La mejor de las noches

Tome asiento otra vez, rompí el empaque y note que era una caja más pequeña. La abrí y allí estaba. El anillo de compromiso de Tanya. Lo removí porque debajo había un pequeño papelito, lo desdoble y decía.

Lo siento.

Se feliz.

¿Todo bien? – pregunto Lea poniendo su mano sobre mi brazo.

Se feliz. Esos eran sus deseos y así los cumpliría. Mi felicidad estaba a mi lado.

Si Lea, gracias.

Tome el empaque y lo metí en mi bolsillo. No le daría más importancia.

¿Qué, no nos vas a decir que es?

¡Alina! – dijeron mis padres en reprimenda.

Ay papá, yo solo tengo curiosidad.

Nada importante, Alina. Sigamos cenando.

Continuamos cenando ahora escuchando las bromas de Bernard y me puse a pensar en que al menos Tanya había hecho lo correcto. Había reconocido su error y ahora me regresaba algo que ya no le pertenecía. Al menos le agradecía su deseo hacia a mi.

Y lo cumpliría.

Cuando todos terminaron fui a la cocina y puse agua para café para acompañar el pastel y sabia que se acercaba la hora. La puer
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