PUÑALADA.
Madre e hijo se dieron un beso esquimal.

—Yo también quiero—gritó Blanca.

—Ven aquí princesa.

Sam la puso en su regazo y se dieron un beso esquimal, mientras ella reía sin razón alguna.

—Aquí tienen sus pedidos.

De repente apareció el joven camarero dejó en la mesa lo que Laura había pedido y volvió a irse.

—Helado, helado...

Ver todo ese postre hacía que a Sam se le revolviera el estómago, el olor era insoportable.

Pese a que todo lo que trajo el camarero tenían buena pinta, a los ojos y olfato de Sam era lo peor que podía comer.

Se levantó de su asiento con ganas de vomitar.

—Mamá voy un momento al baño.

—Te sientes mal?

Sam negó con la cabeza.

—Sólo quiero ir al servicio un momento.

—Está bien.

Sam fue a hablar con un camarero para que le indicara el lugar del servicio, ya que era la primera vez que él venía a este lugar y no tenía ni idea de dónde estaba el servicio.

Sólo había oído hablar del lugar por las universitarias y a Diego cuando salía con sus interminables novias.

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