¡Asesina de dedos! hahahaha
CAPÍTULO 20: ¿DÓNDE Y CUÁNDO?Giovanni se dejó caer en el sofá de su departamento de soltero con un dolor de cabeza palpitante. Estaba hecho una mierda. Apestaba a alcohol, y para colmo, había tenido que llamar a su secretario porque su auto se quedó sin gasolina. Pero lo más sorprendente de todo fue que Adeline no le abrió la puerta en toda la noche.No importó cuántas veces llamó, gritó o golpeó la puerta. La condenada mujer no respondió ni se compadeció de sus dedos lastimados.¿Cómo era posible?Giovanni no podía entender el cambio en ella. Antes, Adeline siempre estaba ahí, esperando sus llamadas, pendiente de cada uno de sus movimientos, pero ahora... ahora parecía que lo había olvidado. Y eso lo hería de una forma que jamás admitiría. Se negaba a creer que lo hubiera dejado atrás tan rápido. ¿No lo amaba con locura?Él siempre había asumido que sería así.Era Giovanni D’Angelo, ¿cómo alguien se atrevía a olvidarlo?—Señor, traje el botiquín de primeros auxilios. Sus dedos se v
CAPÍTULO 21: MÉDICO NEGLIGENTE.La puerta del consultorio de Logan se abrió de golpe. Él alzó la mirada y se encontró con el rostro frío de Giovanni. De inmediato, se puso de pie.—No, no te molestes —se burló Giovanni—. Mejor quédate donde estás, porque después de lo que tenemos que hablar, seguramente querrás tener algo donde apoyarte.Logan entrecerró los ojos, devolviéndole la misma mirada gélida.—¿Qué quieres, Giovanni? —preguntó con una voz fría y directa, sin perder la calma.Giovanni no respondió, solo dejó caer un archivo sobre el escritorio de Logan.—Ábrelo, y sabrás por qué estoy aquí.Logan bajó la vista hacia la carpeta, la abrió lentamente y, al hacerlo, sintió cómo su sangre se helaba en las venas. Giovanni disfrutó de su reacción, con una sonrisa que no escondía su satisfacción.—Nadie es tan bueno del todo, ¿verdad? Y mucho menos los “medicuchos” que se disfrazan de santos —dijo Giovanni con desprecio, cruzando los brazos.Logan apretó los dedos contra las hojas, el
CAPÍTULO 22: DEMASIADO TARDE.Adeline respiró profundamente al salir del banco y miró a Lucien con gratitud.—Gracias, Lucien. De verdad… gracias por ayudarme.—No tienes que agradecerme nada —respondió él con una suave sonrisa, y sin pensarlo mucho, le acomodó un mechón de cabello que se había soltado.Adeline sintió cómo el rubor subía a sus mejillas y bajó la cabeza, avergonzada.—¿Necesitas ir a otra parte? —preguntó en voz baja.—No… yo… No quiero abusar de ti.Lucien negó con una sonrisa.—La verdad es que tenía una comida de negocios, pero la cancelé. Acabo de descubrir que me gusta pasar tiempo contigo.Ella lo miró sorprendida. Y él se inclinó un poco más y, con suavidad, volvió a acomodarle un mechón de cabello suelto.—No tengo nada más que hacer hoy… —le susurró—. Soy todo tuyo.El corazón de Adeline comenzó a latir con fuerza. Nerviosa, se apartó un poco.—Bueno, entonces… vamos.El auto avanzó en silencio hasta que Lucien, de repente, rompió la calma con una pregunta que
CAPÍTULO 23: NO ESTABA MINTIENDO.La respuesta de la mujer dejó a Adeline sin palabras.―¿Qué?Y de inmediato sintió cómo la ira se encendía en su pecho al escuchar el nombre de Giovanni. Todo su dolor, su impotencia, su rabia se concentraron en un solo punto. Era él, él había sido el causante de todo esto. Su mente intentaba procesarlo, pero no podía entenderlo.¿Cómo era posible que alguien pudiera ser tan cruel? ¿Por qué se empeñaba en hacerle daño? El cuidado de su abuelo corría por cuenta de su padre, entonces, ¿cómo lo había logrado?La chica detrás del mostrador tragó saliva antes de responder.—El señor D’Angelo utilizó su influencia para que el hospital negara la cobertura y ordenara el traslado de su abuelo a una instalación pública.Adeline abrió los ojos, incrédula, mientras la realidad la golpeaba como un puñetazo en el estómago. Giovanni había dejado morir a su abuelo como una especie de represalia personal, una venganza contra ella. Estaba castigándola, y había usado al
CAPÍTULO 24: FRIALDAD ABSOLUTA.Giovanni quedó atónito ante la bofetada. Su rostro ardía, pero nada se comparaba con el vacío en su pecho al ver a Adeline frente a él, rota, devastada. Lo peor era que lo miraba como si ya no fuera más que una sombra en su vida.—¿Vienes a ver tu obra? ¿A satisfacer tu maldad?Él la miró, sin entender.—Adeline, yo… lo lamento, no se…Ella soltó una risa amarga, fría, carente de emoción, excepto odio. Porque si alguna vez había sentido amor por él, ahora todo ese amor se había convertido en desprecio.—Qué hipócrita... qué cínico eres, Giovanni D’Ángelo. Como si fueras capaz de sentir algo más, siendo la basura que eres.Las palabras de Adeline lo atravesaron. Pero sabía que esto era consecuencia de sus errores, de no haberla escuchado cuando tantas veces ella intentó hablarle. El arrepentimiento lo golpeó como una ola. Dio un paso adelante, con la intención de enmendarlo, de pedir perdón.—Adeline... yo... de verdad, no sabía lo de tu abuelo. Si hubie
CAPÍTULO 25: EL ÚNICO BASTARDO.—¿Qué haces aquí, Dayana? —preguntó Adeline, sintiendo cómo el dolor, apenas aplacado, volvía a surgir con una intensidad aplastante.Dayana esbozó una sonrisa arrogante, llena de crueldad.—¿No lo adivinas? —dijo con satisfacción—. Gio me regaló esta casa. Por eso saqué la basura, tu basura, Adeline.Ella apretó las manos con tanta fuerza que las uñas se clavaron en su carne, pero no sintió dolor. Ya nada podía lastimarla más de lo que ya estaba. Quiso reír en ese instante, pero todo lo que sentía era un profundo vacío.«Mentiroso», pensó, recordando cuando le dijo que esa casa siempre sería de ella, que sería su hogar, pase lo que pase. «¿Es esto lo que querías? ¿Humillarme más, hacerme sentir insignificante?»Contuvo las lágrimas que amenazaban con salir y dio un paso hacia adelante, su voz cargada de una amarga resignación.—Está bien, no me importa. Solo me llevaré mis cosas.Pero Dayana no estaba satisfecha. Ella quería más. Quería verla rota, des
CAPÍTULO 26: UNA ELECCIÓN.Dayana, al reconocer el sonido del auto y ver a Giovanni acercarse, no pudo creer su suerte. El plan original era llamar a Giovanni y acusar a Adeline de atacarla, pero que él lo viera con sus propios ojos era incluso mejor.«Es hora, Dayana», pensó, «es hora de dar tu mejor actuación».—¡Mi bebé! —gritó fingiendo desesperación—. ¡Mi bebé! ¡Ayuda, mi bebé!Giovanni llegó en pocos segundos, su pecho se apretaba al ver la confusión y la violencia en la escena ante él. Sus ojos se movían rápidamente entre Adeline, que intentaba levantarse con dificultad, y Dayana, que gemía en el suelo.—¿Qué... qué está pasando? —preguntó vacilante.Dayana fue la primera en hablar, su voz temblando con una mezcla de llanto fingido y dolor falso.—Gio, mi amor… nuestro bebé… ella... ¡ella! —las lágrimas corrían por sus mejillas mientras se agarraba el vientre—. ¡Me duele tanto, Gio! No quiero perder a nuestro bebé... ¡no quiero que le pase nada!Él permaneció inmóvil por un segu
CAPÍTULO 27: INTENTO DE ASESINATO.El médico se quitó el estetoscopio con una sonrisa tranquilizadora, miró a Dayana y luego a Giovanni, quien esperaba en silencio. Su mente iba una y otra vez a Adeline.—Todo está bien con el bebé, no hay nada de lo que preocuparse.Giovanni escuchó en silencio, pero sin relajar la tensión de su cuerpo. Y cuando el médico se fue, dejó que un pesado silencio invadiera la habitación antes de mirar a Dayana con una expresión fría.—¿Quieres decirme qué estabas haciendo allí?Dayana se puso nerviosa al instante, pero rápidamente se obligó a mostrarse calmada. Su rostro adoptó una expresión triste mientras lo miraba.—Fui a ver a Adeline —respondió con suavidad—. Me enteré de que su abuelo murió, y quería apoyarla en ese momento tan difícil.Giovanni la miró con escepticismo y Dayana bajó la mirada, fingiendo más tristeza.—A pesar de todo lo que ha pasado —continuó—, ella sigue siendo mi hermana, y la quiero. Solo quería que supiera que… a pesar de todo p