Apóyame con tu comentario, preciosa. Ahhhh, en el proximo veremos una escena muy divertida de Gio y Ade, bueno, dicen que los niños y los borrachos hablan con la verdad, veamos que suelta este italiano hijo de... ¡Las amo!
CAPÍTULO 18: ¡MI PRIMO! MANSIÓN WINCHESTER. —¡Dime, papá! —gritó Dayana—. ¿Por qué quieres que Adeline siga con Giovanni? Barlow permaneció en silencio, calculando con frialdad lo que podía y no podía revelar. Ni siquiera su hija debía conocer sus verdaderos motivos. Sin decir una palabra, se levantó con calma y caminó hacia el escritorio. Se sentó lentamente, dejando caer el peso de su presencia en la silla de cuero. —No es asunto tuyo —respondió finalmente, su voz fría y carente de emoción. Dayana apretó los dientes con fuerza. Colocó ambas manos sobre el escritorio, inclinándose hacia adelante, sus ojos penetrando los de su padre. —Lo que sea que te beneficie de la familia D’Angelo, yo puedo igualarlo. Barlow frunció el ceño, mostrando un atisbo de interés. Dayana lo notó y, casi de inmediato, sonrió con astucia. —Puedo conseguirte muchas cosas —continuó—. Te daré todo lo que quieras, siempre y cuando me apoyes en esto. ¿Eh? ¿Qué dices? ¿Qué es lo que quieres? Giovan
CAPÍTULO 19: QUIERO ESTAR CONTIGO.El auto se detuvo delante de la gran casa. Y Lucien le lanzó una última mirada a Adeline antes de hablar.—El dinero estará en tu cuenta lo más pronto posible.Adeline asintió bajando un poco la mirada.—Está bien, gracias —respondió ella, mientras tomaba la manija de la puerta. Sus dedos temblaban ligeramente por los nervios, por lo que no pudo abrirla.Lucien sonrió, con un toque de diversión en los ojos.—Permíteme.Se inclinó un poco hacia ella, y en ese breve instante, Adeline fue invadida por su aroma masculino y por la calidez que irradiaba su proximidad. Sintió cómo su corazón se aceleraba y tragó saliva, tratando de mantenerse calmada mientras él abría la puerta con facilidad.Lucien retrocedió apenas, y al levantar la vista, sus rostros quedaron peligrosamente cerca.—Ya está —murmuró con una sonrisa traviesa—, no te preocupes, es culpa del auto. Ya no los hacen como antes.Adeline se sonrojó aún más, incapaz de evitarlo, y Lucien volvió a s
CAPÍTULO 20: ¿DÓNDE Y CUÁNDO?Giovanni se dejó caer en el sofá de su departamento de soltero con un dolor de cabeza palpitante. Estaba hecho una mierda. Apestaba a alcohol, y para colmo, había tenido que llamar a su secretario porque su auto se quedó sin gasolina. Pero lo más sorprendente de todo fue que Adeline no le abrió la puerta en toda la noche.No importó cuántas veces llamó, gritó o golpeó la puerta. La condenada mujer no respondió ni se compadeció de sus dedos lastimados.¿Cómo era posible?Giovanni no podía entender el cambio en ella. Antes, Adeline siempre estaba ahí, esperando sus llamadas, pendiente de cada uno de sus movimientos, pero ahora... ahora parecía que lo había olvidado. Y eso lo hería de una forma que jamás admitiría. Se negaba a creer que lo hubiera dejado atrás tan rápido. ¿No lo amaba con locura?Él siempre había asumido que sería así.Era Giovanni D’Angelo, ¿cómo alguien se atrevía a olvidarlo?—Señor, traje el botiquín de primeros auxilios. Sus dedos se v
CAPÍTULO 21: MÉDICO NEGLIGENTE.La puerta del consultorio de Logan se abrió de golpe. Él alzó la mirada y se encontró con el rostro frío de Giovanni. De inmediato, se puso de pie.—No, no te molestes —se burló Giovanni—. Mejor quédate donde estás, porque después de lo que tenemos que hablar, seguramente querrás tener algo donde apoyarte.Logan entrecerró los ojos, devolviéndole la misma mirada gélida.—¿Qué quieres, Giovanni? —preguntó con una voz fría y directa, sin perder la calma.Giovanni no respondió, solo dejó caer un archivo sobre el escritorio de Logan.—Ábrelo, y sabrás por qué estoy aquí.Logan bajó la vista hacia la carpeta, la abrió lentamente y, al hacerlo, sintió cómo su sangre se helaba en las venas. Giovanni disfrutó de su reacción, con una sonrisa que no escondía su satisfacción.—Nadie es tan bueno del todo, ¿verdad? Y mucho menos los “medicuchos” que se disfrazan de santos —dijo Giovanni con desprecio, cruzando los brazos.Logan apretó los dedos contra las hojas, el
CAPÍTULO 22: DEMASIADO TARDE.Adeline respiró profundamente al salir del banco y miró a Lucien con gratitud.—Gracias, Lucien. De verdad… gracias por ayudarme.—No tienes que agradecerme nada —respondió él con una suave sonrisa, y sin pensarlo mucho, le acomodó un mechón de cabello que se había soltado.Adeline sintió cómo el rubor subía a sus mejillas y bajó la cabeza, avergonzada.—¿Necesitas ir a otra parte? —preguntó en voz baja.—No… yo… No quiero abusar de ti.Lucien negó con una sonrisa.—La verdad es que tenía una comida de negocios, pero la cancelé. Acabo de descubrir que me gusta pasar tiempo contigo.Ella lo miró sorprendida. Y él se inclinó un poco más y, con suavidad, volvió a acomodarle un mechón de cabello suelto.—No tengo nada más que hacer hoy… —le susurró—. Soy todo tuyo.El corazón de Adeline comenzó a latir con fuerza. Nerviosa, se apartó un poco.—Bueno, entonces… vamos.El auto avanzó en silencio hasta que Lucien, de repente, rompió la calma con una pregunta que
CAPÍTULO 23: NO ESTABA MINTIENDO.La respuesta de la mujer dejó a Adeline sin palabras.―¿Qué?Y de inmediato sintió cómo la ira se encendía en su pecho al escuchar el nombre de Giovanni. Todo su dolor, su impotencia, su rabia se concentraron en un solo punto. Era él, él había sido el causante de todo esto. Su mente intentaba procesarlo, pero no podía entenderlo.¿Cómo era posible que alguien pudiera ser tan cruel? ¿Por qué se empeñaba en hacerle daño? El cuidado de su abuelo corría por cuenta de su padre, entonces, ¿cómo lo había logrado?La chica detrás del mostrador tragó saliva antes de responder.—El señor D’Angelo utilizó su influencia para que el hospital negara la cobertura y ordenara el traslado de su abuelo a una instalación pública.Adeline abrió los ojos, incrédula, mientras la realidad la golpeaba como un puñetazo en el estómago. Giovanni había dejado morir a su abuelo como una especie de represalia personal, una venganza contra ella. Estaba castigándola, y había usado al
CAPÍTULO 24: FRIALDAD ABSOLUTA.Giovanni quedó atónito ante la bofetada. Su rostro ardía, pero nada se comparaba con el vacío en su pecho al ver a Adeline frente a él, rota, devastada. Lo peor era que lo miraba como si ya no fuera más que una sombra en su vida.—¿Vienes a ver tu obra? ¿A satisfacer tu maldad?Él la miró, sin entender.—Adeline, yo… lo lamento, no se…Ella soltó una risa amarga, fría, carente de emoción, excepto odio. Porque si alguna vez había sentido amor por él, ahora todo ese amor se había convertido en desprecio.—Qué hipócrita... qué cínico eres, Giovanni D’Ángelo. Como si fueras capaz de sentir algo más, siendo la basura que eres.Las palabras de Adeline lo atravesaron. Pero sabía que esto era consecuencia de sus errores, de no haberla escuchado cuando tantas veces ella intentó hablarle. El arrepentimiento lo golpeó como una ola. Dio un paso adelante, con la intención de enmendarlo, de pedir perdón.—Adeline... yo... de verdad, no sabía lo de tu abuelo. Si hubie
CAPÍTULO 25: EL ÚNICO BASTARDO.—¿Qué haces aquí, Dayana? —preguntó Adeline, sintiendo cómo el dolor, apenas aplacado, volvía a surgir con una intensidad aplastante.Dayana esbozó una sonrisa arrogante, llena de crueldad.—¿No lo adivinas? —dijo con satisfacción—. Gio me regaló esta casa. Por eso saqué la basura, tu basura, Adeline.Ella apretó las manos con tanta fuerza que las uñas se clavaron en su carne, pero no sintió dolor. Ya nada podía lastimarla más de lo que ya estaba. Quiso reír en ese instante, pero todo lo que sentía era un profundo vacío.«Mentiroso», pensó, recordando cuando le dijo que esa casa siempre sería de ella, que sería su hogar, pase lo que pase. «¿Es esto lo que querías? ¿Humillarme más, hacerme sentir insignificante?»Contuvo las lágrimas que amenazaban con salir y dio un paso hacia adelante, su voz cargada de una amarga resignación.—Está bien, no me importa. Solo me llevaré mis cosas.Pero Dayana no estaba satisfecha. Ella quería más. Quería verla rota, des