CAPÍTULO 16: DECISIONES Y DESCUBRIMIENTOS. Dos días después del entierro de Salvatore, Julieta seguía sin querer salir de su habitación. Y André, que se encontraba en el estudio, le lanzó una mirada severa y fría al ama de llaves que esperaba nerviosa frente a él. —¿Tampoco hoy comió casi nada? —preguntó, sin rodeos y con una dureza evidente en la voz. La mujer asintió y, mientras trataba de mantenerse firme, intentó explicar. —Le llevamos lo que ordenó, señor. De hecho, el chef personal que contrató para ella… le hace un menú adecuado para su… —La voz de la mujer bajó un poco mientras bajaba la mirada—, para su condición. Pero ella se niega a comérselo todo. André cerró el puño lentamente y luego apuntó a la mujer con un dedo, en tono amenazante. —Llévale su cena y, si Julieta no come su cena completa, tú pagarás las consecuencias. ¿Está claro? La mujer lo miró aterrada y comenzó a tartamudear algo, pero Santino, que había estado escuchando en silencio, interrumpió con un tono
CAPÍTULO 17: UNA ELECCIÓN. El auto se detuvo bruscamente delante de una propiedad imponente. La casa, aunque lujosa, estaba rodeada de altos muros y vigilancia en cada esquina. Era como si el aire se sintiera más pesado, y el lugar entero parecía advertirle que no habría salida fácil. Era una prisión disfrazada de mansión campestre, y el opresivo silencio que reinaba a su alrededor le recordaba, sin piedad, que estaba atrapada. Julieta sintió el miedo crecer en su pecho, pero también un impulso de defenderse. No iba a quedarse allí sin luchar, sin intentar escapar. Apenas la puerta del auto se abrió, lanzó una patada con toda la fuerza que le permitieron sus piernas, apuntando al conductor que la miraba con fría indiferencia. —¡Aléjate de mí, maldito! —le gritó, luchando por apartarse y resistirse a lo que venía. Sin embargo, en cuanto intentó moverse, dos hombres más aparecieron a ambos lados del auto. Sintió cómo la sujetaban de los brazos, sus manos fuertes inmovilizándola, mien
CAPÍTULO 18: TUYO ANTES QUE DE ELLA.Julieta miraba boquiabierta los jardines de la propiedad donde André la había llevado. Aún no había terminado de procesar lo que había pasado la noche anterior, cuando él soltó la noticia de que iba a casarse con ella. En un impulso, se encerró en su habitación, intentando ordenar sus pensamientos, pero la belleza del lugar era imposible de ignorar. Los jardines se extendían amplios y verdes, llenos de rosales de un rojo intenso que contrastaban con la piedra antigua de las fuentes. Más allá, los viñedos cubrían las suaves colinas, dando un toque pintoresco y casi irreal al paisaje.De repente, una voz rompió el silencio y la sacó de sus pensamientos.—¿Ya imaginaste cómo se verá este lugar en primavera?Sobresaltada, Julieta se giró, llevándose una mano al pecho.—¿Tienes que aparecer de la nada? —protestó, dándole una mirada de reproche a André que se acercaba—. Casi me provocas un infarto.Él le regaló una sonrisa que mezclaba picardía con algo
CAPÍTULO 19: PASIÓN EN EL JARDÍN.André comenzó a trazar un sendero de besos ardientes sobre la piel de Julieta, sus labios deslizándose desde su cuello hasta cada botón de su vestido que iba desabrochando con una destreza que la hizo suspirar entrecortadamente. Su respiración se volvió pesada, mientras sus ojos se perdían en las sombras que las copas de los árboles proyectaban sobre ellos. Con algo de aprehensión, susurró:—André… alguien puede vernos…Él detuvo su exploración solo para mirarla intensamente, con una media sonrisa en los labios, antes de acercarse a su oído y susurrarle, con una voz grave y posesiva.—Si alguno de ellos se atreve… y no vivirá para contarlo. Nadie más tiene derecho a verte así. Solo yo puedo tener ese placer, Julieta. Solo yo.Julieta trago y siseo cuando el quitó los tirantes de sus hombros y el aire frio le rozo los pezones, que estaban duros y doloridos. El no perdió tiempo y llevo su boca a ellos, antes de empezar a succionar con su boca y su lengua
CAPÍTULO 20: SOY TUYA.En la penumbra de la habitación, Julieta estaba recostada sobre el pecho de André, mientras él acariciaba suavemente su espalda. Por un momento, el silencio los envolvió, casi como una pausa en el tiempo. Ella fijó la vista en un punto indefinido, sintiendo cómo la culpa la golpeaba sin previo aviso. André percibió el cambio en su respiración y la miró preocupado, alzó su rostro con delicadeza.—¿Qué pasa, amore? —susurró.Julieta no respondió de inmediato; en cambio, se apartó con un suspiro profundo, dándole la espalda. Su voz salió rota y cargada de arrepentimiento.—Soy... una mala hermana, André. Siento que voy a lastimar a Natalia de nuevo... como aquella vez.Él suspiró, acercándose para consolarla. Se sentó a su lado y, suavemente, la giró para que lo mirara. Sus ojos reflejaban una comprensión inmensa.—Sé lo que estás pensando —murmuró, con voz baja—. Estás pensando que no puedes hacerle esto a Natalia… ¿verdad? Esto es por Bryan, ¿no?Ella se tensó de
CAPÍTULO 21: EDICIÓN EXTRA ESPECIAL. Al día siguiente, Julieta bajó las escaleras con paso lento, algo insegura. Al llegar al salón, se encontró con André esperándola. No pudo disimular su sorpresa al verlo. André llevaba un pantalón oscuro ajustado, una camiseta de marca y una chaqueta de cuero; un estilo informal pero costoso. Él notó su expresión y, con una sonrisa divertida, le explicó: —Hoy daremos un paseo, amore. Julieta se miró de pies a cabeza, algo apenada. —No traje ropa para algo así… Él le sonrió con esa expresión que tanto la desconcertaba. —No te preocupes —dijo—, empaqué algunas cosas para ti. Julieta quedó atónita unos segundos y luego soltó una risa. —¿Pensaste en todo, verdad? André asintió, complacido. —Por supuesto, amore —respondió, tomándola de la mano y llevándola a sus labios en un beso suave—. Ahora, ve a cambiarte. Julieta subió y, al regresar al salón, él ya no estaba. Salió afuera y lo encontró esperándola junto a un espléndido caballo. Sonrió so
CAPÍTULO 22: DEJAME CURAR TU HERIDA.LIBIA.La furgoneta se detuvo en un rincón oscuro de aquella calle polvorienta en Trípoli, y Marcos, vestido con ropa táctica, ajustó su chaleco y revisó el cargador de su arma. Con la firmeza de quien ya había visto de todo, se giró hacia los hombres que aguardaban expectantes.—Escuchen bien —dijo en un tono bajo—. Sabemos que hay resistencia, así que quiero a cada uno de ustedes atento y listo para responder. Sin errores. Entramos, hacemos el trabajo y salimos. La prioridad es Natalia, ¿entendido?Los hombres asintieron en silencio, y uno a uno fueron bajando de la furgoneta. Marcos se quedó un momento, sus ojos oscuros fijos en Boran, el jeque que había hecho posible esa incursión. Boran, con su elegante túnica blanca y su turbante, estaba sentado con serenidad, casi imperturbable, aunque en su mirada se asomaba la preocupación.—¿Alguna información sobre el líder de Mano Oscura? —preguntó, con voz grave y controlada.El jeque negó lentamente,
CAPÍTULO 23: HASTA QUE DIGAS QUE SÍ.—¿Tienes hambre? —preguntó André, atrapando a Julieta mirándolo fijamente. Ella no pudo evitar perderse en la escena. No todos los días tenía el privilegio de ver a un hombre rudo cocinando. Aquella visión le provocó un calorcito especial en el pecho, así que, sin pensarlo mucho, se acercó a él y lo abrazó por detrás.—Un poco —susurró suavemente.André sonrió y siguió moviendo la pasta en la sartén.—Seguro nuestro hijo tiene hambre —dijo, con un tono dulce y divertido que le arrancó una sonrisa. Julieta escondió el rostro en su espalda, sintiendo cómo el calor subía a sus mejillas. Pero de repente, el pensamiento sobre su hermana la golpeó de nuevo, y su sonrisa se desvaneció.—¿Qué pasa, dolcezza? Desde aquí puedo sentir que algo te preocupa —preguntó André, al notar el cambio en ella.Julieta se tomó un momento antes de responder, respirando hondo.—Es que... pienso en cómo se lo va a tomar Natalia cuando... —sus palabras quedaron en el aire mie