⋘Astrid⋙
Un ligero e incómodo dolor me hace abrir los ojos. Parpadeo varias veces, tratando de acostumbrarme a la fuerte luz de la habitación. Con agobio, me doy cuenta de que no estoy en la oficina ni en el hotel. Intento mover mi brazo para levantarme de la cama, pero el dolor me detiene al percatarme de la intravenosa colocada en él.
Mi corazón se acelera ante la ola de incertidumbre y preocupación que me embarga. El último recuerdo claro que tengo es estar en la oficina de Imperial. ¿Cómo he llegado aquí? ¿Qué ha pasado desde entonces? Las preguntas giran en mi mente mientras intento recordar.
Comienzo a tirar de los recuerdos, tratando de hallar una explicación. ¿Me he desmayado? ¿Tuvimos un accidente cuando íbamos al restaurante? Mis dedos tiemblan al tocar la intravenosa, como si necesitara confirmar que esto no es un mal sueño.
El crujido de la puerta me saca de mis pensamientos. Mi mirada se dirige hacia ella y veo a Fabio entrar lentamente. Su rostro está cubierto de preocupación, pero al verme despierta, sus ojos se suavizan y esboza una leve sonrisa que intenta transmitir tranquilidad, aunque sé que hay más detrás de su expresión.
Un vacío se abre en la boca de mi estómago, pero me las arreglo para devolverle la sonrisa.
—Astrid, estás despierta —dice con su habitual tono cálido, aunque noto un temblor en su voz.
Preocupación.
—¿Qué… qué pasó? —pregunto, tratando de esconder el miedo en mi tono. Tras la ruptura con Patrick, ninguno de los últimos días ha sido bueno.
Fabio se acerca a la cama, toma una silla cercana y se sienta a mi lado. Sus ojos me estudian por un largo momento, haciendo que el silencio se vuelva incómodo.
—Fabio, por favor —le pido, moviéndome un poco, provocando que un nuevo dolor me atraviese la cintura. ¿Me habré golpeado al caer? Es una posibilidad, pero no es mi mayor preocupación ahora. Quiero, necesito saber lo que sucedió.
—Te desmayaste en la oficina —empieza a explicar; su tono es bajo y suave—. El señor Dos Santos llamó a una ambulancia para traerte al hospital.
Guardo silencio, pensando en la gran responsabilidad que he dejado sobre los hombros de Fabio. No debe ser nada fácil ir justificando mis ausencias y ahora, esto.
—El médico dice que tu cuerpo ha estado bajo mucho estrés, Astrid. Necesitas descansar.
Fabio guarda silencio, toma mi mano. Hay vacilación en su voz y un poco de... ¿pena?
—¿Qué más te ha dicho el doctor? —le pregunto cuando el silencio se extiende. Sus dedos acarician el dorso de mi mano, temblando ligeramente—. ¿Qué tan malo es?
—No sé cómo decirte esto, Astrid —murmura.
Fabio no es un hombre que se vaya por las ramas, por lo que debe estar sucediendo algo realmente terrible.
—Solo dímelo —le pido, aunque en el fondo siento que no estoy preparada para escucharlo.
Fabio toma mi mano con delicadeza, como si temiese que fuera a romperme. Sus dedos fuertes acarician mi dorso con distracción.
—Has perdido al bebé que esperabas, Astrid.
El mundo se detiene en ese preciso instante. Un nudo se forma en mi garganta mientras las lágrimas caen por mis mejillas. He estado tan concentrada en el trabajo, en mis lamentaciones por la separación con Patrick, que no fui capaz de darme cuenta de mi estado.
La culpa me oprime el pecho.
—Lo siento mucho, Astrid —susurra, apretando mi mano con fuerza.
—Ha sido culpa mía —murmuro, más para mí que para él.
—Eso es mentira…
—¡Debí darme cuenta, Fabio! —exploto en medio de mi llanto. La garganta me duele por la opresión que siento mientras el aire empieza a faltarme.
—Respira, Astrid, por favor —lo escucho decir, pero soy arrastrada por un halo de oscuridad del que no deseo regresar…
Sin embargo, soy privada de ese deseo. Cuando vuelvo a abrir los ojos, veo a Fabio hablar con el doctor a una distancia prudente, por lo que no logro escuchar la conversación.
—Astrid.
Fabio se apresura a mi lado cuando se da cuenta de que he despertado. Me toma de la mano y siento que todo empieza de nuevo.
—Tranquila, todo estará bien —murmura, pero todo es una mentira. Nada está ni estará bien.
—¿Cuánto tiempo tengo que quedarme aquí? —pregunto, luchando contra el deseo de echarme a llorar.
—Es mejor que te quedes el tiempo que el médico ha recomendado —responde con una ternura que me desarma—. Voy a cuidarte.
Las lágrimas que he estado conteniendo finalmente caen. Me rompo como una muñeca de papel y los sollozos se intensifican. Fabio no me consuela con palabras vacías, porque no hay nada que pueda consolarme.
—Llora todo lo que tengas que llorar, Astrid —pronuncia, abrazándome. Me aferro a su cuerpo con todas mis fuerzas—. No estás sola.
—Gracias —susurro con la voz quebrada. Estoy rota de una manera que jamás imaginé. Ni siquiera cuando fui maltratada por Ray me sentí tan vacía como ahora…
Los siguientes días fueron un nubarrón. Luego de tener el alta médica, Fabio me llevó al apartamento que había alquilado en el centro de la ciudad para los dos. Afortunadamente, Nicole había regresado a Nueva York sin saber lo que había sucedido tras mi desmayo.
No quería que nadie más supiera de la pérdida de mi bebé. Era un duelo que deseo vivir sola.
—Quizá deberías llamar a Pat —sugiere Fabio, dos semanas después, mientras desayunamos en la terraza. La vista de São Paulo es espectacular, pero no disfruto de ella. Mis días son tan grises como la tarde en la que perdí a mi hijo.
—¿Para qué?
Fabio se aclara la garganta, deja el cubierto a un lado y me mira con intensidad.
—También era su hijo, Astrid, tiene derecho a saber lo que sucedió.
—No deseo que se sienta obligado a venir, Fabio.
—No creo que Patrick esté en condiciones de viajar, sufrió un accidente de auto hace unas semanas.
El cubierto cae de mi mano. El sonido es estrepitoso, pero no me inmuto. La noticia me deja fría.
—¿Cómo?
—No sé los detalles, lo vi en las noticias y luego llamé a Alessandra para saber si la nota era real.
Un nudo sube a mi garganta. No puedo evitar preocuparme por Patrick, aunque nuestros caminos se hayan separado. Sigue siendo el hombre que amo.
—Voy a reunirme con el señor Nelson, trataré de retrasar la sesión de fotos tanto como sea posible —dice, poniéndose de pie con intención de dejar la terraza.
—Espera, Fabio —le pido.
—¿Quieres romper el contrato? La multa es una suma considerable, pero nada que no podamos cubrir, Astrid. Si es tu deseo dejar Brasil y tomarte unas largas vacaciones, estaré contigo y te apoyaré.
Fabio me parece demasiado perfecto para ser real. Aun así, agradezco tenerlo a mi lado, siendo mi apoyo en este momento tan difícil.
—Agradezco tu interés y tu intención, pero no puedo seguir escapando. Retomaré mi trabajo, estoy lista —le aseguro.
Fabio vacila, y es entendible, pero no responde. Se despide con un beso en la mejilla y se marcha.
Con paso lento, camino a la pequeña sala que hay en el exterior. Me siento y veo por un largo rato el teléfono, debatiéndome entre llamar a Patrick o dejar las cosas como están; sin embargo, termino armándome de valor y marco su número.
El timbre suena varias veces y estoy a punto de colgar cuando escucho su voz al otro lado de la línea.
“Aló.”
—Pat —susurro, sabiendo que es él. Mi corazón se estremece, mis manos sudan y tiemblan.
“Hola, Astrid, no esperaba tu llamada.”
Sus palabras son como una daga enterrándose en mi pecho. Si no esperaba una llamada, es simplemente porque ya pertenezco al baúl de sus recuerdos.
—Me he enterado de tu accidente. Quise llamarte de inmediato, pero estuve hasta hoy en una sesión de fotos —miento—. ¿Cómo estás?
“Estoy bien, gracias por llamar, Astrid.”
Su tono frío me congela el pecho.
—¿Estás molesto? —le pregunto. No puedo evitarlo. Debí colgar apenas noté su molestia, pero en el fondo, quizá espero armarme de valor para contarle sobre nuestro bebé.
“No, no tengo motivos para estar molesto contigo. Somos amigos.”
—¿Amigos? —pronuncio luego de un largo silencio.
“Astrid...”
—¿De verdad me has olvidado, Patrick? —pregunto, mordiéndome la lengua mientras la razón me pide terminar la llamada y olvidarme de él para siempre.
“Lo nuestro no tenía futuro. Nuestras metas eran distintas y el amor no fue suficiente para que uno de los dos renunciara a sus sueños. No es ningún reproche, pero nos acostumbramos a vernos de manera ocasional, tratando de compensar los meses en unas pocas horas que no fueron suficientes.”
Un nuevo dolor me atraviesa el pecho. Las palabras me hieren tanto que tengo que morderme el interior de las mejillas para controlar los sollozos que me suben por la garganta.
—Me haces sentir culpable, Patrick —me obligo a responder mientras mi corazón sigue rompiéndose en miles de pedazos.
“No ha sido mi intención, pero Kiara tiene razón. Si te he dejado marchar, no ha sido para estancarme en el dolor. Te deseo todo lo mejor del mundo, Astrid. De verdad, espero que la vida te compense por cada lágrima que derramaste en el pasado por culpa de Ray.”
Recordarme al miserable de mi ex es un golpe bajo, algo que realmente no esperaba de Patrick.
“Y si lo hiciste alguna vez por mi causa, espero que sepas perdonarme.”
—Patrick...
“En el amor no siempre se gana. Adiós, Astrid.”
La llamada termina, así como toda esperanza de poder contarle a Patrick que existió brevemente un lazo precioso entre los dos.
—Adiós, Pat... —le murmuro a la nada.
⋘Astrid⋙El tiempo vuela cuando no te das más que un momento para respirar. Los últimos tres meses han sido un nubarrón. Entre sesiones de fotos, algunas presentaciones y eventos sociales que me mantienen ocupada para no pensar, sobre todo cuando el abismo acaricia la superficie, amenazando con tirar los muros que he construido alrededor de mi mente y corazón.A este punto, no sé si estoy consumiendo el trabajo o si él me consume a mí. Odio tener estos momentos de reflexión mientras espero por Fabio, quien, aprovechando el flexible horario de hoy, me ha invitado a comer, pero… está llegando tarde.Con algo de frustración, tomo el celular y reviso las fotos que me han enviado de la última sesión, son perfectas por donde las vea. El reflejo del poder y el glamour, mas por dentro me siento como una vasija vacía.La notificación de una nueva actualización de uno de los diarios más importantes de Nueva York interrumpe mis pensamientos. Abro la página más por aburrimiento que por curiosidad
⋘FABIO⋙Camino con paso ligero hasta llegar al estacionamiento del café, me detengo abruptamente cuando me doy cuenta de mi reacción. Le doy un golpe al capó con furia.¿Qué es lo que estoy haciendo?La pregunta me carcome el corazón, actué de manera imprudente y poco racional con Astrid. Ella no tiene idea de mis sentimientos, tampoco es una bruja que pueda leerme los pensamientos.Todos estos años me he asegurado de que no tenga la más mínima sospecha de que me he enamorado de ella.¿Quiero que se recupere y olvide a Patrick?¡Por supuesto! Nada me haría más feliz que verla sonreír de nuevo. Odio la máscara que se coloca cada vez que está a mi alrededor y más odio tener que fingir que le creo.Meso mis cabellos con frustración, recargo el cuerpo contra el vehículo y respiro profundo. Debatiéndome entre volver al café o esperar a que Astrid venga al estacionamiento.El timbre del móvil interrumpe mis pensamientos, lo saco del bolsillo y respiro de nuevo. Es mi madre.“¡Fabio!”Aparto
⋘ASTRID⋙La arena bajo mis pies se mueve. El agua va y viene, provocando un ligero cosquilleo mientras camino hacia la orilla del mar. Han pasado tres días desde que llegamos al municipio de Santo para las sesiones de fotos y grabaciones de los comerciales que se lanzarán el próximo mes. Han sido días muy largos de trabajo, pero también me han permitido mantener la cabeza ocupada, evitando pensar en nada más que en terminar el contrato con Imperial. Cada día que pasa me acerca más y más al momento en que finalmente podré regresar a Nueva York.Me detengo cuando me doy cuenta de que me he alejado demasiado del grupo. Asumo que es una zona privada, o eso parece al no ver tanta gente alrededor. Me dejo caer sobre la arena y clavo la mirada en el imponente y maravilloso mar. El vaivén de las olas me relaja, así que aprovecho cada oportunidad para escaparme.Hay momentos en los que me siento tentada a caminar mar adentro y dejar que esa inmensidad me abrace y me absorba por completo. Total
⋘ASTRID⋙«Te amo».Me congelo ante la confesión de Fabio. Por un momento creo haber escuchado mal. Tiene que ser eso. Es imposible que esté enamorado de mí. ¿Cómo? ¿Cuándo? Un sinfín de preguntas inunda mi mente.—Lo siento, Astrid —murmura, mirándome a los ojos—. Sé que estás herida por todo lo que ha sucedido, pero después de hoy, he decidido no perder más tiempo. Quiero que lo sepas, estoy enamorado de ti desde hace mucho tiempo.Mi cuerpo tiembla cuando se aleja. Ignoro su semidesnudez, las gotas de agua cayendo por su cuello, y me concentro en sus ojos y labios, esperando que me diga que es una broma. Pero la seriedad de su mirada me confirma que todo esto es real, que no es un sueño y mucho menos que he escuchado mal.—Fabio… —me detengo apenas al pronunciar su nombre. ¿Qué voy a decirle? Estoy sorprendida, procesando su confesión.—No es necesario que digas nada, Astrid —murmura, adivinando mi debate mental—. Tal vez te parezca muy apresurado y que no es lo que esperabas escuch
⋘FABIO⋙Alejarme de Santo a la mañana siguiente de confesarle mis sentimientos a Astrid ha sido una de las cosas más difíciles que he tenido que hacer, sobre todo cuando le he prometido estar a su lado. No obstante, tampoco puedo echar en saco roto mis responsabilidades como asesor de Cristiano, aunque no esté de acuerdo con sus últimas decisiones. Tampoco desligarme de los eventos de Nueva York. Más que nada, es lo que me llevó de regreso a São Paulo a primera hora de la mañana.Luego de varias horas de reuniones con Nicole y sus padres, estuvimos de acuerdo en la fecha del siguiente lanzamiento. No solo somos una agencia de modelos; Glamourdacy también se ha dedicado de lleno al mundo de la moda y alta costura, asociado a grandes tiendas de renombre a nivel mundial.Después de llegar a un acuerdo con Nicole y de discutir con Cristiano sobre la intención de dejar a Livia como modelo principal del desfile, habiendo otras modelos con mejor perfil, decido volver a Santo. La carrera se s
⋘ASTRID⋙Durante el trayecto a Sao Paulo, solo espero el momento de despertar y darme cuenta de que todo es un sueño, que estos instantes solo han sido el producto de mi deseo de no sentirme sola y desesperada.—¿Tienes hambre? —pregunta Fabio cuando estamos entrando a la ciudad, una hora y media después de dejar el municipio de Santo. Giro el rostro para encontrarme con su oscura mirada.—Con las prisas por empacar, me he olvidado de comer —musito. No es la respuesta que espera, así que me apresuro a continuar—: Me encantaría, ¿el café de siempre? —pregunto.Siento que necesito estar allí. Después de todo, ese fue el último lugar en el que estuvimos juntos hace cinco días.—¿Estás segura? —Hay duda en su tono y entiendo muy bien la razón.—Sí, muy segura —respondo. Fabio se desvía y conduce hasta el estacionamiento del café. Se siente extraño volver, luego de que prácticamente nos peleamos allí. Lo peor fue no tener la oportunidad de volver a tocar el tema y que las cosas quedaran su
⋘ASTRID⋙Coloco las rosas en el primer jarrón que encuentro y espero a la llegada de Fabio para agradecerle por el detalle tan hermoso. Sin duda, es la mejor mañana que he tenido en mucho, mucho tiempo. Un sentimiento cálido se instala en mi corazón y una pequeña sonrisa se dibuja en mis labios mientras pienso en la mejor manera de devolverle el gesto. Tiene que ser algo bonito y especial, pero… ¿qué podría gustarle?La emoción por compartir un momento con Fabio es tanta que, cuando el mensaje de disculpa llega, no puedo evitar sentirme decepcionada; sin embargo, entiendo que tiene cosas personales y profesionales de las que ocuparse.Además, la reunión de esa mañana es con Cristiano Rodrigues, y me temo que no es un asunto enteramente laboral, sino también de índole personal. La posible relación con Livia puede tensar la relación entre tío y sobrino hasta romperla. Y, con sinceridad, no me gustaría que Fabio experimentara una pérdida tan importante, pero lo conozco bien y sé que se h
⋘ASTRID⋙El coche avanza en silencio, pero mi mente se ha convertido en una maraña de dudas, de preguntas sin respuestas y de miedos. ¿Por qué Nelson Dos Santos me trata con tanto interés?Las palabras de Livia en el último desfile en el que compartimos pasarela acuden a mi cabeza. Mencionó que había llamado la atención de personas importantes. ¿Era a esto a lo que se refería? Cuando llegué a Brasil, no fue con la intención de captar el interés de nadie. Vine a trabajar y acepté el contrato que Nelson Dos Santos me ofreció pensando en mi carrera, aunque al final no fue la mejor elección de mi vida. Jamás se me ocurrió que su interés fuese personal.La tensión se abre paso, y un vacío se me forma en la boca del estómago cuando el chofer estaciona frente al hotel.—El señor Dos Santos la espera, señorita Gringer —menciona el chofer, invitándome a salir.Los flashes de las cámaras me reciben. Mi cuerpo se tensa, y el vestido que llevo me parece ahora más ajustado que antes, adhiriéndose