El engendro, no solo posaba la mirada furiosa en mi cuerpo, sino además, se acercó hacia mí en gesto amenazante con el rostro transformado a causa del enojo, lo cual no menguaba de manera alguna su belleza y antes de poder seguir protestando, ella habló en tono beligerante.
—El sentimiento es mutuo, para quedarme con un anciano como tú, mejor habría sido dejarme en un geriátrico; aunque en realidad no entiendo por qué no me dejaron en mi casa. Yo soy una adulta, muy bien podía cuidar de todos allá. Soy bastante responsable, no es como si voy a armar una fiesta o crear algún desastre. De todas formas, eso habría sido incluso más fiable y certero, pues tú no eres de ningún modo, el mejor ejemplo para nosotros —pronunció con enfado y lo último acompañado de un ligero tono sarcástico.
Esa mocosa sabía con certeza donde encontrarme el punto débil y no dejaba de señalármelo; estaba negado a compartir con ella, pues era dañina para mi ego. Mi boca se abrió para rebatir sus palabras, pero no pude responderle. Detrás de la primera tropa de inquilinos, llegaron mis otros sobrinos; los hijos de Taddeo, los dos pequeños y el par de gemelos adolescentes.
Suspiré resignado, fue entonces cuando aún con mi hermano en línea decidí no quedarme callado, le reproché una vez más el haberme metido en semejante lío.
— ¡¿Qué diablos significa esto Taddeo Renaldo?! ¡Esto es una mala pasada! ¡¿Me llamas para preguntarme si puedo quedarme con los chicos, cuando sin siquiera esperar respuesta ya los estás dejando en la puerta de mi casa?! Sabes esto puede ser así, no tengo servicio, ni cocinera, si esas eran tus intenciones debiste avisarme para así al menos haberle hablado al personal de la casa, para notificarles que los necesitaría a tiempo completo con esta invasión alienígena —recriminé frustrado.
En respuesta una carcajada se escuchó al otro lado y la voz burlesca de mi hermano.
—¿No vives quejándote? Todos tenemos parejas e hijos, tú no tuviste el privilegio de gozar de semejante dicha. Bueno, como te amo tanto, por un momento, pensé en lo terrible que deber ser para ti pasarte la mayor parte del tiempo en una enorme y vacía casa. Sin siquiera una compañía, entonces se me ocurrió, ayudarte a vivir la experiencia de ser padre durante un par de semanas, de unos pequeños y de otros no tanto. Deberías más bien agradecer. Porque Camilla y yo no tengamos bebés… ¿Te imaginas cambiando pañales, haciendo biberones, parándote de madrugada para atenderlos? —Pronunció sin dejar de reírse —. A Dios gracias, ya todos son capaces de ir al baño, caminar, también pueden comer solos. ¡Felices días, hermanito!
— ¡Taddeo! ¡Taddeo! ¡Idiota! —exclamé furioso, pero el muy perro ya había cortado ¿Cómo podía ocurrírsele hacerme esto? Tomé el teléfono tirándolo en el sofá con impotencia.
Dirigí la mirada molesto hacia mis sobrinos, quienes no dejaban de observarme expectantes desde la entrada. Hasta sentir la ira apaciguarse, cuando escuché una dulce vocecita expresarse, desarmándome por completo.
—Tío: ¿No quieres quedarte cuidándonos? No te preocupes, mis papis y mis abuelos nos han enseñado a cocinar. Prometo no molestarte porque no haremos ningún ruido, te cocinaré una rica comida para alimentarte bien, porque yo soy tu sobrina, puedo cuidar también de ti. Porque mamá dice que no comes sano, porque no tienes una esposa para cuidarte, por eso deberías buscarte una para casarte — declaró la pequeña Carlotta.
— ¡Bastante anticuada la tía Camilla! Si quieres una esposa para cuidarte, creo te sale mejor una cachifa, con eso la pobre mujer, no sufre el tormento de tener un viejo verde y sinvergüenza como marido —declaró el engendró mirándome despectivamente, mismo gesto que terminé devolviéndole, para después ignorar sus palabras, y acuclillarme a la altura de mi pequeña sobrina, para responderle.
—Eso no es cierto, pequeña, ustedes pueden hacer todos los ruidos deseados, tu tío solo está preocupado de lo sorpresivo de su llegada y no estaba preparado para tenerlos aquí, sin embargo, ya verás como terminaremos resolviendo todo. No te preocupes por eso ¿Les parece si suben para que se vayan ubicando en las habitaciones?
» Lo mejor será compartirlas de dos en dos —pronuncié para dirigirme a los demás—. Las chicas del lado izquierdo de mi habitación y los chicos del lado derecho —expresé tratando de calmar la ansiedad.
No me preocupaban mis sobrinos mayores, ellos siempre se quedaban conmigo, evidentemente no daban trabajo. Mi preocupación eran los más pequeños, atenderlos por dos semanas, terminaría volviéndome loco junto con el trío del mal, sobre estas tenía la fuerte corazonada de que podrían acabar dándome problemas.
Estaba en esas cavilaciones cuando una de las amigas de la demonia, la rubia, expresó:
—Nosotras podemos compartir la habitación con cualquiera de los chicos. Imagino ya debes estar enterado de la noticia sobre nuestra inclinación sexual, por lo cual no tienes de qué preocuparte.
Sin embargo, la muy descarada me miraba comiéndome con los ojos, recorriéndome de pies a cabeza ¿En verdad se creía más lista que yo? La pobrecita no sabía quién era Camillo Ferrari, pensé.
—¿Les digo un secreto? He decidido una vez los vengan a buscar, retirarme a algún monasterio budista en la India. He descubierto mi verdadera vocación, además deseo ser célibe, vivir el resto de la vida, sin ninguna mujer junto a mí.
Todos miraron abriendo los ojos con sorpresa, luego me les acerqué a ella y a la castaña;
—Ustedes tienen tanto de lesbianas, como yo de monje. Ahora dejemos la charla, no quiero socializar con ustedes, no están aquí para eso. Solo suban para acomodarse —les ordené con un tono irritado.
Todos empezaron a subir a las habitaciones menos la hija de Taddeo, la pequeña Carlotta Antonella, la niña de apenas seis años.
—Tío tengo un concierto en el estómago. Me puedes decir donde está todo en la cocina para prepararme yo misma el desayuno, si no has comido, también te preparo el tuyo.
—Tranquila pequeña, yo me encargo de cocinarte. Sube tu bolso, te ubicas en la habitación, organizas tus cosas, luego bajas para darte algo de comer, ¿Si puedes con él? —le interrogué mientras le alborotaba el cabello, ella movió afirmativamente la cabeza, tomando el morral, colocándoselo en el hombro.
Vi a Carlotta marcharse y, tras girarme detrás de mí encontré a la demonia quien terminó estrellándose contra mi pecho, dándome un susto de muerte.
No la estaba esperando, mucho menos la creí tan silenciosa, para completar mi mortificación, cuando se estrelló conmigo, sentí un corrientazo recorrerme el cuerpo, eso me asustó, su tacto provocó un cúmulo de emociones, terminé alejándome de ella como si apestara, por ello la voz salió más severa de lo que habría querido.
— ¡¿Qué haces detrás de mí?! ¿También caminas como gato? Mantente alejada lo más lejos de mí, no quiero ninguna cercanía contigo. Tú allá en aquel rincón, yo por aquí, muy lejos de ti, nada de vernos, ni tocarnos, ni rozarnos, porque no me agradas, solo somos un par de enemigos —expresé mintiendo.
“De todos los sentidos la vista es la más superficial; el oído, el más orgulloso; el olfato, el más voluptuoso; el gusto, el más supersticioso e inconstante; el tacto, el más profundo.” Denis Diderot.
La chica se quedó viéndome por unos segundos con el rostro pálido,para luego emitir en un tono de voz pendenciero:—No creas que eso me importa o quiera estar... —titubeó un momento —. Tu dulce compañía, los viejos y yo no tenemos temas de conversación en común... a excepción de mis abuelos, en cambio, contigo no hay nada de lo cual hablar.Me quedé observándola enojado. Esta condenada mocosa lograba irritarme de una manera sorprendente, estaba hasta los cojones con su actitud —Entonces ¡¿Qué carajos buscas?! —Indagué sin dejar de mirarla.—La cocina... para preparar comida — balbuceó, iba a darse la vuelta para alejarse, pero uno de sus pies se enredó, habría caído de bruces, si no la hubiese sostenido con fuerza por la cintura, la cual llevaba descubierta; pues la blusa, le quedaba un poco por encima del ombligo dejando a la vista un trozo de piel hasta sus caderas; lucía un pantalón corto de mezclilla a esa altura.
Nunca antes tuve una lucha entre mis deseos; el cuerpo pedía una cosa y la conciencia deseaba otra. De hecho, durante toda la vida estuve acostumbrado a tomar todo aquello cuanto me provocaba, sin pensar nunca en las consecuencias de mis actos, a decir verdad, eso jamás tuvo importancia, pero esta vez era distinto, existían muchos factores involucrados.Podía muy bien tomarla y pasar la página como era costumbre, no obstante, había algo impeliéndome a hacerlo, entretanto, la metiche conciencia, recriminaba mis actos impidiéndome avanzar. Me repetía una y mil veces, la dejara en paz, porque eso no estaba bien. Sin embargo, esta chiquilla era una tentación andante; le murmuré al oído mis pensamientos, como un último intento de hacerla huir y separarla de mí, ella no se inmutó, por el contrario terminó aferrándose más a mi cuerpo, eso desat&
Salí corriendo de la habitación cuando vi la escena desarrollada frente a mis ojos, él muy libertino estaba desnudo exhibiéndose frente a ellas, observándolas desnudas «¡¿y no es que no le gustaban las chiquillas?! »Pensé con rabia, los oí correr tras de mí, no obstante, aceleré mis pasos mientras bajaba la escalera. — ¡Camil! ¡Camil! Por favor párate y escúchame, las cosas no son como las estás pensando, ni como parecen, lo visto no significa nada — me decía el descarado, pensando en convencerme, pero yo estaba negada a escucharlo, total no tenía porque darme explicaciones a mí. Mientras iba camino a la piscina, comencé a recordar todo lo sucedido durante toda la semana con Camillo, nuestras discusiones, sus continuas ofensas donde el muy idiota me fastidiaba diciendo que besaba como chiquilla y no le gustaba, porque estaba acostumbrado a besar a mujeres hechas y derechas, nunca podía contenerme frente a él, el mismo día de llegar
Estaba deleitándome acariciando sus turgentes pechos, coloqué una mano en cada uno de ellos, comencé a frotarlos mientras los veía con deseo, su color perlado con su cúspide rosa pálido, me encendían de una forma inimaginable, mi pene estaba totalmente erecto, entretanto ella se mecía encima de mí, sus movimientos, adelante y atrás estaban a punto de acabarme, teniéndome al borde del precipicio, pasaba sus manos por mi pecho arqueando su espalda para darme mejor acceso a sus tetas. Metí primero un pezón a la boca, jugueteé con el, delineándolo con la lengua, para luego dirigirme al otro y darle la misma atención. En definitiva estaba en el cielo, había muerto y me habían llevado al paraíso para probar el dulce sabor de su piel; enloquecido por la pasión, sumergido en deleitarla, a la vez disfrutar con su cuerpo, no escuché pasos, tampoco me di cuenta de alguien acercándose, pero era así: en todo paraíso siempre se hallaba una serpiente, en ese momento allí fre
Ren observó a Briggitte y se le enfrentó con Rabia, mientras declaraba molesto. —¿De qué novia hablas estúpida? Si no llego, de seguro en este momento Camillo y Camil estuvieran follando como conejos. — ¡Pues no es así! ¿Acaso no lo sabes? Val y yo somos bisexuales y a Camil solo le gustan las mujeres? Además ella no tiene nada con Camillo, pues ella es mi novia —. Tanto Camil como yo, nos quedamos sorprendidos ante su agilidad para mentir —, por mi parte, sabía donde ellos estaban. »Tu tío solo intentaba cambiar los gustos de Camil por las mujeres, tú sabes cómo es él, se cree muy irresistible, al punto de pensar, puede volver heterosexual a las lesbianas, piensa es el macho más irresistible de todos, aunque viendo su anaconda, si, es capaz de hacer cambiar de opinión a cualquiera, menos a Camil —habló con picardía mirándome la pelvis mientras se relamía los labios. » Entonces hicimos
Me quedé observándolo, atenta a la respuesta, pero él permaneció en silencio, no quiso darme la cara e intentó evadirme la mirada, no soy tonta, algo estaba ocultando y los engranajes de mi cerebro empezaron a moverse, repetí mentalmente: “Ivanna sep. 35”, ¿Quién será? ¿Acaso es la misma mujer con quien lo encontramos follando en casa de mis padres? Sé que Camillo y yo no tenemos aún nada, todo se trata de una muy fuerte atracción y de un deseo inmenso, el cual nos consume y nos impele a estar juntos, mas no pude evitar, sentir escozor, al saber de sus contactos con otras mujeres y más cuando se pone tan nervioso por una simple llamada; Después de todo, pensé, el abismo de nuestra edad y experiencias si pesaban.—Lo siento Camil, voy a atender esta llamada con permiso —expresó rascándose la cabeza en un
Llegué con Ivanna a La Cábala el mejor centro nocturno de la ciudad, luego de haber cocinado juntos y de pasar una tarde charlando y sobre todo interrogándome sobre Camil; terminó convenciéndome de ir a bailar alegando, era parte de mi castigo por haberla dejado encendida y visto que ella tenía muchos deseos de bailar, no me quedó más remedio, sino acceder a su petición y acompañarla. Eran las once de la noche cuando entramos al lugar, estaba atestado de gente, en apariencia no cabía ni una persona más, ambos pedimos un par trago de whisky a las rocas y luego de tomárnoslo, nos fuimos a bailar. Ivanna se movía al ritmo de la música de manera muy sensual mientras yo seguía sus pasos. Sin embargo, no dejaba de pensar en Camil, deseaba tanto estar en mi casa con ella, poco me importaba si era hablando, observándola o besándola, me era indiferente y solo añoraba estar junto a ella. Luego de tres canciones bailadas, observé a un extremo de la
Su atrevimiento causó mi desconcierto por un momento, pienso ya no hay rastros de licor en su sangre, para actuar de esa manera, pero ella adivina mis pensamientos.—No estoy ebria, si estás pensando eso, además estoy poniendo en práctica la lección de mis amigas, “si solo quieres al tipo nada más para follar, sin romanticismo ni nada de esa mierda, sé directa y ve por lo que quieres”, no quiero nada de cursilerías románticas, solo quiero sexo y ya ¿Estás dispuesto a complacerme o debo ir a buscarlo en otra parte, por ejemplo al tipo de anoche? —pronunció mientras no dejaba de moverse encima de mí.Sus palabras me dejaron descolocado, los engendros se las traían, estaban haciendo de la ingenua Camil un demonio como ellas y eso de manera incomprensible causaba mi excitación y desagrado en partes igual