Sabía que aquel tema era delicado y que, hasta ahora, Evan apenas había hablado de su padre biológico, porque aún sentía el peso de su abandono.
—¿Estás seguro de que era él? —preguntó, con la voz llena de comprensión. Evan solo asintió.
—¿Qué sientes acerca de eso?
Evan se llevó una mano al rostro, intentando recuperar la compostura. Después de tantos años, aquella figura del pasado aún parecía afectarlo más de lo que estaba dispuesto a admitir. Y ahora más que nunca quería que eso sucediera, porque tenía una familia por la que debía ser un pilar.
—No estoy seguro… Solo… verlo ahí, como si nada, como si no hubiera pasado todo lo que pasó, fue… —Evan hizo una pausa, buscando las palabras—, fue difícil, mamá. Pens&
Evan caminó sin mirar atrás, mientras que tras él quedaba un huracán.—¿Quién es ese hombre, Nathan? —insistió la mujer su voz cargada de sospecha. Nathan evitó su mirada y, sin darle una respuesta, salió rápidamente tras Evan, dejándola con la palabra en la boca.En el estacionamiento, Evan ya estaba a punto de subir a su auto cuando escuchó los pasos acelerados de Nathan acercándose. Antes de que pudiera cerrar la puerta, su padre lo detuvo.—Evan, espera… Por favor, escúchame —dijo Nathan, jadeando un poco, tratando de calmarse—. Solo te pido unos minutos para que hablemos.Evan lo miró, incapaz de contener el rencor acumulado por años.—¿Hablar? —repitió con amargura—. No creo que tengamos nada de qué hablar. Mejor ve a ver a tu verdadero hijo, e
Las semanas siguientes al nacimiento de Eva se convirtieron en una mezcla de emociones y aprendizajes para Evan y Emma. Los días transcurrían entre el llanto de la bebé, noches de insomnio y momentos de ternura que hacían que todo valiera la pena. Evan, quien había enfrentado las situaciones más extremas en combate, admitió en más de una ocasión que ser padre era el desafío más complejo de su vida.Emma, aunque agotada por el parto y la adaptación a su nueva rutina, encontraba consuelo en las manos fuertes pero tiernas de Evan. Él la ayudaba a cada paso, asegurándose de que no cargara con todo el peso de cuidar a Eva. A pesar de su aparente fortaleza, Evan era consciente de que las inseguridades de Emma persistían, especialmente con la sombra de Leonardo aún presente en sus pensamientos.Una tarde, mientras Emma amamantaba a Eva en la sala, Evan
La pequeña iglesia estaba adornada con flores blancas y lilas, un reflejo de la sencillez que Evan y Emma habían imaginado para su boda. La luz del atardecer se filtraba por los vitrales, llenando el lugar con un resplandor cálido. Aunque la ceremonia era discreta, el amor y la alegría en el ambiente eran palpables.Emma sostenía con cuidado a Eva mientras Emilia ajustaba los pliegues de su vestido blanco. Era un diseño sencillo, sin excesos, pero perfecto para la ocasión. La tela fluida acentuaba su elegancia natural, y una corona de pequeñas flores adornaba su cabello.—Te ves preciosa —murmuró Emilia, sonriendo mientras miraba a su hermana en el espejo.Emma le devolvió la sonrisa, sintiendo un nudo en la garganta.—Gracias por estar aquí, Emilia. No sé qué haría sin ti.—Siempre estaré aquí para t
Varios días después de su boda, el aire fresco de la mañana envolvía a Evan y Emma mientras caminaban hacia el hospital. Evan llevaba el portabebés colgado al hombro, aunque Emma insistía en cargar a Eva en sus brazos. A pesar de la tranquilidad aparente del día, él no podía deshacerse de una sensación de inquietud. Había demasiados asuntos sin resolver, demasiadas palabras sin decir, y lo que más temía era que ese peso terminara afectando a Emma y su pequeña.—Eva está cada vez más tranquila... casi nunca llora, ¿te has dado cuenta? —comentó Emma con una sonrisa mientras miraba a la bebé dormidita en sus brazos.—Es como su madre, fuerte y serena —respondió Evan, intentando apartar los pensamientos oscuros que lo invadían.Llegaron al hospital unos minutos después. El luga
Evan no tuvo tiempo de reaccionar. Las palabras que había guardado durante tanto tiempo, el peso de secretos que había enterrado para proteger a Emma, salieron a la luz con una franqueza desgarradora. Apenas terminó su confesión, bajó la cabeza, esperando que Emma se alejara, o incluso que sintiera desilusión. Sin embargo, en lugar de eso, ella se acercó rápidamente, y sin decir nada, lo rodeó con sus brazos en un abrazo cálido y protector.Evan sintió el alivio como una ola inesperada. La calidez de Emma y la suavidad de su tacto rompieron las barreras que había construido en su interior. Cerró los ojos, apoyando la cabeza en el hueco de su cuello, y dejó que todo el peso que había cargado durante semanas escapara de sus labios en suspiros ahogados y respiraciones entrecortadas. Sin emitir ningún juicio, Emma acarició su cabello, dejando que &e
Evan miró a Nathan de pie frente a él, y el peso de la decisión lo invadió. En ese momento, Evan no sabía qué sentía realmente. Había esperado durante tantos años una explicación, una razón que justificara el abandono, aunque sabía que ninguna respuesta sería suficiente para sanar la herida. Sin embargo, ahí estaba Nathan, con la mirada de un hombre derrotado, y Evan sintió una mezcla de curiosidad, rabia y cansancio.Decidió abrir la puerta.Sin invitarlo a pasar, Evan lo miró fijamente y le preguntó, en un tono firme pero contenido, casi hostil.—¿Qué quieres?Nathan levantó la vista, y su mirada estaba cargada de una tristeza que Evan no recordaba haber visto jamás en nadie. Con una voz rota y pausada, el hombre respondió.—Solo quiero hablar contigo, Evan. Expl
La mansión de los tíos de Emma siempre había sido un lugar imponente, con sus paredes de mármol blanco y los vastos jardines perfectamente cuidados. A pesar de la majestuosidad del lugar, Emma, de diecinueve años, sentía que nunca había podido llamar a ese lugar su hogar. Desde la muerte de sus padres, la frialdad de sus tíos había sido su única compañía, excepto por su hermana, Emilia, que siempre estaba a su lado.Esa noche, sin embargo, Emma no estaba pensando en su hermana ni en sus tíos. Su mente estaba ocupada por una sola persona: Leonardo. El joven perteneciente a una de las familias más ricas de la ciudad había capturado su corazón desde el primer momento en que lo vio en una de las fiestas de sociedad que sus tíos organizaban regularmente.Acercarse a él no había sido sencillo, especialmente porque sus tíos no las trataban como iguales, sino como lastres de la sociedad por haber perdido todo con la muerte de sus progenitores. Pero con detalles simples, palabras sencillas y s
La casa estaba más resplandeciente que nunca esa noche, con un aire de celebración que no lograba disipar la tensión que Emma sentía en el ambiente. La velada prometía ser una de las más grandes del año, con invitados selectos de la alta sociedad y un aire de opulencia que flotaba entre las lámparas de araña y los arreglos florales.Los tíos de las chicas habían estado organizando esta fiesta por semanas, con el propósito no tan oculto de encontrar un pretendiente para Emilia, solo para deshacerse de una de sus sobrinas al menos. A sus veintitrés años, era el objetivo principal de los rumores de la familia, quienes no podían entender por qué no había aceptado a ninguno de los muchos pretendientes que la habían cortejado.Por otro lado, Emma observaba el salón desde una esquina, con las manos temblorosas y el corazón oprimido. Aunque llevaba puesta una de las hermosas joyas que le había prestado su tía, y un vestido lujoso que ocultaba su figura, se sentía más expuesta que nunca. Sabía