Las calles estaban frías y solitarias.Lola caminaba sin rumbo fijo, con los brazos cruzados sobre su pecho, como si intentara contener la tormenta que la sacudía por dentro. La ciudad, iluminada por las luces del amanecer, parecía ajena a su dolor. Cada paso que daba era un eco de la rabia, la humillación y el desconsuelo que la consumían.No podía volver a la fundación, ni siquiera creía que podía permanecer en la ciudad. Debía irse de allí, no podía encontrarse con Mario de nuevo.El aire cortante golpeaba su rostro, pero no lo sentía. Sus pensamientos giraban en espiral alrededor de la última conversación, de la frialdad en los ojos de Mario, de la pastilla que él le había obligado a tomar.Un nudo se formó en su garganta. Era una idiota. Lo había sido al permitir que él la tocara, al pensar por un instante que quizás se había sentido atraído por ella, pero su trato le mostró que no era así. Lo ocurrido no había significado nada para él, pero lo peor es que ella le había permitid
Mario no era un hombre fácil de sorprender. Se había enfrentado a empresarios despiadados, negociaciones hostiles y traiciones inesperadas en los negocios, pero nada de eso lo había preparado para la noticia que acababa de recibir.Lola se había ido. ¿Por qué se fue?, las preguntas se suscitaban una tras otra.Se quedó de pie en la oficina de Alicia, con el ceño fruncido y las manos apretadas en los bolsillos, mientras la secretaria de Alicia le repetía lo mismo por tercera vez.—¿Renunció? ¿Por qué? —repitió él, incrédulo.—No tengo más información, señor Carvajal. Ella presentó su renuncia esta mañana y se marchó. Mario sintió que algo dentro de él se tensaba.—¿Me puede dar la dirección?La secretaria vaciló.—No estoy segura de que sea apropiado…Mario le lanzó una mirada helada.—Por favor, es urgente.La mujer suspiró y luego asintió. Tomó una hoja de su escritorio, anotando la dirección con letra pulcra.—Aquí tiene.Mario la tomó sin decir nada y salió de la oficina con pasos
La carretera se extendía frente a Lola como un hilo interminable de asfalto. Se recargó contra la ventana, viendo el paisaje pasar a toda velocidad, sin realmente fijarse en los detalles. A su lado, su hermano Chad conducía en silencio, lanzándole miradas de tanto en tanto.Sabía que algo no estaba bien con ella.—No voy a preguntarte qué pasó —dijo, rompiendo el silencio—. Pero si algún día quieres contármelo, aquí estaré para escucharte.Lola esbozó una sonrisa cansada.—Gracias.Chad dejó escapar un suspiro.—En fin, espero que este viaje te ayude. Te vendrá bien que estés en casa, acompañas a mi mamá, porque mi hermano, mi papá y yo estamos a tope con los nuevos proyectos.—¿Proyectos?—Sí, conseguimos varias contrataciones para construir una escuela en la ciudad y una plaza. Hemos trabajado duro y la empresa está creciendo bastante. De ahora en lo adelante no les va a faltar nada.Lola asintió, intentando enfocarse en lo que él decía. Su hermano siempre había sido su punto de an
Mario se sirvió un vaso de refresco con hielo y lo chocó contra el cristal, haciéndolo resonar en la habitación, sin dejar de hablar con él por teléfono. Tomó un sorbo de su bebida, mientras se pasaba una mano por la cabeza con frustración.“No entiendo por qué Alicia se preocupa por Lola, no pasó nada entre nosotros” gruñó Mario. “Si se fue, lo hizo por voluntad propia”.Axel gruñó molesto.—Yo voy a averiguarlo, Mario, y si llego a descubrir tu responsabilidad en esto voy a arruinarte. Alicia siente que algo más ocurrió y creo en sus corazonadas.Mario soltó una risa sarcástica.“¿Y qué? ¿Es necesario que intervengas en cada pequeño problema que tu esposa tenga con sus amigas?”Axel inclinó la cabeza ligeramente, tratando de controlar su molestia.—Haré cualquier cosa por hacer feliz a mi esposa y, si sus amigas son infelices, ella también lo es.Pero justo en ese momento, la puerta se abrió, revelando a Alicia.Sus ojos oscuros se fijaron en su esposo.—¿Qué significa esto, Axel?
El aroma a café recién hecho flotaba en el aire cuando Alicia bajó las escaleras. Su humor estaba más ligero que en los días anteriores, aunque aún no olvidaba del todo su enojo con Axel. Pero la sorpresa de la noche anterior, la manera en la que él intentó demostrar su amor, había suavizado su postura.Lo encontró en la cocina, con una camisa blanca ligeramente arremangada y el cabello algo despeinado. Le preparaba el desayuno, con una expresión concentrada mientras vertía el café en una taza.—¿Cocinando? —preguntó ella, cruzándose de brazos.Axel alzó la vista y le dedicó una sonrisa lenta, como si supiera el efecto que tenía en ella.—Sí, demostrándote que no hay nada en lo que yo fracase —murmuró con orgullo.Alicia se acercó y observó la mesa: panecillos recién horneados, revoltillos, frutas cortadas, jugo de naranja y, por supuesto, café. No pudo evitar sonreír.—¿Desde cuándo eres tan detallista en la cocina?Axel dejó la taza frente a ella y deslizó una mano por su cintura.—
Su rostro, normalmente altivo y calculador, reflejaba por primera vez una mezcla de pánico e incredulidad. Había intentado escapar, pero la justicia la había alcanzado.—¡Suéltenme! —gritó, forcejeando mientras los oficiales la sujetaban con firmeza—. ¡Esto es un error!Uno de los agentes la miró con frialdad.—Si no deja que la esposemos por las buenas, tendremos que hacerlo por las malas.Al final, los hombros de Miranda se hundieron en señal de derrota mientras obedecía. Sintió el frío metal de las esposas rodeando sus muñecas. Mientras los agentes la conducían al coche de policía, la mente de Miranda se aceleró. ¿Cómo la habían encontrado? ¿Qué pasaría ahora? La puerta del coche se cerró de golpe detrás de ella. Mientras se alejaban, Miranda miró por la ventana, viendo cómo sus sueños de libertad desaparecían en la distancia. Pero no estaba dispuesta a quedarse con los brazos cruzados, tenía que hacer lo posible para salir de todo eso.El aire dentro del coche patrulla era denso
El caos estalló en los medios de comunicación como una llamarada de pólvora. Esta vez no era a favor de la manipulación que había hecho Miranda, sino la verdad: las pruebas estaban allí, pero en su contra. Axel, tal como lo decidió, dio su rueda de prensa, exponiendo la grabación de la noche en cuestión. Esta comenzó a circular por todas las redes sociales. Se veía claramente a Axel en un estado de embriaguez total, pensando que se trataba de su esposa y luego apartándola con desdén al darse cuenta de que no se trataba de ella, sino de Miranda.Cuando Miranda supo la verdad, solo podía apretar los dientes y fulminar con la mirada a todos a su alrededor. Su plan, por el que tanto había trabajado para quedarse con Axel, había fracasado de manera estrepitosa, quedando expuesta frente a millones de espectadores que no hacían más que despotricar de ella.Se descubrió que uno de sus cómplices había sido un trabajador de la fundación de Alicia, el cual también fue arrestado.Entretanto, en
El ambiente en el parque seguía impregnado de risas y emoción tras la inesperada propuesta de matrimonio de Guillermo a Stella. La felicidad era palpable, pero entre esa alegría, Axel no pudo evitar lanzar una de sus típicas bromas envenenadas.—Bueno, muy bonito todo, pero... —Axel entrecerró los ojos con fingida seriedad—. Stella. Guillermo no me pidió permiso a mí como tu figura paterna para estar contigo.El rostro de Stella se tornó de un blanco cenizo.—¿Qué?Alicia, quien estaba acunando a Hope, dejó escapar una risita, al igual que los demás presentes. Guillermo solo suspiró, ya acostumbrado a las provocaciones de Axel.El silencio de Stella hizo que Axel soltara una carcajada estruendosa.—¡Por Dios, Stella! —dijo entre risas—. ¡Fue una broma! Él ya habló conmigo.Todos comenzaron a reír, incluso Samuel, quien estaba al lado de Clara observando la escena con diversión.—Axel, no puedes decir esas cosas —reprochó Alicia entre risas—. ¡Mira la cara de Stella!—Ay, hermanita, n