⋘FABIO⋙
Camino con paso ligero hasta llegar al estacionamiento del café, me detengo abruptamente cuando me doy cuenta de mi reacción. Le doy un golpe al capó con furia.
¿Qué es lo que estoy haciendo?
La pregunta me carcome el corazón, actué de manera imprudente y poco racional con Astrid. Ella no tiene idea de mis sentimientos, tampoco es una bruja que pueda leerme los pensamientos.
Todos estos años me he asegurado de que no tenga la más mínima sospecha de que me he enamorado de ella.
¿Quiero que se recupere y olvide a Patrick?
¡Por supuesto! Nada me haría más feliz que verla sonreír de nuevo. Odio la máscara que se coloca cada vez que está a mi alrededor y más odio tener que fingir que le creo.
Meso mis cabellos con frustración, recargo el cuerpo contra el vehículo y respiro profundo. Debatiéndome entre volver al café o esperar a que Astrid venga al estacionamiento.
El timbre del móvil interrumpe mis pensamientos, lo saco del bolsillo y respiro de nuevo. Es mi madre.
“¡Fabio!”
Aparto el móvil de mi oreja por unos breves segundos antes de responder.
—Hola, mamá, ¿cómo has estado?
“Echándote de menos, entiendo que tengas mucho trabajo, pero no puedes olvidarte de tu madre”
—No me he olvidado de ti, mamá. Te llamo todos los días —replico, metiendo la mano en el bolsillo, viendo en dirección del café, esperando ver llegar a Astrid.
El silencio llena la línea telefónica por varios segundos, escucho la voz de mi padre al fondo, pero no logro entender lo que dice. Luego mi madre suspira y se aclara la voz.
“Kiara va a casarse con Harrison dentro de poco, ¿vendrás?”
—No he recibido invitación por parte de la familia de los novios, mamá.
“Kate nos ha invitado, somos más que amigos. Somos una familia, no puedes perderte un evento tan importante como este, Fabio.”
—Mamá…
“Tu padre sigue molesto por tu decisión de quedarte en Brasil, no puedes dejar todo el trabajo a las chicas, menos ahora que Alessandra y Marcelo parecen estar en una relación.”
—No quiero discutir sobre esto por teléfono, mamá. No voy a dejar a Astrid sola —insisto, no es la primera vez que tocamos el tema y sé muy bien que tampoco será la última.
El claxon de un auto me distrae y me giro para saber lo que sucede, afortunadamente es solo un pequeño perro que se ha cruzado la calle, pero que ha salido ileso.
“Astrid no es una niña, Fabio, no puedes cuidar de ella eternamente.”
—Astrid sigue siendo parte de la agencia, mamá, es mi responsabilidad cuidar de ella, además, la ruptura con Patrick no le ha sentado bien.
“¿A caso estás enamorándote de ella?”
Bingo, ha dado en el clavo, excepto porque no me estoy enamorando, he estado enamorado de Astrid desde hace tanto tiempo, pero no creo que a mi madre le haga mucha gracia saber que estoy perdido por la exnovia de Patrick.
—Me da pena su situación, mamá, Astrid no tiene a nadie más… Es mi deber estar con ella.
Un jadeo me hace girar de inmediato, los ojos de Astrid están cristalizados y lamento de inmediato mis palabras.
Astrid está tan frágil que puede malinterpretarlo todo, lo peor, es que lo he dicho exactamente como quiero que mi madre lo escuche.
—Astrid… —susurro al verla retroceder, sus lágrimas caen por sus mejillas y un vacío se me abre en el pecho.
“¿Fabio?”
—Tengo que colgar, mamá. Te llamaré luego —cierro la llamada sin darle tiempo a mi madre de responder y voy detrás de Astrid.
El corazón me martilla dentro del pecho y mi pulso se acelera. Son palabras sencillas que tiene el poder de matar a cualquiera.
—¡Espera, Astrid! —grito, tomándola del brazo para frenar su carrera.
—Déjame ir, Fabio —murmura.
—No, primero deja que te explique —le pido, viéndola a los ojos. Queriéndole decir sin palabras lo que realmente pasa dentro de mí.
—¿Explicarme qué? —pregunta con la voz cortada.
—Lo que dije…
—No quiero escucharte, Fabio, no deseo saber que todo lo que sientes por mí es lástima. Creí que éramos amigos, yo… ¡Aah! ¡Solo sientes responsabilidad por mí, por ser una de tus modelos! —exclama. Los hombros le tiemblan y todo lo que deseo es abrazarla y confesarle mi amor y que la lástima no es ninguno de ellos.
—Astrid…
—Vuelve a Nueva York, Fabio —me interrumpe, apartándose de mí—. Cuando termine el contrato con Imperial yo también volveré —agrega, caminando con pasos titubeantes hacia su coche.
—¡Espera!
—Tengo que reunirme en el set con los fotógrafos, te veo luego —dice como despedida, pone el auto en marcha y se aleja, dejándome una sensación de vacío absoluto.
¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!
Esas son las únicas palabras que puedo pronunciar por los siguientes días. Astrid ya no se reúne conmigo en el desayuno, sale muy temprano y aunque intento encontrarla, ella se me adelanta.
No puedo culparla de sentirse herida, esas no eran las palabras que esperaba que escuchara de mis labios. De haber tenido una idea de que iba a escucharme mientras hablaba con mi madre, habría admitido lo que en verdad siento.
—¿Fabio?
Levanto la cabeza para encontrarme con la mirada seria de mi tío. Llevo trabajando para Cristiano las últimas semanas como asesor. Tiene un desfile en tres meses y ha estado volviéndose loco.
—Lamento la demora —musita tras el silencio que se instala entre los dos.
—No te preocupes, acabo de llegar —no es ninguna mentira. Estuve vigilando el apartamento de Astrid hasta tarde, pero de nuevo, ella se marchó antes de que el sol se alzara.
—Voy a asistir a una sesión de fotos esta tarde, ¿te gustaría acompañarme?
—¿Sesión de fotos?
—Sí, la agencia Aquarela Models me ha invitado al set.
—¿Vas a contratar sus servicios? —le pregunto, evidentemente confundido. Glamourdacy ha sido la agencia que ha cubierto todos los eventos de la Casa de Modas Rio Glamour, por años.
Cristiano carraspea.
—Sí, quiero darle la oportunidad de sobresalir a nuestras modelos nacionales, Fabio. Sé muy bien que hemos estado trabajando durante años con Glamourdacy, pero…
—No tienes que explicarlo, tío. Imagino que no renovaste el contrato con nuestra agencia.
La vergüenza se manifiesta en su rostro.
—No, no lo hice. Hablé con tus padres al respecto y llegamos a un acuerdo —pronuncia.
Tengo la sospecha de que mi madre ha metido las manos en todo esto, gracias al acuerdo que teníamos con Rio Glamour, venimos a Brasil constantemente y fue gracias a esos desfiles que Astrid y yo continuamos en el país.
Mi padre debe sentirse muy furioso para llegar a este punto, pero cuando intento retomar la palabra. La puerta se abre, interrumpiendo lo que estoy por decir.
—Señor Rodrigues, la señorita Livia, lo espera en la sala de juntas —le informa Rafaela, disculpándose con la mirada por la interrupción.
—Dile que estaré enseguida con ella, ¿hiciste la reservación? —pregunta, poniéndose de pie, dando por concluida nuestra conversación.
—Sí, señor Rodrigues, tal como me lo ha indicado —responde, hace una ligera inclinación y se retira.
—¿Estás saliendo con Livia? —le pregunto. La curiosidad me gana, conozco a la modelo gracias a que compartió la pasarela con Astrid y otra modelo prometedora, de quien no recuerdo el nombre, pero ambas de Aquarela Models.
—Estamos conociéndonos —responde y sin más sale de la oficina.
Esto me hace dudar si es mi madre quien ayudó a que Cristiano no renovara con nuestra agencia o los amoríos de mi tío con Livia.
Con resignación, me levanto del sillón y salgo de la habitación, topándome con Rafaela en la puerta.
—¿Se va? —pregunta. Rafaela luce nerviosa, por lo que, frunzo el ceño. Ella se coloca de manera torpe las gafas sobre el puente de la nariz antes de que nuestros ojos vuelvan a encontrarse.
—¿Estás bien? —cuestiono, evadiendo su pregunta. Me llama la atención su nerviosismo y preocupación.
—Sí.
—Estás hecha un manojo de nervios, mujer, cualquiera diría que has visto un fantasma —bromeo, pero Rafaela se encoge.
—Fue casi lo mismo, la señorita Livia me provoca pánico —susurra y sin más se aparta de mi camino y entra a la oficina de Cristiano.
No tengo tiempo de perseguirla, pero me deja mucho en que pensar. Me retiro de la oficina y le envío un rápido mensaje a mi tío, disculpándome por no poder acompañarlo. No creo que necesite estar presente en sus negociaciones, cuando es un hecho que lo hará con o sin mi consejo.
Cuando dejo el edificio, me dirijo a la Bahía Santos, a dos horas de la ciudad, necesito canalizar mis emociones y poner en orden mis sentimientos en cuánto a Astrid. Puedo amarla con todo el corazón, pero debo priorizar su recuperación. Aún le duele la ruptura de su relación, sin embargo, en el fondo, creo que siente culpa por no darse cuenta a tiempo de su embarazo y, sobre todo, por haberlo perdido.
Me pierdo en los muchos pensamientos que envuelven mi viaje que no siento las dos horas de camino. Cuando llego a la Bahía, voy directo a la zona privada, dejo el auto y me quito los zapatos.
La arena caliente me hace dar pequeños saltos, hasta llegar a la orilla, mi vista se pierde por un breve momento en la inmensidad del mar, en el sol que brilla imponente sobre las aguas que se mueven en una suave danza.
La tranquilidad me embarga por otros breves segundos hasta que un grito me distrae.
—¡Señorita! —hay pánico en la voz del hombre, giro la cabeza y me encuentro con una hermosa cabellera rubia que camina mar adentro. Mi corazón se acelera y corro como si el mismo diablo me pisara los talones.
—¡Astrid! —grito con desesperación mientras una enorme ola se alza y la cubre por completo.
⋘ASTRID⋙La arena bajo mis pies se mueve. El agua va y viene, provocando un ligero cosquilleo mientras camino hacia la orilla del mar. Han pasado tres días desde que llegamos al municipio de Santo para las sesiones de fotos y grabaciones de los comerciales que se lanzarán el próximo mes. Han sido días muy largos de trabajo, pero también me han permitido mantener la cabeza ocupada, evitando pensar en nada más que en terminar el contrato con Imperial. Cada día que pasa me acerca más y más al momento en que finalmente podré regresar a Nueva York.Me detengo cuando me doy cuenta de que me he alejado demasiado del grupo. Asumo que es una zona privada, o eso parece al no ver tanta gente alrededor. Me dejo caer sobre la arena y clavo la mirada en el imponente y maravilloso mar. El vaivén de las olas me relaja, así que aprovecho cada oportunidad para escaparme.Hay momentos en los que me siento tentada a caminar mar adentro y dejar que esa inmensidad me abrace y me absorba por completo. Total
⋘ASTRID⋙«Te amo».Me congelo ante la confesión de Fabio. Por un momento creo haber escuchado mal. Tiene que ser eso. Es imposible que esté enamorado de mí. ¿Cómo? ¿Cuándo? Un sinfín de preguntas inunda mi mente.—Lo siento, Astrid —murmura, mirándome a los ojos—. Sé que estás herida por todo lo que ha sucedido, pero después de hoy, he decidido no perder más tiempo. Quiero que lo sepas, estoy enamorado de ti desde hace mucho tiempo.Mi cuerpo tiembla cuando se aleja. Ignoro su semidesnudez, las gotas de agua cayendo por su cuello, y me concentro en sus ojos y labios, esperando que me diga que es una broma. Pero la seriedad de su mirada me confirma que todo esto es real, que no es un sueño y mucho menos que he escuchado mal.—Fabio… —me detengo apenas al pronunciar su nombre. ¿Qué voy a decirle? Estoy sorprendida, procesando su confesión.—No es necesario que digas nada, Astrid —murmura, adivinando mi debate mental—. Tal vez te parezca muy apresurado y que no es lo que esperabas escuch
⋘FABIO⋙Alejarme de Santo a la mañana siguiente de confesarle mis sentimientos a Astrid ha sido una de las cosas más difíciles que he tenido que hacer, sobre todo cuando le he prometido estar a su lado. No obstante, tampoco puedo echar en saco roto mis responsabilidades como asesor de Cristiano, aunque no esté de acuerdo con sus últimas decisiones. Tampoco desligarme de los eventos de Nueva York. Más que nada, es lo que me llevó de regreso a São Paulo a primera hora de la mañana.Luego de varias horas de reuniones con Nicole y sus padres, estuvimos de acuerdo en la fecha del siguiente lanzamiento. No solo somos una agencia de modelos; Glamourdacy también se ha dedicado de lleno al mundo de la moda y alta costura, asociado a grandes tiendas de renombre a nivel mundial.Después de llegar a un acuerdo con Nicole y de discutir con Cristiano sobre la intención de dejar a Livia como modelo principal del desfile, habiendo otras modelos con mejor perfil, decido volver a Santo. La carrera se s
⋘ASTRID⋙Durante el trayecto a Sao Paulo, solo espero el momento de despertar y darme cuenta de que todo es un sueño, que estos instantes solo han sido el producto de mi deseo de no sentirme sola y desesperada.—¿Tienes hambre? —pregunta Fabio cuando estamos entrando a la ciudad, una hora y media después de dejar el municipio de Santo. Giro el rostro para encontrarme con su oscura mirada.—Con las prisas por empacar, me he olvidado de comer —musito. No es la respuesta que espera, así que me apresuro a continuar—: Me encantaría, ¿el café de siempre? —pregunto.Siento que necesito estar allí. Después de todo, ese fue el último lugar en el que estuvimos juntos hace cinco días.—¿Estás segura? —Hay duda en su tono y entiendo muy bien la razón.—Sí, muy segura —respondo. Fabio se desvía y conduce hasta el estacionamiento del café. Se siente extraño volver, luego de que prácticamente nos peleamos allí. Lo peor fue no tener la oportunidad de volver a tocar el tema y que las cosas quedaran su
⋘ASTRID⋙Coloco las rosas en el primer jarrón que encuentro y espero a la llegada de Fabio para agradecerle por el detalle tan hermoso. Sin duda, es la mejor mañana que he tenido en mucho, mucho tiempo. Un sentimiento cálido se instala en mi corazón y una pequeña sonrisa se dibuja en mis labios mientras pienso en la mejor manera de devolverle el gesto. Tiene que ser algo bonito y especial, pero… ¿qué podría gustarle?La emoción por compartir un momento con Fabio es tanta que, cuando el mensaje de disculpa llega, no puedo evitar sentirme decepcionada; sin embargo, entiendo que tiene cosas personales y profesionales de las que ocuparse.Además, la reunión de esa mañana es con Cristiano Rodrigues, y me temo que no es un asunto enteramente laboral, sino también de índole personal. La posible relación con Livia puede tensar la relación entre tío y sobrino hasta romperla. Y, con sinceridad, no me gustaría que Fabio experimentara una pérdida tan importante, pero lo conozco bien y sé que se h
⋘ASTRID⋙El coche avanza en silencio, pero mi mente se ha convertido en una maraña de dudas, de preguntas sin respuestas y de miedos. ¿Por qué Nelson Dos Santos me trata con tanto interés?Las palabras de Livia en el último desfile en el que compartimos pasarela acuden a mi cabeza. Mencionó que había llamado la atención de personas importantes. ¿Era a esto a lo que se refería? Cuando llegué a Brasil, no fue con la intención de captar el interés de nadie. Vine a trabajar y acepté el contrato que Nelson Dos Santos me ofreció pensando en mi carrera, aunque al final no fue la mejor elección de mi vida. Jamás se me ocurrió que su interés fuese personal.La tensión se abre paso, y un vacío se me forma en la boca del estómago cuando el chofer estaciona frente al hotel.—El señor Dos Santos la espera, señorita Gringer —menciona el chofer, invitándome a salir.Los flashes de las cámaras me reciben. Mi cuerpo se tensa, y el vestido que llevo me parece ahora más ajustado que antes, adhiriéndose
⋘FABIO⋙Las horas transcurren demasiado lentas para mi gusto, y la espera me desespera. Llevo tres horas, ¡tres malditas horas esperando a Cristiano! Pero parece que se ha olvidado de que me citó a primera hora de la mañana. La frustración y el enojo hierven en mi interior, sobre todo después de leer los documentos que el abogado me entregó cuando llegué. Camino hacia el minibar que mi tío tiene instalado en su oficina y me sirvo un trago. Debo calmarme. Me recuerdo que Cristiano no es un niño, pero todo se va a la mierda cuando lo veo entrar tan campante y feliz, mientras yo estoy aburriéndome como una ostra, esperando por él.—No puedo creer que insistas en convertir a Livia en tu modelo principal, tío. ¿En qué estás pensando? O más bien, ¿con cuál cabeza estás pensando? —le grito apenas se cierra la puerta.—¡Cuida el tono en el que me hablas, Fabio, no te olvides de quién soy! —responde furioso, deteniéndose cerca de su escritorio. Su rostro refleja una ira que jamás le había vist
⋘ASTRID⋙«Soy su novio.»Las palabras firmes de Fabio me toman por sorpresa. La seguridad que transmite en cada una de ellas me impacta, pero no deja espacio para las dudas. No me da tiempo siquiera de reaccionar o pensar en lo que acaba de decir. Y entonces, ocurre. Siento el calor de sus labios sobre los míos. Primero, es un toque suave, casi tímido, como si tuviese miedo o me pidiera permiso, pero rápidamente se convierte en algo más intenso, más decidido cuando le doy acceso a mi boca.Mis ojos se abren, sorprendida por mi reacción y por el momento, por el significado detrás de ese beso. No es solo una acción para sacarme de un aprieto, sino algo más profundo. Fabio está enamorado de mí. Mi corazón late con fuerza, no por el shock, sino por la claridad con la que me doy cuenta de que puedo sentir por Fabio algo más que una amistad o una simple atracción. Fabio no solo es mi agente, ni tampoco una simple figura en mi vida; presiento que lo que acaba de suceder lo cambiará todo entr