NARRA BERENICEMe había levantado con un sentimiento extraño; en solo dos días iba a estar viajando a mi pueblito natal y seguramente a sacar mi pasado en consecuencia a este viaje. Pero lo veía bien, creo que ya era hora de enfrentarme a mis fantasmas y no vivir huyendo de los recuerdos tristes.Al principio me había sorprendido que Emerson me haya insistido en ir junto a él, antes cuando había tenido viajes de negocios jamás me había llevado con él, aunque claro en ese tiempo no había un vicepresidente que se hiciera cargo de la empresa cuando él estaba ausente. Igualmente, no fueron muchos sus viajes y si se ausentaba solo era por una tarde o la mañana completa, jamás se fue más de un mediodía.También me había asombrado que haya incluido a Dante, se notaba que lo quería mucho y a mí eso me ponía feliz, Dante se mostraba alegre y cómodo con él, solo que tenía miedo que piense cosas que no lo son. Sabía que Dante necesitaba una imagen paternal, y quizás era eso lo que veía en Emerso
Le preparé su desayuno y comencé a acomodar la cocina. Cuando estaba nerviosa se me daba por ordenar cuanta cosa se pase por el frente.—¿Qué hacen tú y Date en la devista, mami? —interrogó mi pequeño y casi me caigo, había olvidado esconderla.—No lo sé hijo —respondí, era muy pequeño para entender estas cosas.—Buenos días —saludó Ernest entrando a la cocina.—Buen día tío Oso —saludpo mi pequeño. Los ojos de Emmet se dislocaron al ver la revista.—Berenice, ¿Tú y…?—Fue una cena de negocios, pero ponen cualquier cosa —me justifiqué.Por suerte esa fue la última conversación acerca de la revista. Me pasé el día ordenando y preparando parte de la ropa para llevar a Forks. Para visitar a mi pueblito tenías que estar preparado para todo y más aun con un pequeño de solo tres años.Me había debatido todo el día en llamar a Gabriel, sabía que tenía que hablar con él aunque Rosario se enojara conmigo. El sonido de llamada de mi celular me saco de mis cavilaciones.—Hola Emerson —saludé, le
NARRA EMERSON¿Es que acaso ya no existía la palabra privacidad?Mi cena de ayer con Berenice y Dante era el tema del día, y mi querida prima Farrah me puso al tanto de todo, claro que no faltaron las burlas por parte de ella y Veronica, hasta mi tía Carol me gozaba.—¡Vamos Emerson!, ¿No me dirás que no te sientes Robert Pattinson con tantas cámaras detrás de ti? —preguntó mi prima burlándose de mí.—No le veo el chiste, Farrah —respondí, molesto.—Bueno no te enojes, me parece muy bonita… ¿Cómo es que se llama?—Berenice —revelé.—Su nombre le hace justicia, es encantadora, me gustaría conocerla —expresó en tono soñador—. Tanto a ella como al pequeño que llevabas en tus brazos.En esa revista se describía mi supuesto amorío con Berenice y también nombraba a la supuesta familia que había escondido. ¿A quién se le ocurre que escondería una familia? La verdad que estaban todos locos. Llamé a mis abogados y puse una demanda a la bendita revista que había circulado esas mentiras a cerca
—¿Cómo llegó un bebé ahí dento, tía Rosario? —preguntó mi curioso hijo señalando la barriga plana de mi hermana. La miré burlona para ver cómo le explicaba a mi hijo como se había quedado embarazada.Estábamos en la sala, mirando televisión y comiendo unas ricas galletas recién horneadas por mi hermana mayor. Rose y Ernest hoy habían ido a la cita con el ginecólogo y les confirmó que estaban embarazados. Mi futuro sobrinito estaba de tan solo dos meses y medio y a los futuros padres no les cabía que la felicidad dentro, obviamente los entendía.La noticia de la llegada de un hijo es una de las mejores cosas que nos puede pasar. Mi cuñado estaba… como explicarlo, exaltado, si creo que esa era la palabra correcta. Cada dos por tres le preguntaba a su esposa como estaba, no dejaba que comiera sola y, lo que es aún peor, no la dejaba ir a trabajar. Rosario era una persona que necesitaba sentirse útil y quedarse en la casa todo el día, iba a hacer que tenga un humor difícil de sobrellevar
NARRA EMERSONEstaba soñando con un hermoso paisaje, donde no existían las preocupaciones y todo era paz, armonía y felicidad. Hasta que el diablillo de mi prima se me trepó encima para despertarme.—Arriba primito, es tiempo que te levantes —dijo zamarreándome.—Eres una loca Mary Farrah Harker, ¿Cómo me vas a despertar así? —respondí poniéndome de malhumor, odiaba que me despertaran.—Si no fueras tan dormilón y el reloj no marcara las ocho de la mañana no te hubiera despertado de esta manera —miró sus uñas. Abrí los ojos como platos al darme cuenta de la hora.—¡¿Por qué no me despertaste antes?! —reproché saltando de la cama dirigiéndome al baño para asearme.—¡Hombres! —logré escuchar murmurar a Farrah.Me bañé como un rayo, y bajé mi equipaje. Le había dicho a Berenice que la pasaría a buscar a las nueve, nuestro vuelo salía a las diez.—Nosotras vamos a acompañarte Emerson —dijo Farrah mirándome acusadoramente.—¿Eh? —pregunté.—Así es jovencito, vamos a acompañarlos y luego tr
NARRA BERENICESentir su abrazo protector me hacía sentir segura, protegida, querida… esas sensaciones no las experimentaba desde… Benjamín.—¿Estás mejor? —preguntó la dulce voz de Emerson aún abrazándome.—Sí, mucho mejor gracias —dije elevando mi rostro para mirarlos a los ojos.Y ahí estaban, esos orbes verde esmeralda que hacían que te perdieras en su profundidad. Tenía los ojos más hermosos que recordara, pero no solo por su color brillante, sino por la intensidad y la profundidad que tenían.El volver a Forks me hacía sentir en casa otra vez, pero todas las emociones guardadas por tanto tiempo salían al exterior sin la capacidad de esconderlos o combatirlos.Todo el trayecto hasta aquí, me hacían recodar a mis padres. Innumerables veces habíamos ido a pasear junto a ellos, tomando esas carreteras. Pero lo que más añoranza me dio fue ver el cartel de “Bienvenidos a Forks” que tantas veces mi padre lo pasó con el coche patrulla y yo iba de copiloto junto a él.Sabía que volver a
NARRA EMERSONEn la lejanía sentía como si alguien estuviera junto a mí.Poco a poco fui despertándome y ubicándome en donde estaba. Levanté mi cabeza pero había algo que se atajaba de mi camiseta. Miré hacia esa dirección y vi el pequeño cuerpecito de Dante aferrando mi ropa de dormir profundamente dormido. ¿Cómo había llegado hasta aquí? Lo último que me acordaba antes de dormirme fue haber llevado a una Berenice dormida hacia su habitación.Me levanté con sumo cuidado, deshaciendo el abrazo de Dante, me puse a su altura y deje un casto beso en su frente. Agarré mi ropa y me encaminé hacia al baño para asearme.Dejé que el agua caliente me relajara. ¿Qué se sentiría tener una familia como ellos? Tan hermosos, cariñosos y dulces. Llegar a tu hogar después de un día agotador de trabajo este tu pequeño hijo recibiéndote con los brazos abiertos y tu dulce esposa te espere para darte un dulce beso en los labios. Dormirte todas las noches acompañado, leerle un cuento antes de dormir a tu
NARRA BERENICEMe quedé estática en mi lugar, tratando de proteger a Dante envolviéndolo con mi cuerpo y sintiendo el brazo de Emerson tomarme por la cintura. Una de mis peores pesadillas estaba justo en frente mío, y lo que era peor era que tenía a Dante presenciando este reencuentro.—Hasta que por fin te dignas a regresar —fueron las palabras de la mujer que hizo mis últimos años en Forks un verdadero infierno—. ¿Cómo llevas la muerte de mi hijo en tu espalda? —siseó ácidamente.—¡Señora por Dios! —Rugió Emerson—. ¿Es que no ve al niño delante de usted? —volvió a decirle, colérico.Yo solo atiné a proteger a Dante, tratando que no escuchara nada de lo que este individuo decía.—Ese niño nunca tendría que haber nacido —bramó entre dientes.La ira recorrió mi sangre.—¡No voy a permitir que hable de mi hijo, antes de nombrarlo lávese muy bien su boca! —Grité roja por la furia, escuchando los sollozos de mi pequeño—. Emerson, por favor lleva a Dante lejos de aquí, no quiero que escuch