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CAPÍTULO 24: FRIALDAD ABSOLUTA.Giovanni quedó atónito ante la bofetada. Su rostro ardía, pero nada se comparaba con el vacío en su pecho al ver a Adeline frente a él, rota, devastada. Lo peor era que lo miraba como si ya no fuera más que una sombra en su vida.—¿Vienes a ver tu obra? ¿A satisfacer tu maldad?Él la miró, sin entender.—Adeline, yo… lo lamento, no se…Ella soltó una risa amarga, fría, carente de emoción, excepto odio. Porque si alguna vez había sentido amor por él, ahora todo ese amor se había convertido en desprecio.—Qué hipócrita... qué cínico eres, Giovanni D’Ángelo. Como si fueras capaz de sentir algo más, siendo la basura que eres.Las palabras de Adeline lo atravesaron. Pero sabía que esto era consecuencia de sus errores, de no haberla escuchado cuando tantas veces ella intentó hablarle. El arrepentimiento lo golpeó como una ola. Dio un paso adelante, con la intención de enmendarlo, de pedir perdón.—Adeline... yo... de verdad, no sabía lo de tu abuelo. Si hubie
CAPÍTULO 25: EL ÚNICO BASTARDO.—¿Qué haces aquí, Dayana? —preguntó Adeline, sintiendo cómo el dolor, apenas aplacado, volvía a surgir con una intensidad aplastante.Dayana esbozó una sonrisa arrogante, llena de crueldad.—¿No lo adivinas? —dijo con satisfacción—. Gio me regaló esta casa. Por eso saqué la basura, tu basura, Adeline.Ella apretó las manos con tanta fuerza que las uñas se clavaron en su carne, pero no sintió dolor. Ya nada podía lastimarla más de lo que ya estaba. Quiso reír en ese instante, pero todo lo que sentía era un profundo vacío.«Mentiroso», pensó, recordando cuando le dijo que esa casa siempre sería de ella, que sería su hogar, pase lo que pase. «¿Es esto lo que querías? ¿Humillarme más, hacerme sentir insignificante?»Contuvo las lágrimas que amenazaban con salir y dio un paso hacia adelante, su voz cargada de una amarga resignación.—Está bien, no me importa. Solo me llevaré mis cosas.Pero Dayana no estaba satisfecha. Ella quería más. Quería verla rota, des
CAPÍTULO 26: UNA ELECCIÓN.Dayana, al reconocer el sonido del auto y ver a Giovanni acercarse, no pudo creer su suerte. El plan original era llamar a Giovanni y acusar a Adeline de atacarla, pero que él lo viera con sus propios ojos era incluso mejor.«Es hora, Dayana», pensó, «es hora de dar tu mejor actuación».—¡Mi bebé! —gritó fingiendo desesperación—. ¡Mi bebé! ¡Ayuda, mi bebé!Giovanni llegó en pocos segundos, su pecho se apretaba al ver la confusión y la violencia en la escena ante él. Sus ojos se movían rápidamente entre Adeline, que intentaba levantarse con dificultad, y Dayana, que gemía en el suelo.—¿Qué... qué está pasando? —preguntó vacilante.Dayana fue la primera en hablar, su voz temblando con una mezcla de llanto fingido y dolor falso.—Gio, mi amor… nuestro bebé… ella... ¡ella! —las lágrimas corrían por sus mejillas mientras se agarraba el vientre—. ¡Me duele tanto, Gio! No quiero perder a nuestro bebé... ¡no quiero que le pase nada!Él permaneció inmóvil por un segu
CAPÍTULO 27: INTENTO DE ASESINATO.El médico se quitó el estetoscopio con una sonrisa tranquilizadora, miró a Dayana y luego a Giovanni, quien esperaba en silencio. Su mente iba una y otra vez a Adeline.—Todo está bien con el bebé, no hay nada de lo que preocuparse.Giovanni escuchó en silencio, pero sin relajar la tensión de su cuerpo. Y cuando el médico se fue, dejó que un pesado silencio invadiera la habitación antes de mirar a Dayana con una expresión fría.—¿Quieres decirme qué estabas haciendo allí?Dayana se puso nerviosa al instante, pero rápidamente se obligó a mostrarse calmada. Su rostro adoptó una expresión triste mientras lo miraba.—Fui a ver a Adeline —respondió con suavidad—. Me enteré de que su abuelo murió, y quería apoyarla en ese momento tan difícil.Giovanni la miró con escepticismo y Dayana bajó la mirada, fingiendo más tristeza.—A pesar de todo lo que ha pasado —continuó—, ella sigue siendo mi hermana, y la quiero. Solo quería que supiera que… a pesar de todo p
CAPÍTULO 28: ¿QUÉ ME ENAMORÓ DE TI?Un día después, el Lamborghini negro de Giovanni se detuvo frente a la entrada de la mansión D’Angelo. Giovanni salió del auto, aún vistiendo la misma ropa del día anterior; había pasado la noche en el hospital con Dayana. Sin embargo, Adeline no salía de su cabeza y por eso estaba allí, porque necesitaba escuchar su versión. Necesitaba saber qué había pasado realmente.Él no la creía una asesina.Durante todo ese tiempo, especialmente desde que ella aceptó el divorcio, algo había cambiado dentro de él. Al principio pensó que se trataba de su orgullo herido, luego creyó que eran celos al verla tan cerca de Logan, pero ahora lo veía claro: se había enamorado de ella. Y ya no quería seguir luchando contra lo que sentía.Aunque era inesperado, Giovanni sabía que sus sentimientos por Dayana habían muerto hace mucho tiempo. Y que todo su comportamiento frío durante el matrimonio con Adeline había sido una forma de castigarla, de hacerla pagar por llevarlo
CAPÍTULO 29: UN MUNDO EN RUINAS.Giovanni se dejó caer en la cama con el diario en sus manos, sintiendo el peso de su corazón, latiendo con fuerza. Lo abrió con nerviosismo, y apenas vio la elegante caligrafía de Adeline, el miedo se instaló en su pecho. Respiró hondo, pero el aire se atascó en su garganta. Sabía que lo que estaba a punto de leer no lo dejaría indiferente.— 12 de marzo de 2023“Hoy he conocido al hombre más guapo e increíble que jamás he visto. No sé qué tiene, pero algo en él me atrapó desde el primer momento. Creo que me enamoré a primera vista. Aunque no sé si él pueda corresponderme… Lo único que sé de él es su nombre: Giovanni D’Angelo.”Las palabras lo atravesaron como un cuchillo. Y sintió un nudo en la garganta, las manos le temblaban mientras seguía leyendo. La dulzura en las palabras de Adeline lo abrumaba. Ella se había enamorado de él desde el primer momento, con una inocencia y sinceridad que él había sido incapaz de ver.Giovanni sintió que el pecho le
CAPÍTULO 30: UN MUNDO EN RUINAS (II)Finalmente, devastado en su impotencia y la dureza de sus errores, se desplomó en el suelo, destrozado, con los puños ensangrentados y el alma rota. Las palabras duras que alguna vez le había dicho a Adeline resonaban en su cabeza, crueles y despiadadas. Como una especie de castigo.Sabía que nunca podría perdonarse por lo que había hecho.Las lágrimas cayeron pesadas y ardientes, el dolor desgarrador atravesándole el alma. Igual que aquella única vez en su vida en la que había sentido una pérdida tan profunda: cuando sus padres murieron y él apenas tenía diez años. En aquel entonces, también había sentido este mismo vacío, esta misma impotencia, como si el mundo entero se desmoronara bajo sus pies y no hubiera nada que pudiera hacer para detenerlo.Ahora, ese sentimiento regresaba con fuerza, instalándose de nuevo en su pecho. El dolor era tan intenso que lo hacía sentir como un niño que había cometido un error irreparable, uno del que no sabía cóm
CAPÍTULO 31: NADA.Las manos de Giovanni apretaron el volante con una fuerza desmedida, mientras su pie presionaba aún más el acelerador. Las palabras del médico retumbaban en su mente, una y otra vez.«¿Cáncer? ¿Cómo que cáncer? No, no puede ser. Tiene que haber un error, sí, un maldito error»Su corazón latía con fuerza, desbocado, y un nudo le oprimía el estómago, haciéndolo sentir vacío y pesado a la vez. Todo era por lo que acababa de descubrir, un golpe brutal que se negaba a creer.De repente, conectó las cosas: si Adeline no había comenzado el tratamiento, seguramente era por el bebé. El dolor se intensificó, y con él, una culpa que lo destrozaba desde adentro.Se sintió pequeño, impotente, devastado.Llegó al hospital y prácticamente corrió hasta el área de oncología. Apenas encontró al médico, lo enfrentó con el rostro descompuesto y una voz llena de desesperación.—¡Dígame que es un error! —exigió— ¡Dígame que mi esposa no tiene esa maldita enfermedad!El doctor lo miró con