Capítulo 37
Cuando William entró al comedor, Verónica estaba tomando el desayuno, pero, a penas lo vio, se puso de pie para abandonar la habitación.

—Nicki, tenemos que hablar —él quería explicarse, que ella entendiera que no le estaba mintiendo.

Pero Verónica levanto una mano para que se detuviera —No tenemos nada de qué hablar, William. No quiero escuchar ni una palabra que salga de tu boca. Suficiente daño me has hecho ya.

—Mi intención no es herirte, Nicki, el informe no es falso, el doctor… —Ella volvió a levantar la mano, se negaba a creer que fuera cierto lo que decía.

—Antes de salir de mi habitación concerté una cita. Ellos me dirán la verdad. En ti no confío, menos en lo que concierne a mi bebé.

—Ese niño también es mío, ¿supones que quiero que te hagas un aborto solo por qué sí?

—Lo único que sé es, que no lo querías, no me has demostrado ningún interés en su desarrollo. Disculpa si desconfío —respondió ella casi al borde del llanto. Pero como no quería que la viera llorando, le dio la
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