Matthew se encontraba en el comedor de la casa de su hermana, tratando de mantener una expresión neutral mientras observaba a Marco reírse junto a Aurora. La escena, a simple vista, parecía completamente normal, pero para él, la presencia de Marco seguía siendo una molestia difícil de ignorar. No solo le preocupaba que aquel hombre, que alguna vez había mostrado interés en Emilia, ahora estuviera saliendo con su hermana, sino que también lo consideraba demasiado mayor para ella.
«¿Qué le habrá visto a este tipo?», pensaba Matthew mientras miraba a Marco con el ceño fruncido. Aurora, quien solía ser reservada y tranquila, se mostraba feliz y relajada junto a Marco, riendo de sus bromas y recostándose contra su hombro. Matthew no podía soportarlo.
Decidido a dejar en claro su opinión, se aclaró la garganta con fuerza, cap
Emma suspiró mientras acunaba a Eva en sus brazos, quien, finalmente, había caído en un sueño profundo. En las últimas semanas, desde que Evan comenzó su nuevo trabajo como instructor, el tiempo que pasaba con él se había reducido considerablemente. Con largas jornadas de doce horas, Evan llegaba a casa agotado, cuando Emma ya estaba casi siempre en la cama, tratando de recuperar energía para el día siguiente. Aunque entendía que este cambio de horario era temporal y parte del deber de Evan, la transición estaba siendo más desafiante de lo que había imaginado.Las mañanas, especialmente, solían ser las más difíciles. Evan se marchaba temprano, y Emma se quedaba a cargo de Eva, de tan solo unos meses de edad, lo que implicaba que debía estar siempre alerta. Sin embargo, su amor por su hija y el deseo de ser la mejor madre posible la
Evan llegó a casa al anochecer, agotado tras una intensa jornada de trabajo. Lo primero que pensó al abrir la puerta fue en el alivio de finalmente estar en casa, donde el cansancio siempre se volvía más llevadero al ver la sonrisa de Emma y el pequeño rostro de Eva, quien ya empezaba a mostrar destellos de su personalidad traviesa. Sin embargo, al entrar a la sala, se llevó una sorpresa.Emma estaba esperándolo despierta, y, a su lado, en la pequeña mesa que habían dispuesto para sus cenas de pareja, había un par de platos cubiertos, que claramente mostraban que había estado preparando algo especial. Evan frunció ligeramente el ceño, pues habían acordado que ella no se quedaría despierta hasta tarde esperando por él. Con una bebé tan pequeña, sabía que las noches de sueño de Emma eran limitadas, y no quería cargarla
Emma besó a Evan con efusividad antes de marcharse. Su corazón latía con fuerza mientras lo miraba a los ojos, sintiendo un remolino de emociones. Aunque intentaba mantenerse firme, la ansiedad de lo que podía esperarle en ese encuentro con Leonardo la invadía. Evan, percibiendo su agitación, le dio un último abrazo de aliento y susurró.—Recuerda, estoy contigo en todo. Has lo que estimes necesario y si te amenaza con cualquier cosa, tú solo mándalo al demonio, que no tiene cómo ganar.Emma asintió y, con una última mirada, se despidió de su esposo. Con su hija, Eva, en brazos, fue al encuentro de su hermana Emilia y Matthew, quienes la esperaban para ayudarla a cuidar a la pequeña. Emilia, al recibir a hermosa sobrina, le sonrió con ternura, dándole un ligero apretón en la mano, entendiendo que Emma no solo dejaba a su hija
Emma cerró la puerta de su casa con un suave suspiro, exhausta emocionalmente después de su visita al hospital. El encuentro con Leonardo había sido más impactante de lo que había anticipado; ver a un hombre que antes se mostraba altivo, tan vulnerable y arrepentido, había removido en ella recuerdos difíciles y una inesperada mezcla de compasión y alivio. Sin embargo, su resolución estaba clara, su vida era con Evan y Eva. Ahora solo le quedaba contarle a Evan lo ocurrido, una conversación que presentía complicada.Evan la esperaba en la sala, con Eva dormida en sus brazos, mientras leía uno de los cuentos que tanto disfrutaba leerle, ese día salió antes del trabajo porque no aguantó la tensión que sentía por el encuentro de su esposa con su ex. Por eso, pasó por su pequeña a la casa de su cuñada y la llevó al departa
El día que Leonardo recibió el alta médica, un clima gris y sombrío envolvía la ciudad, como si el mundo mismo reflejara la tristeza y desesperanza que él sentía. Su padre, Nathan, llegó al hospital para llevarlo a casa, con un rostro que intentaba permanecer estoico, aunque una sombra de tristeza era innegable en su mirada.Y no era para menos, su hijo había perdido mucho en poco tiempo, y todo parecía indicar que no lo recuperaría. Al menos no por su propia voluntad, porque de esta no le quedaba nada.Leonardo fue trasladado con sumo cuidado desde la habitación hasta el coche, y aunque su padre intentó iniciar una conversación, solo obtuvo un silencio frío y distante. Leonardo miraba a través de la ventana del coche sin mostrar emoción alguna, sus ojos perdidos en un vacío que nadie más podía entender. Finalmente, l
Los meses transcurrieron llenos de expectativa y emoción en la vida de Emilia y Matthew. Con cada nuevo día, el amor entre ellos se fortalecía, y la espera del nacimiento de su hijo parecía unirlos aún más. Emilia había experimentado un embarazo con sus altibajos, pero el apoyo de Matthew nunca faltó. Él la acompañaba a cada chequeo médico, se aseguraba de que estuviera cómoda, y hasta había aprendido a cocinar algunos platillos para sorprenderla. Emilia, por su parte, encontraba en él la paz y el consuelo que hacía tanto tiempo había deseado. La vida les estaba brindando una nueva oportunidad, y ambos estaban dispuestos a aprovecharla.Finalmente, el esperado día llegó. Aquel caluroso día de verano, Emilia se despertó sintiendo que algo distinto en su cuerpo la alertaba, el momento estaba muy cerca. Al notar su incomodidad,
El tiempo había iba pasando lento, pero lleno de emociones agradables que solo afianzaban los lazos entre ellos. Evan llegó a casa al anochecer, agotado pero feliz de regresar al lugar que ahora consideraba su refugio. Después de un largo día de trabajo y entrenamiento en la base, lo único que deseaba era estar con Emma y Eva, sus razones de vivir. Al abrir la puerta, el suave sonido del televisor encendido en la sala le dio la bienvenida y sonrió porque de nuevo se había olvidado su esposa de apagar el aparato. Caminó en silencio, buscando no hacer ruido para no despertar a nadie. Allí, en el sofá, estaba Emma, profundamente dormida, con un libro a medio leer descansando sobre su pecho y la pequeña Eva acurrucada en su cuna portátil junto al sofá.Evan sonrió, acercándose para cubrir a Emma con una manta. Se detuvo por un momento, contemplando la paz en su r
Serena caminaba por el lujoso despacho del abogado, sus tacones resonando en el suelo de mármol mientras observaba con detenimiento las paredes decoradas con diplomas y reconocimientos. Para ella, aquel lugar representaba poder, un poder que estaba decidida a usar para cumplir su objetivo, tener la custodia total de Eva. En su mente, aquella niña no podía crecer bajo el cuidado de Emma, una mujer que consideraba débil y sin recursos, incapaz de ofrecerle el futuro que su nieta merecía. Además de lo que representaba para su hijo, quien podría asegurar su herencia al tenerla bajo su cuidado.—Señora Serena, tome asiento, por favor —le dijo el abogado, un hombre de mirada astuta y sonrisa calculadora, mientras señalaba una silla frente a su escritorio.Ella se sentó, cruzando las piernas con elegancia, y colocó su bolso sobre la mesa.—Quiero saber qué