Aquella mañana, Emma luchaba con la faja, tratando de ajustarla alrededor de su vientre, pero con cada tirón parecía que el esfuerzo era inútil. Su barriga ya no era fácil de ocultar; con diecisiete semanas de embarazo, su cuerpo estaba transformándose visiblemente. Respiró hondo y tiró una vez más, pero la tela no cedió. Se miró al espejo, frustrada. Ya no podía engañar ni a sí misma.
Soltó la faja sobre la cama, resignada. Tenía que admitir que, a partir de ahora, sería más difícil ocultar lo que había estado guardando en secreto. Su vientre ya tenía una curva suave, pero definida, y la ropa ajustada ya no le quedaba como antes. Suspiró y decidió que lo mejor sería salir a comprar ropa nueva, algo que la ayudara a disimular mejor su estado.
Se colocó un abrigo grueso, una de las po
Emma entró en la tienda con pasos decididos, pero su mente estaba lejos de estar tranquila. Se dirigió de inmediato a la sección de ropa holgada, buscando camisas anchas, suéteres largos y pantalones que no marcaran su figura. Sentía la mirada de Evan sobre ella mientras pasaba de una prenda a otra. Desde que lo conocía, él siempre la había visto vestida de forma más ajustada y femenina, nunca con ropas que intentaran esconder su cuerpo. Sin embargo, ahora no tenía más opción. Debía hacerlo.—¿Te estás cambiando el estilo? —preguntó Evan, con una sonrisa en los labios, mientras la observaba seleccionar prendas que no se parecían en nada a lo que ella solía usar.—Algo así —respondió Emma, tratando de mantener el tono ligero—. Me apetecen cosas más cómodas, nada más.Evan levantó una ceja, claramente intrigado por el cambio, pero no insistió. No era su estilo presionar por respuestas, aunque no podía evitar que la curiosidad lo mantuviera alerta. Mientras ella continuaba revisando la r
El silencio que siguió a la pregunta de Emma parecía interminable. Ella no sabía qué esperar, pero el miedo la invadía. Sin embargo, cuando Evan finalmente habló, lo hizo con una firmeza que la tomó por sorpresa.—Sí, Emma. La aceptaría —dijo, mirándola directamente a los ojos—. Adoptaría a ese niño como mío porque, si no está con el padre, es por una razón de peso. Algo que yo jamás juzgaría. Todos tenemos un pasado, pero eso no definiría quiénes somos ni lo que podríamos construir juntos.Emma sintió una punzada de alivio mezclada con incredulidad. ¿De verdad estaba diciendo eso? ¿De verdad podría él aceptar todo sin mirarla de forma diferente?Evan, viendo la confusión en su rostro, continuó hablando, esta vez con un tono más suave y n
El sol comenzaba a ocultarse cuando Emma y Emilia, sumidas en una conversación tranquila, preparaban una tanda de galletas para recibir a Matthew y Evan, quienes volverían al día siguiente de su misión breve. El aroma dulce llenaba la cocina, dándoles una sensación de calma tras esos días de incertidumbre, mientras ellas se reían al estar sucias con harina por estar jugando. Sin embargo, esa paz pronto se vería interrumpida.El timbre de la puerta sonó, y ambas se miraron, sorprendidas. No esperaban a nadie. Emma se adelantó para abrir, pero antes de llegar, la puerta se abrió bruscamente, y allí estaba Leonardo, su silueta arrogante y burlona llenando el umbral.—¿Qué haces aquí? —preguntó Emma, sintiendo cómo se le tensaba el cuerpo.Leonardo no respondió de inmediato. En cambio, caminó hacia el i
El rugido del motor del vehículo militar rompía el silencio tenso dentro de la cabina. Emma y Emilia estaban sentadas en los asientos traseros, con el paisaje urbano difuminándose a su alrededor mientras se dirigían hacia la base aérea. El viaje parecía interminable, cada segundo se sentía como una eternidad mientras sus mentes estaban inundadas de pensamientos oscuros e inciertos. Emma se retorcía las manos, su respiración agitada, mientras Emilia intentaba mantener la compostura, pero las lágrimas silenciosas que corrían por su rostro revelaban el miedo que compartían.En lo poco que Emma había logrado articular, accedió a que la base enviara por ellas, porque la incertidumbre de lo ocurrido no las dejaría tranquilas en casa.Finalmente, el vehículo se detuvo frente a un gran edificio gris. Un soldado les indicó que debían bajar
El silencio que siguió a la pregunta de Emilia se rompió de golpe cuando, desde el avión, se escuchó un grito conocido.—¡Emilia! —La voz fuerte y urgente de Matthew resonó en la pista.Emilia giró en redondo y, al verlo, se llevó las manos a la boca, reprimiendo un sollozo de alivio. Matthew caminaba hacia ella, cubierto de polvo y sangre, pero completamente ileso. Sin contenerse, corrió hacia él, y él la levantó en el aire con facilidad, apretándola contra su cuerpo mientras la llenaba de besos. Sus labios se encontraron una y otra vez, como si no existiera nadie más en el mundo.—¡No sabes cuánto te he extrañado! —dijo él, sin soltarla.Emilia no pudo decir nada. Estaba llorando de alivio, aferrada a Matthew como si temiera que desapareciera de nuevo. A su alrededor, algunos soldados los mirab
Desde que llegaron al hospital, Evan había estado sometido a una serie de exámenes para asegurarse de que su recuperación iba bien. Emma había intentado hablar con él, pero cada vez que se acercaba, lo llevaban de nuevo a revisión. Además, no quería arruinar el momento de felicidad que Emilia y Matthew vivían, especialmente después de la angustia que ambos habían sufrido.Matthew disfrutaba de sus días en casa, agradecido de estar vivo. Sin embargo, esa paz fue interrumpida cuando lo llamaron para una nueva misión. Aunque le aseguraron que no era peligrosa, Matthew sabía que tardaría algunos días en regresar.—Cuida de ellas, Evan. No te preocupes, estarás bien acompañado —dijo Matthew antes de despedirse, guiñándole un ojo a su amigo y dejando a Evan instalado en la casa para que se recuperara en compa&nt
Al día siguiente, fue Evan quien se llevó a casa a Emma. El auto se detuvo frente a la casa, y Evan ayudó a Emma a salir con cuidado. Ella aún se sentía débil, pero al menos el susto había pasado. Emilia los esperaba en la puerta, con una expresión de alivio al verlos llegar.—¿Todo está bien? —preguntó Emilia mientras abrazaba a su hermana.—Sí, ya estamos en casa —respondió Evan con una sonrisa tranquila—. Todo ha salido bien con el bebé. Debe regresar en unos días para cerciorarse de que todo se mantiene perfectamente.Entraron juntos a la sala, donde el ambiente parecía cargado de tensiones no dichas. Emma tomó asiento, acariciando distraídamente su vientre. Había mucho que hablar, demasiadas cosas que aclarar, pero no sabían por dónde empezar. Evan se sentó a su
Matthew abrió nuevamente la puerta de la sala de hospital con un nudo en el estómago. Sabía que dentro lo esperaba una verdad que no estaba seguro de conocer, también temía lo que podría escuchar. Al entrar, sus ojos se posaron sobre Emilia, que yacía en la cama, dormida y frágil, como si fuera una versión diminuta de la mujer fuerte y decidida que él amaba. Los mechones de su cabello caían desordenados sobre la almohada, y su rostro estaba pálido, aunque respiraba de manera tranquila.Sin embargo, Matthew no podía dejar de sentir que todo su mundo se estaba desmoronando. La imagen de ella sin vientre era lo que no lo dejaba en paz. Se apoyó contra la pared, cruzándose de brazos mientras la miraba, intentando desesperadamente ordenar sus pensamientos.¿Cómo era posible que todo lo que habían compartido fuera una mentira? «&iq