Emma besó a Evan con efusividad antes de marcharse. Su corazón latía con fuerza mientras lo miraba a los ojos, sintiendo un remolino de emociones. Aunque intentaba mantenerse firme, la ansiedad de lo que podía esperarle en ese encuentro con Leonardo la invadía. Evan, percibiendo su agitación, le dio un último abrazo de aliento y susurró.
—Recuerda, estoy contigo en todo. Has lo que estimes necesario y si te amenaza con cualquier cosa, tú solo mándalo al demonio, que no tiene cómo ganar.
Emma asintió y, con una última mirada, se despidió de su esposo. Con su hija, Eva, en brazos, fue al encuentro de su hermana Emilia y Matthew, quienes la esperaban para ayudarla a cuidar a la pequeña. Emilia, al recibir a hermosa sobrina, le sonrió con ternura, dándole un ligero apretón en la mano, entendiendo que Emma no solo dejaba a su hija
Emma cerró la puerta de su casa con un suave suspiro, exhausta emocionalmente después de su visita al hospital. El encuentro con Leonardo había sido más impactante de lo que había anticipado; ver a un hombre que antes se mostraba altivo, tan vulnerable y arrepentido, había removido en ella recuerdos difíciles y una inesperada mezcla de compasión y alivio. Sin embargo, su resolución estaba clara, su vida era con Evan y Eva. Ahora solo le quedaba contarle a Evan lo ocurrido, una conversación que presentía complicada.Evan la esperaba en la sala, con Eva dormida en sus brazos, mientras leía uno de los cuentos que tanto disfrutaba leerle, ese día salió antes del trabajo porque no aguantó la tensión que sentía por el encuentro de su esposa con su ex. Por eso, pasó por su pequeña a la casa de su cuñada y la llevó al departa
El día que Leonardo recibió el alta médica, un clima gris y sombrío envolvía la ciudad, como si el mundo mismo reflejara la tristeza y desesperanza que él sentía. Su padre, Nathan, llegó al hospital para llevarlo a casa, con un rostro que intentaba permanecer estoico, aunque una sombra de tristeza era innegable en su mirada.Y no era para menos, su hijo había perdido mucho en poco tiempo, y todo parecía indicar que no lo recuperaría. Al menos no por su propia voluntad, porque de esta no le quedaba nada.Leonardo fue trasladado con sumo cuidado desde la habitación hasta el coche, y aunque su padre intentó iniciar una conversación, solo obtuvo un silencio frío y distante. Leonardo miraba a través de la ventana del coche sin mostrar emoción alguna, sus ojos perdidos en un vacío que nadie más podía entender. Finalmente, l
Los meses transcurrieron llenos de expectativa y emoción en la vida de Emilia y Matthew. Con cada nuevo día, el amor entre ellos se fortalecía, y la espera del nacimiento de su hijo parecía unirlos aún más. Emilia había experimentado un embarazo con sus altibajos, pero el apoyo de Matthew nunca faltó. Él la acompañaba a cada chequeo médico, se aseguraba de que estuviera cómoda, y hasta había aprendido a cocinar algunos platillos para sorprenderla. Emilia, por su parte, encontraba en él la paz y el consuelo que hacía tanto tiempo había deseado. La vida les estaba brindando una nueva oportunidad, y ambos estaban dispuestos a aprovecharla.Finalmente, el esperado día llegó. Aquel caluroso día de verano, Emilia se despertó sintiendo que algo distinto en su cuerpo la alertaba, el momento estaba muy cerca. Al notar su incomodidad,
El tiempo había iba pasando lento, pero lleno de emociones agradables que solo afianzaban los lazos entre ellos. Evan llegó a casa al anochecer, agotado pero feliz de regresar al lugar que ahora consideraba su refugio. Después de un largo día de trabajo y entrenamiento en la base, lo único que deseaba era estar con Emma y Eva, sus razones de vivir. Al abrir la puerta, el suave sonido del televisor encendido en la sala le dio la bienvenida y sonrió porque de nuevo se había olvidado su esposa de apagar el aparato. Caminó en silencio, buscando no hacer ruido para no despertar a nadie. Allí, en el sofá, estaba Emma, profundamente dormida, con un libro a medio leer descansando sobre su pecho y la pequeña Eva acurrucada en su cuna portátil junto al sofá.Evan sonrió, acercándose para cubrir a Emma con una manta. Se detuvo por un momento, contemplando la paz en su r
Serena caminaba por el lujoso despacho del abogado, sus tacones resonando en el suelo de mármol mientras observaba con detenimiento las paredes decoradas con diplomas y reconocimientos. Para ella, aquel lugar representaba poder, un poder que estaba decidida a usar para cumplir su objetivo, tener la custodia total de Eva. En su mente, aquella niña no podía crecer bajo el cuidado de Emma, una mujer que consideraba débil y sin recursos, incapaz de ofrecerle el futuro que su nieta merecía. Además de lo que representaba para su hijo, quien podría asegurar su herencia al tenerla bajo su cuidado.—Señora Serena, tome asiento, por favor —le dijo el abogado, un hombre de mirada astuta y sonrisa calculadora, mientras señalaba una silla frente a su escritorio.Ella se sentó, cruzando las piernas con elegancia, y colocó su bolso sobre la mesa.—Quiero saber qué
La tensión era palpable en el aire mientras Oswald revisaba los últimos detalles con el abogado que había contratado, un hombre reconocido en la ciudad por su habilidad para ganar los casos más complicados. Se llamaba Héctor Salazar, un hombre de mediana edad, de mirada penetrante y voz firme, que había accedido a tomar el caso al escuchar la injusticia que Serena pretendía cometer.—Tenemos un caso sólido —dijo Héctor, acomodándose las gafas mientras repasaba los documentos que tenía frente a él—. Pero necesitamos testimonios que refuercen la estabilidad y el buen carácter de Emma. Será crucial demostrar que esta demanda es infundada y malintencionada.Oswald asintió, decidido.—No te preocupes por eso. Tenemos a las personas adecuadas para respaldarla. Emma es una madre increíble, y nadie puede poner eso en duda.
Evan sostenía el teléfono con fuerza mientras caminaba de un lado a otro en la sala de su casa. Los recientes acontecimientos lo tenían al borde del límite. Después de calmar a Emma y asegurarse de que descansara, no podía quedarse de brazos cruzados. Cuando Nathan respondió, su tono fue directo y sin rodeos.— Nathan, soy yo. Necesitamos hablar.Nathan, al otro lado de la línea, respondió con una mezcla de sorpresa y curiosidad.“¿Qué sucede, Evan?”—Nos vemos en la cafetería en la esquina de mi departamento. Te doy media hora para llegar o no tendrás idea de lo que sucederá en tu perfecta vida.Sin esperar una respuesta, Evan colgó y tomó las llaves del departamento. Antes de salir, se aseguró de que Emma estuviera dormida y de que Eva estuviera tranquila en su cuna. Con una última mir
Leonardo se acomodó en el estrado, visiblemente nervioso. Sus ojos se pasearon por la sala antes de fijarse en Emma, sentada junto a Evan y Héctor. La incomodidad en su postura era evidente, pero había un atisbo de determinación en su mirada, como si finalmente estuviera dispuesto a cargar con el peso de sus acciones.Héctor, siempre impecable en su labor, se levantó con calma y avanzó hacia el estrado. Su porte transmitía seguridad, cada paso medido. Se detuvo frente a Leonardo y, con una voz firme, pero sin hostilidad, inició su interrogatorio.—Señor McMillan, ¿podría explicarnos cuál era su relación con la señora Emma Williams?Leonardo tragó saliva, sus dedos jugueteaban nerviosamente con el borde de su chaqueta.—Emma y yo tuvimos... una relación —respondió, su voz temblorosa al principio, pero