Minutos después él ascensor se abrió, fue al pasillo que daba al mini bar de los lobos de su manada.
Abrió la puerta sin si quiera tocar el timbre, estaba realmente molesto con su manada.
Pensaba que no habían aprendido con el castigó que les dió a Coco y Ben.
Cuando todos vieron al alfa se miraron con miedo entre sí, preguntándose qué habían hecho ahora para molestar a su rey.
Ningún macho o alfa se había acercado a la reina por lo que no entendían porqué él estaría molesto con ellos.
Pensando en todos esos temores se arrodillaron de inmediato, agachando la cabeza esperando a que el rey diera la orden de que levantaran la cabeza.
—Y Ross?
El tono de voz de Alexander era tranquila pero fría y tenebrosa.
Coco se acercó a él preguntando con miedo.
—Ocurre algo... alteza?
Grrr.El vientre de Sam le estaba recordando que tenía que comer algo, Sam se sonrojó por la vergüenza.Alexander se dió la vuelta al oír el rugido de Sam, le miró sorprendido luego le cuestionó.—Porqué no has comido?Él seguía con el cuerpo mojado secándose con una toalla.—Será porque me acabo de levantar?Se quitó la toalla que tenía en la cabeza, se puso otra toalla limpia y seca en su parte baja, acercándose a Sam y le puso en su regazo como si fuera un niño.—Sabes que no hablo de ahora, me han dicho que no has estado comiendo como se debe.Malditos entrometidos, con razón vino tan de repente después de estar desaparecido.Sam no pudo evitar maldecir a la gente que le rodeaba.—Es mentira.Porqué demonios me tienen que tratar como un ni
Más tarde ya vestidos para la cita se subieron a un coche, esta vez Lumier no iba con ellos por eso se sentaron en la parte delantera del coche. Alexander se abrochó el cinturón, puso la llave del carro en su sitio, revisó que todo estuviera en orden, puso sus manos en el volante mirando a Sam que se estaba poniendo el cinturón de seguridad. —Ya sabes qué lugar visitar primero? La idea de la cita fue tan repentina que a Sam no se le ocurrió un lugar en específico que visitar, se quedó en silencio pensando en lugar. —No me dirás que no tienes ni idea, o sí? La pregunta de Alexander puso más inquieto a Sam sin saber qué decir, así que dijo el lugar que había querido visitar pero que su estricta madre nunca le permitió. —Harry Potter. Alexander le miró sin entender hasta que cayó en cuenta al lugar que se refería Sam. —No crees que ese lugar es para niños? Sam frunció el ceño molesto haciendo pucheros por las palabras de su esposo. Alexander se rió rindiéndose a los encantos de
Diego estaba tumbando en su cama pensando en el nuevo aspecto físico de su amigo Sam, en la relación que tenía con James, y en las marcas que tenía en el cuello.Desde aquel suceso no ha vuelto a hablar con Sam, se sentía dolido, desilusionado, y con ganas de desaparecer y no sentir que están partiendo en dos su corazón.Estaba tan absorto en sus pensamientos que no se dió cuenta de la llamada que estaba entrando en su móvil, después de segundos en el que el teléfono estuvo sonando sin parar colgó.Cuando Diego cogió el teléfono para ver la llamada volvió a sonar, tomó el móvil pulsó el botón verde de la pantalla y lo puso en la oreja.—Aló?Chloe estuvo en silencio unos segundos intentando descifrar porqué su novio no respondió a la primera su llamada, pero luego respiró hondo intent
La rabia le invadió, quería matar a Diego y de paso hace sufrir a Sam para que no le viera la cara de estúpido. El grito de Alexander hizo que Sam se apartara de Diego de inmediato, se puso a temblar de miedo y su cara se puso pálida. —Diego...tienes... tienes que irte... Sam puso su mirada en el lugar donde estaba viniendo Alexander, un sudor frío le recorrió el cuerpo temiendo por la ira de su alfa. Oh Dios quién me manda tener una cita. —No tienes porqué ponerte nervioso, no estábamos haciendo nada más que hablar. Diego no entendía el nerviosismo de Sam, cómo le iban a explicar que ese era el problema, sólo con estar cerca de él o hablar ya era un problema. —Debes irte...por favor... —No tengo porqué huir, no estábamos haciendo nada malo. Inconscientemente Sam cruzó sus dedos, rezando para que no ocurriera una catástrofe. —Si no quieres irte has lo que quieras, pero yo me voy. Como Diego seguía insistiendo con que Sam se calmara ya que no estaban haciendo nada malo, él de
Se quitó la camisa azul marino que tenía, se abalanzó sobre Sam tocándole por todas partes. Todavía Sam estaba procesando lo que acababa de pasar y ni tiempo tuvo para adaptarse a lo que Alexander quería hacerle. —No quiero Alex. De nada sirvió las súplicas de Sam ya que a Alexander no pareció importarle, siguió desnudándole forcejeando puesto que Sam insistía en que no quería hacerlo. Sam le empujaba para que le soltara, le pateó con su pierna pero Alexander le agarró el cuello con fuerza. Por un lado le agarraba le cuello con fuerza asfixiándole, por otro lado le desnudaba a la fuerza. El desdichado omega lloraba y seguía forcejeando sin éxito, viendo cómo su alfa le desnuda y seguía con el fuerte agarre en el cuello. Cuando Alexander consiguió desnudar a su omega, se desabrochó los pantalones y se quitó la ropa interior. Sólo mostró la parte de su miembro, ya que no había necesidad de desnudarse al completo. Lo único que necesitaba era su pene. Sam giró su cabeza para no ve
Más tarde Alexander llegó a su palacio, encontró que Sam estaba durmiendo otra vez. Se acercó a él y le llamó. —Sam... Sam... Sam... Él tuvo que insistir un poco más ya que Sam seguía durmiendo y su voz no le llegaba, cuando por fin le escuchó abrió los ojos. Sam se frotó los ojos intentando despertarse, todavía veía un poco borroso y la luz le daba directamente a los ojos, haciendo que se sintiera más incómodo. Se tapó los ojos con su mano para evitar que la brillante luz de fuera, y de las bombillas de su habitación le cegaran. Al girarse al lugar donde provenía la voz que le llamaba vió a su alfa parado mirándole. La presencia de Alexander hizo que Sam le diera la espalda con el ceño fruncido. No quería verle, estaba molesto e irritado con él. —Porqué te niegas a comer Sam? A Alexander le preocupaba el estado de Sam, ya no se veía como antes y temía ser el causante. —No tengo hambre. Hasta al hablar Sam se sentía cansado, y Alexander notó su estado. —Estás más flaco, n
La felicidad que Sam estaba sintiendo de estar con su familia desapareció en un instante, apareciendo la tristeza otra vez.—Porqué no se queda un poco más? Uno de mis hijos puede acompañarle cuando vuelva, o puede quedarse a dormir.Laura notó que su hijo quería quedarse un poco más, además ella quería hablar con él a solas sin la presencia de Alexander, y este era el mejor momento.Sam se sintió aliviado con la intervención de su mamá, estaba empezando a tener esperanza.—Mamá tiene razón, si quieres puedes dejar a Coco para que te sientas más tranquilo.Sam no quería desaprovechar la oportunidad que le acababa de dar su mamá, así que presionó más para que le dejaran quedarse.—No es seguro que estés fuera Sam.M****a!Sam no pudo evitar maldecir en su mente, él agachó la cabeza molesto, no quería volver.—Señor Alexander no tiene de qué preocuparse, Sam es de la familia y será protegido por todos aquí. Se lo aseguro.Como Alexander seguía dudando de si dejar a su omega en este lugar
Eva se levantó y se fue a la cocina a preparar algo que Sam pudiera comer. Nunca él se imaginó que llegaría el día en que comiera la comida preparada por su madre Eva. Más tarde ella llenó la mesa de diferentes platillos. Había de todo, hasta comida que Laura no permitía por no ser "sana". —Puedes comer todo lo que quieras sin vomitar, tienen ingredientes de nuestro mundo, el agua también—explicó Eva. Sam se sentó en su asiento, cuando probó una cucharada de la sopa, sus ojos se llenaron de lágrimas. Hacía mucho que no comía una comida tan rica sin tener ganas de vomitar, le parecía la comida más rica que había comido nunca. Quería probar todo, llenarse de comida no sólo por él, sino por su bebé también. Laura se sentía complacida por ver a su hijo poder comer sin vomitar, y más animado que la última vez que le vió. —Sam no tan rápido o te dolerá el vientre después. A Sam le costaba comer con normalidad porque se moría de hambre, pero hizo hasta lo imposible por no comer tan