CAPÍTULO 123: RESULTADOS, NO SATISFACTORIOS.Cuando Adeline llegó a casa, el ambiente estaba en completo silencio, salvo por el suave zumbido del refrigerador. Los niños ya estaban dormidos, y Giovanni estaba en la cocina, sentado junto a la barra, comiendo un sándwich sencillo de jamón y queso. Al verla entrar, levantó la mirada y le dedicó una sonrisa ligera.—¿Qué tal tu cena? —preguntó.Ella se acercó, inclinándose para darle un beso rápido en los labios antes de tomar una fresa del plato que estaba sobre la barra.—Bien. Lucy te envía saludos.Giovanni arqueó una ceja, y una sonrisa burlona apareció en su rostro.—Lucy debe estar guardándose sus verdaderos sentimientos. Seguro que si pudiera, me enviaría algo más letal que saludos.Adeline inclinó ligeramente la cabeza, divertida, mientras lo miraba.—Van a tener que empezar a llevarse bien, amor. Ella es mi amiga, y tú serás mi esposo en dos días. Así que... inténtenlo, ¿sí?Él dejó escapar un largo suspiro y asintió con resigna
CAPÍTULO 124: AUNQUE DUELA.Giovanni estaba sentado en la pequeña sala del consultorio y sentía que el aire era más denso, como si pesara más de lo normal.—¿Está seguro de lo que dicen esos resultados? —preguntó, su voz temblorosa.El médico lo miró por un instante. Sus ojos oscuros, llenos de pesar, eran más elocuentes que cualquier palabra.—Sí, Giovanni. Lamentablemente estoy seguro —respondió con un tono grave pero profesional—. El tumor en su cerebro está muy avanzado. Hemos revisado las imágenes, los análisis, todo... Y por mucho que lo intentemos, no hay nada que podamos hacer.Giovanni sintió que el piso bajo sus pies desaparecía. Su mente intentó procesar las palabras, pero su corazón latía tan rápido que apenas podía pensar con claridad.—¿Cómo que no hay nada? —dijo con la voz quebrada—. ¿De verdad no hay una posibilidad? ¿Un tratamiento experimental, una cirugía... algo? Tiene que haber algo que puedan hacer...El médico suspiró profundamente, como si cargara el peso de la
CAPÍTULO 125: ÉL NO VENDRÁ.El jardín de la mansión D’Angelo estaba finamente decorado. Guirnaldas de luces blancas colgaban entre los árboles, flores frescas adornaban cada rincón, y una suave melodía instrumental se mezclaba con el canto de los pájaros. La brisa movía las cortinas de una carpa blanca, mientras Gabriel y Zoe corrían entre los arbustos, jugando a atraparse.Poco a poco, los invitados comenzaron a llegar.Mientras tanto, en una de las habitaciones, Adeline terminaba de arreglarse frente al espejo. Su respiración era irregular, y sus manos temblaban ligeramente mientras ajustaba los detalles finales de su atuendo. Lucy, a su lado, la observaba con cariño.—Te ves hermosa, Ade —dijo con una sonrisa traviesa—. Ahora, esperemos que esta vez el cucaracho sea un buen marido.Adeline rodó los ojos y se giró hacia su amiga.—Giovanni ha cambiado, Lucy. Esta vez sí tendré mi final feliz.La chica arqueó una ceja, incrédula, pero luego suavizó su expresión. Con cuidado, acomodó u
CAPÍTULO 126: SE ACABÓ PARA SIEMPRE.El impacto de no ver a Giovanni en el altar golpeó a Adeline como un puñetazo directo al pecho. Una mezcla de dolor, furia y un creciente temor se arremolinaba en su interior, pero no dejó que ninguna lágrima asomara. Dio un paso hacia Lucien, su expresión fría como el hielo.—¿Qué hiciste? —preguntó con una voz baja, cargada de tensión.Lucien, por un breve instante, pareció sorprendido por la acusación directa, pero rápidamente se recompuso. Su rostro se relajó y se alzó de hombros con aire despreocupado.—¿Qué hice de qué? Es tal como lo oyes —su tono fue casual y casi burlón—. Giovanni vino a buscarme. Me dijo que no podía casarse contigo porque no estaba seguro de lo que sentía.Adeline sintió como si el suelo bajo sus pies se tambaleara. Aquellas palabras perforaron su corazón, pero había algo en esa explicación que no encajaba. Frunció el ceño, cruzándose de brazos mientras lo miraba con desconfianza.—¿Ah, sí? —replicó con sarcasmo—. ¿Y fue
CAPÍTULO 127: DEVASTADORA VERDAD.Adeline abrió la puerta de la cabaña con cuidado, su mano temblando ligeramente sobre el frío metal. El sonido del viento nocturno fue reemplazado por un silencio pesado cuando la madera crujió bajo sus pies. Su corazón martilleaba en su pecho, tan fuerte que temía que se escuchara en la quietud del lugar.Apenas un instante después, el fuerte olor a alcohol invadió sus fosas nasales, haciéndola fruncir el ceño con disgusto. La sala estaba oscura, y Adeline entrecerró los ojos, tratando de acostumbrarse a la penumbra. Su mirada vagaba desesperada por el espacio hasta que finalmente lo vio. Giovanni yacía en el sofá, su figura medio oculta entre sombras, aparentemente dormido.Un suspiro escapó de sus labios. Allí estaba. Al menos estaba vivo.Cerró la puerta detrás de ella con un leve golpe seco y, sin prisa, encendió las luces. La luz amarilla bañó la habitación, revelando el desorden: botellas vacías sobre la mesa, una camisa arrugada colgando de un
CAPÍTULO 128: UN VACIO IMPOSIBLE DE LLENAR.Giovanni se dejó caer de rodillas frente a Adeline. Su corazón latía como un tambor desafinado, acompasado por la marea de emociones que lo invadían. Con los labios temblorosos, recostó su cabeza contra las piernas de ella, sintiendo el calor de su cuerpo, ese calor que había sido su refugio tantas veces, pero que ahora solo lo llenaba de un dolor desgarrador.—Adeline, te amo como nunca amaré a nadie en mi vida —murmuró, su voz rota—. Pero… ¿cómo puedo hacerlo si la vida me está abandonando? Cada día, cada segundo, siento que algo dentro de mí se apaga… y no hay nada que pueda hacer para detenerlo.Ella sintió que algo se quebraba en su interior. Las lágrimas cayeron silenciosas, mojando sus mejillas mientras sus manos, temblorosas, se acercaban al cabello de Giovanni, acariciándolo con una ternura que no podía contener. A pesar del miedo y el dolor que la consumía, su amor por él se imponía.Giovanni cerró los ojos, y una lágrima solitaria
CAPÍTULO 129: NO NOS RENDIREMOS.Giovanni salió lentamente de sus recuerdos, sacudiendo la cabeza como si intentara apartar el peso de aquellos pensamientos. Alzó su rostro y sus ojos encontraron los de Adeline, quien lo observaba en silencio, esperando algo. Él se quedó unos instantes en esa mirada, y una amarga sonrisa se formó en sus labios.—Quizás esto es lo que me merezco —dijo con una risa triste—. Tal vez este es mi castigo. Tener que sentir lo que tú sentiste... vivir lo que tú viviste por todo el dolor que te causé.Hizo una pausa, dejando que el silencio pesara en el aire.—Pero cuando te vi de nuevo —continuó, su voz bajando en un susurro—, por un momento tuve esperanza. Por primera vez en mucho tiempo, tuve ganas de vivir.La sonrisa amarga desapareció, y su mirada se ensombreció. Sacudió la cabeza y soltó un suspiro cansado.—Pero ya no hay nada que hacer. Lo único seguro es que moriré pronto.Adeline sintió un nudo en el estómago al escuchar esas palabras. El dolor de sa
CAPÍTULO 130: ELLOS SE HUMILLARÁN ANTE MI.Killian entró a la oficina de Adeline llevando una carpeta en la mano, además de una sonrisa.—La inauguración del hospital será pronto —confirmó—. Todo está listo.Ella dejó los documentos en su escritorio y se puso de pie.—¿De verdad? Eso, eso es una gran noticia, Killian.Él asintió y dejó la carpeta frente a ella, continuó mientras tomaba asiento.—Aquí están los balances. Déjame decirte que el valor de las empresas ha aumentado considerablemente.Adeline arqueó una ceja, incrédula.—¿Hablas en serio?—Por supuesto —Killian sonrió levemente, divertido por su reacción—. Compruébalo por ti misma.Adeline abrió la carpeta y comenzó a revisar los números. Sus ojos se agrandaron al entender lo que estaba viendo, y se llevó una mano a la boca.—Santo Dios... eso quiere decir que...—Así es —confirmó Killian, recostándose en la silla con un gesto triunfal—. Tus empresas serán liberadas pronto.Adeline dejó los balances sobre el escritorio y lo