En esta vida solo tengo a mi hija, ella es lo único que le da felicidad a mi vida.—Es hora de su ducha, señorita Amanda. —Le dijo el ama de llaves a mi hija, ella asintió y fue corriendo hacia ella.—Mi nombre es Amy, Alicia. —Dijo Amy con su dulce vocecita.—Me disculpo, señorita O'Sullivan. —Dijo el ama de llaves tomando de la mano a Amy—. Mi deber como ama de llaves de la mansión O'Sullivan es servir a su familia con esmero. No está permitido tutear a la familia. —Excusó ella.El CEO se mantuvo indiferente, mientras Amy me miraba ceñuda.—Quiere decir que es descortés para ella llamarte por tu nombre, Amy. —Expliqué. Amy no pareció entender pero de todas maneras siguió al ama de llaves a las escaleras donde ambas subieron hasta la recámara.—¿Tus padres serán un problema? —Inquirió el CEO en un tono tan frío como siempre, pero había una leve burla en el subtexto.Me giré para enfrentarlo, manteniendo mi voz baja para que Amy no escuchara. —No tengo ganas de tus comentarios ahora.
El sonido del despertador en la mesa de noche, sonó por enésima vez ese día pero estaba demasiado cómoda como para despertar.Abrí los ojos e instintivamente se cruzaron con el pecho desnudo del CEO. Seguía dormido a mi lado, mientras con su brazo me rodeaba, atrayendome hacia él, mientras yo lo abrazaba y dormía plácidamente sobre su pecho. Era lo mismo de siempre, cada día, cada mañana era igual, no había nada distinto, excepto que esta vez no me haría ilusiones por verlo abrazarme. Había vivido allí desde hace semanas y había aprendido algo, no importa qué pasara la noche anterior o cómo despertara a mi lado, al otro día, regresaba el mismo monstruo que me atormentaba.Me aparté de él que me buscó aun dormido, yo solo me levanté,sin prestarle atención a su comportamiento sonámbulo.El frío mañanero atraviesa mi cuerpo desnudo mientras me dirigía al baño. Me atrevo a decir que desde que me mudé aquí hay una sola cosa que ha cambiado; ahora, cuando me levanto por las mañanas, el jacu
Las noches en vela se habían convertido en otra repetición de mi monótona vida. Después de pasar una pasional noche con el CEO mi vida se resumía a una sola cosa; la monotonía. El lecho marital era la única cosa que podía cambiar, las posiciones, las nuevas experiencias e incluso los besos se sentían diferentes cada día. Salí de la cama, completamente desnuda, él dormía plácidamente a mi lado, su cara siempre se veía relajada, como si no hubiera problemas en su vida. Sé que pienso mucho sobre lo relajado que siempre está pero, es por lo mucho que eso me enoja. ¿Cómo puede dormir como bebé después del infierno en el que convirtió mi vida? Lo odio, lo odio tanto que pensar en hacer el amor con él me causa repulsión pero al momento de hacerlo, no puedo evitar disfrutarlo. Tal vez porque es lo único placentero que tengo en la vida actualmente. Me coloqué la bata de terciopelo que había dejado en el suelo horas antes. Caminé con sigilo hasta la puerta que cerré detrás de mí. A
—Señora O'Sullivan. —Me llamó la señora Alicia, el ama de llaves, con su acostumbrada voz lambiscona. Abrí la puerta de la habitación y la dejé pasar. Ella me miró compresiva al notar los moretones en mis manos y los golpes que inmediatamente cubrí mi bata.—¿Qué ocurre? —Pregunté ignorando la preocupación en su mirada. Ella me extendió unos sobres que ojee de inmediato, eran cartas dirigidas a mí pero no tenían remitente.—Han estado llegando desde que se mudó pero no sabía qué hacer, el señor O'Sullivan me pidió que lo mantuviera al tanto de todo lo que pasara con usted. —Explicó tajante.Suspiré mirando los sobres, no sabía quién era el remitente pero me daba cierto grado de esperanza que alguien se tomara las molestias de escribirme, rompiendo la monotonía matutina a la que tanto le temía.—¿Vas a decirle que me las entregaste? —Pregunté alzando la mirada hacia ella. Ella parecía pensarlo, pero no dijo nada hasta que vio nuevamente mis heridas.—No lo haré, señora. No se preocupe
Nuestras lenguas danzaban una sobre la otra, el sabor a café en su boca me derretía.Sus manos recorrían mi espalda, desatando el cinturón de mi bata con una destreza que solo él poseía.La tela se deslizó por mis hombros, dejando al descubierto mi cuerpo desnudo.Pude sentir cómo su respiración se aceleraba al verme, como sus ojos se oscurecían con un deseo que había aprendido a reconocer y a anhelar.Podía verlo en su mirada, esa era la única señal de halago UE recibía de él y ver al CEO anhelarme de esa manera siempre me había cautivado.Él comenzó a besar mis hombros y mi cuello,haciendo extreme ver mi cuerpo. La excitación descendía y ascendía haciéndome desearlo aún más.Sus manos bajaron hasta mis caderas, apretándome contra él, podía sentir su erección a través de sus pantalones. Gemí suavemente, era como si mi cuerpo respondiera automáticamente al contacto con su piel.Me tomó en sus brazos y me llevó hasta la cama, depositándome con suavidad sobre las sábanas. Sus ojos nunc
Salí de la habitación,luego de vestirme apropiadamente para el trabajo.Había usado unas joyas que había elegido con la señorita Wen y llevaba un moño alto con escote pronunciado y una falda con tacones altos.Era un conjunto formal pero no demasiado anticuado, de esta manera solía vestir cuando no era una O'Sullivan y ahora, la única diferencia era el costo elevado (y a mi parecer, exagerado de las prendas).Bajé las escaleras y de inmediato lo vi a él, con ese traje formal y tan casual que solía utilizar los viernes, su semblante seguía siendo tan elegante como siempre pero esta vez tenía un adorno adorable en sus brazos; nuestra hija, Amanda O'Sullivan o como la había apodado, Amy.Brown ya no er su apellido pero dudo que ella notara la diferencia, se veía demasiado feliz con su padre. Estos pequeños momentos con ellos es lo que me hace dudar del divorcio pero como siempre, sé que esta felicidad no durará.Nuestros ojos se encontraron y por inercia le sonreí. Él frunció el ceño y g
Mi piel estaba pálida mientras veía los documentos esparcidos en la mesa. El CEO apretó los dientes y como si no fuera nada para él, simplemente sonrió sarcástico.—Me preguntaba porqué habían aparecido de repente. —Dijo para sí mismo pero parecía tener una leve insinuación hacia mí. Lo miré expectante—. Tus padres. —Insinuó. Quedé perpleja.Es cierto, mis padres llegaron de repente inmiscluyendose en mi vida sin previo aviso después de años de abandono pero ¿Ellos habían sido los informantes de la prensa? ¿Harían algo así aun sabiendo lo doloroso que sería para mí?El sonido del intercomunicador rompió el silencio en la oficina, interrumpiendo mi análisis interno. Él caminó hacia el escritorio y presionó el botón.—Señor, el equipo de relaciones públicas está listo en la sala de conferencias. —Anunció la voz de la secretaria, neutral pero con un deje de urgencia.Asintió y me lanzó una mirada intensa, como si estuviera evaluando mi fortaleza antes de invitarme a seguir. Su presencia
La luz de un nuevo día filtrándose a través de las cortinas transparentes de la habitación me despertaron.Abrí los ojos abruptamente al escuchar el sonido del despertador, lo apagué de inmediato, por miedo a que el CEO despertara, siento que siempre que despierta y me ve a su lado, las cosas empeoran. Nuestro día cotiduano que usualmente solo sería afectado por su mirada fría, se convertía en un infierno lleno de tensión y palabras toscas.Suspiré al verlo plácidamente dormido a mi lado, su cuerpo emanaba un calor reconfortante. Me quedé unos segundos contemplando su rostro, tan tranquilo, tan alejado de la máscara de frialdad que siempre me había mostrado. Estos pequeños momentos en los que despierto y lo veo así no pude evitar sentirme agradecida. Quizás por el pequeño instante de normalidad entre nosotros.Me levanté con cautela de no despertarlo y tras levantar mi bata de seda en el suelo me la coloqué. Debería pedirle al CEO que no deje mi ropa tirada pero en el momento en que