⋘Astrid⋙
El tiempo vuela cuando no te das más que un momento para respirar. Los últimos tres meses han sido un nubarrón. Entre sesiones de fotos, algunas presentaciones y eventos sociales que me mantienen ocupada para no pensar, sobre todo cuando el abismo acaricia la superficie, amenazando con tirar los muros que he construido alrededor de mi mente y corazón.
A este punto, no sé si estoy consumiendo el trabajo o si él me consume a mí. Odio tener estos momentos de reflexión mientras espero por Fabio, quien, aprovechando el flexible horario de hoy, me ha invitado a comer, pero… está llegando tarde.
Con algo de frustración, tomo el celular y reviso las fotos que me han enviado de la última sesión, son perfectas por donde las vea. El reflejo del poder y el glamour, mas por dentro me siento como una vasija vacía.
La notificación de una nueva actualización de uno de los diarios más importantes de Nueva York interrumpe mis pensamientos. Abro la página más por aburrimiento que por curiosidad, pero me arrepiento tan pronto como veo la foto de Patrick besando a otra mujer. El fotógrafo no le ha enfocado bien el rostro, pero tengo una idea de quien puede ser.
Salgo de la web y dejo el móvil sobre la mesa, de donde no debí cogerlo.
—¿Estás bien?
Levanto la mirada para encontrarme con los ojos claros de Fabio, la preocupación en ellos hace que me duela el corazón. Lo último que deseo es saber que siente lástima por mi situación. Sus dedos se cierran sobre mi mano, dándome un ligero apretón.
—¿Lo has visto? —le pregunto. Su semblante lo dice todo y, aun así, quiero escucharlo.
—Sí.
Fabio aparta la mano cuando el mesero se acerca a nuestra mesa. Ordenamos rápidamente, volviendo a quedar solos.
—Astrid…
Él se interrumpe, la preocupación en sus ojos me provoca una sensación de culpa en el pecho. Todos estos meses han sido muy difíciles para mí, pero, sobre todo, para Fabio. Más que un jefe, ha sido un verdadero amigo. El hombre que ha intentado frenar mi ritmo de vida para cuidar de mi salud física y mental.
—Estoy bien, Fabio. Me alegra saber que Patrick ha podido continuar con su vida.
Frunce el ceño, evidentemente no me cree ni media palabra, pero no puedo aferrarme a algo que ya no existe.
—Pero tú estás enamorada de él —musita.
Es un golpe bajo, sin embargo, me obligo a sonreírle.
—Patrick fue muy importante en mi vida, me dio la oportunidad de volver a ser yo misma. Me hizo confiar de nuevo en el amor; sin embargo, nuestras vidas iban a tomar rumbos distintos en algún momento.
No puedo negar esa verdad, ni siquiera el bebé hubiese cambiado el destino que la vida nos tenía preparado. Por lo que, es mejor que Patrick nunca se entere de que alguna vez existió.
¿Para qué decirle? No es mi deseo convertirme en una mujer resentida y no tengo la menor intención de hacerle daño. Con el sufrimiento de uno basta.
—¿Está segura? —pregunta con duda.
Asiento sin dudarlo, coloco mi mano sobre la suya y le doy un apretón. Realmente deseo expresarle mi profundo agradecimiento por todo el apoyo que me ha brindado, por toda la paciencia que me ha tenido en momentos que ni yo me soportaba; sin embargo, no encuentro las palabras adecuadas para expresarme.
—No tienes nada de qué preocuparte, Fabio. Estoy bien y la vida sigue —miento.
—No me pidas que no me preocupe por ti, Astrid, no solo eres una de mis mejores modelos, sino también una buena amiga.
Le sonrío con profundo y sincero agradecimiento.
—No sabes lo agradecida que estoy contigo, Fabio, te has quedado en Brasil por mi culpa y siempre has estado pendiente de mí.
No son todas las palabras que quiero expresarle, pero son las que me nacen de lo más profundo de mi corazón.
—Es un placer poder estar a tu lado, Astrid. Sabes que cuentas conmigo, ¿verdad?
Asiento y le sonrío.
—Y tú conmigo, Fabio. Después de Patrick, solo he podido confiar en otro hombre y ese eres tú. A tu lado me siento segura.
Fabio me devuelve la sonrisa, pero también aparta la mano de mi toque. Algo en mi interior se mueve ante el rechazo; pero es entendible, solo somos amigos y seguramente él no desea nada más que eso.
Es inconcebible que me vea como algo más, después de todo, fue testigo de los años de relación con Patrick y más aún, cuando es el único que sabe que perdí un bebé.
No, Fabio se merece algo mejor que una mujer rota.
—¿Te pasa algo? —pregunto para no dejarle ver mi incomodidad ante su rechazo.
—No, pero el mesero está de regreso —responde, señalando al hombre que se aproxima a nuestra mesa con las órdenes.
Cuando el mesero se retira, siento la mirada fija de Fabio sobre mí, no me pregunta nada, ni me hace comentario alguno; pero sé que no le ha pasado desapercibido la cantidad de comida que he pedido. Me siento famélica.
Luego de la cena, volvemos al edificio donde vivimos. No compartimos apartamento desde hace dos meses, considerando que ambos necesitamos un poco de privacidad, por lo que nos despedimos en el pasillo.
Apenas las puertas se cierran a mi espalda, siento el peso del mundo caer sobre mis hombros, lanzo el bolso al sofá y busco un vaso de agua en la pequeña cocina que, pocas veces suelo utilizar.
Me siento en el sillón y tomo las pastillas que se han convertido en mi compañía desde hace varias semanas. No puedo darme el lujo de quebrarme.
Me recuesto en el sofá, cierro los ojos, dejando que el silencio del apartamento se apodere del tiempo y del espacio. La soledad que se ha vuelto tan familiar, pero indeseada, se cuela en cada rincón, abrazándome como una vieja amiga.
No soy tan fuerte como pienso, los días en los que más sonrío son los mismos en los que me derrumbo por dentro. Es una lucha constante que temo perder en cualquier momento.
Mis pensamientos vuelven a Patrick. La imagen de él besando a otra mujer no es lo que me lastima. Lo que realmente me carcome el alma es el hecho de que él haya podido seguir adelante mientras yo nado en un mar de dolor.
No puedo evitar ese horrible pensamiento, atrapada entre la imagen pública que debo mantener y los fragmentos de la persona que ya no reconozco. Las sesiones de fotos, los eventos y apariciones públicas son la máscara perfecta. Nadie quiere ver a una modelo que se esté desmoronando. Esperan belleza, gracia y éxito.
Y, mientras ellos admiran la imagen perfecta, yo estoy contando las horas para el siguiente analgésico. No importa cuantas pastillas tome, el vacío sigue ahí, más profundo con cada día que pasa…
Cuando vuelvo a abrir los ojos, la tenue luz del amanecer se cuela por las cortinas mal corridas, el cuerpo me duele al quedarme en el sillón. Me levanto cuando veo la hora en el móvil y me doy prisa para reunirme con Fabio para desayunar. Es un ritual que no puedo saltarme, por lo que corro a la ducha.
Una hora más tarde y con las ojeras cuidadosamente cubiertas por el maquillaje, salgo de casa para encontrarme con Fabio, recargado a la pared.
—¿Dormiste bien? —pregunta, como todos los días.
—Maravillosamente bien —miento.
Hay cierta duda en su mirada, pero finalmente asiente, me ofrece su brazo y caminamos al ascensor.
La elección de la mañana es un café bastante bohemio en el centro de la ciudad de São Paulo, donde compartimos el desayuno en completo silencio.
—¿Cómo está tu agenda para el día de hoy? —pregunta de repente.
Dejo el cubierto a un lado y bebo un sorbo de té, me aclaro la garganta antes de responder.
—Tengo una sesión de fotos por la mañana en el set y luego, por la tarde, algunas fotografías que necesitan ser tomadas a las orillas de la playa —respondo, vuelvo la atención a mi plato, pero el apetito se me ha ido por completo. Las náuseas suben por mi garganta, pero me obligo a reprimirlas.
—Te estás excediendo, Astrid —regaña, viéndome fijamente. Mi cuerpo tiembla.
—Sé que me paso la mayor parte del tiempo en los sets y en reuniones, Fabio, si no es de esta manera, los ocho meses que nos quedan de contrato serán más exigentes —respondo—. Solo trato de recuperar las semanas que se perdieron por mi causa.
Fabio se aclara la garganta.
—Hablaré con Nelson para solicitarle un descanso de fin de semana, tal vez un viaje a una isla te sirva para aliviar el estrés.
Niego con un movimiento de cabeza y suspiro.
—He aceptado acompañar al señor Dos Santos al baile benéfico que ofrece la Joyería, ¿no te lo ha comentado?
El rostro de Fabio cambia drásticamente, la calidez abandona sus ojos, se limpia la comisura de los labios con la servilleta, llama al mesero y le pide la cuenta.
¿Son ideas mías o se ha molestado?
—¿Fabio? —cuestiono cuando se pone de pie con clara intención de dejar la mesa. ¿Qué es lo que le sucede?
—Tengo una invitación, Astrid —responde, viendo mi mano que se aferra a su brazo. Nos quedamos quietos como estatuas en la puerta, bloqueando la entrada del café.
—¿Vendrás?
—Esperaba ir contigo —responde, se aparta de mi toque y se marcha, dejándome totalmente confundida…
⋘FABIO⋙Camino con paso ligero hasta llegar al estacionamiento del café, me detengo abruptamente cuando me doy cuenta de mi reacción. Le doy un golpe al capó con furia.¿Qué es lo que estoy haciendo?La pregunta me carcome el corazón, actué de manera imprudente y poco racional con Astrid. Ella no tiene idea de mis sentimientos, tampoco es una bruja que pueda leerme los pensamientos.Todos estos años me he asegurado de que no tenga la más mínima sospecha de que me he enamorado de ella.¿Quiero que se recupere y olvide a Patrick?¡Por supuesto! Nada me haría más feliz que verla sonreír de nuevo. Odio la máscara que se coloca cada vez que está a mi alrededor y más odio tener que fingir que le creo.Meso mis cabellos con frustración, recargo el cuerpo contra el vehículo y respiro profundo. Debatiéndome entre volver al café o esperar a que Astrid venga al estacionamiento.El timbre del móvil interrumpe mis pensamientos, lo saco del bolsillo y respiro de nuevo. Es mi madre.“¡Fabio!”Aparto
⋘ASTRID⋙La arena bajo mis pies se mueve. El agua va y viene, provocando un ligero cosquilleo mientras camino hacia la orilla del mar. Han pasado tres días desde que llegamos al municipio de Santo para las sesiones de fotos y grabaciones de los comerciales que se lanzarán el próximo mes. Han sido días muy largos de trabajo, pero también me han permitido mantener la cabeza ocupada, evitando pensar en nada más que en terminar el contrato con Imperial. Cada día que pasa me acerca más y más al momento en que finalmente podré regresar a Nueva York.Me detengo cuando me doy cuenta de que me he alejado demasiado del grupo. Asumo que es una zona privada, o eso parece al no ver tanta gente alrededor. Me dejo caer sobre la arena y clavo la mirada en el imponente y maravilloso mar. El vaivén de las olas me relaja, así que aprovecho cada oportunidad para escaparme.Hay momentos en los que me siento tentada a caminar mar adentro y dejar que esa inmensidad me abrace y me absorba por completo. Total
⋘ASTRID⋙«Te amo».Me congelo ante la confesión de Fabio. Por un momento creo haber escuchado mal. Tiene que ser eso. Es imposible que esté enamorado de mí. ¿Cómo? ¿Cuándo? Un sinfín de preguntas inunda mi mente.—Lo siento, Astrid —murmura, mirándome a los ojos—. Sé que estás herida por todo lo que ha sucedido, pero después de hoy, he decidido no perder más tiempo. Quiero que lo sepas, estoy enamorado de ti desde hace mucho tiempo.Mi cuerpo tiembla cuando se aleja. Ignoro su semidesnudez, las gotas de agua cayendo por su cuello, y me concentro en sus ojos y labios, esperando que me diga que es una broma. Pero la seriedad de su mirada me confirma que todo esto es real, que no es un sueño y mucho menos que he escuchado mal.—Fabio… —me detengo apenas al pronunciar su nombre. ¿Qué voy a decirle? Estoy sorprendida, procesando su confesión.—No es necesario que digas nada, Astrid —murmura, adivinando mi debate mental—. Tal vez te parezca muy apresurado y que no es lo que esperabas escuch
⋘FABIO⋙Alejarme de Santo a la mañana siguiente de confesarle mis sentimientos a Astrid ha sido una de las cosas más difíciles que he tenido que hacer, sobre todo cuando le he prometido estar a su lado. No obstante, tampoco puedo echar en saco roto mis responsabilidades como asesor de Cristiano, aunque no esté de acuerdo con sus últimas decisiones. Tampoco desligarme de los eventos de Nueva York. Más que nada, es lo que me llevó de regreso a São Paulo a primera hora de la mañana.Luego de varias horas de reuniones con Nicole y sus padres, estuvimos de acuerdo en la fecha del siguiente lanzamiento. No solo somos una agencia de modelos; Glamourdacy también se ha dedicado de lleno al mundo de la moda y alta costura, asociado a grandes tiendas de renombre a nivel mundial.Después de llegar a un acuerdo con Nicole y de discutir con Cristiano sobre la intención de dejar a Livia como modelo principal del desfile, habiendo otras modelos con mejor perfil, decido volver a Santo. La carrera se s
⋘ASTRID⋙Durante el trayecto a Sao Paulo, solo espero el momento de despertar y darme cuenta de que todo es un sueño, que estos instantes solo han sido el producto de mi deseo de no sentirme sola y desesperada.—¿Tienes hambre? —pregunta Fabio cuando estamos entrando a la ciudad, una hora y media después de dejar el municipio de Santo. Giro el rostro para encontrarme con su oscura mirada.—Con las prisas por empacar, me he olvidado de comer —musito. No es la respuesta que espera, así que me apresuro a continuar—: Me encantaría, ¿el café de siempre? —pregunto.Siento que necesito estar allí. Después de todo, ese fue el último lugar en el que estuvimos juntos hace cinco días.—¿Estás segura? —Hay duda en su tono y entiendo muy bien la razón.—Sí, muy segura —respondo. Fabio se desvía y conduce hasta el estacionamiento del café. Se siente extraño volver, luego de que prácticamente nos peleamos allí. Lo peor fue no tener la oportunidad de volver a tocar el tema y que las cosas quedaran su
⋘ASTRID⋙Coloco las rosas en el primer jarrón que encuentro y espero a la llegada de Fabio para agradecerle por el detalle tan hermoso. Sin duda, es la mejor mañana que he tenido en mucho, mucho tiempo. Un sentimiento cálido se instala en mi corazón y una pequeña sonrisa se dibuja en mis labios mientras pienso en la mejor manera de devolverle el gesto. Tiene que ser algo bonito y especial, pero… ¿qué podría gustarle?La emoción por compartir un momento con Fabio es tanta que, cuando el mensaje de disculpa llega, no puedo evitar sentirme decepcionada; sin embargo, entiendo que tiene cosas personales y profesionales de las que ocuparse.Además, la reunión de esa mañana es con Cristiano Rodrigues, y me temo que no es un asunto enteramente laboral, sino también de índole personal. La posible relación con Livia puede tensar la relación entre tío y sobrino hasta romperla. Y, con sinceridad, no me gustaría que Fabio experimentara una pérdida tan importante, pero lo conozco bien y sé que se h
⋘ASTRID⋙El coche avanza en silencio, pero mi mente se ha convertido en una maraña de dudas, de preguntas sin respuestas y de miedos. ¿Por qué Nelson Dos Santos me trata con tanto interés?Las palabras de Livia en el último desfile en el que compartimos pasarela acuden a mi cabeza. Mencionó que había llamado la atención de personas importantes. ¿Era a esto a lo que se refería? Cuando llegué a Brasil, no fue con la intención de captar el interés de nadie. Vine a trabajar y acepté el contrato que Nelson Dos Santos me ofreció pensando en mi carrera, aunque al final no fue la mejor elección de mi vida. Jamás se me ocurrió que su interés fuese personal.La tensión se abre paso, y un vacío se me forma en la boca del estómago cuando el chofer estaciona frente al hotel.—El señor Dos Santos la espera, señorita Gringer —menciona el chofer, invitándome a salir.Los flashes de las cámaras me reciben. Mi cuerpo se tensa, y el vestido que llevo me parece ahora más ajustado que antes, adhiriéndose
⋘FABIO⋙Las horas transcurren demasiado lentas para mi gusto, y la espera me desespera. Llevo tres horas, ¡tres malditas horas esperando a Cristiano! Pero parece que se ha olvidado de que me citó a primera hora de la mañana. La frustración y el enojo hierven en mi interior, sobre todo después de leer los documentos que el abogado me entregó cuando llegué. Camino hacia el minibar que mi tío tiene instalado en su oficina y me sirvo un trago. Debo calmarme. Me recuerdo que Cristiano no es un niño, pero todo se va a la mierda cuando lo veo entrar tan campante y feliz, mientras yo estoy aburriéndome como una ostra, esperando por él.—No puedo creer que insistas en convertir a Livia en tu modelo principal, tío. ¿En qué estás pensando? O más bien, ¿con cuál cabeza estás pensando? —le grito apenas se cierra la puerta.—¡Cuida el tono en el que me hablas, Fabio, no te olvides de quién soy! —responde furioso, deteniéndose cerca de su escritorio. Su rostro refleja una ira que jamás le había vist