CAPÍTULO 85: SU AMOR POR ZOE.Zoe estaba sentada frente a Giovanni, balanceando los pies bajo la mesa mientras mordía con entusiasmo un trozo de sandía. Sus ojos azules, tan vivos y curiosos, lo observaban con atención, como si intentara memorizar cada detalle de su rostro.—Papi… —dijo de repente, con la voz cargada de emoción—, ¿cómo eran mis abuelos? ¿Eran como tú? ¿Y cómo eras tú de niño?La pregunta lo tomó por sorpresa, pero no pudo evitar sonreír. Tomó un plato con más frutas y le ofreció una rebanada de melón.—Tus abuelos eran personas increíbles, Zoe. Mi mamá era muy dulce y paciente, siempre sabía qué decir para hacerme sentir mejor. Y mi papá era más serio, pero tenía un corazón enorme. Me enseñó a montar en bicicleta y siempre decía que no importa cuántas veces te caigas, lo importante es levantarte. Y yo… bueno, de niño era travieso. Me metía en líos todo el tiempo, pero siempre trataba de hacer reír a todos.La pequeña masticó su fruta con entusiasmo, procesando cada pal
CAPÍTULO 86: LEJOS DE MI HIJO.—Eres un inútil, Gabriel —escupió Dayana, su voz fría como el hielo—. No sirves para nada. Ni siquiera pudiste convencer a tu padre de quedarse. ¿De qué me sirves si no puedes hacer lo único que te pedí?Gabriel levantó la mirada, con los ojos llenos de lágrimas.—P-perdón, mamá —sollozó, su voz temblando mientras intentaba explicarse—. Yo… yo le dije, pero… pero no quiso…Dayana se inclinó hacia él, agarrándolo bruscamente del brazo y sacudiéndolo con fuerza.—¡Porque no sabes hacer nada bien! —gritó, sus ojos llenos de una furia inhumana. Gabriel lloró aún más fuerte, intentando zafarse, pero ella lo sostuvo con una fuerza desproporcionada—. ¡Solo tenías que convencerlo! ¡Solo eso!—¡Me duele, mamá! —gimió el pequeño, tratando de liberarse mientras las lágrimas corrían por sus mejillas—. ¡Por favor, no me pegues!De repente, la puerta se abrió y Giovanni entró al cuarto acompañado de Zoe, pero la escena que presenció fue suficiente para desatar una tor
CAPITULO 87: QUIERO QUE PAGUE.Los ojos de Dayana se llenaron de una furia venenosa mientras negaba con la cabeza.—Te guste o no, soy su madre. Y tengo derechos.Giovanni dio un paso amenazador hacia ella.—Derechos que vas a perder. Porque cuando el juez sepa que eres una maltratadora de niños, no dudará en quitarte la custodia y ponerte una orden de alejamiento. Y ten por seguro que voy a hacer todo lo posible para mandarte a donde mereces: a la cárcel.Ella apretó las manos en puños, su mirada oscilando entre el pánico y el odio. Sus ojos se dirigieron rápidamente a Gabriel, quien seguía llorando mientras Zoe lo consolaba. Al ver a la niña, su furia se intensificó.«Esto es por la m*****a de Adeline y su hija», pensó con frialdad. Curvó los labios en una sonrisa gélida y desafiante.—Así que ahora estás con Adeline, ¿eh?Giovanni no se inmutó, su mirada siguió fija como un cuchillo en su garganta.—Ese no es tu maldito problema, Dayana.Ella bufó con una risa sarcástica y su tono c
CAPÍTULO 88: UN PEDIDO ESPECIAL.Adeline revisaba unos informes financieros cuando recibió una llamada.—¿A qué hora irás por Zoe? —preguntó Lucien con tono directo.Ella dejó los papeles y esbozó una sonrisa tranquila.—En un rato. No te preocupes, ella está bien.Del otro lado, Lucien apretó los labios, una línea tensa que delataba su molestia contenida. Desvió la mirada hacia un punto fijo en la ventana antes de hablar.—Seguiré preocupándome por ella… aun cuando Zoe sepa que Giovanni es su padre. Yo la he tenido más tiempo.Adeline se puso de pie y dejó salir un suspiro cansado.—Ya hablamos sobre esto, Lucien. Zoe está feliz y eso es lo que debería importar, ¿no?—No creo que fuera necesario decírselo —dijo casi como un reproche—. Es una niña, lo hubiera olvidado fácilmente.—Si lo que te preocupa es que Zoe deje de quererte, te equivocas. —Adeline caminó hacia su abrigo y lo tomó—. Esta mañana me dijo que ahora tenía dos papás. Así que… tú sigues siendo especial, Lucien.Él no d
CAPÍTULO 89: NO TE ILUSIONES.Una mezcla de emociones le invadió el pecho: sorpresa, miedo, y una punzada de algo más… algo que se parecía peligrosamente a las ganas de decir que sí. Por un lado, comprendía el deseo de su hija; después de todo, Zoe solo veía lo hermoso de tener a sus dos figuras paternas juntas.Pero, por otro, Adeline sabía que aceptar implicaría enfrentarse a emociones enterradas, recuerdos incómodos, y una conexión con Giovanni que aún latía, aunque tratara de negarlo.—Hija… —empezó a decir buscando las palabras correctas. Pero vio los ojos de su hija llenos de ilusión. Tragó con fuerza, su corazón latía rápido, luchando entre la lógica y el deseo de regalarle a su hija lo que pedía. Ella inspiró hondo, intentando calmar el temblor de su voz.—Está bien, amor… —dijo finalmente—. Iré contigo.[.]En el consultorio, Lucien miraba a la mujer frente a él. La chica entró con pasos vacilantes.—¿Qué haces aquí? —preguntó él, su tono helado, cargado de desaprobación—. Cr
CAPÍTULO 90: ¿ELLA PUEDE SER MI MAMÁ?En la habitación del hospital, Giovanni acariciaba suavemente la cabeza de su hijo mientras cerraba el libro de cuentos que había terminado de leerle y Gabriel apenas había prestado atención. Su mirada estaba perdida y delataba que algo le rondaba por la cabeza.—Papá… —dijo el pequeño con duda en la voz.—¿Sí, hijo? —Giovanni dejó el libro a un lado y lo miró con ternura.Gabriel vaciló un instante antes de formular su pregunta, bajando un poco la mirada como si temiera la respuesta.—¿Mamá no volverá a verme?El cuerpo de Giovanni se tensó. Era una pregunta cargada de emociones y temía lo que significaba. Si Gabriel se negaba a separarse de Dayana, la situación podría complicarse aún más.—Hijo… sé que amas a tu madre y que… —No es eso, papá —lo interrumpió el pequeño, agachando la cabeza, avergonzado—. Solo quiero saber si ella ya no será mi mamá porque… —se detuvo un momento antes de murmurar— porque quiero saber si la mamá de Zoe puede ser mi
CAPÍTULO 91: VEN CON NOSTROS.Lucien no rompió el beso mientras guiaba a Adeline hacia la cama y cuando llegaron al borde, la hizo caer suavemente, cubriéndola con su cuerpo. Adeline cerró los ojos, intentando ignorar el nudo de incomodidad que se formaba en su pecho.«Tengo que intentarlo», pensó. «Ha sido bueno conmigo, ha estado a mi lado todos estos años. Se lo debo».Pero su cuerpo no respondía.En lugar de desearlo, cada roce parecía erigir una barrera invisible entre ellos. Lucien empezó a besarle el cuello, mientras sus dedos delineaban con firmeza la curva de su cintura. Adeline respiró profundamente, tratando de calmar su mente, pero la incomodidad creció hasta que ya no pudo contenerla.—Lucien... espera... —susurró.Él no se detuvo. Parecía no haberla escuchado, o tal vez decidió ignorarla. Sus caricias continuaron, ahora más insistentes. Adeline empezó a agitarse. Su voz, esta vez más firme, lo llamó de nuevo.—Lucien... no.Pero él siguió, como si las palabras no signifi
CAPÍTULO 92: EL PRINCIPIO DE DÍAS FELICES.Lucien estaba en su consultorio, revisando algunos informes sobre nuevos tratamientos cuando la puerta se abrió de golpe. Un médico de mediana edad entró, con una carpeta bajo el brazo y una sonrisa despreocupada.—Doctor Stanton, ¿tiene un momento? —preguntó el hombre mientras se acercaba al escritorio.Lucien levantó la mirada, su expresión fría como siempre, y asintió levemente.—Claro, Dr. Ramos, ¿qué sucede?El hombre se dejó caer en la silla frente a él, colocando un grupo de papeles sobre el escritorio de manera descuidada.—Es sobre el área de oncología. Hay unos pacientes que han solicitado cambios en sus horarios de tratamiento, y quería que revisara las modificaciones antes de que las apruebe.Lucien tomó los papeles sin mucho interés al principio, hojeándolos con rapidez. Sin embargo, su mano se detuvo de golpe al leer un nombre que lo hizo tensarse: Giovanni D’Ángelo.Sus cejas se fruncieron ligeramente, y su mirada se quedó fija