Después de una hora, estaba nuevamente llegando a casa de mi amiga Alondra. Debí irme, porque Ivanna estaba apenada, se negó a entrar a la fiesta por cuanto habíamos sido descubiertos en una posición bastante comprometedora.
No pude evitar reírme al recordar la escena y el desquicie de la mojigata. A pesar de persuadir a Ivanna para quedarnos, ella se negó categóricamente. Además, su vestido se había arruinado, pues después del incidente se puso a llorar y el maquillaje corrido manchó la parte superior de su vestido. La pobre parecía un mapache y al final preferí llevarla a su casa.
De regreso pasé a mi departamento, ubicado de camino, para volverme a bañar y quitar de mí esa desagradable sustancia pegajosa, dejado por nuestros fluidos. Me vestí y nuevamente volví a la casa de mi amiga Alondra.
Vestí una ropa más informal a la anterior, esta vez decidí estacionarme frente a la fachada principal, caminé hacia el interior de la casa antes de acudir a la zona donde se celebraba la fiesta. Me desplacé por el amplio pasillo, cuando estaba a punto de llegar al salón, escuché esa voz, la cual jamás olvidaría por el resto de mi existencia. La chillona mojigata que interrumpió mi momento de placer con Ivanna.
— "No me equivoqué, este señor estaba afuera en la parte boscosa del jardín teniendo sexo con una mujer, la tenía inclinada hacia adelante mientras él le daba por detrás y mis amigas pueden dar fe de la veracidad de esos hechos" — la escuché decir, me sonreí, mi pobre hermano estaba siendo víctima de la demonia esa, quien al parecer no solo tenía el defecto de la mojigatería sino también era una chismosa. No pude evitar soltar una carcajada al imaginarme la cara de mi perfecto hermano.
Cuando entré ella estaba de espaldas a la entrada, por ello no se fijó en mi llegada, sin embargo, las miradas de los presentes, ubicados frente a la puerta, se posaron en mí.
— ¡Esa voz chillona tan insoportable! —Exclamé burlesco —,Debe añadírsete dentro de tus cualidades, además de ser una atrevida y falta de respeto, no tienes la mínima noción de comedimiento —expresé mientras la chica giraba hacia mí con su rostro ruborizado del enojo.
No obstante, fruncí el ceño ante los chispeantes ojos de Alondra, la conocía suficientemente bien, para saber que solo se le ponían así cuando estaba enojada, lo cual me extrañaba en gran manera porque yo no le había hecho nada para justificar esa mirada.
Bueno, aunque podría haber concluido, de que el hombre en los arbustos, teniendo sexo con una mujer, era yo; y si de lo contrario tenía alguna duda, la dilucidó al escuchar a la chismosa.
—Definitivamente el cinismo no se mide —expresó la jovencita y había algo en ella, bastante familiar, me recordaba vagamente a alguien, pero buscaba identificarla en mi mente y no lograba ubicarla —. Discúlpeme tío Taddeo por haberlo acusado injustamente, cuando el culpable, está claro, no es nadie más, sino este señor ante mi presencia.
» No se podía esperar menos de usted Camillo Ferrari, maña vieja no es costumbre. Es un inmaduro, viejo verde, sin el mínimo sentido de la moral y el respeto. Exhibiéndose cuán adolescente en un jardín de una casa ajena, abusando de la hospitalidad de quienes de manera ingenua lo invitaron.
Las palabras de la mocosa me dieron duro, tan fuerte, que si hubiesen sido golpes estaría noqueado y alguien haciéndome el conteo.
— ¡Oh sí! ¡Señorita madurez! Me imagino cuan aburrida debe ser tu vida, eso explica su amargura. Además ¿Quién te mandó de fisgona ha meterte en lo que no debías? — ¡Ya va! ¡No puede ser! ¿Dijo tío Taddeo? si lo llamó de esa forma significa…acaso ella es... ¡No puede ser!, eso explicaría la molestia de Alondra y de Felipe, si las miradas lanzaran proyectiles, yo estaría muerto en este momento acribillado. No pude simular la expresión de mi cara.
— Me imagino por su gesto, ya cayó en cuenta de quién soy yo. Por eso no hay nada más desatinado aquí, como lo son sus argumentos, de paso mal estructurados —indicó con suficiencia.
Como había leído en cierta ocasión en el libro "El arte de la guerra" de Sun Tzu, "La mejor defensa es un buen ataque", definitivamente esa era la táctica más conveniente para mí en ese momento.
—Si tus padres te enviaron a Venezuela, según a aprender humildad y consideración por las personas, creo han perdido su tiempo y su dinero, porque volviste más maleducada e insoportable. Creo debieron haber corregido esa situación dándote unas cuantas zurras y así te enseñaban a respetar —le dije molesto.
Entretanto, todos nuestros familiares se mantenían en silencio, sin interrumpirnos desviando la vista del uno al otro dependiendo de quién hablara, como una especie de juego de pingpong.
— Si te atreves, ¡dámelas tú! —Espetó la chica retadoramente.
Sus palabras me provocaron un corto circuito cerebral, pues se lo tomó en serio, no pude evitar imaginarme desnudándole el culo y golpeándoselo con una fusta, con solo ese pensamiento, mi pene comenzó a levantarse, debí pensar en otra cosa para evitarlo, porque si me veían me terminarían creyendo un pervertido.
Para mi buena suerte la mojigata siguió hablando.
—. Me imagino sabes mucho de eso —respondió irónica —. Porque tus padres han de haberte dado unas cuantas, por eso eres un dechado de virtudes, demasiado, estoy ansiosa por seguir compartiendo con una persona con tan excelentísima educación como tú —manifestó sarcástica.
— ¿Sabes qué? No tengo por qué aguantarme insultos de una niñata con complejo de perfecta —declaré irritado.
— Y yo tampoco tengo porque aguantarme un tipo tan imperfecto como tú, y como la fiesta es en mi honor, desde ahora te declaro persona no grata. Espero sepas dónde está la puerta. —afirmó.
—Ya estuvo bien Camil, aunque la razón te asista en algunos aspectos, no puedes correr a tu tío Camillo —habló con firmeza Felipe.
— ¡¿Tío mío?! —Exclamó con sorpresa la chica —, ¡Ni lo quiera Dios! Realmente ni recuerdo cuando lo vi así y lo idolatré, pero ahora no, veo su verdadera cara, solo es un toripollo, cuerpo de toro y mente de pollo; él no ha cobrado sentido de ser un adulto, quiere seguir viviendo la vida como si esta fuese un completo juego y él fuese un jovencito. Es mentira, su argumento de querer encontrar el amor, eso a él le tiene sin cuidado, lo hace porque es en lo único donde se siente puede destacar, entre las mujerzuelas que se busca.
Nuevamente sus palabras las sentí como un fuerte golpe en mi hígado, no solo me causaron dolor, sino también escozor en la piel, la tomé del brazo y le espeté.
—¡Basta! Tampoco me interesa tener una grosera como tú de sobrina, los míos son educados, no unos resentidos mal hablados como tú.
» En verdad desconozco el motivo de tu enojo ¿Qué te duele? ¿Acaso será el haberme visto teniendo sexo y complacer a una mujer? —.Y sin importarme la presencia de nuestros familiares, seguí expresando —, la envidia te carcome porque te hubiese gustado estar en la posición de ella, entiendo ningún hombre te ha hecho vibrar como lo hice yo con ella —sin embargo, mis palabras quedaron acalladas cuando sentí una cachetada cruzar mi rostro, dejándome un fuerte ardor en mi mejilla mientras se giraba, retirándose del lugar, acompañada del par de amigas.
Y lo más inverosímil de todo, los presentes en vez de recriminarla por su agresión y su actitud grosera, enfilaron en mi contra, observándome con ganas de matarme "¡Cuerdas de hipócritas!" Exclamé en mi interior, como si no se tratara de puros adultos y el sexo no fuese tan natural como tomar agua, además esas jóvenes no eran tan inocentes, por lo menos no las otras dos ¡pobres crédulos!
— ¿Saben qué? Mejor me voy y tu Alondra ve si educas a tu hija, es una altanera e insoportable, ¡Adiós! —Exclamé mientras salía molesto, sin seguir un minuto más allí.
No debí ir a esa fiesta, me hubiese sido más provechoso haberme quedado en casa, porque ahora no solo no pude follar con Ivanna, estaba a punto de subirme por las paredes por haber sido interrumpido justo en el momento de mi liberación, ahora también había ganado a pulso la enemistad de mis familiares y personas más cercanas, por culpa de la mocosa insoportable.
Llegué a mi casa y apenas entré, comencé a desabrocharme la ropa, subí a mi habitación, terminé de desnudarme y me coloqué un mono deportivo, porque hoy debía realizar un esfuerzo físico hasta agotarme, pues de lo contrario no podría dormir, pues por ese día el sexo estaba descartado, no me quedaba más alternativa, sino la de sustituirlo por un par de horas en el gimnasio de mi casa.
Entré al gimnasio y empecé mi entrenamiento, sin embargo, mientras hacía mi rutina de ejercicios, no dejaba de pensar en las fuertes palabras proferidas en mi contra por la "malcriada", pero mientras más trataba de desechar esos recuerdos, más se manifestaba la voz chillona y atormentadora de la muchacha...
Me había dicho ¡viejo verde! Yo no estoy viejo, aún soy joven, además no represento mi edad, parezco de unos diez años menos, esa era una característica familiar, siempre parecíamos más jóvenes de lo que realmente éramos.
Dejé los ejercicios y me paré frente al espejo, observé mi cuerpo bien formado, mis bíceps, mis tríceps, mi abdomen bien marcado, mis pectorales, luego acerqué mi rostro al espejo y no me vi arrugas.
—¡Mocosa estúpida! ¡Impertinente! No soy ningún viejo verde, soy un hombre joven y no será una niñata quien me haga acomplejar —proferí mientras terminaba mi rutina de ejercicios.
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La sangre me hervía, debí haberme quedado allí y darle unas cuantas bofetadas más, para enseñarlo a respetar. Era un gran abuso e irrespeto de su parte decirme que estaba envidiosa porque deseaba ocupar el lugar de la mujer esa. Quien solo jadeaba como una poseída, como si le doliera mucho la intromisión del bárbaro. Fruncí el ceño y me pregunté: ¿Sería eso doloroso? ¿Qué haces pensando en eso? me recriminé, intenté pensar y ocupar mi mente en otra cosa, no obstante, esa escena era reiterativa.
Mis amigas me hablaban y yo estaba en la nebulosa nuevamente, pero esta vez, con claros indicios de excitación en mi panty, no era tan inocente para no darme cuenta de lo sucedido, con cada evocación de mi mente de la imagen donde él embestía a aquella mujer con fuerza, mi vagina palpitaba y se humedecía más, eso me causó terror y pegué un grito histérico.
—¡Ni loca, viejo verde!
Cuando giré la vista a mí alrededor mis amigas me miraban a la expectativa.
—¡Es un idiota! Y yo de mal pensada creyendo que se trataba de mi tío Taddeo.
—Mi querida amiga, no quieras evadir esta conversación, ¿Por qué gritaste de esa manera? —Me preguntó Valet, para luego mirarme sorprendida —¿Acaso te estabas imaginando con él? —inquirió mi amiga adivinando, mientras ambas me observaban acusadoramente.
— ¡Están locas! Viejo verde y todo, mas lo veo como un tío —mentí porque para nada lo veía así, él simplemente era el hermano gemelo de mi tío político y para mi mala suerte mis amigas no me creyeron.
—Pero allá fuera dijiste, ¡¿tío mío?! ¡Ni lo quiera Dios! —me imitó Briggitte en un gesto de burla—, y me parece muy bien: ¿Le viste el tamaño de su pene? ¡Oh por Dios! Mis ojos se me iban a salir y mi coño comenzó a palpitar deseoso—expresó mi amiga con un gesto lujurioso.
— ¡Están locas! —Exclamé — ¿Cómo iban a ver su tamaño sí... sí...—mi lengua se atascó —, ... Estaba oscuro y no se veía —agregué con celeridad.
— ¡Muy fácil! ¡Ven Valet! —, inclínate como estaba la mujer y yo soy el papacito de Camillo —pidió Briggitte y la otra se inclinó como le decía, mientras ella se ubicaba por detrás imitando los movimientos de Camillo —, ¡viste! él salía de ella más o menos como a esta distancia, eso quiere decir que ¡su polla es grande! Porque ella disfrutaba de lo lindo, verlo así con ella te juro mojó mi braga.
—Y la mía también —respondió Valet—. De solo imaginarme estar en el lugar de esa mujer me da un cucacardio —decían riéndose—, no me importaría follar con un espécimen como él, me debe llevar al cielo en segundos —agregaba mientras no dejaban de imitar los movimientos y hacer expresiones obscenas, sin dejar de reírnos con las ocurrencias, aunque a mí también me ruborizaban.
—Seguro estás excitada —declaró Briggitte burlándose —. Déjame ver, acércate —para comprobar sus palabras, me tocó los senos para ver si los tenía erecto, mientras no dejaba de hacerle los movimientos a Valet.
Hasta ser interrumpidas, cuando sin tocar la puerta, aparecieron mis padres, quienes pusieron una cara a punto de desmayarse por la escena presenciada, mis amigas se quedaron en shock por haber sido encontradas en esa posición y yo quería que el piso se abriera en ese instante y me tragara, por la profunda vergüenza sentida.
“El pudor es una hipocresía enorme, aunque corriente, y consiste en no decir sino rara vez lo que se piensa continuamente.” Anatole France.Mi padre alternaba la vista entre mis amigas y yo, el rostro de mamá estaba completamente pálido, parecía familia de Gasparín, no obstante, a pesar del asombro en sus rostros, ninguno emitió palabra. Después, todo ocurrió en apenas fracciones de segundos, mi amiga Briggitte, no tengo idea de porque reaccionó de esa manera, no sé qué le pasaría por su cabeza en ese momento, le dio un empujón a la pobre Val para alejarla de sí; debido a la posición en la cual se encontraba, está terminó rodando debajo de la cama; dándose en la caída, un fuerte golpe en el lado derecho de la frente, con una de las patas de la cama. Lo más cómico, aunque en ese momento la vergüenza no me permitió manifestarlo, fue ver caer a Val con la cabeza hundida y el trasero levantado, realmente la escena era estrambótica, incluso para mí, no quería imaginarme los pensamientos de mis padres en este momento, situación para mi demasiado mortificante.
El engendro, no solo posaba la mirada furiosa en mi cuerpo, sino además, se acercó hacia mí en gesto amenazante con el rostro transformado a causa del enojo, lo cual no menguaba de manera alguna su belleza y antes de poder seguir protestando, ella habló en tono beligerante. —El sentimiento es mutuo, para quedarme con un anciano como tú, mejor habría sido dejarme en un geriátrico; aunque en realidad no entiendo por qué no me dejaron en mi casa. Yo soy una adulta, muy bien podía cuidar de todos allá. Soy bastante responsable, no es como si voy a armar una fiesta o crear algún desastre. De todas formas, eso habría sido incluso más fiable y certero, pues tú no eres de ningún modo, el mejor ejemplo para nosotros —pronunció con enfado y lo último acompañado de un ligero tono sarcástico. Esa mocosa sabía con certeza donde encontrarme el punto débil y no dejaba de señalármelo; estaba negado a compartir con ella, pues era dañina para mi ego. Mi b
La chica se quedó viéndome por unos segundos con el rostro pálido,para luego emitir en un tono de voz pendenciero:—No creas que eso me importa o quiera estar... —titubeó un momento —. Tu dulce compañía, los viejos y yo no tenemos temas de conversación en común... a excepción de mis abuelos, en cambio, contigo no hay nada de lo cual hablar.Me quedé observándola enojado. Esta condenada mocosa lograba irritarme de una manera sorprendente, estaba hasta los cojones con su actitud —Entonces ¡¿Qué carajos buscas?! —Indagué sin dejar de mirarla.—La cocina... para preparar comida — balbuceó, iba a darse la vuelta para alejarse, pero uno de sus pies se enredó, habría caído de bruces, si no la hubiese sostenido con fuerza por la cintura, la cual llevaba descubierta; pues la blusa, le quedaba un poco por encima del ombligo dejando a la vista un trozo de piel hasta sus caderas; lucía un pantalón corto de mezclilla a esa altura.
Nunca antes tuve una lucha entre mis deseos; el cuerpo pedía una cosa y la conciencia deseaba otra. De hecho, durante toda la vida estuve acostumbrado a tomar todo aquello cuanto me provocaba, sin pensar nunca en las consecuencias de mis actos, a decir verdad, eso jamás tuvo importancia, pero esta vez era distinto, existían muchos factores involucrados.Podía muy bien tomarla y pasar la página como era costumbre, no obstante, había algo impeliéndome a hacerlo, entretanto, la metiche conciencia, recriminaba mis actos impidiéndome avanzar. Me repetía una y mil veces, la dejara en paz, porque eso no estaba bien. Sin embargo, esta chiquilla era una tentación andante; le murmuré al oído mis pensamientos, como un último intento de hacerla huir y separarla de mí, ella no se inmutó, por el contrario terminó aferrándose más a mi cuerpo, eso desat&
Salí corriendo de la habitación cuando vi la escena desarrollada frente a mis ojos, él muy libertino estaba desnudo exhibiéndose frente a ellas, observándolas desnudas «¡¿y no es que no le gustaban las chiquillas?! »Pensé con rabia, los oí correr tras de mí, no obstante, aceleré mis pasos mientras bajaba la escalera. — ¡Camil! ¡Camil! Por favor párate y escúchame, las cosas no son como las estás pensando, ni como parecen, lo visto no significa nada — me decía el descarado, pensando en convencerme, pero yo estaba negada a escucharlo, total no tenía porque darme explicaciones a mí. Mientras iba camino a la piscina, comencé a recordar todo lo sucedido durante toda la semana con Camillo, nuestras discusiones, sus continuas ofensas donde el muy idiota me fastidiaba diciendo que besaba como chiquilla y no le gustaba, porque estaba acostumbrado a besar a mujeres hechas y derechas, nunca podía contenerme frente a él, el mismo día de llegar
Estaba deleitándome acariciando sus turgentes pechos, coloqué una mano en cada uno de ellos, comencé a frotarlos mientras los veía con deseo, su color perlado con su cúspide rosa pálido, me encendían de una forma inimaginable, mi pene estaba totalmente erecto, entretanto ella se mecía encima de mí, sus movimientos, adelante y atrás estaban a punto de acabarme, teniéndome al borde del precipicio, pasaba sus manos por mi pecho arqueando su espalda para darme mejor acceso a sus tetas. Metí primero un pezón a la boca, jugueteé con el, delineándolo con la lengua, para luego dirigirme al otro y darle la misma atención. En definitiva estaba en el cielo, había muerto y me habían llevado al paraíso para probar el dulce sabor de su piel; enloquecido por la pasión, sumergido en deleitarla, a la vez disfrutar con su cuerpo, no escuché pasos, tampoco me di cuenta de alguien acercándose, pero era así: en todo paraíso siempre se hallaba una serpiente, en ese momento allí fre
Ren observó a Briggitte y se le enfrentó con Rabia, mientras declaraba molesto. —¿De qué novia hablas estúpida? Si no llego, de seguro en este momento Camillo y Camil estuvieran follando como conejos. — ¡Pues no es así! ¿Acaso no lo sabes? Val y yo somos bisexuales y a Camil solo le gustan las mujeres? Además ella no tiene nada con Camillo, pues ella es mi novia —. Tanto Camil como yo, nos quedamos sorprendidos ante su agilidad para mentir —, por mi parte, sabía donde ellos estaban. »Tu tío solo intentaba cambiar los gustos de Camil por las mujeres, tú sabes cómo es él, se cree muy irresistible, al punto de pensar, puede volver heterosexual a las lesbianas, piensa es el macho más irresistible de todos, aunque viendo su anaconda, si, es capaz de hacer cambiar de opinión a cualquiera, menos a Camil —habló con picardía mirándome la pelvis mientras se relamía los labios. » Entonces hicimos
Me quedé observándolo, atenta a la respuesta, pero él permaneció en silencio, no quiso darme la cara e intentó evadirme la mirada, no soy tonta, algo estaba ocultando y los engranajes de mi cerebro empezaron a moverse, repetí mentalmente: “Ivanna sep. 35”, ¿Quién será? ¿Acaso es la misma mujer con quien lo encontramos follando en casa de mis padres? Sé que Camillo y yo no tenemos aún nada, todo se trata de una muy fuerte atracción y de un deseo inmenso, el cual nos consume y nos impele a estar juntos, mas no pude evitar, sentir escozor, al saber de sus contactos con otras mujeres y más cuando se pone tan nervioso por una simple llamada; Después de todo, pensé, el abismo de nuestra edad y experiencias si pesaban.—Lo siento Camil, voy a atender esta llamada con permiso —expresó rascándose la cabeza en un