Varios días después de su boda, el aire fresco de la mañana envolvía a Evan y Emma mientras caminaban hacia el hospital. Evan llevaba el portabebés colgado al hombro, aunque Emma insistía en cargar a Eva en sus brazos. A pesar de la tranquilidad aparente del día, él no podía deshacerse de una sensación de inquietud. Había demasiados asuntos sin resolver, demasiadas palabras sin decir, y lo que más temía era que ese peso terminara afectando a Emma y su pequeña.
—Eva está cada vez más tranquila... casi nunca llora, ¿te has dado cuenta? —comentó Emma con una sonrisa mientras miraba a la bebé dormidita en sus brazos.
—Es como su madre, fuerte y serena —respondió Evan, intentando apartar los pensamientos oscuros que lo invadían.
Llegaron al hospital unos minutos después. El luga
Evan no tuvo tiempo de reaccionar. Las palabras que había guardado durante tanto tiempo, el peso de secretos que había enterrado para proteger a Emma, salieron a la luz con una franqueza desgarradora. Apenas terminó su confesión, bajó la cabeza, esperando que Emma se alejara, o incluso que sintiera desilusión. Sin embargo, en lugar de eso, ella se acercó rápidamente, y sin decir nada, lo rodeó con sus brazos en un abrazo cálido y protector.Evan sintió el alivio como una ola inesperada. La calidez de Emma y la suavidad de su tacto rompieron las barreras que había construido en su interior. Cerró los ojos, apoyando la cabeza en el hueco de su cuello, y dejó que todo el peso que había cargado durante semanas escapara de sus labios en suspiros ahogados y respiraciones entrecortadas. Sin emitir ningún juicio, Emma acarició su cabello, dejando que &e
Evan miró a Nathan de pie frente a él, y el peso de la decisión lo invadió. En ese momento, Evan no sabía qué sentía realmente. Había esperado durante tantos años una explicación, una razón que justificara el abandono, aunque sabía que ninguna respuesta sería suficiente para sanar la herida. Sin embargo, ahí estaba Nathan, con la mirada de un hombre derrotado, y Evan sintió una mezcla de curiosidad, rabia y cansancio.Decidió abrir la puerta.Sin invitarlo a pasar, Evan lo miró fijamente y le preguntó, en un tono firme pero contenido, casi hostil.—¿Qué quieres?Nathan levantó la vista, y su mirada estaba cargada de una tristeza que Evan no recordaba haber visto jamás en nadie. Con una voz rota y pausada, el hombre respondió.—Solo quiero hablar contigo, Evan. Expl
Evan despertó temprano, con la suave luz del amanecer filtrándose a través de las cortinas. La noche anterior había sido una de las más difíciles de su vida; su encuentro con Nathan le había dejado un peso en el pecho, una mezcla de emociones que aún no lograba entender. Miró a su lado y vio a Emma dormida, serena, con una expresión de paz que lo ayudaba a calmar sus propios pensamientos. No quiso despertarla, así que se levantó con cuidado, dándose cuenta de que necesitaba ocuparse de algo más inmediato y reconfortante, atender a su hija.Eva, que dormía en su cuna junto a ellos, comenzó a moverse y a hacer pequeños sonidos, señal de que pronto estaría despierta. Evan se acercó, sonriendo al ver cómo la pequeña abría sus grandes ojos, esos ojos tan parecidos a los suyos. La tomó en brazos y la ac
El abrazo de Nathan a Alana fue inesperado, abrupto, y aunque era evidente la carga emocional en sus ojos, Alana lo apartó, con la incomodidad y el rechazo plasmados en su rostro. Apenas había podido reaccionar cuando Robert, que había estado observando todo desde la sala, se puso de pie con una mirada seria y protectora, acercándose hasta colocarse entre ella y Nathan. Tomó la mano de su esposa con suavidad, y luego, con un gesto firme y decidido, la guio para que se colocara tras él. Los dos hombres se encontraron cara a cara, y aunque sus estaturas eran similares, Robert se veía más imponente, cada línea de su postura transmitía la experiencia y disciplina de su pasado en el ejército.Nathan no retrocedió, aunque podía sentir la intensidad en los ojos de Robert, quien lo observaba con una mezcla de reproche y desafío. Aun así, la voz de Robert fue tranquil
Cuando Emma llegó con su esposo, él sostenía a su pequeña entre sus brazos, le tocó el brazo con suavidad y lo invitó a ir a su cuarto para hablar solos.En el instante en que Emma y Evan se encontraban en el cuarto de su hija, un lugar que, a pesar de los conflictos familiares recientes, les ofrecía cierta paz, una ligera tensión se posó sobre ellos. La pequeña Eva dormía entre los brazos de Emma, y Evan no podía evitar mirar el rostro de ambas con ternura y un amor profundo. Sin embargo, la tensión seguía latente en el ambiente. Aún tenía en mente la solicitud que su padre, Nathan, había hecho, y la discusión con él continuaba resonando en su mente, dejándolo sin respuestas claras.Emma, al percibir su incomodidad, decidió intervenir. Sabía que Evan se debatía entre la responsabilidad, el resent
Evan corrió hacia la sala apenas escuchó el grito de su madre. Su corazón latía con fuerza, como si presintiera que algo grave estaba a punto de desmoronarse en su vida. Emma lo siguió, sosteniendo a la pequeña Eva en brazos, con la mirada preocupada y el cuerpo tenso.Al llegar, Evan se encontró con una escena que le revolvió el estómago: Nathan, su padre biológico, estaba en el suelo con una expresión de sorpresa y dolor en el rostro, mientras Alana, su madre, sujetaba a Robert con todas sus fuerzas para que no volviera a golpearlo. La tensión en el ambiente era casi insoportable; cada palabra y cada gesto parecían estar cargados de años de resentimiento y heridas abiertas.—¡No tienes derecho, Nathan! —gritaba Robert, su rostro enrojecido de furia y frustración—. ¿Cómo te atreves a venir aquí y ofrecerle
Matthew se encontraba en el comedor de la casa de su hermana, tratando de mantener una expresión neutral mientras observaba a Marco reírse junto a Aurora. La escena, a simple vista, parecía completamente normal, pero para él, la presencia de Marco seguía siendo una molestia difícil de ignorar. No solo le preocupaba que aquel hombre, que alguna vez había mostrado interés en Emilia, ahora estuviera saliendo con su hermana, sino que también lo consideraba demasiado mayor para ella.«¿Qué le habrá visto a este tipo?», pensaba Matthew mientras miraba a Marco con el ceño fruncido. Aurora, quien solía ser reservada y tranquila, se mostraba feliz y relajada junto a Marco, riendo de sus bromas y recostándose contra su hombro. Matthew no podía soportarlo.Decidido a dejar en claro su opinión, se aclaró la garganta con fuerza, cap
Emma suspiró mientras acunaba a Eva en sus brazos, quien, finalmente, había caído en un sueño profundo. En las últimas semanas, desde que Evan comenzó su nuevo trabajo como instructor, el tiempo que pasaba con él se había reducido considerablemente. Con largas jornadas de doce horas, Evan llegaba a casa agotado, cuando Emma ya estaba casi siempre en la cama, tratando de recuperar energía para el día siguiente. Aunque entendía que este cambio de horario era temporal y parte del deber de Evan, la transición estaba siendo más desafiante de lo que había imaginado.Las mañanas, especialmente, solían ser las más difíciles. Evan se marchaba temprano, y Emma se quedaba a cargo de Eva, de tan solo unos meses de edad, lo que implicaba que debía estar siempre alerta. Sin embargo, su amor por su hija y el deseo de ser la mejor madre posible la