Las semanas siguientes al nacimiento de Eva se convirtieron en una mezcla de emociones y aprendizajes para Evan y Emma. Los días transcurrían entre el llanto de la bebé, noches de insomnio y momentos de ternura que hacían que todo valiera la pena. Evan, quien había enfrentado las situaciones más extremas en combate, admitió en más de una ocasión que ser padre era el desafío más complejo de su vida.
Emma, aunque agotada por el parto y la adaptación a su nueva rutina, encontraba consuelo en las manos fuertes pero tiernas de Evan. Él la ayudaba a cada paso, asegurándose de que no cargara con todo el peso de cuidar a Eva. A pesar de su aparente fortaleza, Evan era consciente de que las inseguridades de Emma persistían, especialmente con la sombra de Leonardo aún presente en sus pensamientos.
Una tarde, mientras Emma amamantaba a Eva en la sala, Evan
La pequeña iglesia estaba adornada con flores blancas y lilas, un reflejo de la sencillez que Evan y Emma habían imaginado para su boda. La luz del atardecer se filtraba por los vitrales, llenando el lugar con un resplandor cálido. Aunque la ceremonia era discreta, el amor y la alegría en el ambiente eran palpables.Emma sostenía con cuidado a Eva mientras Emilia ajustaba los pliegues de su vestido blanco. Era un diseño sencillo, sin excesos, pero perfecto para la ocasión. La tela fluida acentuaba su elegancia natural, y una corona de pequeñas flores adornaba su cabello.—Te ves preciosa —murmuró Emilia, sonriendo mientras miraba a su hermana en el espejo.Emma le devolvió la sonrisa, sintiendo un nudo en la garganta.—Gracias por estar aquí, Emilia. No sé qué haría sin ti.—Siempre estaré aquí para t
Varios días después de su boda, el aire fresco de la mañana envolvía a Evan y Emma mientras caminaban hacia el hospital. Evan llevaba el portabebés colgado al hombro, aunque Emma insistía en cargar a Eva en sus brazos. A pesar de la tranquilidad aparente del día, él no podía deshacerse de una sensación de inquietud. Había demasiados asuntos sin resolver, demasiadas palabras sin decir, y lo que más temía era que ese peso terminara afectando a Emma y su pequeña.—Eva está cada vez más tranquila... casi nunca llora, ¿te has dado cuenta? —comentó Emma con una sonrisa mientras miraba a la bebé dormidita en sus brazos.—Es como su madre, fuerte y serena —respondió Evan, intentando apartar los pensamientos oscuros que lo invadían.Llegaron al hospital unos minutos después. El luga
Evan no tuvo tiempo de reaccionar. Las palabras que había guardado durante tanto tiempo, el peso de secretos que había enterrado para proteger a Emma, salieron a la luz con una franqueza desgarradora. Apenas terminó su confesión, bajó la cabeza, esperando que Emma se alejara, o incluso que sintiera desilusión. Sin embargo, en lugar de eso, ella se acercó rápidamente, y sin decir nada, lo rodeó con sus brazos en un abrazo cálido y protector.Evan sintió el alivio como una ola inesperada. La calidez de Emma y la suavidad de su tacto rompieron las barreras que había construido en su interior. Cerró los ojos, apoyando la cabeza en el hueco de su cuello, y dejó que todo el peso que había cargado durante semanas escapara de sus labios en suspiros ahogados y respiraciones entrecortadas. Sin emitir ningún juicio, Emma acarició su cabello, dejando que &e
Evan miró a Nathan de pie frente a él, y el peso de la decisión lo invadió. En ese momento, Evan no sabía qué sentía realmente. Había esperado durante tantos años una explicación, una razón que justificara el abandono, aunque sabía que ninguna respuesta sería suficiente para sanar la herida. Sin embargo, ahí estaba Nathan, con la mirada de un hombre derrotado, y Evan sintió una mezcla de curiosidad, rabia y cansancio.Decidió abrir la puerta.Sin invitarlo a pasar, Evan lo miró fijamente y le preguntó, en un tono firme pero contenido, casi hostil.—¿Qué quieres?Nathan levantó la vista, y su mirada estaba cargada de una tristeza que Evan no recordaba haber visto jamás en nadie. Con una voz rota y pausada, el hombre respondió.—Solo quiero hablar contigo, Evan. Expl
Evan despertó temprano, con la suave luz del amanecer filtrándose a través de las cortinas. La noche anterior había sido una de las más difíciles de su vida; su encuentro con Nathan le había dejado un peso en el pecho, una mezcla de emociones que aún no lograba entender. Miró a su lado y vio a Emma dormida, serena, con una expresión de paz que lo ayudaba a calmar sus propios pensamientos. No quiso despertarla, así que se levantó con cuidado, dándose cuenta de que necesitaba ocuparse de algo más inmediato y reconfortante, atender a su hija.Eva, que dormía en su cuna junto a ellos, comenzó a moverse y a hacer pequeños sonidos, señal de que pronto estaría despierta. Evan se acercó, sonriendo al ver cómo la pequeña abría sus grandes ojos, esos ojos tan parecidos a los suyos. La tomó en brazos y la ac
El abrazo de Nathan a Alana fue inesperado, abrupto, y aunque era evidente la carga emocional en sus ojos, Alana lo apartó, con la incomodidad y el rechazo plasmados en su rostro. Apenas había podido reaccionar cuando Robert, que había estado observando todo desde la sala, se puso de pie con una mirada seria y protectora, acercándose hasta colocarse entre ella y Nathan. Tomó la mano de su esposa con suavidad, y luego, con un gesto firme y decidido, la guio para que se colocara tras él. Los dos hombres se encontraron cara a cara, y aunque sus estaturas eran similares, Robert se veía más imponente, cada línea de su postura transmitía la experiencia y disciplina de su pasado en el ejército.Nathan no retrocedió, aunque podía sentir la intensidad en los ojos de Robert, quien lo observaba con una mezcla de reproche y desafío. Aun así, la voz de Robert fue tranquil
Cuando Emma llegó con su esposo, él sostenía a su pequeña entre sus brazos, le tocó el brazo con suavidad y lo invitó a ir a su cuarto para hablar solos.En el instante en que Emma y Evan se encontraban en el cuarto de su hija, un lugar que, a pesar de los conflictos familiares recientes, les ofrecía cierta paz, una ligera tensión se posó sobre ellos. La pequeña Eva dormía entre los brazos de Emma, y Evan no podía evitar mirar el rostro de ambas con ternura y un amor profundo. Sin embargo, la tensión seguía latente en el ambiente. Aún tenía en mente la solicitud que su padre, Nathan, había hecho, y la discusión con él continuaba resonando en su mente, dejándolo sin respuestas claras.Emma, al percibir su incomodidad, decidió intervenir. Sabía que Evan se debatía entre la responsabilidad, el resent
Evan corrió hacia la sala apenas escuchó el grito de su madre. Su corazón latía con fuerza, como si presintiera que algo grave estaba a punto de desmoronarse en su vida. Emma lo siguió, sosteniendo a la pequeña Eva en brazos, con la mirada preocupada y el cuerpo tenso.Al llegar, Evan se encontró con una escena que le revolvió el estómago: Nathan, su padre biológico, estaba en el suelo con una expresión de sorpresa y dolor en el rostro, mientras Alana, su madre, sujetaba a Robert con todas sus fuerzas para que no volviera a golpearlo. La tensión en el ambiente era casi insoportable; cada palabra y cada gesto parecían estar cargados de años de resentimiento y heridas abiertas.—¡No tienes derecho, Nathan! —gritaba Robert, su rostro enrojecido de furia y frustración—. ¿Cómo te atreves a venir aquí y ofrecerle