Con el paso de los días, la relación entre Matthew y Emilia había empezado a sanar en un ritmo suave, como un par de amantes redescubriéndose. Aunque ambos aún vivían separados, Matthew no perdía oportunidad de verla y recordarle cuánto la amaba, conquistándola una vez más a través de pequeños gestos y palabras sinceras. Emilia, por su parte, comenzaba a bajar la guardia y a permitirse la esperanza de un futuro junto a él y su bebé. De algún modo, el tiempo separados les había dado una nueva oportunidad para reencontrarse, y, en sus corazones, ambos lo sabían.
Sin embargo, aquella calma aparente no duraría mucho. Una mañana, Evan y Matthew recibieron órdenes para una misión urgente, una que requería su presencia de inmediato. La seriedad en los rostros de sus superiores dejaba claro que la misión no era
Tras el pasar de las horas, lo inevitable llegó y ellas no pudieron hacer nada más que aceptar un funeral sin féretros y llorar. El día de la ceremonia simbólica llegó envuelto en un aire de incredulidad y tristeza. Emilia y Emma, vestidas en tonos oscuros, caminaban en silencio hacia el sitio donde la base militar rendiría un último homenaje a los hombres que tanto amaban. Aunque el protocolo indicaba que los declararían oficialmente muertos, ambas se negaban a aceptarlo. Sus corazones se aferraban a la promesa de su regreso, a la posibilidad de que, de algún modo, sus destinos aún no estuvieran sellados.La atmósfera en la base era solemne y llena de un dolor contenido. Las personas se alineaban en filas ordenadas, y el sonido de las botas al caminar resonaba como un eco triste en la mente de Emilia. Los altos mandos, uno por uno, relataban las hazañas de Matthew y Evan,
El departamento estaba en silencio, envuelto en una quietud que solo era rota por el murmullo suave de los padres de Evan. Emma estaba sentada en la sala junto a ellos, y aunque la atmósfera era cálida, un toque de tristeza seguía presente. Ella sabía que los padres de Evan se quedarían con ella hasta el nacimiento de la bebé, algo que la llenaba de alivio en esos momentos difíciles.—Hemos pensado en retrasar nuestro regreso a casa, querida —comentó la madre de Evan, con voz dulce y compasiva, sosteniendo la mano de Emma—. Estábamos planeando quedarnos una semana más, pero creo que debemos estar aquí contigo, al menos hasta que la bebé nazca.Emma intentó sonreír, agradecida de no tener que enfrentar sola los próximos días. Estaba muy agradecida de tener a la familia de Evan con ella, para acompañarla en este momento ll
Emilia ajustó su delantal y echó un vistazo rápido al reloj en la pared. La tarde había avanzado, y el café estaba lleno de clientes que buscaban un momento de descanso entre tazas humeantes y dulces tentaciones. En los últimos días, la rutina del trabajo en la cafetería se había convertido en su refugio, le permitía distraer su mente y llenar sus días de tareas que exigían su atención.Desde que Evan y Matthew habían partido a la misión, dejando tras de sí un vacío difícil de ignorar, ella había preferido regresar a la casa que compartió con su esposo. Allí, entre sus recuerdos y con la compañía de su cuñada, esperaba cualquier señal de regreso, alguna noticia que devolviera la esperanza de que Matthew, algún día, cruzaría nuevamente la puerta.Para Emilia, el c
La cena en casa de Emilia se desenvolvía en un ambiente acogedor. Marco llegó puntualmente, con flores frescas en una mano y una caja de chocolates en la otra. Al abrir la puerta, Emilia lo recibió con una sonrisa, y él, en un gesto algo tímido, le entregó primero los chocolates.—Para ti, Emilia, como agradecimiento por la invitación —dijo él.—¡Gracias, Marco! No era necesario —respondió ella con una sonrisa sincera. Luego, él giró hacia Aurora y, con un poco más de nerviosismo, le ofreció el ramo de flores.—Y estas son para ti… —Marco vaciló, intentando no parecer muy atrevido ante Emilia y su cuñada, pero ese era el gesto que le había nacido tener con ellas—. Aurora, espero que te gusten.Aurora, visiblemente sorprendida y encantada, tomó el ramo, oliendo las flores con una c&aac
Emma estaba en el departamento, sola por primera vez en mucho tiempo. Con cada día que pasaba, la fecha de nacimiento de su hija se acercaba, y aunque la incertidumbre seguía presente, los padres de Evan la habían apoyado de una manera que nunca habría esperado. Aunque sentía su ausencia, tenerlos a ellos ahí era para ella un bálsamo a su alma dolida.Esa mañana, sus suegros habían salido a hacer algunas compras de último minuto para prepararse para la llegada del bebé, dándole a Emma un poco de tiempo para estar sola con sus pensamientos.Apiló cuidadosamente una serie de diminutas prendas y las comenzó a doblar, llenando poco a poco un bolso que ya había designado para el hospital. El simple acto de doblar la ropa la calmaba, aunque sus pensamientos seguían enredándose en un sinfín de recuerdos y temores.De repente, son&o
Emma y Emilia estaban en el departamento, organizando los últimos detalles para la llegada del bebé. Las pequeñas prendas estaban ya dobladas en cajones y las mantas acomodadas en el mueble junto a la cuna. Había una mezcla de emoción y nervios en el ambiente, especialmente para Emma, quien no podía dejar de pensar en la ausencia de Evan. Había imaginado tantas veces cómo sería este momento juntos, pero la incertidumbre de su desaparición hacía que todo fuera más difícil.—¿Estás bien, Emma? —preguntó Emilia mientras le pasaba una pequeña manta rosa y notó una ligera expresión de dolor.—Sí, solo… no puedo evitar sentirme triste —respondió Emma, intentando sonreír—. Solo quiero que ella llegue sana.El padre de Evan estaba en la habitación del beb&ea
Emma soltó un sollozo de alivio, de alegría, de amor. La fuerza que había perdido en aquellos instantes regresó, y junto a Evan, se sintió lista para enfrentar lo que quedaba del parto. La madre de Evan dio un paso atrás, sabiendo que era un momento en que Emma y Evan debían vivir juntos. Sin embargo, luego del reencuentro, la doctora llegó con un uniforme médico y le indicó el baño.—Ya saludó a su mujer, ahora vaya a darse una ducha porque, además de apestoso, no puede recibir a su niña en esas condiciones.Tras dejar un beso en los labios de Emma, tomó la ropa que la doctora le ofrecía y se metió al baño para asearse. Unos minutos después, salió limpio, listo para el momento y recibir a su bebé.Evan permaneció al lado de su mujer, sosteniéndola y susurrándole palabras de
A pesar de no querer separarse de él, Emma insistió en que Evan debía irse a dormir al departamento. Él había pasado días sin descansar solo para regresar con su familia, y aunque se resistía a separarse de ella y de su hija recién nacida, terminó accediendo al ver la determinación en los ojos de Emma. Alana, la madre de Evan, y Aurora se quedaron a cuidar de ambas, prometiendo que no se moverían del hospital.Al día siguiente, cuando el sol aún estaba saliendo, Evan regresó al hospital. Llevaba un ramo de flores para Emma y un peluche suave e hipoalergénico para Eva, una de esas figuras que los bebés pueden abrazar con seguridad. Entró con una sonrisa de alegría y alivio, encontrándolas dormidas, rodeadas por el cálido silencio de la habitación. Alana y Aurora estaban sentadas cerca, charlando en voz baja, y al verlo