De regalo porque ya Gabriel no merecía sufrir más... Ahora sí, ¿qué les pareció?
CAPÍTULO 115: NO ME HAGAS ESPERAR.La puerta de la habitación se abrió lentamente, y Giovanni se dio la vuelta solo para encontrarse con Adeline.—¿Se quedaron dormidos? —preguntó, acercándose con una sonrisa cómplice.—Sí —respondió Adeline, rodeándole el cuello con los brazos y devolviéndole la sonrisa—. Zoe estaba muy contenta y Gabriel no dejaba de darme las gracias.Giovanni se inclinó y le dio un pico en los labios antes de susurrar:—Para Gabriel, esto debe ser la libertad absoluta. No sé qué habría sido de él si Dayana no estuviera tras las rejas ahora.Adeline suspiró, dejando que sus dedos jugaran con el cabello de la nuca de Giovanni.—Esa pesadilla ha quedado atrás, mi amor —dijo con un tono esperanzador—. Ahora sólo nos queda ser felices.Él bajó lentamente sus manos por las caderas de Adeline y, con una voz baja y ronca, le confesó:—Otro motivo por el que estoy feliz es saber que nunca toqué a Dayana mientras estuvimos casados. De alguna manera, eso me hace sentirme lig
CAPÍTULO 116: ¿CUÁL ES EL PLAN?El ruido metálico de la puerta de la celda sacó a Dayana de un sueño ligero y perturbador. Abrió los ojos de golpe, sobresaltada, para encontrarse con la figura del oficial de policía que la miraba con impaciencia.—Levántate —ordenó.Ella se levantó, aunque con movimientos tensos y precavidos. Habían pasado semanas desde su ingreso a la prisión, y cada día había sido un infierno que se grabaría en su memoria para siempre. Las dos reclusas que compartían la celda con ella no tardaron en mostrarle quién mandaba allí dentro. Al principio fueron amenazas, luego burlas, pero pronto el abuso físico y psicológico escaló a algo mucho más oscuro y devastador.Las noches se convirtieron en una pesadilla interminable. Cada humillación y cada acto de violencia se sumaban al odio que se gestaba en su interior. Era el odio lo que la mantenía viva. Y también la promesa que se había hecho a sí misma: vengarse de Adeline y Giovanni. No importaba cuánto tuviera que sopo
CAPÍTULO 117: NOTICIAS DE ULTIMA HORA.Giovanni estaba en su oficina revisando unos documentos cuando llamó a su secretario con un gesto rápido.—Necesito que prepares todo para el viaje a la cabaña este fin de semana. Asegúrate de que el auto esté listo y que las provisiones lleguen antes que nosotros —le dijo con voz firme.El secretario asintió con eficiencia y anotó los detalles. Antes de que pudiera salir de la oficina, Giovanni añadió:—Ah, y revisa el informe de las últimas inversiones. Quiero tenerlo en mi correo antes de que termine el día.El secretario confirmó con un leve "entendido" y estaba a punto de retirarse cuando la puerta se abrió sin previo aviso. Adeline entró con una elegancia natural que hizo que Giovanni se pusiera de pie de inmediato. Su rostro cambió de una expresión seria a una sonrisa encantadora.—¡Mi amor! ¿Qué he hecho para merecer esta visita inesperada? —dijo, extendiendo los brazos.Adeline rodó los ojos con diversión, pero se acercó a él y le plantó
CAPÍTULO 118: UN ENEMIGO OCULTO.Dayana suspiró con placer, hundiéndose un poco más en el agua caliente de la bañera cubierta de espuma.—Esto sí es vida —murmuró traviesa.Dejó que la espuma se deslizara lentamente por sus brazos y su cuerpo, disfrutando de la sensación sedosa contra su piel. Con una sonrisa satisfecha, alargó la mano, tomó la copa de champán y bebió un sorbo. Estaba a punto de relajarse por completo cuando la puerta se abrió de golpe.Un hombre entró con aire desinteresado. Alzó una ceja al verla y, con un movimiento casual, se apoyó contra la pared, cruzándose de brazos. Su mirada perezosa recorrió la escena.—Espero que lo estés disfrutando —dijo con voz neutral, pero cargada de sarcasmo.Dayana suspiró cómoda, ignorando la intrusión, y le lanzó una mirada sensual.—Esto es justo lo que necesitaba.El hombre dejó escapar una risa seca y ella alzó una torneada pierna, inclinándose ligeramente hacia adelante.—¿Quieres unirte a mí? —preguntó, dándole una mirada suge
CAPÍTULO 119: PERDIDA DE MEMORIA.Más tarde, la noche siguió su curso como un sueño que Adeline jamás habría imaginado. Bajo el cielo estrellado y con las luces reflejándose en el lago, Giovanni había preparado una cena exquisita en una mesa improvisada junto al agua. Había velas, vino y una comida deliciosa que ambos disfrutaron como si el mundo se detuviera por completo.Giovanni se mostró encantador, haciéndola reír con sus ocurrencias y observaciones agudas. Él era como un príncipe sacado de un cuento de hadas. Pero no era un príncipe cualquiera; era divertido, lleno de vida, y lograba que Adeline se sintiera como la protagonista de su propia historia. Después de la cena, él extendió una mano hacia ella y, sin esperar respuesta, la llevó a bailar bajo las estrellas. Sus movimientos eran suaves y seguros, pero entre risas, él tropezó a propósito para hacerla sonreír aún más.—Eres imposible —murmuró ella entre risas, mientras Giovanni giraba con ella en un paso improvisado.—Solo q
CAPÍTULO 120: EL QUÉ A HIERRO MATA…—¿Papá? —preguntó Zoe con un tono tímido, avanzando un paso hacia él—. ¿Te sientes mal?Giovanni pestañeó varias veces, como si al hacerlo pudiera recuperar los fragmentos de su memoria que acababan de desmoronarse. La pregunta de Zoe fue como un ancla que lo devolvió a la realidad. Se inclinó hacia ella, esbozando una sonrisa que no llegó a sus ojos.—¿Eh? No, no, mi amor... Yo... estoy bien. —La inseguridad en su voz fue reemplazada rápidamente por un tono más firme—. Solo me quedé pensando un momento, eso es todo.Pero por dentro, un miedo profundo lo atenazaba. La sensación de vacío que había sentido hacía solo unos instantes lo aterraba: por un momento no había recordado a sus hijos, ni siquiera quién era él. Tragó saliva con dificultad, esforzándose por no alarmarlos.—Voy a descansar un segundo, ¿de acuerdo? —añadió, sentándose en el césped y señalando el banco cercano—. Ya estoy viejo para correr tanto detrás de una pelota.Gabriel soltó un
CAPÍTULO 121: VESTIDO DE NOVIA.UN MES DESPUÉS…Adeline estaba en su oficina, mientras su asistente personal, Anne, repasaba la agenda del día.—Hoy tiene reunión con el consejo a las diez, una videollamada con los inversionistas europeos a la una y la revisión del proyecto de la fundación a las tres. Ah, y sobre los preparativos de la boda... —Anne levantó la vista y vio cómo el rostro de Adeline se iluminaba con una suave sonrisa—. El diseñador confirmó la cita para la prueba del vestido. Será a las once.Adeline se permitió un momento de felicidad genuina. La palabra "boda" parecía borrar, al menos por un instante, las preocupaciones que cargaban desde su regreso. Habían llegado de la cabaña hacía una semana. Volver a la ciudad había sido necesario; los compromisos de la empresa no podían postergarse más. Sin embargo, tanto ella como Giovanni estaban inquietos.Dayana aún seguía prófuga, y aunque los guardaespaldas no se separaban de su lado, sabían que no podían bajar la guardia. P
CAPÍTULO 122: CENA DE AMIGAS.En el restaurante, Adeline fijaba la mirada en su copa de agua, girándola lentamente entre sus dedos. Lucy, sentada frente a ella, arqueó una ceja con una sonrisa entre divertida y exasperada.—¿Vas a estar toda la noche así? —preguntó con un tono ligero—. No volé a Chicago para ver tu cara de perro, Ade.Adeline levantó la vista al fin, y sus ojos mostraban una mezcla de emociones difíciles de descifrar.—Es que... supongo que sabes lo que pasó con Lucien, ¿no? —murmuró.Lucy dejó escapar un suspiro y se recostó en su silla, perdiendo su aire despreocupado.—Sí, mi primo me contó algo... Y solo tengo que decir que, en el corazón no se manda. Si en siete años no pudiste enamorarte de él, ya no lo harás.Adeline parpadeó, sorprendida por la calma con la que Lucy decía aquello.—Pero yo... y Giovanni...—Eso también lo sé —interrumpió Lucy, cruzando los brazos—. Lucien me lo contó todo, ¿no crees? Esa fue la parte que menos omitió. —Sonrió con cierta ironía