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CAPÍTULO 20: UN INCENDIO INCONTROLABLE.El hombre de sesenta años se llevó el vaso de whisky a los labios, mientras sus ojos marrones permanecían fijos en Artem. Después de un sorbo largo y pausado, dejó el vaso sobre la mesa de caoba con un leve golpe.—No eres lo que esperaba.Artem alzó una ceja, manteniendo la compostura.—¿Entonces qué era lo que esperabas?El viejo apenas esbozó una sonrisa torcida, mostrando una fila de dientes amarillentos por los años de fumar, y respondió con tono despreocupado:—Probablemente a un italiano, no a un ruso.Artem hizo una mueca fría, sus manos apretándose dentro de los bolsillos de su abrigo.—A mí tampoco me gustan los italianos... —se encogió de hombros despreocupado y agregó— pero aquí estoy, convirtiéndome en el jefe.El viejo chasqueó la lengua, como si estuviera sopesando las palabras de Artem. Después, se inclinó hacia adelante, apoyando los codos sobre la mesa, y le dio una mirada amenazante, como si quisiera leer su alma.—Tengo que r
CAPITULO 21: PERDIDA DE CONTROLEl beso entre Artem y Liana se intensificó rápidamente. Él sujetó su nuca con firmeza, mientras su lengua hambrienta recorría cada rincón de su boca. El beso, inicialmente feroz, se volvió posesivo, como si Artem quisiera devorarla, reclamar cada parte de ella. Un segundo después, la estaba presionando contra el tocador, su cuerpo duro y musculoso pegado al de ella, transmitiendo un calor y una fuerza que la envolvieron completamente.Liana, lejos de ser pasiva, respondió al beso con la misma intensidad. Dominada por un hambre que no sabía que tenía, siguió los movimientos de Artem, tratando de igualar su posesividad. Era su primer beso verdadero, y cada segundo que pasaba le gustaba más, sintiendo algo que jamás había experimentado.Él, impulsado por el deseo y la lujuria incontrolable que hervía dentro de él, apartó sus labios solo un segundo, lo justo para tomar aliento y empezar a dejar un reguero de besos ardientes por el cuello de Liana. Sus labio
CAPÍTULO 22: REUNIÓN DE MAFIOSOS. Después de calmarse y arreglar su ropa, Liana bajó al salón principal de la mansión, que ahora se había convertido en un espectáculo de mafiosos y gente importante ligada al gobierno. Mientras se adentraba en la fiesta, sus ojos buscaron a Artem en todas las direcciones, pero no estaba por ningún lado. «¿Acaso huyó de la casa después de lo que pasó entre nosotros?» pensó, sintiendo una punzada de preocupación. No entendía por qué Artem se había ido de esa manera, tan abrupta y fría, y se sintió mal por ello. A pesar de todo, lo que había sucedido le había gustado, era una sensación nueva para ella, diferente a cualquier otra cosa que hubiera experimentado. «¿Así es el sexo?» se preguntó con una sonrisa y aún sintiendo el eco de sus caricias en su piel. Se dirigía hacia el jardín, cuando de pronto se detuvo en seco. Artem estaba frente a ella, pero no estaba solo. A su lado había una mujer, y para desgracia de Liana, era hermosa. Su cabello negro c
CAPÍTULO 23: CONQUÍSTALO Liana sintió cómo el calor subía a sus mejillas al darse cuenta de que Tatiana había escuchado sus maldiciones hacia Artem. Balbuceó rápidamente, intentando negar lo evidente. —¿Maldiciendo? No, yo... solo estaba hablando sola —dijo, tratando de sonar convincente. Tatiana soltó una risa ligera y negó con la cabeza. —Vamos, no te preocupes. Si yo estuviera en tu lugar, también lo habría maldecido, especialmente después de lo que vi. Liana la miró con sorpresa, sus ojos abiertos de par en par. —¿Lo viste en el jardín? Tatiana asintió, tomando un sorbo de su vodka antes de responder. —Sí, vi a Larisa pegada a él como una lapa. Esa mujer ha estado detrás de Artem desde hace mucho tiempo. El nombre "Larisa" salió de los labios de Liana con evidente hostilidad. —¿La conoces? —No mucho —admitió Tatiana encogiéndose de hombros—. Solo sé que es una especie de femme fatale. Suele seducir a hombres para beneficio de la Bratva y, en algún momento, incluso pensé
CAPÍTULO 24: ELLA ES INTOCABLE. Artem logró alcanzarla cerca de las escaleras, la agarró del brazo con fuerza y la atrajo hacia su cuerpo. Sus respiraciones eran rápidas y entrecortadas, y la tensión entre ellos era palpable. —¿Qué demonios fue todo eso que dijiste? —gruñó. Liana se burló, levantando una ceja con desdén. —Solo estaba diciendo la verdad, Artem. ¿Te duele tanto escucharla? Él la apretó más fuerte, su cercanía despertando un deseo incontrolable en él. Su voz se volvió seductora, sus labios casi rozaron los de ella. —¿Estás celosa, Liana? —preguntó, su tono goteando arrogancia. Ella negó rápidamente, intentando salirse de su agarre. —No seas ridículo. No estoy celosa. Artem se rió, su risa fue baja y arrogante. —Te quedan bien los celos —murmuró, mientras sus manos se movían, acariciando su espalda, haciendo que el autocontrol de Liana flaqueara. De repente, extendió su mano y la sostuvo con posesividad por la mandíbula, inclinándose para hablarle casi sobre sus
CAPITULO 25: MENTIRAS Y PESADILLAS. —¡¿Tenías que poner eso allí?! —exclamó Tatiana, cruzándose de brazos y lanzándole una mirada acusadora—. ¡Fue bastante desagradable, Artem! ¡Mírala, seguramente la dejaste traumada! Artem bufó, pasándose las manos por el cabello, y luego miró en dirección a Liana, que aún no había despertado. La preocupación se reflejaba en su rostro; la posibilidad de que algo le hubiera pasado por su culpa lo tenía al borde de perder el control. —¿Y yo qué iba a saber que aparecería de la nada? —replicó, a la defensiva—. Creí que estaba en su habitación, joder. La vi subir las escaleras... Tatiana suspiró, claramente exasperada. —Pues tendrás que medirte, Artem. Es solo una chiquilla y no está acostumbrada a este mundo. No hagas tus reuniones aquí. Artem soltó un suspiro de frustración, sintiendo cómo la presión se acumulaba en su pecho. —¿Y cómo quieres que lo haga, eh? No puedo mostrarme débil o me comerán vivos todos esos cabrones. Además, tu marido es
CAPÍTULO 26: PEQUEÑA DESCARADA.—¿Artem? —susurró Liana, asustada y confundida.Los ojos de Artem, oscuros y aún desorientados, la miraron con intensidad, como si estuviera atrapado entre el sueño y la realidad. La tensión en su cuerpo era palpable, y Liana sintió cómo su propio corazón latía aún más rápido, no solo por el miedo, sino por la intensidad del momento.Liana sonrió, aliviada al ver que los ojos de Artem estaban abiertos, mirándola fijamente.—Gracias a Dios, ya empezabas a asustarme —susurró, y trató de ponerse de pie.Pero antes de que pudiera hacerlo, la mano de Artem rodeó su cintura, impidiéndole moverse.—¿Artem? —preguntó, vacilante, mientras su mirada caía sobre el torso desnudo de él, cubierto de tatuajes.—Yo... no quería molestarte, solo estaba preocupada. Luego me di cuenta de que estabas teniendo una pesadilla y... no podía dejarte así —dijo rápidamente, con la voz temblorosa.Artem ladeó la cabeza, sin dejar de mirarla, y su agarre en la cintura de Liana se hi
CAPÍTULO 27: LA ARQUITECTA.Al día siguiente, Liana bajó a desayunar con la esperanza de que Artem ya se hubiera ido. No tenía idea de cómo enfrentarlo después de lo que había hecho. Mientras bajaba las escaleras, los pensamientos la asaltaron con intensidad.«Dios mío, me aproveché de un sonámbulo...» se reprochó. «¡La madre superiora tenía razón! Soy una pecadora... Y todavía me faltan diez rosarios...»Se llevó una mano a la frente, sintiéndose abrumada por la culpa, pero luego una vocecita traviesa en su mente la interrumpió.«¿Pecadora? Sí, pero al menos te lo disfrutaste, ¿verdad?» Liana tuvo que contener una risita, negando con la cabeza. «¡No, no, no puedes pensar así!» se regañó, tratando de mantenerse seria. «Lo que hice estuvo mal... Fue muy rico, pero malo.»Suspiró y terminó de bajar. Sin embargo, para su mala suerte, cuando llegó al comedor, ahí estaba él, sentado con una taza de café y una revista de economía en la mano. El corazón de Liana dio un brinco, y trató de evi