Bullá estaba picado y comenzó a subir la duna para poder disparar y vio a Hanza corriendo con Malak y apuntó a ellos y gritó.
—¡Hijo de David!
Hanza se detuvo y tiró a Malak al suelo, se dio la vuelta con su arma.
—¡Te metiste en mis terrenos! Eso no te lo perdono—disparó y el tiro rozó a Hanza en el brazo, se rio de él—te voy a enviar al infierno.
Volvió a disparar y Hanza se tiró a un lado y le disparó él en el estómago, Bullá cayó herido rodando por la arena.
Comienzan los problemas para Malak, Hanza está medio raro y ella no sabe cómo sobrellevar todo eso, me huele a problemas.
Ella entonces le dijo a su orgulloso hijo: —Eres como el señor Bigotes, solo quiere que yo lo quiera, cuando llega tu padre hasta lo araña. —No soy un gato. —Actúas como uno… No te amaron de entrada y te sientes tan vulnerable en tu seguridad—entonces le dijo con tono suave— cariño el amor nace, con los días, con el trato, con la constancia. —No para mí—rotundo. Ella sería dura con él y le dijo: —Fue así cuando tu padre tuvo la brillante idea de casarte con Laila. Él se quedó en silencio y ella le recalcó: —No tuviste opción, a veces la vida te quita las opciones y te deja decisiones, Malak tomó una, tal vez no fue la mejor… —Creo que un matrimonio conmigo es lo mejor que podía pasarle. —¿Será? —Es… Es una muchacha humilde, una nadhl que cosía para vivir y pasó a ser una esposa de alguien importante, considero que notas que hubo una mejora. Se cruzó de brazos y le preguntó a su hijo.
Cuando salió esa mañana vestía con el Burka, Laila al verla se sorprendió. Miró a Hanza y le preguntó. —¿Qué es esto? —Ella va a usarlo ahora. —Hanza. —Soy el esposo aquí y me tienen que obedecer. Laila fue tras él y lo detuvo. —¿Por qué esto con ella? —Ella me desafió y ahora debe aprender que el que manda aquí soy yo. Laila estaba apenada viendo a Malak así y la tristeza de sus ojos. Intentó hablarle y ella meneó la cabeza y se fue a su habitación. Entonces tomó la decisión y también lo utilizó ella y todas las empleadas, de forma que cuando Hanza llegó se topó con ese espectáculo. —¿Laila, qué haces vestida así? —Si Malak lo emplea, todas lo haremos. —Tú no… —Todo por igual. Hanza sentía que perdía autoridad en su propio hogar y tuvo que ceder y quitarle el castigo a Malak. De paso tenía deseos de ella y la envió a llamar. Malak fue
Bullá abrió los ojos enormemente y se agazapó para escuchar. —Si logramos que él esté de nuestro lado, el clan del Desierto pasará a formar parte de todo el país. ¿Amed Ansar su hijo? Y cuando escuchó el resto. —Como futuro heredero del clan Ansar; Amed hará tratos con nosotros y expandiremos nuestro negocio, tomaremos Fez y podremos hacer nuestras operaciones con respaldo del clan Ansar. Su padre dijo algo más… —Nombraré a Amed como líder de mi clan y así ostentará el liderazgo absoluto de todo. ¡Qué! ¿Y él? Alguien preguntó. —¿Y Bullá? —A mi hijo Bullá le daré una parte de su herencia para que se abra camino. Su herida todavía le dolía y se dijo: Así que tienes otros planes en donde yo no estoy metido, me las vas a pagar, papá. Pasión en la fiesta Hanza veía a Malak y esta danzaba y lo miraba, esa mirada tentadora que lo volvió loco, miró a todos lados y
Esa noche esperó a Hanza con su vestido nuevo y cuando la vio sonrió. —¡Estas swina! —¿Te parece?—se dio una vuelta. —Eres hermosa Laila—sonrió él. —Lo hizo Malak para mí—vio su sorpresa—es una mujer con talento. —No lo dudo… —Hanza tenemos que hablar. Lo llevó cerca de los jardines y mirando las flores que crecían allí las damascenas y los jazmines. Traídas especialmente para ella desde el Valle de las Rosas, partiendo de Kelaát M´Gouna, se llegaba a un precioso lugar de ensueño en donde crecían las damascenas en su esplendor. Laila tenía una gran variedad de ellas en sus jardines. —Nunca olvidaré lo que te costó traer brotes de cada una de estas rosas para mí—dijo ella. —Fue todo un reto, pero lo conseguí. —¿Hanza, eres feliz? Hanza le dijo la verdad. —Lo soy. —¿Malak te hace feliz? No quería confesarlo, pero… —Solo sé sincero conmigo. Entonces le dijo la
Malak estaba en el instituto recibiendo las clases, cuando al salir se topó con Gaela que al verla se quedó impactada por su cambio. —Pero si eres tú, Malak…—la admiró. Esas telas eran costosas, su piel se veía en verdad cuidada y usaba joyas caras. —¿Qué hiciste Malak? —Nada. —¿Y ese cambio? Ella se miró, supuso que para alguien como Gaela era en verdad bastante no
—¿Quién te enseñó a seducir de esta forma?—decía besando su boca. —Tú… —Nunca vi algo como eso… Eres desquiciante Malak, me pones como loco—besaba sus pechos. —Te amo esposo mío. Deslizaba sus manos por su desnudez y le dijo con voz ronca. —Nunca me dejes. —No amor, nunca te dejaré…—le aseguró ella. Hanza no dejaría que nada la apartase de él. La envidia Malak iba a salir esa mañana a sus clases, se sentía plena y radiante después de aquel momento que había pasado con su amado esposo. En el curso le enviaban a comprar varias telas y detalles para su proyecto de costura. Esa tarde, cuando entró en compañía de su chofer al almacén, Rania la alcanzó a ver y la siguió, vio la cantidad de compras y comparó con sus fundas, entonces se llenó de celos: ¡Cubierta de oro! Su ropa era costosa y se la veía tan…. Feliz y era esposa. ¡Esposa! Ella solo se quedó en
Ella se fue y miraba atrás, Bullá sonreía, era fácil hacerla ver mal y esperaba que esa tonta mujer haya tomado las fotos, Rania salió de su escondite. —Actuaste bien. —Debí ser actor…—la miró y era bella—tienes unos ojos hermosos. —No solo los ojos; pero, no te daré a ver más que ellos. Bullá sonrió, ya caería en sus redes. Pillerías Shary era una niña muy observadora, esa tarde cuando vio llegar a su padre despertó su curiosidad. Su padre era un misterio para ella: duro, a veces similar a un acero y sagaz, inteligente; sin embargo, su inteligencia era algo malévola, daba miedo su mirada… Aunque ante todo era un ser humano y muy básico, nada más su madre lo engrandecía, aprovechó que entró a asearse y ella con únicamente poner la clave del año de su nacimiento entró y comenzó a leer y lo que vio le h
Ella lo miró y le dijo muy segura. —Nunca te equivocarás conmigo, sería alucinante, es una palabra que usa una profesora…—se rio—suena muy bonita. —Tú eres alucinante—acarició su rostro. Ella le dijo emocionada. —Siempre quise estudiar diseño, cuando veía a mi mamá decorando los vestidos y a doña Gaela con esas telas… Sentía que mi corazón vibraba. —Hablas con tanto entusiasmo de ese asunto… —Es un sueño hecho realidad—dijo ella. —Quiero que cumplas mi sueño de ser padre. Ella se afligió y le dijo —Es lo que más quiero. —Me hice unos exámenes médicos—vio su sorpresa—estoy óptimo para ser padre, entonces, ¿de quién depende Malak? ¿Acaso los estás evitando? Malak lo miró sorprendida y le dijo molesta.