Estaba demasiado molesta, no sé cuando todo comenzó a enredarse, habíamos tenido los momentos más apasionados o por lo menos para mí lo habían sido y entonces salió Camillo haciendo una declaración de posesión sobre mí y diciendo que me amaba. No sabía lo que pretendía con eso, ¿Será que esa era su forma de hacer que las mujeres se enamoraran y cuando uno cedía, terminaba despreciándolo?
Agradecí que mis amigas me hubiesen preparado para eso, porque de lo contrario yo habría
El hombre definitivamente era osado, la rabia bulló en mí y luego de apretar mis manos en puños a un lado de mi cuerpo, pude controlarme, solo esbocé una sonrisa de burla, mientras percibí como mi padre se levantaba de su asiento y con un rostro sin ninguna expresión se dirigió a Domenico y lo empujó con violencia para hacerlo sentar, lo tomó por el cuello y le espetó unas palabras que sonaron como leves murmullos, pero que fueron ininteligibles para el resto. En ese momento pensé que después de todo mi padre aún tendría algún afecto por mí, aunque las palabras del hombre coincidían perfectamente con las mismas que me expresó hacía unos días, en definitiva para mí las pronunciadas de su boca habían tenido un efecto más doloroso.
Caminé con paso firme para la oficina de Camillo, minutos antes me separé del lugar donde se encontraba terminando de dar sus declaraciones, porque debí ir al baño con urgencia porque estaba a punto de orinarme, pues cuando estaba nerviosa parecía una chicharra.Cuando llegué a la antesala de la oficina, donde se encontraba en el stand de la secretaria, nada me preparó para lo que escuché de boca de la secretaria, a tal punto que por unos segundos sentí que mis pies se soldaron al piso. Ante el silencio de ambos, me atreví a preguntar —¿Pueden responder la pregunta?El señor Sebastián se giró y dio un golpe en la pared mientras su cuerpo se estremecía por el llanto —Papá, no pierdas la fe. Esperemos los resultados del análisis —le habló mi tío.—¿Es que no entiendo? ¿Cómo puede ser posible que no sea él? Taddeo es su auto, sus objetos. En las cámaras de seguridad del estacionamiento del CAPÍTULO 27. RESULTADOS
Tenía las pruebas en mis manos, los había leído, pero me negaba a creer esos resultados, en vez de darles respuestas a todos quienes me miraban a la expectativa, deshice mis pasos y entré a la oficina de la persona que me había dado los resultados y me paré frente a ellos.—¿Por qué falsificaste estos resultados? —Exigí imperativamente, la persona se quedó viéndome nerviosa.—Lo siento está equivocado, no he falsificado nada, esos
Abrí mis ojos lentamente y observé a mí alrededor, me di cuenta de que estaba en una habitación no muy grande, acostada en una cama matrimonial, moví mis manos y mis pies y no los tenía atados lo que me hizo respirar con alivio y calmar un poco los latidos frenéticos de mi corazón.Me levanté de la cama, pero al hacerlo con rapidez me sentí mareada, por lo que debí volverme a sentar, en ese momento recordé lo sucedido, cuando la persona cubrió mi boca y al luchar en su contra me colocó un paño en la nariz con una sustancia que me adormeció.
El hombre se dobló ante mi ataque, iba a continuar golpeándolo, cuando vi que la sangre comenzó a manarle de la herida y antes que mi otro golpe acertara en su humanidad escuché un grito de esa voz que me dejó congelada en el acto y con los ojos abiertos de par en par.—¡Por Dios mujer! ¿Acaso has enloquecido? Me salvé de una bomba para que me mates a jarrazos —en ese momento la felicidad que me inundó fue indescriptible, lo vi alzando su rostro mientras la sangre le corría por un lado de la cara.
Cuando las palabras brotaron de mi boca sin darme cuenta, confesándole que estaba enamorada de él, no pude evitar el rubor de mis mejillas y la emoción que recorrió mis venas sintiéndome extasiada; Camillo me pidió que le volviera a repetir las palabras, pero como no me animaba a repetírselas, empezó a besarme como un loco por mi cuello, entretanto yo reía encantada, me sentía feliz, haber reconocido que lo amaba me hacía sentir fuerte e invencible.—Te amo —le repetí y tomó mis labios, recorrió cada resquicio de mi boca con devoción, nuestras lenguas se encontraron en un baile de pasión.
Después de haber hecho el amor, permanecí unos segundos en su pecho adormitada, besó mi frente, luego me levantó con él, recogió nuestras prendas y entramos corriendo a la cabaña.—¿Y qué se hizo la gente que estaba contigo? —Pregunté preocupada de que nos hubiesen visto.—Los envié a proteger a mi madre y a vigilar a Mackenzo. ¿Acaso crees que sería capaz de arriesgar que te vieran desnuda? ¡Eres mi tesoro! ¡Sol