NARRA EMERSONHabía salido de la habitación de Berenice como alma que lleva el diablo. ¿Qué había estado a punto de hacer?Sin lugar a dudas iba a besarla, claro que sí, me moría de ganas por probar sus labios. Ella al principio se notaba de acuerdo aunque después algo pasó y todo cambió trayéndome a la realidad.Me golpeaba mentalmente por ser tan estúpido, por haber arruinado todo, ella necesitaba a un amigo que la apoye y yo estaba ahí muriendo de ganas de besarla.En todo el camino a casa no había dicho ni una palabra. Veronica trataba de entablar alguna conversación pero yo solo respondía con monosílabos. Cuando llegamos a la mansión entre rápidamente a la casa y fui directamente a la ducha para tratar de despejar mi mente.Dejé el agua caer por mi cuerpo, pero era incapaz de borrar su imagen de mi cabeza. No sé que me había hecho, que no podía sacarla de mis pensamientos y eso me asustaba. Recordaba sus expresivos ojos, su hermoso rostro, sus muecas, la manera de tratar a Dante
NARRA BERENICE—¿Berenice? —preguntó la voz de la persona que menos imaginé que volvería a ver.Rápidamente se levantó de su silla y vino hacia mí y me envolvió en un abrazo. Luego de unos instantes se lo correspondí y comencé a llorar.—Pensé que jamás volvería a verte —murmuró en mi oído.—Yo pensaba lo mismo —respondí.Estuvimos abrazados unos instantes, hasta que sentí que alguien se aclaraba la garganta. Miré en dirección a Emerson y tenía el ceño fruncido con una mirada ¿Triste?; su mano apretaba fuertemente una lapicera.Me separé de Gabriel y traté de recomponer mi postura secándome las lágrimas que habían logrado caer.—Lo siento, señor Harker —me disculpé; él solo hizo un gesto con la mano con una línea tensa en los labios—. ¿Qué iba a decirme? —pregunté acercándome a su escritorio con Gabriel detrás de mí.—Necesito que te fijes en mi agenda cuando puedo realizar un viaje de tres días a Forks —respondió mi jefe seriamente. ¿Había dicho viajar a Forks?—¿Forks? —pregunté en
NARRA EMERSON¿Emerson Harker, celoso? ¡Puff!, por supuesto que Sí.Estaba pensando muy seriamente en cambiar de ingeniero, pero claro que ya no era posible, habíamos firmado un contrato y la negociación estaba hecha.¡Maldita sea!Quedé paralizado y muy confundido cuando ese ingeniero reconoció a Berenice, no sabía de dónde, pero se notaba que eran muy cercanos. Sentía un nudo en el estómago al imaginar que podría ser el padre de Dante, me daba terror pensar en que quisiera apartarlo de mi lado.Había tomado una actitud distante y fría con Berenice, pero no era por enojo hacia ella sino hacia mí mismo, por ponerme celoso de ella. Jamás en la vida había sentido celos por alguna mujer, ni siquiera por mi madre o Veronica, pero hoy… Berenice me había demostrado lo feo que era sentirlo y aún más sabiendo que no puedes hacer nada para combatirlos.Luego de ver como Berenice se iba de mi oficina—tras haber aceptado salir a cenar conmigo—, suspiré feliz. Esto sí era nuevo, la última cita qu
Cuando Berenice salió de su aturdimiento por vaya-uno-a-saber-por-qué, fue a recoger sus pertenencias y Dante me arrastró —literalmente— hacia la sala, donde comenzó a mostrarme las fotos que le habían sacado en su cumpleaños. Estaban todas preciosas, y se le notaba que estuvo muy feliz ese día. Pero una de ellas llamó toda mi atención, salíamos Berenice, Dante y yo como una familia, una verdadera familia. Ni me había dado cuenta que nos tomaron esa foto, yo tenía a Dante en brazos y Berenice le bañaba la naricita con crema del pastel, me anoté mentalmente que iba a pedirle una copia de esta fotografía a Berenice.Una vez que Berenice salió del cuarto, nos fuimos hacia mi coche. Lo senté a Dante en su butaca tras la sorpresa de Berenice, pero no era una molestia la que tomaba, sino era por la propia seguridad de todos. Subimos al coche y conduje a uno de mis restaurant preferidos que hace tiempo no iba.Cuando llegamos, le di las llaves al valet parking y nos adentramos en el lugar. S
NARRA BERENICEMe había levantado con un sentimiento extraño; en solo dos días iba a estar viajando a mi pueblito natal y seguramente a sacar mi pasado en consecuencia a este viaje. Pero lo veía bien, creo que ya era hora de enfrentarme a mis fantasmas y no vivir huyendo de los recuerdos tristes.Al principio me había sorprendido que Emerson me haya insistido en ir junto a él, antes cuando había tenido viajes de negocios jamás me había llevado con él, aunque claro en ese tiempo no había un vicepresidente que se hiciera cargo de la empresa cuando él estaba ausente. Igualmente, no fueron muchos sus viajes y si se ausentaba solo era por una tarde o la mañana completa, jamás se fue más de un mediodía.También me había asombrado que haya incluido a Dante, se notaba que lo quería mucho y a mí eso me ponía feliz, Dante se mostraba alegre y cómodo con él, solo que tenía miedo que piense cosas que no lo son. Sabía que Dante necesitaba una imagen paternal, y quizás era eso lo que veía en Emerso
Le preparé su desayuno y comencé a acomodar la cocina. Cuando estaba nerviosa se me daba por ordenar cuanta cosa se pase por el frente.—¿Qué hacen tú y Date en la devista, mami? —interrogó mi pequeño y casi me caigo, había olvidado esconderla.—No lo sé hijo —respondí, era muy pequeño para entender estas cosas.—Buenos días —saludó Ernest entrando a la cocina.—Buen día tío Oso —saludpo mi pequeño. Los ojos de Emmet se dislocaron al ver la revista.—Berenice, ¿Tú y…?—Fue una cena de negocios, pero ponen cualquier cosa —me justifiqué.Por suerte esa fue la última conversación acerca de la revista. Me pasé el día ordenando y preparando parte de la ropa para llevar a Forks. Para visitar a mi pueblito tenías que estar preparado para todo y más aun con un pequeño de solo tres años.Me había debatido todo el día en llamar a Gabriel, sabía que tenía que hablar con él aunque Rosario se enojara conmigo. El sonido de llamada de mi celular me saco de mis cavilaciones.—Hola Emerson —saludé, le
NARRA EMERSON¿Es que acaso ya no existía la palabra privacidad?Mi cena de ayer con Berenice y Dante era el tema del día, y mi querida prima Farrah me puso al tanto de todo, claro que no faltaron las burlas por parte de ella y Veronica, hasta mi tía Carol me gozaba.—¡Vamos Emerson!, ¿No me dirás que no te sientes Robert Pattinson con tantas cámaras detrás de ti? —preguntó mi prima burlándose de mí.—No le veo el chiste, Farrah —respondí, molesto.—Bueno no te enojes, me parece muy bonita… ¿Cómo es que se llama?—Berenice —revelé.—Su nombre le hace justicia, es encantadora, me gustaría conocerla —expresó en tono soñador—. Tanto a ella como al pequeño que llevabas en tus brazos.En esa revista se describía mi supuesto amorío con Berenice y también nombraba a la supuesta familia que había escondido. ¿A quién se le ocurre que escondería una familia? La verdad que estaban todos locos. Llamé a mis abogados y puse una demanda a la bendita revista que había circulado esas mentiras a cerca
—¿Cómo llegó un bebé ahí dento, tía Rosario? —preguntó mi curioso hijo señalando la barriga plana de mi hermana. La miré burlona para ver cómo le explicaba a mi hijo como se había quedado embarazada.Estábamos en la sala, mirando televisión y comiendo unas ricas galletas recién horneadas por mi hermana mayor. Rose y Ernest hoy habían ido a la cita con el ginecólogo y les confirmó que estaban embarazados. Mi futuro sobrinito estaba de tan solo dos meses y medio y a los futuros padres no les cabía que la felicidad dentro, obviamente los entendía.La noticia de la llegada de un hijo es una de las mejores cosas que nos puede pasar. Mi cuñado estaba… como explicarlo, exaltado, si creo que esa era la palabra correcta. Cada dos por tres le preguntaba a su esposa como estaba, no dejaba que comiera sola y, lo que es aún peor, no la dejaba ir a trabajar. Rosario era una persona que necesitaba sentirse útil y quedarse en la casa todo el día, iba a hacer que tenga un humor difícil de sobrellevar