CAPÍTULO 90: ¿ELLA PUEDE SER MI MAMÁ?En la habitación del hospital, Giovanni acariciaba suavemente la cabeza de su hijo mientras cerraba el libro de cuentos que había terminado de leerle y Gabriel apenas había prestado atención. Su mirada estaba perdida y delataba que algo le rondaba por la cabeza.—Papá… —dijo el pequeño con duda en la voz.—¿Sí, hijo? —Giovanni dejó el libro a un lado y lo miró con ternura.Gabriel vaciló un instante antes de formular su pregunta, bajando un poco la mirada como si temiera la respuesta.—¿Mamá no volverá a verme?El cuerpo de Giovanni se tensó. Era una pregunta cargada de emociones y temía lo que significaba. Si Gabriel se negaba a separarse de Dayana, la situación podría complicarse aún más.—Hijo… sé que amas a tu madre y que… —No es eso, papá —lo interrumpió el pequeño, agachando la cabeza, avergonzado—. Solo quiero saber si ella ya no será mi mamá porque… —se detuvo un momento antes de murmurar— porque quiero saber si la mamá de Zoe puede ser mi
CAPÍTULO 91: VEN CON NOSTROS.Lucien no rompió el beso mientras guiaba a Adeline hacia la cama y cuando llegaron al borde, la hizo caer suavemente, cubriéndola con su cuerpo. Adeline cerró los ojos, intentando ignorar el nudo de incomodidad que se formaba en su pecho.«Tengo que intentarlo», pensó. «Ha sido bueno conmigo, ha estado a mi lado todos estos años. Se lo debo».Pero su cuerpo no respondía.En lugar de desearlo, cada roce parecía erigir una barrera invisible entre ellos. Lucien empezó a besarle el cuello, mientras sus dedos delineaban con firmeza la curva de su cintura. Adeline respiró profundamente, tratando de calmar su mente, pero la incomodidad creció hasta que ya no pudo contenerla.—Lucien... espera... —susurró.Él no se detuvo. Parecía no haberla escuchado, o tal vez decidió ignorarla. Sus caricias continuaron, ahora más insistentes. Adeline empezó a agitarse. Su voz, esta vez más firme, lo llamó de nuevo.—Lucien... no.Pero él siguió, como si las palabras no signifi
CAPÍTULO 92: EL PRINCIPIO DE DÍAS FELICES.Lucien estaba en su consultorio, revisando algunos informes sobre nuevos tratamientos cuando la puerta se abrió de golpe. Un médico de mediana edad entró, con una carpeta bajo el brazo y una sonrisa despreocupada.—Doctor Stanton, ¿tiene un momento? —preguntó el hombre mientras se acercaba al escritorio.Lucien levantó la mirada, su expresión fría como siempre, y asintió levemente.—Claro, Dr. Ramos, ¿qué sucede?El hombre se dejó caer en la silla frente a él, colocando un grupo de papeles sobre el escritorio de manera descuidada.—Es sobre el área de oncología. Hay unos pacientes que han solicitado cambios en sus horarios de tratamiento, y quería que revisara las modificaciones antes de que las apruebe.Lucien tomó los papeles sin mucho interés al principio, hojeándolos con rapidez. Sin embargo, su mano se detuvo de golpe al leer un nombre que lo hizo tensarse: Giovanni D’Ángelo.Sus cejas se fruncieron ligeramente, y su mirada se quedó fija
CAPÍTULO 93: ANIMALES SALVAJES. Adeline lo acomodó como pudo en el asiento trasero del auto, su respiración aún agitada mientras lo miraba con preocupación y miedo. Ajustó su postura para que estuviera lo más cómodo posible y se inclinó hacia él. —¿Giovanni? —dijo en voz baja, nerviosa, mientras lo observaba con atención—. Por favor… responde… Pero él no respondía y la desesperación comenzó a tomar control de Adeline. Ella tragó más nerviosa que nunca y se inclinó acariciando su cabello con manos temblorosas. —Por favor… abre los ojos… —susurró—. ábrelos… Como si la hubiera escuchado, él abrió los ojos lentamente, parpadeando varias veces como si intentara enfocar su mirada. Cuando finalmente la reconoció, frunció el ceño al ver su expresión angustiada. —¿Qué pasó? —preguntó. —¿Cómo te sientes? —dijo Adeline, tratando de sonar firme. Giovanni intentó incorporarse, pero ella lo detuvo colocando una mano firme en su hombro. —No. Quédate acostado. —Su voz era autoritaria, sin esp
CAPÍTULO 94: NO TE CONTENGAS.―Giovanni… ―susurró Adeline, casi sin darse cuenta.Los dedos de Giovanni seguían acariciando su cintura, y su pulgar dibujaba círculos lentos en su piel, cada caricia más tentadora que la anterior. Él inclinó su cabeza, su rostro peligrosamente cerca del suyo, y Adeline sintió su aliento mezclarse con el de ella, cálido y provocador.―¿Qué pasa? ―preguntó él con voz baja―. ¿Ya no tienes miedo?Ella intentó hablar, pero su voz se quedó atrapada en su garganta. Su cuerpo respondía antes que su mente, y sin darse cuenta, sus manos se habían apoyado en el pecho de Giovanni, sintiendo el calor que emanaba de él, la firmeza de su cuerpo bajo la tela. Había algo primitivo en la forma en que él la miraba, algo que despertaba un deseo que sospechaba no podría controlar.―No es eso... ―murmuró finalmente―. Es que…―Yo, ¿qué? ―preguntó bajando la mirada hacia sus labios, inclinándose aún más, su nariz rozando apenas la suya.Ella abrió la boca para decir algo, pero
CAPÍTULO 95: LA SEGUNDA VEZ QUE ME DICES QUE ME AMAS.Giovanni no perdió más tiempo. En el momento en que Adeline le dio permiso, la besó con una pasión que había estado reteniendo. Sus labios capturaron los de ella con urgencia, moviéndose con hambre, y Adeline se entregó por completo. Sus manos subieron para perderse en el cabello revuelto de Giovanni, tirando de él con un gemido suave que escapó de su garganta.Él se presionó contra ella, dejándola sentir claramente lo duro que estaba. Sus manos, ya fuera de control, se colaron debajo de su blusa, acariciando su piel desnuda, subiendo lentamente por su abdomen, provocándole escalofríos. La cercanía, el deseo mutuo, la piel contra piel... todo era demasiado, pero nada era suficiente. Adeline abrió más sus labios para él, permitiéndole explorarla más profundamente, sus lenguas se encontraron en un baile que los envolvió a ambos en una ola de deseo.Giovanni soltó un gruñido bajo, mientras sus manos exploraban la suave piel de Adeline,
CAPÍTULO 96: SIEMPRE HABIA SIDO SUYA.Giovanni deslizó sus labios por el cuello de Adeline, dejando un reguero de besos cálidos y húmedos que hicieron que su piel se erizara. Con movimientos lentos, comenzó a bajar los tirantes de su blusa, sus dedos rozando apenas la suave piel de sus hombros. Y cuando sus pechos quedaron expuestos, su mirada se clavó en ellos, en esos pezones rosados que se alzaban, rígidos y listos, como si lo estuvieran esperando. Un gruñido bajo escapó de su garganta, una mezcla de admiración y deseo puro.—Sei bellissima, Adeline (eres bellísima, Adeline) —susurró, su voz ronca, impregnada de pasión.Sin apartar los ojos de ella, bajó sus labios hasta uno de esos picos rosados y lo atrapó entre su boca. Su lengua trazó círculos ansiosos, jugando, explorando, devorando. Y Adeline dejó escapar un pequeño gemido y cerró los ojos, entregándose por completo al mar de sensaciones que él le estaba provocando. Sus manos buscaron el cabello oscuro de Giovanni, enredándos
CAPÍTULO 97: SOLO EL PRINCIPIO.El sonido del agua llenaba el aire y Giovanni sostuvo a Adeline con cuidado en sus brazos. Ahora estaban en la bañera; él la había llevado allí después de haber hecho el amor frente a la chimenea. Con la espuma acariciando su piel y las gotas resbalando por sus cuerpos, Giovanni deslizaba las manos con devoción por el cuerpo de Adeline, limpiando cada rincón con una ternura que lo dejaba expuesto.—Gracias —murmuró suavemente, dándole un beso en el cuello—. Gracias por darme esta oportunidad, por dejarme amarte como mereces. Te prometo, Adeline, que dedicaré cada día de mi vida a hacerte feliz. Nunca te faltará mi amor, lo juro.Ella, con la cabeza recostada sobre su pecho, dejó escapar una risa suave y juguetona. Sus ojos chispeaban de malicia cuando levantó la mirada para encontrarse con los suyos.—Más te vale cumplir tu palabra, D'Angelo —le dijo con una sonrisa divertida—, porque si no lo haces, me aseguraré de que lo lamentes cada segundo. Y créem