"Perder la paciencia es perder la batalla"Mahatma Gandhi.Y yo tenía la paciencia suficiente como para esperar a que Stan estuviese listo. Por diferentes fuentes me enteré de que Alice no había durado mucho más que un día en la ciudad y luego simplemente había desaparecido. Dejando además otro corazón roto, el de un chico de su escuela, uno que apareció en el mapa cuando llegó a la universidad y se fue a los golpes con Stan, que aunque pudo darle batalla se quedó quieto y al final terminó dándole un golpe certero, cuando se canso de ser golpeado.Mientras tanto yo anhelaba el día en el que Stan llegara a mis brazos y se quedará conmigo por voluntad propia. Lo necesitaba, lo quería y si, continuaría esperando a que las cosas pasaran para nosotros. Lo que empezaron siendo días, se convirtieron en semanas, que pasaron a ser meses y luego casi un año. El comportamiento de Stan cambió drásticamente, constantemente sus amigos, los pocos muy pocos que tenía, lo sacaban a rastras de bares,
PARIS. Mis ojos estaban rojos, muy rojos. Pues no había parado de llorar, luego de aquella noche.—Paris, no te confundas, esto no significa nada y lo sabías. Desde la primera vez que paso.—Lo se Stan, solo fui muy tonta y creí que luego de tanto tiempo... nosotros, ya teniamos una relación —Cinco meses después de tener sexo con Stan sin parar pensé que nuestra relación sería mucho más fuerte, pero estaba demasiado lejos de su realidad.—¿Relación? por Dios Paris, que ingenua que eres. Esto jamás va a ser una relación, yo... no quiero una relación. Ni contigo ni con nadie.—Pero con ella sí. Con Alice, la chica que siempre te traía en moto.Me miró como endemoniado, estaba furioso, estaba molesto, mis palabras fueron la gota que rebasó el vaso.—¿De qué hablas? ¡Callate! —me gritó.—Yo... creí que ya habían terminado.—No tienes idea de lo que hablas y por tu bien, callate, Paris.Me quebré y no pude evitar llorar, porque no importaba que él haya sido el único hombre en mi vida, el
STAN.Un domingo en la mañana miraba a Alice jugar con Ismael en la piscina, era la escena perfecta. Era un retrato pintado por los dioses para mi, eran el regalo que la vida me había dado.Mis padres venían entrando con una bandeja llena de pequeños postres y una jarra de limonada fresca, si eso no era felicidad no sabía lo que era.La tarde fue simplemente perfecta, Ismael jugó con todos y a todos nos hizo meternos a la piscina, almorzamos un intento de comida que preparó Alice y que quedó delicioso, eso con respecto al nivel culinario que ella tiene.Cuando el sol estaba por caer y la luna por llegar, hizo que el frío se intensificará rápidamente. Pero era un frío extraño, era un frío casi fúnebre, un frío triste y que nos dejó algo desconcertados a todos. Así que decidimos ingresar a la casa, pero justo cuando estaba por cerrar la puerta de cristal que daba a la piscina, mi teléfono sonó.—Hola, Stan —esa voz.—Paris, hola.—¿Por qué tanta seriedad? ¿Ya no somos amigos? ¿Ya no me
Espere a que Stan regresará a la habitación, había pasado primero por la de Ismael para verificar que estuviese bien y dormido. Luego lo escuche entrar a la que ahora era su oficina y platicar con el personal de seguridad. Había sido un día realmente perfecto y hermoso. Por primera vez logré sentirme como en familia, con esa plenitud de saber que no estábamos haciendo nada malo y que nuestros padres estuvieron apoyándonos y comprendiendo todo lo que había pasado entre nosotros. Que se comportan con Ismael como los abuelos que eran y que no tuvieran miedo a medir su amor frente a nosotros, sabíamos sin decirnos nada, que la pelea sería dura y constante, pero si teníamos el amor suficiente podríamos lograrlo. Sin embargo, al darme cuenta de la forma en la que Paris le había hablado a Stan, dejó una desolación en mi interior, tenía miedo, era una persona completamente diferente a la mujer que conocí el día que regresé. Ese brillo en sus ojos ya no estaba, ese amor que mostraba por Stan
STAN. Mis ojos estaban fijos en las acciones de Alice, la miraba caminar por el lugar tan desconcertada que no sabía que pasaba por su cabeza. Se acercó al cerdo que estaba arrinconado y lo miró. Lo miró durante un largo, largo tiempo y luego se acercó al grillete que tenía alrededor de su pie. —¿La llave? —Alice, no. —Stan, dame la llave. Me acerque al pequeño armario y la tome. Pero antes de entregarla me quede mirándola fijo. —No sabes lo que haces. —Si lo sé —suspiro—, este hombre no va a decir nada. No va a hablar, porque ya no sabe hablar, ya no sabe lo que es la realidad. Está tan mal, lo dejaste tan mal que no sabe diferenciar nada. —¿Cómo lo sabes? La vi moverse y aunque él ya tenía el pie libre y podía irse, se quedó allí en ese lugar parecía una estatua. Alice salió y volvió pocos minutos después. —¿Qué le das de comer? —Pan, agua, avena, fruta, carne de vez en cuando. Escuché cómo limpiaba sus lágrimas y respiraba profundamente. Estaba ciertamente afectada.
“Cuando se hace daño a otro es menester hacérselo de tal manera que le sea imposible vengarse” Maquiavelo. ALICE. —Dejame ir. —Te dije que iba a acabar contigo y lo voy a hacer. —Paris, piensa muy bien lo que estás haciendo, no es necesario que lleves las cosas al extremo. Si me quieres lejos de la vida de Stan, te prometo que me voy a ir. No me importa la empresa ni los negocios, ni lo que hiciste con el dinero de mi padre, te prometo que me voy. —No es suficiente, Alice ¿No lo entiendes? —¿De qué hablas? —No importa que tan lejos vayas, no importa si te cambias el nombre, te pintas el pelo, inclusive si te llevas a esa pequeña rata de tu hijo contigo. Nada de eso importa, porque Stan no se va a olvidar de ti, al menos que dejes de existir. —Si me haces daño, Stan no te lo va a perdonar nunca. —Stan no se tiene que enterar. ¿Me crees tan estúpida? —Ni siquiera sospecha que estás aquí conmigo hablando. ¿Acaso crees que le voy a dejar pistas para que sepa que fui yo la que l
STAN.El tiempo transcurre como cada quién lo necesita. Una hora tiene 60 minutos, un minuto tiene 60 segundos y cada segundo tiene 1000 milésimas.Pero muchas veces en un segundo, sólo un segundo puede cambiar toda la historia de una vida.—¡Papá! ¡Ayúdame papá! —Ismael estaba gritando muy fuerte, porque tenía mucho miedo.Pero esos malditos fotografos no nos dejaban en paz, para los hombres de la seguridad fue casi imposible llegar hasta nosotros y alcanzarnos, estaban sobre mi pequeño y yo estaba conteniendo tanto como podía, esquivarlos y llegar hasta Ismael fue una travesía una que me iba a costar caro, porque el golpe que le di al fotógrafo que le intento poner la mano encima no había sido suave. Eso significaba demanda, extrañamente éramos nosotros los afectados con su invasión a nuestra privacidad, pero eran ellos lo que podrían demandarme por lesiones personales. —¡Nunca más se acerquen a mi hijo! —Estaba desesperado.—¿Entonces si es su hijo? —decía uno.—Lo que dicen es
ALICE.—Mamá, necesito tu ayuda.—¿Te sientes bien, hija?—No, ven a casa. Hoy le dije a Stan que no podía ir a trabajar. Pero no me siento bien.—Enseguida voy.Colgué la llamada y caminé hasta la cocina, me sentía mareada y débil, parecía que mi cuerpo no respondía a mis órdenes, ni a lo que yo quería y necesitaba. Más temprano esa mañana lo único que pude hacer fue bañarme y tomar un desayuno sencillo que saqué de mi sistema más rápido de lo que había entrado.Tenía un retraso en mi periodo, uno grande, sabía que era una opción muy grande que estuviese embarazada, pero con tantas cosas pasando en nuestras vidas, no me había tomado el tiempo de hacer lo correcto, ir al medico por una prueba de embarazo.Sin embargo, mi malestar de ese día era extraño, los síntomas no eran los mismos de los que había tenido días atrás. El vómito y el mareo, los dolores de cabeza y mucho deseo por Stan. Ese día en especial, me sentía cansada, mareada pero como si hubiese bebido mucho alcohol y mis pi