecto, voló alrededor de William. No podía dejar de pensar en Magnolia y el supuesto noviazgo que ellos tenían. Cada día creía menos en sus palabras. Así que decidió, a pesar de tener en la empresa una reunión a media mañana, ir a verla para pedirle que repitiera cómo se habían enamorado y el momento en que decidieron formalizar una relación.Magnolia lo recibió sonriente, pero cuando él le dijo el motivo de su visita, la sonrisa murió.—¿Podemos hablar de ello en otro momento?, supuse que había venido a visitarme porque estabas al tanto de que no me sentía bien —ella enseguida buscó una justificación para responderle.—Pero, no creo que te lleve mucho tiempo decirme —El ceño de William se frunció, no entendía por qué no podía responderle, si cuando llegó parecía estar bien.—No me siento bien, Will —Para sorpresa de él, ella comenzó a llorar—, por eso no fui a trabajar.Él no la creyó, estaba casi seguro que estaba mintiendo. Sin embargo, no podí
William estaba furioso, no esperaba llegar y ver a Christian junto a Verónica charlando alegremente frente al edificio de su empresa. Todavía no se acostumbraba a los picos de celos que sentía cuando los veía conversar. Su mente lo llevaba a imaginarlos en otros escenarios más íntimos.Dejando que los celos lo controlaran, se acercó a ellos rápidamente, agarró a Verónica por un brazo con fuerza y la apartó del hombre que amenazaba su matrimonio.El miedo embargó a Verónica, pensando que los hombres que la perseguían la siguieron hasta allí. Pero al ver que era su esposo, se sintió confundida por su comportamiento. —¿No tienes mujeres solteras que perseguir? —inquirió William a Christian con ira. Cuando terminó la pregunta, apretó los dientes, enojado.—Christian no me está persiguiendo, ¿por qué le haces esa pregunta de pésimo gusto? —Verónica lo miraba con los ojos muy abiertos, seguía confundida por la actitud de William.—Yo no estoy persiguiendo a nadie —respondió Christian, tan
William se calmó luego de pensar en lo que había hecho. Se sintió avergonzado por su actitud y por hacerle pasar un mal rato a su mujer.Pagó el café que estuvo consumiendo y salió de la cafetería. Sin embargo, no subió a su automóvil, decidió caminar para despejarse por completo y pensar cómo se iba a disculpar con Nicki cuando llegara a la empresa.«Le hice pasar vergüenza, no creo que me perdone tan fácil. Tendré que dar lo mejor de mí mientras lo hago». Pensó mientras entraba a un pequeño parque que se encontró en el camino.Pero nada más entrar al lugar, fue interceptado por dos hombres que a leguas se notaba que eran drogadictos. Él intentó pasar a su lado evitando una confrontación, pero ellos volvieron a ponerse delante impidiéndole el paso.—A ver, ¿cuánto quieres? —le preguntó sacando la billetera el bolsillo.Sin embargo, ninguno de los dos hombres habló. Miraron hacia un lado, donde había algunos árboles. De ahí salió el padre de Verónica caminando.—¿Pensaron que se iban
Cuando llegaron al último tramo de la escalera, Magnolia mostró una sonrisa aún más amplia en sus labios. Firme en su determinación de acabar con su rival, se acercó a Verónica, levantó las manos y la empujó con todas sus fuerzas. Mientras Nicki caía, comenzó a gritar en voz alta.—¡Verónica!, ¡¿por qué lo haces?!, ¡cuidado!Maggie observó, con satisfacción, cómo Nicki rodaba por cada escalón hasta quedar tendida en el suelo. Ver que no se movía, le hizo sentir el corazón pleno, tendría a William para ella sola. Cuando sintió que alguien se acercaba, salió corriendo para fingir que la estaba ayudando.Cuando las personas que se encontraban en el mismo piso al que estaban bajando, corrieron a ver qué había sucedido, ella comenzó a llorar mientras decía que la joven se había tirado para incriminarla.—Se tiró y no me dio tiempo de tomarla por un brazo, ni siquiera pude tomar un trozo de su ropa —Decía Maggie sollozando.Pero al escuchar que Nicki comenzó a gemir de dolor, se tuvo que co
Verónica despertó sintiéndose somnolienta y un poco desorientada. No entendía el motivo, nunca se había despertado tan aturdida después de horas de sueño. Pero cuando intentó moverse, un dolor en su bajo vientre la detuvo de seguir haciendo movimientos que le provocarán más dolor.Trató de hablar, pero se le dificultaba hacerlo, tenía la boca seca y moría de sed, además de sentir náuseas. Asustada por la debilidad en sus músculos y la fatiga que sentía, movió la cabeza intentando encontrar una explicación. Todo quedó claro cuando vio a una enfermera revisando monitores que media su presión arterial, la frecuencia respiratoria y cardiaca.—Agua, quiero agua —dijo en voz baja, pero para su alivio, fue escuchada por la mujer.—El doctor estará aquí en instantes, él nos dirá si puede o no tomar agua —respondió la enfermera y siguió haciendo su trabajo.Quince minutos después, el galeno autorizó a darle hielo picado administrado en pequeñas cantidades con una cuchara. No creía conveniente
Veinte días despuésA Verónica le picaban los ojos por el deseo de llorar al ver la mirada de pena que su amiga le daba, pero había derramado tantas lágrimas durante esos días, que no creía posible que pudiera derramar una más. Le dolía tanto el corazón, que estaba al creer que era cierto que se podía morir de amor.—Cada vez que entro por la puerta de esta habitación me digo que tendré las palabras justas para borrar la tristeza que sientes, pero luego te veo y se me olvida todo, lo siento, soy una pésima amiga, la peor de todas —Pamella se sentía impotente, sin poder ayudarla.—Tus visitas son más que suficientes —Nicki intentó sonreír, pero lo único que consiguió fue, que sus labios temblaran mientras se curvaban hacia abajo.La tristeza subyacente que sentía era tan fuerte, que no veía en su futuro un rayo de felicidad. Que su madre no pudiera estar con ella en ese momento acrecentaba su sufrimiento, ni siquiera estaban en el mismo hospital. Su pensamiento voló hacia Mildred, a la
Ver cómo su madre se alteraba por algo que su padre le decía, afectó mucho a Verónica. Pero verlo correr como un cobarde sin avisar a un médico mientras el estado de salud de Mildred empeoraba, le hizo odiarlo. Una sensación ardiente que recorrió todo su cuerpo le hizo apretar la mandíbula por la ira hacia ese hombre que solo sabía hacer daño. Sintió náuseas solo de pensar que esa escoria era su padre.Sin hacer ningún comentario de lo que había visto, Nicki salió de la oficina donde le estaban mostrando el video. Detrás de ella, en silencio, Simon y Pamella se aseguraban de que no se hiciera daño y se abriera la herida. Cuando llegó a las puertas del hospital, se giró hacia su amiga y le pidió el teléfono que guardaba en la bolsa y Pamella llevaba para que no cargara pesos.—Necesito un favor, te puedes negar, pero espero que no lo hagas, es muy importante para mí —le dijo a Christian segundos después cuando él respondió la llamada.—¿Qué necesitas y para cuando lo necesitas? —Christ