Kara no sabía cuánto tiempo había transcurrido desde que salieron de la cabaña, pero sabía que pasaba de la media noche cuando vio a lo lejos las primeras casas de la manada Wolheart. Se veía un lugar tranquilo y sus habitantes permanecían dentro de sus casas. La tenue luz que emitía la luna le decía que gritara por ayuda. Sin embargo, no le dio tiempo de abrir la boca. Rohan le pasó una cinta alrededor, dejándola sin voz. También puso cintas en sus brazos, amarrándolos detrás de la espalda. Le dio una mirada de odio a su captor, pero él ni siquiera la miró a la cara. Con la misma rapidez con que usó las cintas, la empujó para esconderla entre los asientos. Kara rodó los ojos, sin entender por qué lo hacía. El auto era oscuro y desde el exterior no se podía ver nada. Además, si el auto pertenecía al hijo del viejo alfa, nadie iba a detenerlo para preguntarle a quiénes llevaba con él.Pasaron por el pueblo, envueltos en un aire de tensión. Recorrieron las calles iluminadas hasta llegar
Kara estaba cansada de las amenazas, todos presumían de poder acabar con Darius, pero a la hora de la verdad, ninguno tenía el poder suficiente para matarlo. Con la adrenalina todavía corriendo por sus venas y la valentía en auge dentro de su cuerpo, blandió el cristal frente al extraño y lo cortó en el pecho. La mirada llena de desdén que él le dedicaba se le desdibujó del rostro. Al igual que Rohan, se sorprendió de que ella se atreviera a enfrentarlos.—Puedo luchar contra ustedes, no les tengo miedo —declaró ella, inyectándole a su voz una firmeza que en realidad no sentía—. Me están subestimando, pero ya ven, les he provocado daño mientras que yo sigo ilesa.Detrás de ella se escuchó la risa de Rohan. A pesar de que el alfa estaba herido y al principio se enfadó, ahora estaba encantado con la actitud que Kara había tomado. Se acercó a ella hasta quedar una distancia lo suficientemente buena para que ella no pudiera cortarlo con el cristal que no dejaba caer de su mano.—Esta Kara
El sol comenzaba a aparecer por el horizonte, arrojando rayos de luz sobre la manada. Los pasos de los guerreros que acompañaban a Darius resonaban en la plaza del clan. Estaban de regreso luego de pasarse toda la noche buscando el rastro que los llevaría a donde se encontraba Kara. Estaban de vuelta con las manos vacías; sin embargo, el alfa caminaba decidido a hacer que el traidor, que permitió que se llevaran a su compañera, pagara por ponerse del lado del enemigo.Los pocos miembros del clan que ya estaban despiertos giraron sus miradas hacia ellos. Estaban al tanto de que el líder de los ancianos lo mantenían recluido en su casa mientras esperaba a un juicio de parte del alfa. El silencio acompañaba a la pequeña comitiva. Tener que castigar a uno de los miembros de su clan era algo que Darius detestaba, pero estaba determinado, la traición no era tolerada entre su gente.En la puerta de la casa del anciano se encontraban dos guerreros de guardia. Con una inclinación de cabeza le
«¿Este embarazo es la confirmación de que soy la elegida, Diosa?». preguntó Kara mentalmente a la diosa luna, mientras se frotaba el vientre en una leve caricia delante del espejo. «¿Estás bendiciendo con un hijo el amor que Rohan y yo sentimos el uno por el otro?» Una sonrisa de felicidad dividió los labios de Kara. En ese instante se sentía la mujer más feliz del mundo. Nada podría oscurecer su alegría. Todo gracias a la Diosa que le había revelado su embarazo en un momento en que se sentía abrumada por el gran día. En unas pocas horas sería coronada como la Luna de la manada y estaba segura de que muchos miembros estarían en contra. Ella misma había tenido dudas, se preguntaba una y otra vez que tenía de especial para tener el favor de la Diosa Luna. Le había dado por compañero a un alfa y no a cualquiera, era la mate del alfa Rohan de la manada Luna Roja. Había crecido entre burlas por su aspecto, no era la loba más hermosa de la manada, ni siquiera estaba entre las más bonitas,
Kara esperaba que Rohan comenzara a reír y le dijera que era una broma. Que lo que estaba sucediendo era parte de la ceremonia. Era solo una prueba de la manada para comprobar cualquier elemento que necesitaran y que ella no lograba entender. Sin embargo, el alfa permanecía en silencio. La miraba sin emociones reflejadas en el rostro. En sus ojos no lograba ver al compañero que visitaba su cama cada noche.Decepcionada, Kara estaba a punto de marcharse, pero un carraspeo llamó su atención. La mujer que permanecía al lado del alfa la miró con una sonrisa irónica antes de comenzar a hablar.—He estado ausente por un tiempo, por algo que no es de tu incumbencia. Es comprensible que mi amor tenga las necesidades de un hombre. Pero no esperaba… —La mujer hizo una pausa, miró a Kara de arriba abajo con un claro desdén. Luego continuó con un tono cargado de sarcasmo—: Su gusto ha disminuido muy rápidamente. Debe haberme extrañado tanto que ya no elige la comida. Pero eso es bueno, también me
El dolor que estaba recibiendo el cuerpo de Kara era tan fuerte que no pudo conservar su forma humana. Su lobo emergió mientras ella estaba inconsciente, queriendo curarla y ayudarla a eliminar el abrumador sufrimiento que estaba sintiendo. Pero no era suficiente, a pesar de recuperar la conciencia, Kara no podía cambiar, estaba atrapada en su forma de lobo impidiéndole comunicarse. La desesperación la embargó al sentirse atrapada, mientras su loba exigía la conexión que la unía a su pareja. Su inquietud aumentó cuando escuchó que alguien le preguntaba al alfa que harían con ella. Se preguntó si la llevarían a la cabaña de la sanadora en ese momento o la llevarían a su cabaña para que se curara sola. Un grito ahogado se quedó atrapado detrás de sus labios cuando escuchó la respuesta de Rohan.—Tírala en la selva, lo que suceda con ella depende de su destino —dijo Rohan, sin compasión.«¡No, por favor, no! No daré problemas. Me iré lejos y dejaré que seas feliz con la mujer que elegist
Kara abrió los ojos, sintiéndose aturdida y pestañeó varias veces cuando la luz le molestó. ¿Había perdido la consciencia otra vez? ¿Cuánto tiempo llevaba dormida? Preguntas sin respuestas llegaban a su mente, aunque sabía que ninguna sería contestada. De lo único que estaba segura era que debía mantenerse tranquila, para recuperar todos sus sentidos y movilidad. Respiró profundo y cuando su vista se adaptó a la luz del sitio en el que se encontraba, miró hasta donde le fue posible desde su posición, pero no reconoció el lugar. Si bien su vista todavía se encontraba borrosa, estaba segura de que nunca había puesto un pie o una pata de su loba en esa habitación.Kara intentó incorporarse para explorar y encontrar respuesta a su pregunta de por qué el lobo la llevó allí y no la mató en la jungla. Al levantarse se dio cuenta de que estaba acostada en una cama de suave colchón y había regresado a su forma humana. Sonrió al descubrir que había recuperado su capacidad de transformación, era
Las manos de Kara comenzaron a sudar. Seguía sin entender por qué la ira de ese hombre iba dirigida hacia ella. ¿Le había molestado que no quisiera su ayuda? ¿El alfa lo iba a castigar si no lograba complacerla? Kara se estrujó las manos con nerviosismo y en el estómago se le creó un nudo por el miedo que le generó la incertidumbre de haber actuado mal. Aunque no conocía las costumbres de la manada, le dio ansiedad que por su culpa otra persona fuera dañada.—No sé qué te enviaron a hacer por mí, pero si es importante para ti, te doy permiso para que lo hagas —le dijo ella, con palabras atropelladas.El hombre, de piel atezada, la miró con desdén, se rio con condescendencia y luego su rostro volvió a una expresión pétrea.La preocupación de Kara aumentó, se preguntó si había malinterpretado al beta pensando que la estaban cuidando hasta que se recuperara. ¿Las intenciones del alfa con ella eran otras y por eso envió al hombre cruel que ahora la miraba con ojos fríos?«¿Por qué no pued